La primera lectura, tomada del libro de la
Sabiduría, expresa la preferencia de la Sabiduría frente a todos los bienes de
la tierra. El sabio pone en la plegaria de Salomón la superioridad de los
valores espirituales sobre los materiales, supeditándolos todos al don de la sabiduría
y la prudencia para el gobierno de su pueblo.
En el texto de la carta a los
hebreos, el autor, al describir la fuerza transformadora de la Palabra de
Dios, se hace eco de hondas raíces veterotestamentarias. En efecto, ya Isaías
42,9 había comparado la Palabra de Dios con la espada, y Jeremías la había
presentado como una realidad operante por sí misma ( Jer 23,29).
La íntima acción salvadora de la Palabra en la persona oyente es
descrita en el texto diciendo que es “penetrante...
hasta el punto donde se dividen alma y espíritu”. Allí, en el santuario de
la intimidad del corazón de la persona, de la comunidad oyente activa de esa
voz salvadora que le muestra caminos de liberación, allí, donde reside la
voluntad y la decisión de aceptarla o de rechazarla, donde anida lo más denso
del ser humano: sus intereses, sus afectos, su libertad, es hasta donde la
Palabra llega cuestionante, incisiva, liberadora, transformante. Por eso, el
autor de la carta coloca intencionadamente las palabras “corazón, deseos,
intenciones”, como abarcando en estas categorías la integralidad humana. Dios y
su Palabra, “más íntimo que yo mismo” en
expresión de San Agustín, conoce hasta los secretos más recónditos del corazón.
El más absoluto misterio humano está patente ante sus ojos. Por eso, la Palabra
es juez densamente imparcial, que conoce amando lo que ocurre en la conducta
humana y en el corazón de hombres y mujeres.
La imagen del camino es central en el evangelio de Marcos (cf Mc 10, 17). Estamos ante el tema del
seguimiento de Jesús. En ese sentido va la pregunta de aquel que únicamente
Mateo llama "el joven rico" (19, 22); para Marcos (y Lucas) parece
tratarse más bien de una persona mayor que pregunta: ¿cómo heredar la vida? (cf
Mc 10,17). Jesús comienza por remitir a Dios; su bondad está al inicio de todo.
Esto equivale a resumir la primera tabla de los mandamientos. En seguida
enuncia explícitamente los correspondientes a la segunda tabla, con un añadido
importante (que sólo se encuentra en Marcos): "no seas injusto" (v.
19). La frase es algo así como un sumario del listado que se recuerda. Se trata
de la condición mínima que se plantea al creyente. Con sencillez el rico dice
que todo eso lo ha observado (cf v. 20), no hay nada de arrogante en esta afirmación.
Ésa era la convicción de los sabios de la época: la ley puede ser cumplida
plenamente.
Pero seguir a Jesús es algo más exigente. Con afecto lo invita Jesús a
ser uno de los suyos. No sólo debe abandonar la riqueza, hay que entregarla a
los pobres, a los necesitados. Esto lo pondrá en condiciones de seguirlo (cf v.
21). No basta respetar la justicia en nuestras actitudes personales, hay que ir
a la raíz del mal, al fundamento de la injusticia: el ansia de acumular
riqueza. Pero, dejar sus posesiones, le resultó una exigencia muy dura al
preguntante; como muchos de nosotros prefirió una vida creyente resignada a una
cómoda mediocridad (cf v. 22). «Creer sí, pero no tanto». Profesar la fe en
Dios, aunque negándonos a poner en práctica su voluntad. Jesús aprovecha la
ocasión para poner las cosas en claro con sus discípulos: el apego al dinero y
al poder que él otorga es una dificultad mayor para entrar en el Reino (cf v.
23). La comparación que sigue es severa; algunos han querido suavizarla,
pretendiendo -por ejemplo- que había en la ciudad unas puertas pequeñas
llamadas "agujas"... y que bastaba entonces al camello agacharse para
poder entrar por ese ojo de aguja...
Los discípulos, en cambio, entendieron bien el mensaje. El asunto se
les presenta poco menos que imposible. Pasar por el ojo de una aguja significa
poner su confianza en Dios y no en las riquezas. No es fácil ni personalmente
ni como Iglesia aceptar este planteamiento, siguiendo a los discípulos nos
preguntamos -con pretendido realismo-: “entonces, ¿quién se podrá salvar?"
(cf v. 26). El dinero da seguridad, nos permite ser eficaces, decimos. El Señor
recuerda que nuestra capacidad de creer solamente en Dios es una gracia (cf v.
27).
Como comunidad de discípulos, como Iglesia, debemos renunciar a la seguridad
que da el dinero y el poder. Eso es tener el "espíritu de sabiduría"
(Sab 7,7), aceptar que ella sea nuestra luz (cf v. 10). A la sabiduría nos
lleva la palabra de Dios, cuyo filo corta nuestras ataduras a todo prestigio
mundano. Ante ella nada queda oculto, todas nuestras complicidades aparecen con
claridad (cf Hb 4,12-13). Como creyentes, como Iglesia, ¿seremos capaces de
pasar por el ojo de una aguja?
Una lectura ecológica del
evangelio de hoy
El mundo, la humanidad, se encuentra hoy, también, ante el desafío de
tener pasar «por el ojo de una aguja» si quiere conseguir... no ya la vida
eterna celestial, sino simplemente la supervivencia terrestre.
Es un «ojo de aguja» nuevo. Nunca nos habíamos visto en esta
situación. Siempre, desde siempre –es decir, desde que el homo et mulier sapientes aparecimos sobre esta tierra–, el ser
humano percibió la tierra como ilimitada, inagotable, cuasi infinita, capaz de
absorber impasible nuestro proyecto de desarrollo continuo, infinito.
Pero hace sólo cinco siglos (Magallanes, 1522) se dio cuenta de que la
tierra no era una superficie plana infinita, sino una superficie esférica,
cerrada sobre sí misma, y por tanto, limitada. Y ha sido sólo al final del
pasado siglo XX cuando ha descubierto que su proyecto humano de desarrollo
podría topar con los límites de la Tierra. Así lo proclamó proféticamente, en
solitario, el famoso libro del Club de Roma «Los límites del crecimiento», de 1972, que no fue escuchado. Pero
su profecía fue confirmada y ratificada al filo del cambio del siglo (1992, «Más allá de los límites del crecimiento»),
al denunciar que estábamos en peligro de sobrepasarnos («overshot») más allá de
la capacidad del planeta para absorber y regenerar los recursos que consumimos.
Ese peligro ya se hizo realidad oficialmente el 23 de septiembre de 2008: los
científicos que siguen el estado del Planeta, especialmente la Global Foot Print Network han hablado
del «Día del sobrepasamiento», el «Earth Overshoot Day», día en el que
calculan que hemos sobrepasado en un 30% su capacidad de reposición de los
recursos necesarios para las demandas humanas. En este momento estamos
necesitando más de una Tierra para atender a nuestra subsistencia...
El Informe de Desarrollo Humano
del PNUD 2007-2008 confirmó la denuncia, y, de otra manera y con otros
datos, confirmó que si toda la humanidad adoptara un nivel de vida como el de
EEUU o Europa, necesitaríamos 9 planetas (pág. 48 de la edición en español).
Despidámonos pues de la «vida eterna» para la Humanidad. El planeta seguirá,
sí, pues ha pasado crisis semejantes, y aunque la vida terrestre sea diezmada,
el planeta seguirá, pero seguirá... sin nosotros. Ésta en la que estamos ya
hace tiempo es la «sexta extinción». La anterior, la quinta, hace 65 millones
de años, por efecto de un meteorito según las actuales hipótesis, causó la
desaparición de los dinosaurios. La sexta, la presente, actualmente en curso
acelerado, está causada concretamente por una especie biológica que ha llegado
a convertirse en fuerza geológica. Parece que va a ser una crisis profunda, que
se llevará consigo a dos tercios de las especies actuales (entre ellas la
causante). Nada de «vida eterna», pues, sino la condena a «una muerte
anunciada», y con carácter de inminencia.
Pero... «sólo una cosa tienes que hacer si quieres todavía
alcanzar»... una prolongación de la vida: abandona el «sistema» que te lleva a
la muerte, centrado obsesivamente en el enriquecimiento material, ciego a los
costes ecológicos, y pasa a adoptar un nuevo estilo de vida, un nuevo
paradigma, una nueva forma de mirar al planeta, comprendiendo que eres Tierra y
dependes de ella, y que en vez de vivir de espaldas a ella y en guerra contra
ella, debes vivir en amistad y en relación cariñosa y simbiótica con ella.
Se ha dicho muy frecuentemente en los últimos tiempos que el
cristianismo tenía, ha tenido un «punto ciego» en el aspecto ecológico, que
todo nuestro patrimonio simbólico de los tres grandes monoteísmos está
construido no sólo «de espaldas a la naturaleza» (nos consideramos no naturales
sino sobrenaturales), sino en buena parte «contra la naturaleza», como sus
dueños y dominadores, por derecho divino incluso... Afortunadamente, la
encíclica del Papa Francisco, de este año, Laudato
sii’, acaba de dar un buen paso en sentido contrario. No podemos borrar
nuestra historia pasada, ni nuestra realidad actual, pero al menos acabamos de
dar un primer signo de conversión desde la cúpula misma de la institución. Como
dice la encíclica, no se trata sólo de cuidar la naturaleza, sino de toda otra
forma de pensar, una nueva cultura, una revolución mental.
Y también una revolución teológica: la de dejar de pensar que la
ecología no tiene que ver con la vida cristiana, ni con la vida espiritual... y
pasar a pensar que respetar la vida, cultivarla, reverenciarla, sentirla como
nuestra placenta, nuestro hogar, nuestra hermana madre Tierra... tiene que
formar parte, por derecho propio, del hecho de ser cristiano, como forma parte
del hecho de ser ser humano.
La Agenda Latinoamericana’2010 (latinoamericana.org/index2010.html) ya
planteó la necesidad de afrontar a fondo el tema de nuestra «conversión
ecológica», y el de la «re-conversión ecológica» del cristianismo (incluida
nuestra teología, nuestras creencias y nuestra espiritualidad). Todos los
cristianos/as deberíamos insistir en nuestras comunidades en tocar, en hacer
presente, en estudiar este tema, el tema «planetariamente más urgente»... Sus
textos y materiales pastorales pueden ser tomados de su archivo (servicioskoinonia.org/agenda/archivo);
ofrece también sugerencias para organizar grupos de estudio, materiales para la
educación popular, textos y reflexiones para organizar en nuestras comunidades
una reflexión profunda sobre el tema en su página complementaria: latinoamericana.org/2010/info
Para la revisión de vida
Aunque creamos en la Providencia, Dios nos ha
encomendado procurarnos la materialidad de nuestra vida y debemos preocuparnos
por todo lo económico. ¿Qué lugar ocupa el dinero en el "ranking" de
mis valores y preocupaciones? ¿Un lugar adecuado, sometido a los valores?
Para la reunión de grupo
-
Comentar/discernir sobre la propuesta de «interpretación ecológica»
que se propone para este evangelio en el comentario bíblico-pastoral. ¿Está
fundamentada la propuesta? ¿Qué aplicaciones tiene en nuestro contexto social?
¿Qué podemos/debemos hacer en nuestra comunidad cristiana?
-
En este fin de año va a tener lugar en París una Cumbre mundial sobre
los desafíos ecológicos y la urgencia de tomar decisiones colectivas
mundiales... ¿Cómo podemos apoyar?
-
Leer el libro de Tim FLANNERY, «El clima está en nuestras manos», de
Taurus, colección minor, México y Madrid 2007, 291 pp (disponible en
scribd.com). Absolutamente convincente. Encarecidamente recomendable. Comprar
un ejemplar en el grupo y pasarlo de mano en mano, y organizar al final un
ciclo de reuniones para tomar decisiones en los planos personal, comunitario,
barrial, social...
-
"¡Qué difícilmente entrarán los ricos en el Reino de Dios!".
¿Captan los ricos ese mensaje en la Iglesia oficial, como conjunto? A pesar de
las críticas al "capitalismo salvaje", de hecho, en el nivel de la
práctica, el capitalismo occidental se siente enjuiciado por la Iglesia o más
bien apoyado? ¿Por qué? ¿En qué? Sea cual sea la respuesta, ¿qué corresponde
hacer?
-
"Vende todo lo que tienes, repártelo entre los pobres... ven y
sígueme". Si esto no se hace materialmente, ¿cómo puede realizarlo de
alguna manera un creyente que desee ser radical con el evangelio?
-
"El camello que no entra / por el ojo de una aguja / entra en
cualquier catedral" (Pedro Casaldáliga). Comentar.
Para la oración de los fieles
-
Por la Iglesia, para que dé testimonio del desprendimiento generoso
que todos desean ver en ella, roguemos al Señor.
-
Para que comprendamos que el mensaje del evangelio de hoy no es para
algunos "profesionales de la santidad" sino para todos los
cristianos, y que todos debemos dar al dinero el lugar que le corresponde en
nuestra vida...
-
Para que no falten también entre los cristianos figuras emblemáticas
que testimonien y nos recuerden a todos la urgencia de cambiar nuestro actual
sistema de civilización en favor de un sistema sostenible, no enemigo de la
naturaleza...
-
Por los religiosos y religiosas, para que afronten la grave falta
actual de vocaciones a la vida religiosa como un mensaje, una interpelación que
algo o alguien o la sociedad o Dios mismo les está haciendo...
-
Por tantos hombres y mujeres que viven la pobreza de un modo obligado,
tratando sólo de salir de ella, sin hacer opción por luchar por la
transformación del mundo y por la superación de la situación de exclusión
actual de los pobres...
-
Por los que utilizan el argumento del desprendimiento espiritual
respecto de las riquezas como el pretexto para acallar su conciencia ante lo
crecido de sus riquezas, para que entiendan que Dios no quiere de nosotros sólo
desprendimientos interiores sino actitudes exteriormente comprobables...
Oración comunitaria
Oh Dios, Padre nuestro, que nos has hecho
responsables del sustento de nuestra propia vida y de la de nuestros hijos.
Ayúdanos a tener una sana relación con lo económico, que evite tanto un
romanticismo idealista o espiritualista, como el materialismo romo y sin
ideales. Y líbranos sobre todo de poner lo económico por encima de la justicia
y del amor. Por Jesucristo N.S.
Oh Dios que a través de los avances
científicos actuales nos «revelas» de forma nueva la divinidad del cosmos y de
la Tierra, así como lo descaminado de nuestro modelo actual de civilización...
Abre nuestras mentes a la captación de esta nueva «revelación», y haznos sentir
experiencialmente la «divinidad», el carácter divino de la realidad. Con Jesús
de Nazaret y todos tus testigos. Amén.