2010-07-25

EL PADRE NUESTRO

Ciclo C, Ord.17, El Padre Nuestro, 25 de Julio de 2010

Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá (Lc 11, 9)

JESÚS DE NAZARET oraba con frecuencia, y en una ocasión los discípulos le dijeron que querían aprender a orar como los discípulos de Juan el Bautista. Les enseña una oración brevísima pero muy completa: el Padre Nuestro. Y les recomienda que lo hagan con una insistencia casi molesta. Me llaman la atención tres partes de la oración: “Padre nuestro”, “tu Reino” y “nuestro pan”, por ser el eje de nuestra vivencia evangélica. Ahora bien, ¿oramos con espíritu filial? ¿Oramos con insistencia? ¿Qué pedimos? Cuando decimos “Venga a nosotros tu Reino”, ¿nos acordamos de los deudos de la mina de Pasta de Conchos? ¿Nos acordamos de los trabajadores electricistas despedidos de LyFC y que integran el sindicato del SME?

APARECIDA dixit que lo primero que tenemos que anunciar y escuchar es que nuestro Padre desea que seamos hijos suyos y que participemos de su vida divina que es trinitaria (AP 348). Pero, además de apasionarnos por el Padre, los seguidores de Jesús, guiados por el Espíritu (Gal 5, 25), y siguiendo el ejemplo del Maestro, lo hacemos también por el Reino (AP 152), el cual consiste en una vida digna para todos (AP 361). Sus señales son la vivencia de las bienaventuranzas, la evangelización de los pobres y el acceso de todos a los bienes de la creación, entre otros (AP 383).

QUÉ LES PARECE si hacemos el intento de reflexionar sobre la situación de nuestra parroquia, diócesis y sociedad en relación a los signos del Reino para evaluar la misión permanente. Lo más importante a verificar es si estamos evangelizando a los pobres y el acceso de ellos a la comida. Sabiendo que esta misión es difícil, qué les parece si nos proponemos hacer oración y ayuno con insistencia para discernir la voluntad del Padre y vencer la tentación de tomar otros caminos (AP 149). Qué les parece si nos proponemos hacerla no sólo personalmente sino también comunitariamente teniendo como fuente de alimento la Palabra y la Eucaristía (AP 255), incluyendo la oración en familia (AP 119).

Agustín de Rem

2010-07-18

Marta y María

Cord16, Marta y María, 18 de Julio de 2010
Se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra
(Lc 10, 39)

JESÚS DE NAZARET, en su viaje a Jerusalén se detiene en Betania, en donde encuentra la hospitalidad de Marta y María, las hermanas de Lázaro. Allí, al mismo tiempo que descansa de sus correrías, aquellas mujeres le escuchaban con atención sin descuidar la hospitalidad. En este ambiente amable Jesús quiere enseñar a todos el verdadero valor de la Palabra de Dios. Quiere orientar nuestra mirada, de entre todo lo necesario a lo único esencial.

El trabajo, la participación ciudadana, la familia, el descanso, la recreación y el estudio son necesarios, pero la escucha de la Palabra de Dios es lo esencial, lo que da orientación a todos lo demás, como la visagra a todos los elementos de una puerta. Se trata de una asidua y atenta escucha de la Palabra que luego se convertirá en vivencia del evangelio. En una sociedad cada vez más laica la cosa se pone realmente problemática.

APARECIDA dixit que para que un discípulo sea discípulo de verdad se verán en él los siguientes rasgos: Que Jesucristo sea su centro, familiarizado con la Palabra, la confesión y la Eucaristía; se inserte en la comunidad eclesial y social; y sea solidario y misionero (Cf. AP 292).

QUÉ LES PARECE si, como pequeñas comunidades, nos proponemos que la Palabra de Dios sea el faro de nuestro camino misionero (AP 180). El don de la hospitalidad tiene mucho que ver en esto. Sería bueno trabajar la hospitalidad con los demás que nos visitan y con Dios que nos visita con su Palabra. Pero luego, habrá que reflexionar, responder y tratar de aplicar un plan en relación a los siguientes interrogantes: ¿Cómo hacerle para adecuar la pastoral a la realidad urbana en cuanto a lenguaje, horarios, y prácticas? (Cf. AP 518-A); ¿Cómo hacerle para anunciar la Palabra de Dios con belleza en la gran urbe? (Cf. AP 518, L).

Agustín, Pbro.

2010-07-13

El buen samaritano

XV Domingo del Tiempo Ordinario
Ciclo C Ord., 11 de Julio de 2010
Anda y haz tú lo mismo".

Una persona violentada en su dignidad, es abandonada a su suerte por los más rigurosos cumplidores, sacerdotes y levitas, y es paradójicamente el de fuera, el samaritano (el “ilegal”, el que se sale de la norma) el que acude en auxilio del que anda tirado y sufre. Jesús, sabía de la fuerza que tiene el verdadero encuentro con los Otros, sobre todo si se trate de seres sufrientes. Nuestro prójimo no es más que ese Otro que aparece en nuestro camino, que necesita de nuestra mirada, de nuestro tiempo… de nuestra escucha. Aquel en el que, podemos estar seguros, Dios habita y a quien hemos de Amar con toda el alma, con todo el ser.

Hoy, aquí y ahora, quién es "mi prójimo"? Acaso los damnificados por el huracán alex? Acaso los desempleados? Acaso los hijos abandonados por sus padres que ambos tienen que trabajar para alcanzar comer? Acaso por los que van viviendo una vida sin sentido?

Aparecida dixit: Hoy queremos ratificar, incluso hasta el martirio, la opción del amor preferencial por los pobres hecha en las Conferencias anteriores [Medellín 14, 4-11; DP 1134-1165; SD 178-181]. Que sea preferencial implica que debe atravesar todas nuestras estructuras y prioridades pastorales. (AP 396)

Si queremos llevar a cabo la misión continental permantente, actuemos en consecuencia. No nos quedemos sólo en el plano teórico, como bien nos advierte el Magisterio: Ante la tentación del consumismo individualista, nuestra opción por los pobres corre el riesgo de quedarse en un plano teórico o meramente emotivo. Por tanto, se nos pide dedicar tiempo a los pobres, escucharlos, acompañarlos, compartir con ellos nuestro tiempo y buscar, desde ellos, la transformación de su situación (Lc 14, 13) (AP 397). Seámos sus amigos (AP 398).

Agendemos un tiempo a la semana...
Agustín, pbro.

2010-07-01

Envío de los 72 discípulos

14º domingo de tiempo ordinario, ciclo C. 20100704, Eliana

Is 66, 10-14c: Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz
Salmo 65: Aclamen al Señor, tierra entera.
Gal 6, 14-18: Yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús
Lc 10, 1-12, 17-20: La cosecha es abundante

Is 66, 10-14: Como a un niño a quien su madre consuela, así los consolaré yo.

La alegría del pueblo de Israel cuando contempla su renacer después de todas las amarguras del destierro la muestra el tercer Isaías con la figura del parto y los hijos recién nacidos que necesitan de la madre para mamar de sus pechos y recibir sus consuelos, los llevaran en sus brazos y sobre las rodillas los acariciarán. Están en la mano del Señor y como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo.

La figura de Dios Madre es muy querida para los profetas. Sin duda la experiencia familiar del padre, de la madre y de los hijos, es quizás la más admirable y comprensible para todos, cuando se quiere hablar del amor de Dios.

Cuando la Biblia habla de Dios Padre, ciertamente no está determinando el género masculino de la divinidad. Es cierto que esta denominación y esta traducción están condicionadas sociológicamente y sancionadas por una sociedad de carácter varonil. Pero, realmente, a Dios no se le quiere concebir simplemente como a un varón. Sobre todo en los profetas, Dios presenta rasgos femeninos maternales. La noción de Padre aplicada a Dios, debe interpretarse simbólicamente. Padre es un símbolo patriarcal -con rasgos maternales-, de una realidad transhumana y transexual que es la primera y la última de todas.

El profeta Oseas en el capítulo undécimo, trae uno de los textos más bellos del Antiguo Testamento. La experiencia del amor de Dios hace decir al profeta que el Señor ha ejercido las tareas de un padre-madre con el pueblo. También otros profetas presentan a Dios con características materno-paternales: un Dios que consuela a los hijos que se marchan llorando, porque los conduce hacia torrentes por vía llana y sin tropiezos (Jer 31,9); un Dios a quien le duele reprenderlos: ¡Si es mi hijo querido Efraim, mi niño, mi encanto! Cada vez que le reprendo me acuerdo de ello, se me conmueven las entrañas y cedo a la compasión. (Jer 31,20).

Esa ternura del amor de Dios queda expresada de manera inigualable en la figura de la madre:

¿Puede una madre olvidarse de su criatura, dejar de querer al hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvide, yo no te olvidaré (Is 49,15).

Como a un niño a quien su madre consuela, así los consolaré yo (Is 66,13).

Realmente el pueblo se sentía hijo de Yahveh. Desde la primera experiencia salvífica de Dios en la salida de Egipto, el Señor ordenó a Moisés decir al Faraón: Así dice el Señor. Israel es mi hijo primogénito, y yo te ordeno que dejes salir a mi hijo para que me sirva (Ex 4,23). Y esa seguridad que la experiencia de Dios-Padre daba a los israelitas no les permitía sentirse huérfanos porque, si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me recogerá (Sal 27, 10).

La paternidad de Dios evocaba también una atención especial y una relación de protección de frente a aquellos que necesitaban ayuda y cuidado. Los profetas muestran la predilección de Dios por los pobres, los pecadores, los huérfanos y las viudas, en una palabra por todos aquellos que sólo podían esperar la salvación de la intervención amorosa del Padre-Madre que se preocupa más por los hijos desprotegidos y abandonados que por los demás.

Salmo 65 (66): Bendito sea Dios que no me ha retirado su amor

Se trata de un salmo cuya primera parte es un himno de alabanza y luego, a partir del versículo 13 continúa con una acción de gracias.

Los motivos de la alabanza son el poder soberano de Dios en favor de la humanidad, los prodigios que vivió el pueblo a la salida de Egipto, el paso del Mar Rojo y como se fueron rindiendo los enemigos.

Se invita a todos los pueblos a alabar al Señor, ya no por las acciones pasadas sino por los beneficios a la comunidad del salmista que se convierten entonces en motivos para la acción de gracias, peligros y pruebas ante las cuales la comunidad acude al Señor quien los escucha.

Todo el salmo es una invitación a los oyentes: la tierra entera, el pueblo de Israel, y los fieles a Dios, para alabar al Señor y dar gracias, porque Dios nos salva y nos protege aunque nos haga pasar por fuertes pruebas.

Gal 6, 14-18: ¿Para qué ser bien vistos en lo humano si no puedo gloriarme en la cruz de Cristo?

En la despedida de su carta a los Gálatas, Pablo de manera muy sintética reafirma dos de sus temas preferidos. La salvación no se da por la ley, y el hombre en Cristo es una nueva criatura.

La circuncisión era una muestra clara del cumplimiento de la Ley, pero Pablo les dice a los Gálatas que la salvación no proviene de la ley sino de Cristo. Y se apoya en la Cruz, signo de ignominia para los romanos, los paganos y los judíos, que ahora es el signo de la victoria y de la salvación, y por eso Pablo se gloría en ella, como también todos los cristianos, porque de ella brota la vida.

Circuncidarse o no circuncidarse no es lo importante. Lo importante es renacer como nueva criatura. El mundo de la ley ha muerto. Ya no hay diferencia entre judíos y paganos. Ya no hay circuncisos e incircuncisos, lo único que cuenta es el hombre nuevo, el hombre que es capaz de superar la tragedia del pecado y realizar el proceso de la resurrección de Jesús, para vivir como una persona nueva.

Lc 10, 1-12.17-20: Envío de los 72 discípulos.

Por segunda vez en el evangelio de Lucas, Jesús envía a sus discípulos a la misión. Ahora la época de la cosecha ha llegado y es necesario muchos obreros para recoger la mies; son setenta y dos, un número que evoca la traducción de los Setenta en Génesis 10, en donde aparecen setenta y dos naciones paganas. Jesús va camino hacia Jerusalén, el camino que debe ser modelo del camino de la Iglesia futura. Salen de dos en dos para que el testimonio tenga valor jurídico según la ley judía (cfr. Dt 17,6; 19,15).

La misión no será fácil; debe llevarse a cabo en medio de la pobreza, sin alforjas ni provisiones. La misión es urgente y nada puede estorbarla, por eso no pueden detenerse a saludar durante el camino; tampoco los discípulos deben forzar a nadie para que los escuchen pero sí es el deber anunciar la proximidad del Reino.

Este modelo de evangelización es siempre actual. Ciertamente es una tarea difícil si se quiere ser fieles al evangelio de Jesús. Muchas veces por una falsa comprensión de la inculturación se hacen concesiones que van contra la esencia del evangelio.

Cuando los discípulos regresan de la misión están llenos de alegría. Hay una expresión que merece un poco de atención: Hasta los demonios se nos someten en tu nombre. ¿Qué significado tienen los demonios? No se trata de ninguna visión extática, sino de una expresión simbólica que resume los efectos de la acción que han llevado a cabo los discípulos: ha sido una victoria sobre el poder de Satanás que atenazaba a los hombres. Frente a la actuación de Jesús y de los discípulos, Satanás deja de ejercer su función acusadora.

Jesús manifiesta su alegría porque se han vencido las fuerzas del mal, porque él rechaza cualquier forma de dominio, y exhorta a sus discípulos a no vanagloriarse por las cosas de este mundo. Lo importante es tener el nombre inscrito en el cielo, es decir participar de las exigencias del Reino y vivir de acuerdo con ellas (cfr. Ex 32,32).

Hay otro motivo de alegría para bendecir al Padre. Sus discípulos son una muestra de que el Reino se revela a los sencillos y humildes. No son los conocimientos lo que permite la experiencia del Reino. Es esa experiencia de Dios por medio del contacto íntimo con Jesús y su seguimiento.


Para la revisión de vida
-¿Podría ser yo -un cualquiera como soy- uno de los discípulos comunes que Jesús envió? ¿O considero que sólo los grandes pueden ser «apóstoles»?
-¿Tengo capacidad para captar, desde mi pequeñez, «estas cosas del Reino de Dios», que muchas veces los grandes y sabios no captan? ¿Me ayudan mi sencillez y humildad? ¿Estoy feliz de saborear en el corazón esta sabiduría?
-«Como un niño a quien su madre consuela, así los consolaré yo a ustedes» (Is 66,13). ¿Son todas masculinas las imágenes con que yo me relaciono con Dios? ¿O casi todas? Aparte del número, en realidad, mi imagen de Dios es masculina, patriarcal? ¿Qué significa eso?

Para la reunión de grupo
- ¿Vale este texto para aplicarlo a nuestra situación actual, cuando en realidad, más que hora de cosechar es hora de sembrar?
- «Los pobres y los ricos están en igualdad de oportunidades ante la salvación de Dios». Discutir esa frase. ¿Es verdad? ¿En qué aspectos sí y en cuáles no? ¿Tiene Dios acepción de personas? ¿Es irrelevante ante Dios ser rico o pobre?
- ¿Qué será eso que en teología se llama el «privilegio hermenéutico» de los pobres? [«hermenéutico» = interpretativo, de interpretación].
- ¿A qué se referirá Jesús cuando habla de «estas cosas» que han sido reveladas a los pequeños y que no logran captar los sabios e inteligentes?

Para la oración de los fieles
- Coloquemos nuestras peticiones en la mesa eucarística, con la seguridad de que el Padre-Madre del cielo las acogerá con ternura y amor.
- Te pedimos por tu Iglesia, para que sea reveladora de tu voluntad y acoja a los sencillos y humildes como portadores de tu palabra para el mundo de hoy. R/ Te rogamos, óyenos.
- Por todos los aquí reunidos, para que seamos capaces de comunicar el amor de Dios, Padre-Madre, a todos nuestros hermanos. R/ Te rogamos, óyenos.
- Te pedimos que envíes evangelizadores comprometidos con el evangelio, que sepan irradiar con sus vidas el amor que han recibido del Señor. R/ Te rogamos, óyenos.

Oración comunitaria
Te rogamos, Padre Bueno que acojas las súplicas que te hemos presentado y nos recibas y consueles a nosotros mismos de la misma manera que una madre acoge y consuela a sus pequeños hijos. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.



Colaboración del Servicio Bíblico Latinoamericano