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2015-09-14

Bord24, COSME, Construir el Reino sirviendo y renunciando al triunfalismo

Bord24, COSME, Construir el Reino sirviendo y renunciando al triunfalismo

Is 50,5-9a: Ofrecí la espalda a los que me apaleaban
Salmo 114: Caminaré en presencia del Señor, en el país de la vida
Sant 2,14-18: La fe, si no tiene obras, está muerta
Mc 8,27-35: Tú eres el Mesías… El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho


Una tentación permanente para los cristianos, para los grupos creyentes y para las Iglesias, es trabajar por el Reino de Dios buscando el éxito, el triunfo y no el servicio. Esto nos lleva a valorar las grandes personalidades, los grandes acontecimientos, las liturgias esplendorosas, los lugares más impresionantes y no valoramos de igual manera al mendigo, al migrante.
Rendimos culto a Dios en las personalidades, en los actos solemnes, pero ignoramos la principal imagen de Dios que se refleja en el indígena, el campesino, el ser humano en desgracia.

El profeta Isaías nos enseña que el camino de la justicia, de la misericordia y la solidaridad no es un idílico sendero tapizado de rosas. La persona que opta por la verdad y la equidad debe prepararse al rechazo más rotundo e, incluso, a una muerte ignominiosa. Basta leer cualquier página del evangelio para verificar que ésta es la realidad de Jesús, su opción y su camino.

Para Jesús y sus acompañantes el camino a Jerusalén estaba plagado de dificultades, incertidumbres y ambigüedades. Una de ellas, era la incapacidad del grupo de discípulos para reconocer la identidad de Jesús. Aunque él había demostrado a lo largo del camino que su interés no era el poder, en todas sus variedades, sino el servicio, en todas sus posibilidades, sin embargo, sus seguidores se empeñaban en hacerse una imagen triunfalista de su Maestro.

A Pedro le parece una barbaridad que Jesús diga que va a ser rechazado, perseguido y llevado a la muerte por los dirigentes del pueblo, senadores, sumos sacerdotes y letrados. No es ése el camino que debía seguir el mesías según las tradiciones que ellos habían recibido; al contrario: el camino del descendiente de David debía ser el del triunfo y la gloria para sí y para el pueblo que Dios se había elegido en propiedad. Jesús, entonces, debe recurrir a duras palabras para poner en evidencia la falta de visión de quienes lo seguían. Pedro sigue aferrado a la ideología del caudillo nacionalista o del líder religioso y no descubre en Jesús al «siervo sufriente» que anunció el profeta Isaías.
Ninguno de los discípulos está de acuerdo con Jesús, aunque él esté realizando la voluntad del Padre. En medio de esta crisis del grupo de discípulos, Jesús decide continuar el camino y tratar de enderezar la mentalidad de sus discípulos. 

El anuncio que Jesús hace de las dificultades que van a venir, la debe ser tomado siempre como una consecuencia inevitable, no como algo buscado... Jesús no buscó la Cruz, ni debemos buscarla nosotros.

ü Buscar el reino de Dios con Jesús y como Jesús significa para nosotros hoy, renunciar a buscarlo por el camino del triunfo, renunciar a buscarlo por el camino del poder que oprime, y renunciar a buscarlo por camino de la riqueza que discrimina.
ü Buscar el reino de Dios con Jesús y como Jesús significa para nosotros hoy buscar el rostro de Jesús en el rostro de los más desamparados. En El documento de Puebla y en el de Aparecida, los Obispos nos ofrecen una lista de los rostros sufrientes de Jesucristo hoy (Documento de Puebla del número 32 al 39, Documento de Aparecida del número 407 al 430)
ü Pero no basta contemplar, hay que interpelarnos para descubrir cuál de esos grupos es el que más reclama nuestro servicio y buscar con otros creyentes la manera de atender estas situaciones procurando ir a las causas.
ü Tenemos que comenzar por lo que tenemos más cerca, los más débiles que están en nuestro entorno y promover la organización participativa con objetivos claros y metas realizables

Septiembre 12 del 2015 
Cosme Carlos Ríos


2015-09-13

Bord24, SBL, Mc 8,27-35: Tú eres el Mesías… El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho (20150913)

Servicio Bíblico Latinoamericano
Domingo 13 se septiembre de 2015
Domingo 24º de tiempo ordinario - Ciclo B
Juan Crisóstomo, obispo y doctor (407)

Is 50,5-9a: Ofrecí la espalda a los que me apaleaban
Salmo 114: Caminaré en presencia del Señor, en el país de la vida
Sant 2,14-18: La fe, si no tiene obras, está muerta
Mc 8,27-35: Tú eres el Mesías… El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho




Cuando los cristianos se propusieron la transformación del mundo esclavista, inhumano y violento que había impuesto el imperio romano, no comenzaron su labor apelando al hambre de la gente, ni a sus deseos de «acabar con los opresores romanos», sino que apelaron a la conciencia. En efecto, los discursos que prometen remediar el hambre, sólo son efectivos en la medida en que la carencia, la desprotección y el abandono son vistos como injusticias. De lo contrario, no pasan de ser una búsqueda de satisfacciones inmediatas y poco duraderas. Lo mismo ocurre con el deseo de derrocar a los poderosos del imperio y colocar allí a la gente del pueblo. Al poco tiempo, los líderes se llenan de ambiciones y se convierten en tiranos implacables. La única alternativa que queda y de la cual nos habla la carta de Santiago, es la frágil dignidad humana. Si la comunidad no está dispuesta a transformar en su interior toda esa realidad de muerte, miseria y marginación, es inútil que se proponga transformarla afuera. La solidaridad de la comunidad no sólo es un camino para remediar la injusticia en «pequeña escala», es una alternativa de vida. La solidaridad de una comunidad nos permite descubrir que «otro mundo es posible» y que el destino no está atado a la destrucción y la barbarie. La fe cristiana no es tal si se contenta con mirar, desde la barrera, el circo en el que mueren tantas personas inocentes.

El profeta Isaías nos enseña que el camino de la justicia, de la misericordia y la solidaridad no es un idílico sendero tapizado de rosas. La persona que opta por la verdad y la equidad debe prepararse al rechazo más rotundo e, incluso, a una muerte ignominiosa. Esto puede sonar un poco «patético», sin embargo, basta leer cualquier página del evangelio para verificar que ésta es la realidad de Jesús, su opción y su camino.

El camino a Jerusalén estaba plagado de dificultades, incertidumbres y ambigüedades. Una de ellas, era la incapacidad del grupo de discípulos para reconocer la identidad de Jesús. Aunque él había demostrado a lo largo del camino que su interés no era el poder, en todas sus variedades, sino el servicio, en todas sus posibilidades, sin embargo, los seguidores se empeñaban en hacerse una imagen triunfalista de su Maestro. Jesús, entonces, debe recurrir a duras palabras para poner en evidencia la falta de visión de quienes lo seguían. Pedro, Juan y Santiago, líderes del grupo de Galilea, siguen aferrados a la ideología del caudillo nacionalista o del místico líder religioso y no descubren en Jesús al «siervo sufriente» que anunció el profeta Isaías.

Este episodio marca el centro del evangelio de Marcos y es el punto de quiebre en el cual el camino de Jesús sorprende a sus seguidores. Ninguno está de acuerdo con él, aunque él esté realizando la voluntad del Padre. En medio de esta crisis del grupo de discípulos, Jesús decide continuar el camino y tratar de enderezar la mentalidad de sus discípulos, torcida por las ideologías sectarias y triunfalistas.

El anuncio que Jesús hace de las dificultades que van a venir, la «Pasión», la «Cruz», debe ser tomada siempre como una consecuencia inevitable, no como algo buscado... Jesús no buscó la Cruz, ni debemos buscarla nosotros... Véase el amplio comentario que hacemos al respecto en este próximo día 14, fiesta de la «exaltación» de la Cruz.

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 67, «El bastón del mesías», de la serie «Un tal Jesús», de los hnos. López Vigil. El guión y su comentario pueden ser tomados de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1300067 Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap67b.mp3 

Para la revisión de vida

          Hay preguntas decisivas en la vida de todas las personas; incluso no darles una respuesta clara y consciente es ya una manera de responder a esas preguntas. Una de ellas es la que Jesús hizo en una ocasión a los suyos y, a través de ellos, a toda la humanidad, incluidos nosotros. ¿Quién es Jesús para mí? Sólo que esta pregunta tiene un grave riesgo: que la contestemos con la respuesta aprendida de memoria en el catecismo infantil, en vez de contestar con el corazón. La pregunta ‘¿Quién es Jesús?’ no podemos ponerla entre preguntas del tipo ¿quién fue Napoleón, quién descubrió la penicilina o en qué año acaeció la Revolución francesa?, sino que hemos de ponerla entre preguntas del tipo ¿quiénes son mis amigos, cuánto quiero yo a mi familia, qué estoy dispuesto a hacer por aquellas personas alas que quiero? Consciente de todo esto, debo preguntarme: ¿quién es Jesús para mí, qué significa en mi vida?

Para la reunión de grupo

-                 Muchas veces hemos entrado en la discusión de si lo importante es la fe o son las obras. ¿No sería mejor ser consciente de que son las dos caras de una misma moneda, que si bien es cierto que es la fe la que nos salva, como dice san Pablo, también es cierto que una fe sin obras significa que no hay realmente fe?
-                 Después de casi 500 años de separación y enfrentamiento hasta la excomunión y el cisma, las Iglesias Católica y Luteranas han acordado una interpretación conjunta por la que ambas opiniones son conciliables y las dos son verdaderas... ¿Qué reflexiones nos plantea este hecho histórico, que incluye tantos enfrentamientos, condenas, separación...?
-                 La pregunta la podría hacer también Jesús hoy en nuestro círculo de estudio o grupo de reflexión: ¿Quién dice la gente que soy yo? Respondamos a esa pregunta. Y también nos haría Jesús su segunda pregunta: ¿y ustedes mismos, quién dicen que soy yo? Compartamos también en el grupo la respuesta que cada uno de nosotros le daría.

Para la oración de los fieles

-                 Por la Iglesia, para que anuncie de palabra y, sobre todo, con las obras, que Jesús es el único Señor. Oremos.
-                 Por todos los cristianos, para que seamos fieles a la llamada que hemos recibido del Padre, aunque ello nos traiga las injurias e incomprensiones de la gente. Oremos.
-                 Por todos nosotros, para que nuestro seguimiento de Jesús sea el fruto de una decisión personal, libre y responsable. Oremos.
-                 Por todos los que sufren incomprensiones, persecución y calumnias a causa del evangelio, para que se mantengan fieles en su misión y en su amor a todos. Oremos.
-                 Por esta comunidad nuestra, para que sepa ver y valorar siempre la vida y la historia, las personas y las cosas con los ojos de Dios. Oremos.

Oración comunitaria

          Escucha, Padre, nuestra oración, abre nuestros oídos para que sepamos escuchar siempre las continuas llamadas a la Justicia que Tú nos haces por medio de los pobres; abre nuestros ojos para que sepamos ver la miseria y el dolor de nuestro mundo, que nosotros tenemos que transformar en dignidad y esperanza; abre nuestros corazones para que sepamos ver a todas las personas como a tus hijos, nuestros hermanos y hermanas. Te lo pedimos por Jesucristo N.S.