2010-10-18

La viuda y el juez


Cord29, La viuda y el juez, 17 de Octubre de 2010
Ex 17,8-13: Mientras Moisés tenía en alto la mano, vencía Israel
Salmo 120: El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
2Tim 3, 14-4, 2: El hombre de Dios estará perfectamente equipado para toda obra buena
Lc 18, 1-8: Dios hará justicia a sus elegidos que claman

JESÚS DE NAZARET, después de haber contestado la pregunta de los fariseos sobre la llegada del Reino, inculca a sus discípulos a orar siempre sin desanimarse. Para ello les narra una parábola en donde una viuda pide al juez –ateo e irrespetuoso con los hombres- justicia con su adversario. Esta viuda representa a todas aquellas personas abandonadas a su suerte. El juez, finalmente acepta ayudar a la viuda para que ya no lo molestara. Si este juez injusto escuchó y ayudó a la viuda, ¡pues con más razón el Juez justo y misericordioso nos hará justicia contra nuestro adversario! El Señor nos inculca, pues, a que perseveremos en una oración confiada. Una oración que, además de sanarnos, nos fortalezca para cumplir la misión del Reino que consiste en solidarizarnos con las viudas desamparadas de hoy, es decir, los sujetos emergentes. ¿Hace usted oración todos los días? ¿Cómo le hace, qué dice? Además de la oración, ¿qué otras cosas hace?

La Palabra dice que cuando Jesús hacía oración en el huerto, momentos antes de su aprehensión, advierte a sus discípulos: "Permanezcan despiertos y oren para no caer en la tentación. El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil" (Mc 14, 38). Por otra parte, la petición de la viuda va en la línea de la propuesta del Señor: "Busquen primero el reino [de Dios] y su justicia" (Mt 6, 33). En APARECIDA, cuando se aborda la opción preferencial por los pobres (Cf. AP 391-393), se afirma que "Nuestra solidaridad se ha de manifestar en la defensa de la vida, de los ddhh, y en el acompañamiento de los más débiles y excluidos para que sean sujetos de cambio." (AP 394)

QUÉ LES PARECE si, recordando el axioma latino "ora et labora", nos proponemos por una parte orar todos los días, o bien en fortalecer nuestra oración. Es muy recomendable que nuestra oración sea dirigida al Padre, al Espíritu Santo y a Jesucristo. Agradecimiento con el Padre, los dones y el carisma con el Espíritu y la Misión del Reino con el Maestro, a quien seguimos sus pasos. Tomemos conciencia de nuestra enfermedad y pecado, y tomemos en cuenta a nuestros santos de devoción. Pero no nos establecemos aquí, ¿qué les parece si luego nos encarrilamos en la otra dimensión del axioma –labora- trabajando por la justicia en especial con aquellas personas que están abandonadas a su suerte como la viuda de la parábola.

Agustín, Pbro.