2008-08-29

LA CORRECCIÓN FRATERNA

Ciclo A, 23° Dom.Ord., 7 de Septiembre de 2008


Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas. Si te escucha, habrás salvado a tu hermano
(Mt 18, 15)

La corrección fraterna es una de las siete obras espirituales de misericordia, “corregir al que yerra”. La corrección fraterna es “la advertencia hecha al prójimo culpable, en privado y por pura caridad para apartarle del pecado.”

En la explicación de la “corrección fraterna” es muy importante tener en cuenta lo que dicen los santos, por ejemplo San Francisco de Asís, quien dice que “por medio del amor sacarás a tu hermano del camino equivocado, y nunca dejes de amarlo aunque cometa los pecados más graves del mundo.”

¿Cómo hay que hacerla? El evangelio de Mateo nos da una metodología en tres instancias:
1) “Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas. Si te escucha, habrás salvado a tu hermano.
2) Si no te hace caso, hazte acompañar de una o dos personas, para que todo lo que se diga conste por boca de dos o tres testigos. (Deut 19, 15)
3) Pero si ni así te hace caso, díselo a la comunidad; y si ni a la comunidad le hace caso, apártate de él como de un pagano o de un publicano.”

La parte última es una manera de expresar “ser excomulgado” de la comunidad a causa de algo grave y peligroso para la comunidad misma (1 Cor 5, 2). Sin embargo, aún considerado como “pagano y publicano” la persona tiene siempre la posibilidad de conversión y por tanto, de reintegrarse a la comunidad de hermanos.

La Corrección Fraterna se debe hacer con mucha caridad, ¡pero debe hacerse! El ejemplo lo pone el mismo Jesús. Cuando corregía, nunca humillaba ni se burlaba de nadie. Siempre lo hizo levantando al que había caído.

ORACIÓN: “Señor Jesús, ayúdanos a sabernos corregir con amor.”

David, Pbro.

2008-08-26

EL SEGUIMIENTO DE JESÚS

Ciclo A, 22° Dom.Ord. El seguimiento de Jesús, 31 de Agosto de 2008


El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga
(Mt 16, 24)

Una sentencia muy fuerte de Jesús hacia sus discípulos. Les dice que para seguirlo es necesario entregarse al servicio de los demás con todas las consecuencias que esto implica, aún hasta el sufrimiento. Sólo así cumpliremos su palabra, seremos dichosos y encontraremos la vida plena en Jesucristo.

Cuando llegamos a este punto en nuestra vida cristiana, que es el momento del compromiso, lo más fácil para todos es sacarle la vuelta. Por eso, seguir a Jesús no es nada fácil. Y más en la cultura actual en la que aprendemos con facilidad, desde nuestras familias y centros de formación, a ser individualistas y a llevar una vida cómoda alejada de las bienaventuranzas. Es decir, optamos por nosotros mismos y tomamos el camino de una vida sólo placentera. Una de las consecuencias más evidentes del individualismo y del despojo es la creciente criminalidad y ola de violencia y secuestros en México.

Aparecida dice que Jesús nos llama a seguirlo y correr su misma suerte (131), puesto que somos misioneros para proclamar la buena nueva de la dignidad humana (103). Ahora bien, los rasgos del discípulo son que Jesucristo sea el centro de nuestra vida, estar familiarizados con la Palabra y con la Eucaristía, insertados en la comunidad eclesial y social, y por último solidarios y misioneros (292). La vida sólo se desarrolla en la comunión fraterna y justa (359).

Desafíos que nos presenta Aparecida para optar por la cruz y seguir a Jesús: Practicar las bienaventuranzas (139). Asumir la pobreza como estilo de vida para ir al encuentro de los hermanos indigentes (540); el pueblo pobre de las periferias necesita sentir la proximidad de la Iglesia (550). Todos los organismos han de estar animados por una espiritualidad de comunión (203).

Agustín, Pbro.

2008-08-19

PROCLAMACIÓN DE FE

Ciclo A, 21° Dom.Ord., 24 de Agosto de 2008


Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo
(Mateo 16, 16)

En la mitad del camino a Jerusalén, dentro del proceso de formación de los discípulos, Jesús les interroga sobre su percepción que tienen sobre él. La muchedumbre veía en Jesús un profeta; los apóstoles en la voz de Pedro lo ven como el Mesías. Buena percepción en ambos, pero en ambos casos lo ven como alguien poderoso. La cruz les hará entender que más bien se trata de un Mesías Siervo y Sufriente.

Siempre existe la gran tentación del poder tanto en el ámbito eclesial como en lo social. En la Iglesia se manifiesta en la poca participación de los laicos en la Misa y en los proyectos pastorales. Se manifiesta también cuando los pastores se olvidan de los alejados y marginados y se concentran en los bienes y en una vida cómoda. En la sociedad se evidencia también en la poca participación en los asuntos de la ciudad y en un crecimiento económico injusto que sólo favorece a algunas personas o familias. El afán del poder nos hace tomar ventaja, hacer alianzas, monopolizar, someter, destruir, marginar, engañar, perpetuarnos, no dar oportunidad a otros.

El Señor Jesús nos enseña que si queremos ser grandes seamos servidores de los demás, no dominadores ni sometedores (Mt 20, 25-28). Nos invita a ser sencillos como los niños (Mt 18, 3-4). Si queremos seguir a Jesús entonces es necesario renunciar a sí mismos y cargar su cruz (Mt 16, 24). El documento de Aparecida dice que a los discípulos y misioneros Jesús nos llama a seguirlo y correr su misma suerte (#131); a practicar las bienaventuranzas (139), a compartir nuestros bienes y vivir una vida pobre, para servir luego al pobre (540).

Jesús es el Mesías al servicio de los demás. Es el Profeta del amor, de la justicia y de la paz. La autoridad es para servir; no para enriquecernos con el poder. Aparecida nos invita a servir a los rostros sufrientes con la esperanza de su realización (31) desde un estilo de vida austero y solidario (100-h y 540). La Iglesia debe ser servidora de la Palabra y de los más pobres y sufrientes (516). Su misión es ser abogada de la justicia y de los pobres (533).

Agustín, Pbro.

2008-08-11

LA MUJER CANANEA

Ciclo A, 20° Dom.Ord. La mujer cananea, 17 de Agosto de 2008


Velen por los derechos de los demás, practiquen la justicia
(Isaías 56, 1)

Jesús finalmente atiende a la mujer cananea, una mujer extranjera y mal vista por los israelitas. Llama la atención la intercesión de los apóstoles y la vehemencia y creatividad de la mujer: “pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Con esto, Jesús nos enseña que todas las personas, sin distinción o prejuicios, tenemos derechos, los cuales hoy la palabra nos invita a vigilar para que se cumplan. Tenemos derecho a la Vida, a la Salud… al Reino y su Justicia.

¿Cómo andamos en el cumplimiento de los DDHH en México? El Directorio para la Pastoral Social en México (2005) nos decía en relación al mundo del trabajo que los salarios son bajísimos y muchos carecen de seguridad social. “En una palabra el trabajo de los hombres y de las mujeres, no es respetado en sus derechos.” (DNPS 67-68). Además, “nos preocupan los más de dos millones de niños en México, en edad escolar, que no asisten por diversas razones a la escuela” (87). Los atropellos contra las mujeres siguen siendo una constante en México, aún en la misma Iglesia (92). Una de las demandas más sentidas en nuestro país tiene que ver con la procuración e impartición de justicia (95). Según la ONU, a México “le falta mucho por lograr el nivel al que debe llegar un Estado justo y democrático en la defensa y promoción de los derechos humanos” (93), por lo que se convierte en “otra tarea pendiente en la agenda social de México” (96).

Aparecida dice: El Evangelio nos exige proclamar en todas partes la dignidad de toda persona humana (DAP 390), puesto que todos somos hijos dignos de Dios, con los mismos derechos y deberes (382). Frente a la globalización económica actual, que nos está destruyendo, somos llamados a promover el respeto a los DDHH (64 y 385).

Los Obispos de Latinoamérica nos recuerdan que a la Iglesia le compete denunciar lo que está en contra de la dignidad del hombre (DAP 480), y recomiendan promover la dignidad humana y trabajar con personas e instituciones civiles (384). Los Obispos de México nos recomiendan ahondar en las causas que provocan esta situación (DNPS.97). Así, nos hablan del egocentrismo humano (100); la poca participación democrática (101); la poca comunicación entre los miembros de la sociedad (103); los medios de comunicación (104). Nos invita a superar el divorcio fe-vida (110 y 115).

Agustín, Pbro.

2008-08-04

JESÚS CAMINA SOBRE EL AGUA

Ciclo A, 19° Dom.Ord., 10 de Agosto de 2008


Tranquilícense y no teman. Soy yo
(MT 14, 27)


Inmediatamente después de que todos habían “comido hasta saciarse” Jesús manda a sus discípulos subir a la barca y pasar a la otra orilla del lago, mientras él se retira a hacer oración. En un cierto momento el aire se descompone y la barca empieza a tambalearse y a los discípulos les da Miedo. Esta barca representa a la Iglesia y los vientos huracanados son las amenazas contra la Iglesia, las cuales proceden de fuera y de dentro de la Iglesia.

Los primeros números del Documento de Aparecida nos presentan muy bien estas amenazas, algunas pistas de respuesta y una palabra de ánimo.

10. Se abre paso un nuevo período de la historia con desafíos y exigencias, caracterizado por el desconcierto generalizado que se propaga por nuevas turbulencias sociales y políticas, por la difusión de una cultura lejana y hostil a la tradición cristiana, por la emergencia de variadas ofertas religiosas, que tratan de responder, a su manera, a la sed de Dios que manifiestan nuestros pueblos.

11. Frente a estas nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales, la Iglesia no puede replegarse sino más bien es el momento de revitalizar nuestro testimonio de la novedad del Evangelio.

13. Se requiere una evangelización mucho más misionera, en diálogo con todos los cristianos y al servicio de todos los hombres.

14. El reto fundamental y el mejor servicio que ofrecemos a las personas y naciones es formar discípulos y misioneros que respondan a la vocación recibida y comuniquen por doquier el don del encuentro con Jesucristo.

15. ¡No tengan miedo de Cristo! Él no quita nada y lo da todo. Quien se da a Él, recibe el ciento por uno. Sí, abran de par en par las puertas a Cristo y encontrarán la verdadera vida.

Agustín, Pbro.