2009-04-21

LOS APÓSTOLES COMPRENDIERON LAS ESCRITURAS

Ciclo B, Pascua-3, 26 de Abril de 2009

Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras
(Lc 24, 45)

JESÚS DE NAZARET, después de su resurrección, se apareció en varias ocasiones a sus discípulos quienes “desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma” Finalmente, Jesús “les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo: “Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto”. ¿A qué se refiere Jesús al decir “testigos”? Precisamente Dios nos ilumina a través de las Escrituras y nos enseña que para ser testigos de Jesús resucitado hay que predicar a todas gentes la buena nueva empezando con el arrepentimiento de nuestros pecados. A usted ¿le da miedo realizar la misión de Jesús Resucitado? Para empezar, ¿tiene Biblia?

EN APARECIDA señalan los Obispos que para ser discípulos de Jesús se requiere estar familiarizado con la Palabra de Dios (292). En el contexto de una pastoral urbana, se hace muy necesario difundirla (517-h) con belleza (518-L), y “realizar una evangelización con nuevas experiencias, tales como la renovación de las parroquias, sectorización, nuevos ministerios, nuevas asociaciones, grupos, comunidades y movimientos.” (513). Además, el proceso de formación para los discípulos misioneros implica una Conversión: La respuesta de quien ha escuchado al Señor, cree en Él por la acción del Espíritu y se decide a ser su amigo, cambiando su forma de pensar y de vivir. (278-b)

QUÉ LES PARECE si, como pequeñas comunidades, nos proponemos que la Palabra de Dios sea el faro de nuestro camino misionero (AP 180). Además se nos recomienda a los agentes de pastoral: a) Adecuar la pastoral a la realidad urbana: lenguaje, horarios, prácticas. b) Un plan de pastoral orgánico, articulado y que llegue a todos los niveles. c) Sectorizar las parroquias. e) Servicios de atención personal, dirección espiritual y del sacramento de la reconciliación. f) Una atención especializada a los laicos en sus diferentes categorías: profesionales, empresariales y trabajadores. h) Estrategias para llegar a los lugares cerrados de las ciudades. l) Una pastoral que tenga en cuenta la belleza en el anuncio de la Palabra. m) Servicios especiales al trabajo, ocio, deportes, turismo, arte, etc. (AP 518).

Agustín Pbro.

LA DIVINA MISERICORDIA

Ciclo B, Pascua-2, 19 de Abril de 2009

La misericordia del Señor es eterna
(Sal 117)

El 2° domingo de pascua celebramos la Divina Misericordia de Jesucristo. Su decisión de pasar por la cruz para salvarnos nos hace ver la gran misericordia que ha tenido con nosotros. Ha tenido compasión de nuestra miseria. En cierta ocasión, un señor me decía que traía en su cartera una imagen de la divina misericordia porque le habían dicho que al morir, si traía esa imagen con él, el Señor tendría misericordia de él y se salvaría. Quizá el señor buscaba un argumento que le justificara sus múltiples infidelidades con su esposa. Pues bien, esta creencia y otras similares son la causa, entre otras, por las que mucha gente nos critica la manera mágica de vivir nuestra fe. Hay, incluso, personas que tienen en su casa imágenes de tamaño natural. Ciertamente tener imágenes de Jesús Misericordioso es muy bueno, pero evidentemente que por sólo tener las imágenes, e incluso hacer la oración, no es suficiente para salvarnos. ¿Qué más es necesario para salvarnos?

EN APARECIDA señalan los Obispos que solamente los pobres y sencillos pueden conocer a Dios (AP 258, Cf. Mt 11, 25); afirman los Obispos que el Evangelio nos exige ser más sencillos, austeros y solidarios (AP 100-h). El libro de los Hechos de los Apóstoles registra cómo vivía la primera comunidad cristiana: “La multitud de los que habían creído tenía un solo corazón y una sola alma; todo lo poseían en común y nadie consideraba suyo nada de lo que tenía.” (Hech 4, 32). Los apóstoles “daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús y todos gozaban de gran estimación entre el pueblo. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían terrenos o casas, los vendían, llevaban el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles, y luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.” (Hech 4, 33-34)

QUÉ LES PARECE si nos proponemos, para corresponder a la misericordia divina:
1. Ser sencillos como Jesús y María
2. Tener un recto corazón en la relación con Dios y en la relación con los demás
3. Y hacer un esfuerzo de vivir la caridad en comunidad como los primeros cristianos.

Agustín Pbro.

DOMINGO DE RESURRECCIÓN

Ciclo B, Pascua-1, 12 de Abril de 2009

María Magdalena, María (la madre de Santiago) y Salomé, compraron perfumes para ir a embalsamar a Jesús (Mc 16, 1)

JESÚS DE NAZARET, durante el proceso de su pasión fue abandonado por sus discípulos, excepto por algunas mujeres que lo habían acompañado sirviéndole en su ministerio. En toda la historia del cristianismo las mujeres se han destacado por su valiente seguimiento del Señor. Hace unos días, estando de visita con un enfermo, de pronto llegó una familia integrada por puras mujeres, además del papá, con el fin de llevar un mensaje evangélico. Fue admirable cómo las niñas y su mamá tomaron la palabra para dar el mensaje. En otra experiencia, decía un expositor que las mujeres son más inteligentes que los hombres, por la simple razón de que usan los dos hemisferios de su cerebro. Nos preguntamos: ¿Le damos a la mujer el trato que le corresponde por su dignidad? ¿Valoramos su admiración seguimiento de Jesucristo? Aparecida afirma que muchas mujeres viven en una situación precaria (AP 48; cf. 65).

EN APARECIDA señalan los Obispos que “El varón y la mujer tienen igual dignidad; ambos son creados a imagen y semejanza de Dios. Jesús valoró la dignidad de la mujer (Jn 4, 27; Lc 7, 36-50; Mc 5, 25-34; Jn 8, 1-11; Lc 8, 1-3). El canto del Magnificat muestra a María como mujer capaz de comprometerse con su realidad y de tener una voz profética ante ella. / La relación entre la mujer y el varón es de reciprocidad y colaboración mutua.” (451-452)

QUÉ LES PARECE si empezamos considerando que es urgente que las mujeres participen en la vida social y eclesial (AP 453). Además, Aparecida nos propone en el # 458:
a. Que nuestra pastoral ayude a promover a la mujer en los ámbitos eclesial y social
b. Que estén presentes en los ministerios laicales y en las instancias de decisión
c. Acompañar a las asociaciones femeninas que luchan por superar situaciones difíciles
d. Dialogar con las autoridades para favorecer leyes que les ayude a armonizar la vida laboral de la mujer con sus deberes de madre de familia.

Agustín Pbro.

2009-04-09

PARA VIVIR MEJOR EL TRIDUO PASCUAL

Escrito por P. Toribio Tapia Bahena
Viernes, 03 de Abril de 2009

Celebrar la Semana Santa es disponernos para conocer, reflexionar y vivir mejor nuestra fe desde la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Deseamos ofrecer algunas pistas de reflexión a partir de tres puntos fundamentales: los pretextos que tuvieron algunos grupos y personas para matar a Jesús; las razones que él tuvo para entregar su vida y el significado y alcance de la resurrección.

¿Por qué mataron a Jesús?

Al preguntarnos ¿por qué mataron a Jesús? estamos tocando directamente su manera de vivir, de relacionarse y de pensar. Sus actitudes incomodaban a quienes, no sólo concebían la vida y a Dios de manera contraria a Jesús, sino que además les convenía mantenerse en sus posturas. Pero ¿qué fue lo que más incomodó a los adversarios de Jesús a tal grado que quisieran matarlo?
Jesús estuvo a favor de la vida de los más desprotegidos. Así, los evangelios presentan a Jesús curando a la gente de diversas enfermedades y expulsando demonios (Mc 1,32-34). Ahora bien, el Señor curaba, pero sobre todo aliviaba. Es decir, quienes se acercaban a Él experimentaban un modo más digno de ver la existencia; ya no era una ley o una costumbre lo más importante, sino la vida, la dignidad del ser humano (Mc 3,1-6). Con la presencia se Jesús experimentaban que lo bueno estaba a su alcance (1,15). Ante Jesús, los enfermos, los pecadores, los pobres, los marginados y excluidos se llenaban de esperanza.

Los evangelios presentan a Jesús rompiendo barreras, superando fronteras. En aquel tiempo existía la idea equivocada de que para mantenerse buenos y puros había que despreciar a los que fueran diferentes, especialmente a quienes no pertenecieran al mismo grupo, al mismo pueblo. Sin embargo, Jesús rompió las fronteras que separaban a las personas. Jesús tocó a los impuros (Mc 1,41; 5,24-28.41), comió con pecadores (2,13-14; Lc 15,1-2); se introdujo en territorio pagano (Mc 5,1-20; 7,24-30), convivió con gente que, de alguna manera, era impura (ciegos, cojos, sordos; Mt 21,14; véase Lev 21,16-24). Y hasta promovió un movimiento de renovación hacia el interior del pueblo judío con una característica muy especial: incluir a todos, sobre todo a los más alejados y rechazados, en este caso los extranjeros.

Además, Jesús proponía unos principios de comportamiento poco comunes que exigían cambiar profundamente no sólo a nivel personal sino también la organización de la vida. Así, por ejemplo, además de no matar hay que evitar cualquier ofensa de desprecio hacia los hermanos (Mt 5,21-26); no es suficiente con evitar el adulterio, es indispensable respetar en todo a la mujer (vv. 27-30); tampoco basta con no hacer más daño que el recibido, debe amarse al enemigo (vv. 38-48). Para Jesús no era suficiente realizar prácticas religiosas; era necesario hacerlas con recta intención (6,5-18); para él la única manera de ser importante era por el servicio a los hermanos en el amor (Jn 13).

Todo esto implicaba, además de un comportamiento personal diferente, un modo más adecuado de experimentar a Dios, de vivenciar las relaciones humanas y de percibir la religión. Para quienes se servían de ideas equivocadas de Dios y vivían de un sistema religioso que los beneficiaba, el comportamiento de Jesús se volvió insoportable, al grado de que muy pronto querían echarle mano para eliminarlo (Mc 3,6). Podríamos decir que a Jesús lo mataron por la vida que llevó y por la misión que cumplió.

¿Por qué entregó la vida Jesús?

Jesús sabía perfectamente que la determinación por hacer la voluntad de su Padre traería serias consecuencias; y las asumió a tal grado que entregó su vida voluntariamente (Jn 10,17-18). Jesús entrega la vida porque esa es la voluntad de su Padre, que se ame hasta el extremo. Dios no estaba de acuerdo con los verdugos que mataban a su Hijo; sí lo estaba con la extrema muestra de amor por parte de Jesús al grado de entregar su vida en la cruz. Los evangelios, especialmente Lucas, nos muestran a Jesús firme en su decisión de cumplir la voluntad de su Padre; la fidelidad en el amor a la voluntad de Dios lo llevó a mantenerse sólido en su camino, firme en sus convicciones (9,51-19,44).

Ahora bien, esta determinación de Jesús por cumplir la voluntad del Padre, es también por fidelidad al ser humano. El evangelio de Juan insiste en que la entrega de la vida de Jesús tiene también como finalidad inmediata que las personas accedan a la vida que no sea acaba, a la vida eterna (3,15-16). Con mucha claridad el evangelio de Juan va diciendo que con la presencia de Jesús y la entrega de su vida, el ser humano puede renacer (3,1-13), todos pueden acercarse a Dios (4,1-42), cualquiera puede responsabilizarse de su amor y misericordia (8,1-11); con esta vida nueva que ofrece el Señor llega también la luz (8,12; 9,1-40) y el tiempo en el que habrá verdaderos pastores, un sólo rebaño y auténticas ovejas (10,1-21)...

La resurrección del Señor

La resurrección de Jesucristo no sólo es el contenido de la proclamación de fe de los primeros cristianos sino el sentido mismo de toda su misión. Los escritos del Nuevo Testamento hablan de ella en dos bloques: las confesiones de fe y las apariciones del Resucitado.

Las confesiones de fe. El testimonio de los primeros cristianos expresado en afirmaciones de fe, credo o predicación misionera parecen resumirse en uno de los textos más antiguos que nos presenta la Primera Carta a los Corintios: “Porque les transmití en primer lugar, lo que a mi vez recibí que Cristo muriópor nuestros pecados, segú las Escrituras; que fue sepultado y que resucitóal tercer dí, segú las Escrituras; que se aparecióa Cefas y luego a los Doce; despué se aparecióa má de quinientos hermanos a la vez de los cuales todaví la mayor parte viven y otros murieron” (15,3-6). La expresión “por nuestros pecados” puede estar indicando su valor salvador para todos los seres humanos, y “según las Escrituras” recuerda que la entrega de la vida por parte de Jesú hace realidad la promesa hecha por Dios. La resurrección, por tanto, entra en la estructura de la Promesa salvífica antes que en la filosófica; es decir, la resurrección de Jesús no es predicada como una enseñnza precisa principalmente sino como la Buena Noticia para todos los seres humanos, creyentes y no creyentes.

Además de las confesiones de fe tenemos los relatos de las apariciones del Resucitado; todas, sin excepción, contienen un matiz misionero; bien por algún mandato expreso, bien por una reacción inmediata de los testigos (Mt 28,9-20; Mc 16,9-20; Lc 24,13-53; Jn 20,11-21,24). Así por ejemplo, Marcos (16,9-20) enfatiza la incredulidad y dureza de corazón de los discípulos; no obstante es a ellos a quienes envía para que vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creación; el Resucitado garantiza a quienes crean que hará cosas semejantes a las que él había realizado; y a los que ya han creído y asumen la misión les promete que estará con ellos para que sean coherentes (vv. 17-18. 20). Por su parte, Mateo (28, 16-20) enfatiza que algunos de los once apótoles dudaban (v. 17); no obstante, los envía y les encarga que consagren a las personas a la Trinidad, es decir, que las introduzcan en la vida de Dios; les encarga que enseñen a vivir más que ayuden a "saber". Lucas, por su parte, da a entender de que si los discíulos quieren ser realmente misioneros tendrá que convencerse de que deben comportarse realmente como testigos (24,44-49). Por último, Juan habla del envío de los discípulos por parte del Resucitado en orden a la reconciliación (20, 22); para Juan el envío que hace Jesús como el Padre lo ha enviado además de remarcar la semejanza señala la continuidad.

Para seguir reflexionando:

Señala los comportamientos más importantes que tuvo Jesús y que incomodaron a ciertos grupos o personas de su tiempo.
¿Qué imagen de Dios y de las relaciones humanas percibimos en la manera de pensar y de actuar de Jesús? ¿A qué nos invita esto?
¿Por qué y para qué entregó Jesús su vida?
¿Por qué decimos que la resurrección tiene que ver con la vida presente?
¿A qué nos compromete la fe en la resurrección del Señor? ¿En qué nos anima?

Tomando en cuenta el contexto eclesial hemos querido ofrecer algunos matices relacionados con la Misión.

Las palabras de Pedro, en su visita a la casa de Cornelio, condensan el recuerdo que aquel apóstol tenía sobre quién había sido Jesús de Nazaret y lo que representaba para los cristianos de entonces (Cf. Hech 10,38). Es cierto que también encontramos los relatos de la tumba vacía (Mt 28,1-8; Mc 16,1-8; Lc 24,1-8; Jn 20,1-10); sin embargo, lo más seguro, es que éstos no tengan intenciones apologéticas a manera de prueba de la resurrección. La Resurrección como Promesa evita la extravagancia (“les queremos compartir algo raríimo”) y el revanchismo (“les demostraremos que no pudieron con él”).
Los primeros cristianos utilizaron tres imágenes principales para hablar de este acontecimiento central: la Resurrecció, la vida y la exaltación. La resurrección está en clave de contraposición muerte/vida; Jesú estaba muerto y despierta de la muerte; yací en la tumba y fue levantado. Las otras imáenes subrayan la novedad; Jesús no se reintegra a nuestro mundo, pasa al mundo de Dios; por esto, el Cristo Resucitado será llamado “primogénito de entre los muertos” (Col 1,18) porque inaugura el mundo nuevo.

No entramos en discusiones sobre los finales de Marcos (16,9-20) y de Juan (21,1-25). Lo importante es que ambos finales precisan lo que se ha dicho en cada uno de ellos anteriormente.

P. Toribio

DOMINGO DE RAMOS

Ciclo B, 5 de Abril de 2009

Se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz
(Fil 2, 8)

JESÚS DE NAZARET, estando en la víspera de su pasión, empezó a sentir tristeza, terror y angustia, y les pide a sus discípulos que se queden velando mientras él hace oración. Decía: “Padre, tú lo puedes todo: aparta de mí este cáliz. Pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres”. Mientras tanto, sus discípulos se durmieron, por lo que Jesús les amonesta. Durante la pasión, todos huyeron y lo abandonaron, excepto algunas mujeres. De hecho, Pedro lo negó en tres ocasiones. Ciertamente nosotros, con el oficial romano decimos: “De veras este hombre era Hijo de Dios”, pero ¿cómo corresponder a Jesucristo su entrega amorosa por cada uno de nosotros? Usted, cuando llega la tristeza, el terror o la angustia a su vida propia o del prójimo, por querer cumplir la voluntad de Jesucristo, ¿le sigue o le abandona?

EN APARECIDA señalan los Obispos que para ser discípulos de Jesús es necesario seguirlo (Mc 3, 14), ser de él y formar parte de los suyos y participar de su misión, es decir, correr su misma suerte y hacerse cargo de su misión de hacer nuevas todas las cosas (AP 131). Después de amonestar a sus discípulos dormidos les da una exhortación: “Velen y oren, para que no caigan en la tentación. El espíritu está pronto, pero la carne es débil”. Por otra parte, san Pablo expresa de manera excelente la identidad y la misión de Jesús: “Cristo, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres.” (Fil 2, 6-7)

QUÉ LES PARECE si nos proponemos renovar nuestro discipulado haciendo todavía más esfuerzo en asumir la actitud de SIERVO. Recordemos que, como el Maestro, los cristianos somos y estamos para servir, no para ser servidos. Por otra parte, ¿estamos al tanto de la realidad personal, social y eclesial que nos envuelve, o vivimos en un mundo aislado e individualista? Nos conviene estar en VELA. Finalmente, aunque muchos de nosotros vivimos en grandes metrópolis y cada vez es más difícil hacer oración, es necesario dedicar tiempo periódico a la ORACIÓN, de preferencia a la Lectio Divina, y todavía mejor: dentro de una pequeña comunidad o comunidad eclesial de base.

Agustín Pbro.