2009-02-24

JESÚS LIBERA A UN PARALÍTICO

Ciclo B, Ord7, 22 de Febrero de 2009

Y por el agujero bajaron al enfermo en una camilla
(Mc 2, 4)

JESÚS DE NAZARET estaba en una casa de Cafarnaúm cuando curó a un paralítico que habían introducido por el techo de la casa en donde se encontraba. El Evangelio subraya el hecho de que Jesús le haya perdonado sus pecados. La curación del paralítico nos hace recordar el programa misionero que Jesús había ya anunciado: “El Señor me ha enviado para anunciar a los pobres la buena nueva y proclamar la liberación a los cautivos.” (Lc 4, 18) ¿Qué le llamó la atención a Jesús cuando le presentaron al paralítico? ¿Cuál crees que sea la buena nueva y de qué liberación se trataría en este caso? Actualmente es difícil para muchas personas acercarse a los sacramentos por diferentes motivos. Es todavía más difícil para millones de trabajadores acercarse a un salario digno, a tener seguridad médica… Simplemente tener acceso a un empleo. Muchos están paralizados por el hambre y el miedo, y han sido abandonados a su vulnerabilidad.

EN APARECIDA señalan los Obispos que la Iglesia tiene como misión propia la Palabra, los Sacramentos y practicar la Caridad (386), es abogada de la justicia y defensora de los pobres (395), entre ellos, los obreros. De hecho tiene como desafío emplear esfuerzo y creatividad en la evangelización del mundo del trabajo (492), acercarse al pueblo pobre de las periferias (550), llegar con creatividad a las multitudes (173), despertar en la sociedad los valores sociales (385), consolidar una patria de hermanos con dignidad (534). Está llamada también a colaborar en la consolidación de las frágiles democracias (541). La misión de la Iglesia es, pues, la liberación de los paralíticos, una liberación no sólo corporal y del corazón, sino también externa, social. Sin embargo, mientras que la delincuencia organizada crece en poder y creatividad, el Estado y la Iglesia no encuentran el camino para dar salud y dignidad al paralítico.

QUÉ LES PARECE si, con creatividad, astucia y esperanza, buscamos el camino de la conversión personal, eclesial y pastoral, para que, desde las pequeñas comunidades de base hasta los niveles diocesanos, mejoremos juntos el acceso a los sacramentos, a la planificación pastoral y a la comunión eclesial. Y desde allí, encontrar rendijas para colaborar con el Estado en la consolidación de una democracia en donde todos tengamos acceso a la alimentación básica y medicinas, a un empleo y salario dignos, en una palabra a una vida con dignidad.

Agustín Pbro.

2009-02-17

SANACIÓN DE UN LEPROSO

Ciclo BOrd6, 15 de Febrero de 2009

Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio
(Lc 1, 42)

JESÚS DE NAZARET tuvo compasión con un leproso que le suplicó de rodillas que lo curara. Extendiendo su mano sobre él, lo tocó e inmediatamente quedó limpio. Ambos “violaron la ley”. El leproso según la ley antigua era considerado como una persona impura, que no tenía el favor de Dios, y tenía que estar fuera de la comunidad para no contaminar a los demás. Era una persona marginada, es decir, excluida de los beneficios religiosos y sociales de la comunidad. ¿Cuál fue la actitud de Jesús frente al leproso? ¿Qué enseñanza nos quería comunicar? ¿Qué proyecto tenía en mente? Actualmente, ¿quiénes son los marginados? Todas aquellas personas excluidas del bienestar social y religioso son los “leprosos de ahora”. En nuestra parroquia, de acuerdo al análisis de la realidad de 2007, son los adultos mayores y enfermos, y los niños. Y quizá, debiéramos incluir también a los desempleados, que cada vez son más.

EN APARECIDA los Obispos nos dicen que la globalización económica está aumentando “las desigualdades que marcan tristemente nuestro continente y que mantienen en la pobreza a una multitud de personas.” (62). Entre ellos, muchas mujeres, jóvenes, desempleados, niños, ancianos, presos. Ahora, los excluidos, además de ‘explotados’ son también ‘desechables’ (65). Reconocen que ha habido de parte de la Iglesia muy poca preocupación por ellos (100, b-c). De hecho, la mayoría de los católicos no tenemos conciencia de ser misioneros, de ser sal y fermento en el mundo (286), sino más bien estamos atrapados por una espiritualidad individualista (100). Sin embargo, cuando Jesús de Nazaret cura al leproso significa que nos ha traído un Reino en donde no haya marginados sino que todos tengamos la oportunidad de vivir de acuerdo a nuestra dignidad humana, creados a imagen y semejanza de Dios (104).

QUÉ LES PARECE si le pedimos todos los días a Dios que nos conceda el don de la COMPASIÓN. Si Jesús ha sido compasivo con usted y conmigo, entonces también nosotros debiéramos serlo con los marginados. Si usted quiere puede incorporarse a la Misión Permanente de la parroquia para ser misionero desde su casa, barrios, integrado en una pequeña comunidad de base, que nos permita acercarnos a los adultos mayores, enfermos, niños y desempleados, para ‘tocarlos’ y procurar integrarlos a la comunidad social y eclesial.

Agustín Pbro.

2009-02-07

Jesús, el Predicador y Liberador

Ciclo B, Ord5, 8 de Febrero de 2009

Curó a muchos enfermos de diversos males
(Mc 1, 34)


JESÚS DE NAZARET empezó a predicar la Buena Nueva del Reino en Galilea. “Para eso he venido”, decía. Los hechos que abarcan su evangelización son la predicación en las sinagogas, la visita a la casa de Simón y Andrés en donde cura a la suegra de Pedro, la oración de madrugada en un lugar solitario, y la curación de diversos enfermos. A excepción de la oración personal, lo demás lo hacía acompañado de sus discípulos. Se trata de una evangelización completa. Ahora bien, nosotros, ¿Predicamos el evangelio? ¿Participamos en algún grupo apostólico o pequeña comunidad de base? ¿Hacemos visitas domiciliarias? ¿Hacemos oración profunda y constante? ¿Procuramos transformar la vida de las personas marginadas, maltratadas, enfermas, desempleadas o que tienen hambre? ¿Procuramos evangelizar en comunión, es decir, en equipo?

EN APARECIDA se dice que “cuando el discípulo está enamorado de Cristo, no puede dejar de anunciar al mundo que sólo Él nos salva” (AP 146). Este anuncio se da mejor desde una parroquia organizada en pequeñas comunidades de base (170, 203, 310 y 372). No podemos quedarnos tranquilos en nuestros templos, necesitamos salir al encuentro de las personas y las familias, visitarlos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo y ofrecerles procesos de iniciación cristiana (300, 517-i, 548). Para lograr esto, es necesaria la oración personal y comunitaria, y alimentarnos de la Palabra y de la Eucaristía (255). Finalmente, si “el proyecto de Jesús es el Reino de una vida digna para todos” (361), entonces el fin de nuestra pastoral deberán ser los rostros sufrientes de Cristo (393), transformar, desde ellos, su situación (394, 210). Nos recuerdan los Obispos que “todo proceso evangelizador implica una auténtica liberación” (399)

QUÉ LES PARECE si nos cuestionamos. Si haces oración constante está bien pero no es suficiente; si haces oración y sales de misión está muy bien pero no es suficiente; si haces oración, eres misionero y lo haces desde la parroquia y una pequeña comunidad de base es excelente pero no es suficiente. Para ser discípulo y misionero de Jesucristo se requiere, además de todo esto, TRANSFORMAR la situación de los rostros sufrientes de Cristo; de lo contrario, nuestra evangelización sería a medias y estaríamos reprobados.

Agustín Pbro.