2010-12-23

HILO-5: Tejiendo espiritualidades en movimiento

HILO 5
Tejiendo espiritualidades en movimiento
Espiritualidades en movimiento hacia la Vida

Hoy parece que en este país hay cada vez más locura, violencia y un desprecio absoluto por la vida de los propios compatriotas, o de los animales, o de la naturaleza. Muchas veces, después de ver noticias o leer los periódicos, donde no hay ni una buena noticia, nos sentimos desalentados o sin fuerzas para continuar.

A lo mejor hemos pensado o alguien nos ha dicho: “Dios se ha olvidado de este país o de nosotros” pues se pasa por momentos muy difíciles en la vida, sin trabajo, sin dinero para comprar medicinas, sin atención y justicia a sus reclamos o a que sus derechos sean respetados, y aparte, vemos que hay un gobierno al que no le interesan las carencias de los pobres y necesitados de su país, que son la mayoría.

Pero, contrario a que el pueblo tomara distancia de Dios, o de sus creencias, en definitiva México es un país religioso. El pueblo busca tener fe en algo o alguien, donde depositar su confianza y alimentar su esperanza para dar sentido a su vida. A esto le llamamos prácticas de fe o experiencias religiosas, también espiritualidades, o sea, diversas maneras de expresar esta vivencia de lo sagrado, una espiritualidad que va más allá de los templos, o de los ritos religiosos que se han vuelto costumbres o las tradiciones que disminuyen e irrespetan la dignidad de las personas es una espiritualidad que se mueve…hacia la vida, en movimiento dinámico y permanente. Una espiritualidad en movimiento nunca promueve la muerte.

Por ello nos inspira la palabra profética de Isaías, las armas y las espadas serán transformadas en arados y hoces, esto es, en la esperanza de la imaginación profética, siempre está presente la posibilidad de la vida digna y justa.

Pero ¿Cómo vivimos estas espiritualidades: ¿“muy para adentro” “muy individuales” “muy resignados”? Quizá con miedos a confrontar a nuestras propias autoridades de la iglesia, cuando nos dicen que “hay que soportar todo pues es la cruz que nos tocó llevar” (sobre todo se les dice a las mujeres, cuando en sus casas hay violencia o irresponsabilidad de sus esposos para sustentar a la familia). O con sometimiento ante las autoridades del gobierno que nos imponen su fuerza con violencia, o simplemente nos ignoran… como si no existiéramos.

Sin embargo, la espiritualidad de los primeros discípulos de Jesús involucraba todos los aspectos de la vida. Para comprender la espiritualidad bíblicamente, será necesario superar esas falsas dicotomías que nos dividen en dos segmentos: la parte espiritual, interior y ultramundana y la parte material, exterior y mundana.

La espiritualidad bíblica no consiste de una vida contemplativa en lugar de ser activa, ni del retiro en contraste con una plena participación en la sociedad. Se trata, más bien, en una participación en todas las dimensiones de la vida orientados y animados por el Espíritu de Jesús mismo. Es una espiritualidad que se teje en las diversas dimensiones de la vida: persona, familiar y eclesial, pero que trasciende hacia su compromiso social, y político, en las acciones y vida de los creyentes queda implícito el imperativo de Jesús de ser sal y luz de la tierra (Mat. 5:13-14/15-16) Pero habría más fundamentos del evangelio que nos iluminan y motivan a una espiritualidad que se mueve hacia la vida:

Una espiritualidad que sirve a los pequeños en el Reino. (Mat. 25:35-45). Jesús se identifica con los pequeños, en las necesidades humanas más básicas: tener hambre, sed, ser extranjero, estar sin ropa, enfermo o encarcelado. Amar y servir a Jesús es hacer el bien a los pequeños…con todos aquellos que sufren, a los que han sido olvidados, los que viven en desprovistos del sustento y de la protección.

Una espiritualidad con hambre y sed de justicia (Mat 5:6) y hacedora de la paz. (Mat. 5:9). Las bienaventuranzas describen el carácter del cristiano, no a muchos cristianos diferentes. Se refiere a los que ya son verdaderamente dichosos y felices. Bienaventurados son aquellos que aman a Dios y a su prójimo con todo el corazón; los que están verdaderamente centrados en Dios en lugar de en sí mismos. Los cristianos están comprometidos a tener hambre y sed de justicia en la comunidad humana en su totalidad como algo que agrada a Dios. El mundo en el que vivimos está inmerso en los conflictos. Naciones, pueblos, barrios, familias, pelean entre sí.

Los seguidores de Jesús son constructores de la paz en medio del conflicto. Ponen fin a los conflictos y buscan la reconciliación entre enemigos. Mantener la paz no es evadir los conflictos, sino a trabajar por resolverlos; los que construyen la paz no promueven o aceptan la violencia como estado natural de las relaciones humanas.

Vivir pues una espiritualidad con una esperanza activa es también resistencia y subversión, que nos permite tejernos como personas con derechos, como familias, comunidades y organizaciones que se muevan hacia una vida digna y justa. Y sobre todo, con una esperanza valiente y organizada, que no espera sentada, ni indiferente, y menos aislada, una esperanza activa es colectiva y solidaria, en movimiento, que da luz, da rumbo, proyecto y transformación a la vida en todas sus relaciones.

Tejer pues una esperanza activa es mantener el equilibrio en la práctica de una espiritualidad que proviene de la fe en Jesús -el niño de Belén, el Príncipe de Paz/ el Maestro resucitado- una espiritualidad cristiana que se mantiene con los pies en la tierra y el corazón en el cielo… que se mantiene firme en lo dicho.

Somos desafiadas/os cada día a colaborar en el Reino tejiendo una esperanza activa a través de espiritualidades que se muevan hacia la vida. A la vez somos iluminadas/os por la palabra sagrada de los otros y otras, hermanos y hermanas del camino; y con la espiritualidad profunda y desafiante de uno de nuestros hermanos -pastor y profeta- en América Latina, quien con su vida y ejemplo es testimonio fiel de tejer una esperanza activa, Don Pedro Casaldáliga:
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Yo me atengo a lo dicho:
La justicia.

A pesar de la ley y la costumbre,
a pesar del dinero y la limosna.

La humildad
para ser yo, verdadero.

La libertad,
para ser hombre.

Y la pobreza
para ser libre.

La fe, cristiana,
para andar de noche,
y, sobre todo, para andar de día.

Y, en todo caso hermanos,
yo me atengo a lo dicho:

¡La Esperanza!

(Pedro Casaldáliga/Fuego y ceniza al viento)

HILO 4: Tejiendo nuevas relaciones con sentido

HILO 4
Tejiendo nuevas relaciones con sentido
y nos llevan a una esperanza activa…

¿Podemos vivir sin relaciones? ¡Claro que no!
Siempre nos movemos y actuamos en relaciones. Son relaciones familiares de pareja y de padres e hijos y viceversa, relaciones con vecinos del pueblo o del barrio y con colegas y compañeras/os de trabajo. Hay relaciones amistosas, de cuates y compadres y relaciones de palancas y políticas y de luchas sociales y civiles. Relaciones por doquier…

Y en todo esto, nos relacionamos también con lo divino: Religión es sobre todo nuestra relación con el Dios de la Vida. Nos relacionamos y nos ligamos con él; y lo divino hace lo suyo con nosotras y nosotros.

¿Cómo son normalmente estas relaciones?
Muchísimas relaciones no son como queremos que sean. Cuantas veces las relaciones de pareja se tensan, brotan conflictos no reconciliables, crecen conflictos entre familiares que llegan hasta la violencia familiar física… Las separaciones y divorcios están en un aumento significativo. Las relaciones truenan si una parte quiere imponerse a la otra, ya sea con chantajes o hasta con violencia física. Una separación puede ser hasta una liberación de lo insoportable e inaceptable.

Se puede decir algo semejante de las relaciones entre vecinos, entre jóvenes del mismo grupo escolar, entre colegas del mismo trabajo o bien entre gente de organizaciones sociales y civiles: muchas veces “reina” la lógica de “dominación-subordinación”: yo o nosotros mandamos y ustedes obedecen; y si no, castigamos con toda la amplia gama de medidas sicológicas o económicas o políticas, de desprecio y discriminación hasta la tortura y los asesinatos. Podemos contarnos ejemplos en abundancia de cómo se manifiestan en lo micro y hasta lo macro estas relaciones de inequidad o de asimetría, como los expertos las llaman.

Todo indica que en este tiempo que nos toca vivir se ha desbordado de manera preocupante lo desequilibrado y enfermizo del conjunto relacional de nuestra sociedad.

¿Por qué lo estamos viviendo-sufriendo? ¿Qué está detrás?
Siempre han existido entre los seres humanos los impulsos de dominar para ganar una pareja, mucha riqueza, un gran prestigio… Caín mató a su hermano Abel, así terminó la relación familiar entre el agricultor y el fundador de la vida urbana e inició una historia sin fin de relaciones tronadas. Durante milenios, el ser humano no ha logrado de manera suficiente dejar de cultivar lo animal salvaje dentro de sí mismo ni ha logrado la creación consolidada de sistemas de valores y derechos humanos respectados por todas y todos. Desde hace casi 3 mil años contamos con el decálogo que indica que todas y todos somos iguales y por eso: no matarás… no robarás… Y seguimos violando, robando y matando con salvajismo.

Se trata de humanizar y cultivar las relaciones sexuales-libidinales (vitales para reproducirse y vivir amorosamente), las relaciones económicas (vitales para sobrevivir y vivir de manera digna) y las relaciones de poder (vitales para convivir y organizarse para el buen vivir de todas y todos).

No lo hemos logrado de manera suficiente como valores-hábitos cotidianos en la vida, no lo hemos logrado en las relaciones personales ni tampoco en la vigencia respetada de estructuras-reglas de relaciones libidinales, económicas y políticas correspon-dientes.

Sí, ha habido avances que bien podemos considerar como significativos por medio de luchas arduas en defensa de la dignidad humana y de relaciones de equidad. Recordamos las luchas históricas para abolir la esclavitud y el apartheid. Mencionamos también los movimientos obreros y sus organizaciones sindicales para equilibrar las relaciones laborales. En el tiempo más reciente, hay que valorar los movimientos indígenas para reconocer sus derechos integrales, los movimientos ciudadanos de participación política, los movimientos ecológicos, de diversidad sexual, contra la discriminación, etc.: crece la indignación por relaciones injustas y la organización para transformar lo indigno en relaciones de respeto mutuo. ¡Ya no víctimas de asimetrías, sino sujetos que comparten para tejer juntos una vida más plena para todas y todos!

Esta es también una expresión clave de la esencia cristiana
Jesús vino para que tengamos “vida en plenitud” (Jn 10.10). Y esta vida se manifiesta en la nueva manera de vivir el conjunto de las relaciones de cada uno. El “Reino de Dios y su justicia” (Mt 6,33) anunciado y vivido por Jesús tiene exactamente este eje de rehacer las diferentes relaciones que marcan nuestra vida y nuestra sociedad. Lo expresa de manera rotunda el canto muy querido: “Tu Reino es vida, tu Reino es verdad, Tu Reino es justicia, tu Reino es paz, tu Reino es gracia, tu Reino es amor. Venga a nosotros tu Reino, Señor!” (cf. salmo 71) Estos valores del Reino “vida-verdad-justicia-paz-gracia-amor”, o los practicamos realmente en nuestras relaciones o la referencia a ellos será puro “rollo”.

Jesús lo puso en práctica en su relación con los marginados y excluidos, con mujeres, con adinerados y gente de poder político y religioso. Y fue muy claro en exigir nuevas relaciones: “Ustedes saben que quienes figuran como jefes de las naciones las gobiernan tiránicamente y que sus dirigentes las oprimen. No debe ser así entre ustedes. El que quiera ser importante entre ustedes, que sea su servidor.” (Mt 10, 42-43). Y lo concretiza: “Tuve hambre… tuve sed... fui un extraño… estaba desnudo… enfermo… y en la cárcel…; Cuándo lo hicieron con uno de mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron.” (Mt 25, 31-46) Así es la esencia de lo que cuenta al final de cada vida.

¿Cómo hacerlo hoy en día?
En medio de tantas relaciones aberrantes, injustas y enfermizas habrá que empezar a cambiar lo que está a nuestro alcance directo:

Una nueva relación consigo mismo
Aceptarme y apreciarme como soy: mujer o varón, con mi cuerpo y mi sexualidad, con mi raza y rasgos culturales, con mi carácter y dones concretos, con mi edad actual… Pues, así soy. Y soy hija e hijo de Dios; si él me quiere así, por qué yo no…Esto no excluye el trabajar conmigo mismo y madurar.

Una nueva relación con los demás
Me autoestimo y estimo así también a las y los otros con quienes me relaciono. Y me opongo firmemente contra las discriminaciones, sean cuales sean. Todos somos hijas e hijos de Dios y con la misma igualdad. Por eso, nada de superior e inferior, de machismo, arrogancia…

Una nueva relación con la naturaleza
Formamos parte de un conjunto más grande, la naturaleza y el cosmos: son creación divina. “Dios habló y se hizo…” (Gn 1). ¿Cómo explotar y depredar lo divino y destruir lo que las futuras generaciones necesitan para vivir? Una nueva relación humana con la naturaleza incluye hábitos de responsabilidad ecológica: cuidado del agua, compra de productos orgánicos, separación de basura, entre muchos otros más.

Una nueva relación con los procesos económicos
“Nadie puede servir a Dios y al mismo tiempo al dinero.” Jesús (Mt 6 19-24). ¡Desintoxíquense de este Dios-Mamón! Hay que rehacer relaciones económicas solidarias: un consumo solidario con compras en común de productos solidarios (y lo menos posible en supermercados), manejar el dinero en lo posible en cajas de ahorro y crédito (y lo menos posible en bancos comerciales), etc.

Una nueves relación con los poderes políticos
Ya lo practicaron los primeros cristianos, hablaron sin miedo, con libertad frente a las autoridades judías. “Al ver la valentía con que se expresaron Pedro y Juan, no salían de asombro, sabiendo que eran hombres del pueblo…” (Hch 4, 1-22). Las autoridades políticas deben ser elegidas limpiamente por los ciudadanos y gobernar obedeciendo lo que el pueblo manda. Como ciudadanos nos toca expresar continuamente nuestras preocupaciones y propuestas, vigilar la aplicación limpia de programas, colaborar…

Y en todo esto,
una nueva relación con lo divino en medio de todas estas relaciones
La relación con Dios no se hace aparte de todo esto en símbolos y ritos ajenos a la vida real. Él está dónde la vida arde…, él está “donde están dos o tres reunidos en mi nombre…” (Mt 18, 20). Esto incluye descubrir a Dios en medio de nuestras relaciones sociales, ecológicas, económicas y políticas. Habrá que cultivar una nueva “espiritualidad en la acción misma” (Aparecida 284).

Al andar se hace camino…
Tejiendo nuevas relaciones en todas estas dimensiones es una tarea ardua y permanente durante toda la vida: siempre habrá necesidad y oportunidad de conversión y transformación. Pero y sobre todo, es un camino de liberación gozosa: ¡Ya basta de sufrir relaciones marcadas por desprecio, humillación, discriminación, por manipulación y corrupción, por explotación y violencia...! ¡Hagámosnos sujetos de nuestra vida y en nuestras relaciones en sus distintas dimensiones!

No es fácil hacerlo solos. Por eso, la importancia del grupo, de la pequeña comunidad, del colectivo, de la comunidad de base… “Al compartir lo reconocieron…” (…en el camino a Emaús, Lc 24,13-35). Ahí se puede compartir lo que se sufre por relaciones de inequidad, se pueden compartir los anhelos de una vida y sociedad con otras y nuevas relaciones y encontrar caminos prácticos para transformar lo que es opuesto a la libertad y la solidaridad.

Los tiempos de Adviento-Navidad y de Cuaresma-Pascua se ofrecen como propicios para esta tarea ardua y liberadora.

2010-12-11

HILO 3: Tejiendo comunidades solidarias

HILO 3
Tejiendo comunidades solidarias

Tejedoras de una esperanza activa
Comunidades solidarias
Interpeladas por la realidad

Tenemos conciencia de lo difícil que es mantener la esperanza en el complejo contexto que vivimos, todo pareciera decirnos que es más fuerte la violencia, la corrupción en todos los niveles, el narcotráfico, el deterioro del medio ambiente, la permanente crisis económica y social, son estas y muchas realidades más, que van rompiendo y deteriorando la fuerza de organización en nuestros pueblos.

No podemos acostumbrarnos a sobrevivir en esta realidad, son muchas las causas, las luchas y los testimonios de hombres y mujeres, de grupos, organizaciones y comunidades, como la familia de Pasta de Conchos, el movimiento 5 de junio con los padres de familia de la guardería ABC de Hermosillo, el pueblo de Atenco, los mineros y electricistas, campesinos defensores de la tierra, luchadores de los DDHH, las muertas de Ciudad Juárez y de toda nuestra frontera norte tan golpeada por la violencia, así como los migrantes que buscan atravesar los muros de la discriminación de la frontera sur a la norte. La situación por la que atravesamos exige de nosotros un fuerte sentido de hermandad, de valorar la vida humana, de creatividad y de organización para ser signos visibles del reino de Dios en esta historia (Mc 4, 30-34).

Comunidades solidarias
La experiencia del Resucitado en la vida de las primeras comunidades cristianas (Hech 2, 42-47; 4, 32-37), nos muestra la fuerza y el valor de una comunidad organizada, que intentan en medio de sus contradicciones y de su momento histórico, ser comunidades alternativas e inclusivas, llamadas a buscar el bien común, responsables unos de otros, sobre todo de los más vulnerables.

Creemos que es posible vivir dignamente en nuestra propia tierra, la búsqueda de alternativas de vida que busquen la paz y la justicia, llevando en sí la sabiduría del sueño de nuestros abuelos y abuelas, de nuestros pueblos originarios, de nuestros jóvenes y niños, quienes por medio de sus diferentes expresiones, nos invitan a cantar con el profeta Isaías: “Hacemos arados de nuestras espadas y sacamos hoces de nuestras lanzas” (cf. Is 2, 4b), es decir, la comunidad organizada es una enorme fuerza capaz de transformar la muerte y el dolor en vida, la indiferencia y el individualismo en solidaridad, y a vivir el conflicto tejiendo una esperanza activa y creativa.

Ahora bien ¿Cómo podemos enfrentar nuestras realidades, desde la comunidad? ¿Qué actitudes y valores nos impulsa el espíritu a cultivar en esta realidad que vivimos? ¿Qué acciones elementales/básicas necesitamos mantener e impulsar? (análisis, organización, solidaridad, trabajo con organizaciones, educación en la no violencia o para la paz).

Es posible cambiar los mecanismos de exclusión, de violencia y marginación tanto personal como comunitaria, desde la experiencia de sabernos pueblo, y un pueblo llamado a ser hermano por el camino de la solidaridad, la justicia y la paz. La comunidad nos hace ser personas con la posibilidad de crear vínculos reales, que sanan y curan las heridas; la comunidad nos devuelve la confianza de sabernos acompañados en el camino.

Tejedoras de una esperanza activa
Por eso hoy queremos seguir dando testimonio de lo que hemos visto y oído, visibilizamos las pequeñas y grandes luchas, la creatividad de las nuevas generaciones, de mujeres y hombres de buena voluntad que nos expresan su cambio de lógica y su deseo de promover la cultura de la paz, el respeto por todos y todo, defendiendo los Derechos Humanos, el trabajo digno, la libertad de expresión, el derecho a vivir en paz en nuestras pequeñas y grandes ciudades, generando mayor conciencia del cuidado del medio ambiente, así pues, se van cambiando las espadas en arados y las lanzas en hoces… al cambiar la relación con nosotros mismos, con los otros y otras, con la tierra, donde el Dios con nosotros, el Resucitado nos ha mostrado el camino de solidaridad humana tejiendo redes de una esperanza activa.

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ANEXOS

CANTO: HAZ RENACER LA ESPERANZA


FAMILIA PASTA DE CONCHOS
http://www.youtube.com/watch?v=mOtq3kTt534&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=NAbKnhjKXjo&feature=related
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Misión por la Fraternidad 2011, Tejiendo una esperanza activa

HILO-2: Tejiendo nuevas identidades

HILO 2
Tejiendo nuevas identidades

Redescubrir y recrear nuestras identidades, el valor de lo propio y de lo diverso. De víctimas a sujetos, identidades colectivas y ciudadanas.

Día a día escuchamos y vemos en las noticias que México vive situaciones de descomposición social muy graves: crisis económica prolongada y agravada que ha dejado sin empleo a millones de personas, altos índices de violencia e inseguridad por todos lados, lo mismo en el norte que en el sur y el centro del país. La impunidad de un sistema que niega la justicia para todos y otras notas más que nos provocan incertidumbre y temor y nos llevan a replegarnos buscando protección y seguridad en los espacios más familiares. En este escenario no resulta fácil encontrar razones para mantener la esperanza, por eso nos vemos desafiados a mirar dentro de nosotros mismos y a nuestro alrededor para descubrir los signos pequeños y a veces escondidos que nos ayuden a creer que es posible vivir de otra manera.

Este año en la Misión por la Fraternidad nuestro lema es Tejiendo la esperanza esta frase está cargada de un significado que nos lanza a observar y actuar en comunidad, nos llama a ponernos en acción para cambiar nuestro entorno y nuestra realidad. Esta frase nos invita a ser sujetos activos y creativos de una realidad distinta, animada desde la esperanza, construida desde la solidaridad y también desde el reconocimiento de que la vida humana, la persona humana, posee una dignidad que tiene que ser reconocida y respetada.

¿Cómo podemos tejer la esperanza? Un punto de partida posible es centrar la mirada en lo que somos, es decir, en nuestra identidad. Cuando hablamos de la identidad estamos hablando de la conciencia que tenemos de nosotros mismos y la que tienen los demás, recordemos el pasaje en el que Jesús pregunta a sus discípulos. ¿Quién dice la gente que soy yo? (Lc 9, 18 -19 y ss). Los discípulos le ofrecen distintas respuestas y terminan por hacer una profesión de fe: Tú eres el Cristo. Jesús consciente de su realidad interior, de su identidad, les manda callar.

Preguntarnos sobre la propia identidad es una tarea vital: somos lo que hemos vivido, somos los lazos que construimos, la cultura que recreamos, somos lo que creemos y lo que hacemos, es decir la identidad, la idea de los que SOMOS nos remite a nuestra historia, a nuestra cultura, a nuestras relaciones, también a un proyecto de vida o lo que es lo mismo, a la manera de estar presentes en el mundo, en la historia. Pero en la base de la idea que tenemos de nosotros mismos está un principio inquebrantable: somos hijos e hijas de Dios, poseedoras/es de una dignidad que nadie puede pisotear y que nos hace iguales unos a otros.

El principio de la dignidad humana con el que nacemos, nos hace buscar alternativas, salir de la pasividad resignada frente a la desolación para reconocernos como sujetos, es decir como personas pensantes y actuantes en la realidad. La identidad es un tesoro que cada ser humano posee, por eso decimos que podemos tejer la esperanza reconociendo lo valioso que hay en cada uno de nosotros, la alegría, la solidaridad, el compromiso con los nuestros, la sensibilidad frente a las necesidades de los demás, la creatividad… cada quien tiene lo propio.
Pero reconocer la identidad propia en tiempos de crisis nos lleva a recrearla, a aferrarnos a lo bueno que hay en nosotros y expresarlo creativamente en las realidad que nos desafían día con día.

El reconocimiento de la propia dignidad nos lleva también a reconocer lo valioso de los demás, ese es un segundo punto importante para animar nuestra esperanza. Seguramente alrededor nuestro hay hombres y mujeres, viejos y niños, adolescentes jóvenes y adultos originales, que expresan su identidad de maneras diferentes a las nuestras pero no por ello menos valiosas. Pareciera que el tiempo presente está marcado por la intolerancia, por el miedo a los y las diferentes y eso en lugar de permitir el diálogo, acrecienta las divisiones, el recelo y desafortunadamente también la rivalidad.

Para tejer la esperanza es necesario superar el miedo a lo que desconocemos y aventurarnos a dar pasos para acercarnos, dialogar, comprendernos y colaborar juntos en las tareas comunes, en el interés común por salir adelante.

Finalmente un tercer punto de apoyo para tejer activamente la esperanza es sacudirnos el pesimismo, ponernos de pie y en marcha, como lo hizo el Pueblo de Israel para liberarse de la esclavitud de los egipcios, enfrentándose a lo desconocido, sintiendo añoranza por las cebollas de Egipto, pero también decididos a vivir en una tierra propia. Ser sujetos de nuestra historia implica dejar de lamentarnos, de ser víctimas para apropiarnos y responsabilizarnos de las decisiones que tomamos buscando el bien común.

Reconocernos como sujetos de la historia significa reconocernos como ciudadanos de verdad, no solo como los ciudadanos que van a votar en tiempos de elecciones, sino como los ciudadanos que se saben poseedores de derechos que el Estado debe respetar y garantizar, que están informados de lo que sucede en la sociedad y que se organizan para exigir sus derechos y los derechos de todos aquellos que sufren atropellos, que son marginados, vistos con sospecha por ser pobres, por ser jóvenes, por ser diferentes.

El ejercicio de la ciudadanía nos hace personas incluyentes, preocupadas y corresponsables de la vida de los demás, de la vida de la comunidad y de las transformaciones que este país y el mundo necesitan para que la vida plena sea un derecho y una realidad para todo ser humano que aquí habita. El ejercicio de la ciudadanía no es pues cuestión de los “políticos” que vemos en la televisión lanzando discursos de los que todos dudamos. El ejercicio de la ciudadanía, para los cristianos y cristianas de hoy significa comprometernos con la vida digna, con la justicia, la paz, la libertad y la igualdad de todos los seres humanos. Estas son palabras actuales para describir el proyecto de Dios para la humanidad, porque además la ciudadanía no se vive en aislamiento, por el contrario, nos conecta unos a otros, desde la familia, la comunidad, la localidad, el estado, la región, el país y con el mundo, en otras palabras nos hermana con la familia humana, más allá de credos, posición económica, sexo y preferencia sexual, cultura y raza.

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ANEXOS

CANTO DE ADVIENTO


POBREZA Y HAMBRE
http://www.youtube.com/watch?v=MCdoQDjmGx4&feature=related

MARGINACIÓN EN AMÉRICA LATINA
http://www.youtube.com/watch?v=W-D5L8Ls2jI

CANTO: DIOS NO VENDRÁ


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Misión por la Fraternidad 2011, Tejiendo una esperanza activa

2010-12-02

HILO-1: Tejiendo nuestro cuidado por la tierra

HILO 1
TEJIENDO NUESTRO CUIDADO POR LA TIERRA
Tejer Esperanza, Cuidando la Tierra



VER: La ceguera de mirar torcidamente
Todos conocemos los enormes y graves problemas por los que está pasando el planeta en estos momentos de la historia
: deforestación y desertificación, cambio climático y calentamiento global, escasez de agua dulce cada vez más aguda, los agujeros en la capa de ozono, sobrepoblación mundial, etc. Estos problemas ecológicos no son causados simplemente por procesos naturales. Son generados por prácticas humanas, las cuales tienen su origen en la forma de “ver” el mundo, de situarse ante él y de actuar sobre él. En las últimas décadas estos problemas se han agravado de manera alarmante. Como alguien lo ha expresado, el ser humano está serruchando la rama del árbol sobre la que está sentado.

El problema de fondo es que tenemos una visión dualista, o sea que separa y desune indebidamente lo que de por sí está unido e integrado. En este caso, separa a los seres humanos de nuestro entorno, del medio ambiente en que crecemos, porque se lo ve como algo externo, lejano y sin importancia. Y una visión así por consecuencia influye negativamente en la forma como nos relacionamos con las cosas y la naturaleza, por eso las tratamos sin respeto y sin cuidado.

La utilización mercantil de la tierra, las cosas, la naturaleza es una de las formas más extendidas y burdas de su descuido y maltrato. Cuando vemos las cosas y a los demás seres como meros valores de cambio, como “recursos”, como meras instrumentos para ser usados y lograr con ello algún tipo de beneficio en términos de ganancia económica, entonces estamos degradando a los seres a meros productos, objetos de compra y venta.



PENSAR: El necesario cambio de mirada
Ya no podemos considerar la relación con las cosas, los animales y las plantas como algo secundario, que puede ser tomado en cuenta si nos queda tiempo, ganas y energía después de hacer muchas cosas por las personas, los individuos y la sociedad. Hoy ya sabemos, porque nos lo dicen todas las ciencias, que todos los seres, incluidos los seres humanos, estamos totalmente insertos en la trama, en el tejido de la vida, y por lo tanto somos todos interdependientes unos de otros. Lo que le pasa a unos, le afecta a otros, lo que le beneficia a unos, le beneficia a todos.

Esta nueva forma de ver nos hace que descubramos el cosmos y la naturaleza no como algo que “está afuera”, que está aparte de nosotros los humanos, y por lo tanto como algo que sólo de manera muy superficial tiene que ver con el desarrollo de nuestras vidas. Por lo contrario, nuestra vida es parte de esa Vida global que es la Tierra en todas sus múltiples manifestaciones.

Los seres humanos tenemos que cambiar nuestra mirada, así como nuestra forma de situarnos en el mundo, que implica nuestras actitudes y acciones. El cambio radical de mirada nos pide, nos exige ya no ponernos por encima de las cosas y de los demás seres, sino al lado de todos, sabiéndonos parte de un Todo que requiere de aprecio y cuidado. Somos parte de una casa común que es el planeta.

Implicaciones desde la religión y la fe cristiana
Esta forma de ver el mundo, las cosas, la naturaleza y al ser humano como formando parte de un todo integral, formado por seres armónicamente entrelazados, interdependientes unos de otros, implica también una nueva forma creyente y religiosa de comprender el mundo, la historia, la humanidad y aún a la misma divinidad.

La visión dualista que señalábamos antes, contempla a ‘Dios’ como un ser superior que está más allá y afuera de este mundo, en otra dimensión, en “el cielo”. Es un Dios que está “por encima” del cosmos y de todos los seres. Es un Dios separado de su creación, la que al perder su carácter sagrado es algo que puede ser manipulado a discreción y al antojo, algo que puede ser usado y desechado, algo carente de vida y derechos. De ahí que la actitud y la práctica anti-ecológicas tienen también su explicación religiosa en imágenes de Dios como las que aquí se describen.

El cambio radical y profundo que tenemos que hacer en nuestra mirada y en nuestras actitudes y prácticas debe pasar necesariamente también por esta dimensión creyente, de fe o religiosa de nuestras vidas y de las vidas de nuestros pueblos y de nuestras sociedades. La era ecológica en la que estamos ya inmersos debe fomentar una nueva y profunda conciencia de la presencia de lo sagrado en cada realidad del universo. ‘Dios’ ya no puede ser el ser lejano y separado de su creación, del mundo y de los seres. En esta Realidad Total que es el cosmos y los seres que lo habitan, incluido el ser humano, está presente la divinidad. ‘Dios’ está inmerso, metido de lleno en esta realidad en evolución. ‘Dios’ está presente en el cosmos y el cosmos está presente en ‘Dios’, como dos realidades íntimamente conectadas. ‘Dios’ en todo y todo en ‘Dios’.

Si es esto así, entonces el cosmos, la naturaleza y los seres todos que en ella habitan no son simplemente cosas indiferentes, o realidades sin valor, menos aún cosas que valen sólo por su calidad de compra-venta y su precio. Por lo contrario, toda la realidad recupera su carácter de sagrada, impregnada de divinidad, y por tanto merece todo nuestro aprecio, nuestra atención y nuestro cuidado. El mundo pasa a ser como el “cuerpo de Dios”. La implicación profunda de esta afirmación está en que, como dijimos, si todo está interrelacionado y es interdependiente, lo que hacemos al cosmos y a los seres le afecta a ’Dios’ presente en sus creaturas, y por tanto nos afecta a nosotros los seres humanos. Lo que destruyamos y descuidemos, lo que contaminemos y desechemos, afectará a La Vida en su totalidad. Y lo que cuidemos, regeneremos y construyamos recreará la totalidad de La Vida.

Todo esto nos pide una conversión muy radical al Dios de la Vida, el Dios que nos reveló Jesús el Cristo: “Yo vine para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10). Todos los procesos de guerra, violencia, destrucción y muerte, causados a cualquier ser de la creación –sobre todo al ser humano-, niegan la presencia de la Vida y niegan a Dios.

ACTUAR: La Ecología y nuestra Misión por la Fraternidad planetaria
Existen ya muchas prácticas ecológicas que viven nuestros pueblos autóctonos que no han perdido aún esa mirada nueva y a la vez muy antigua de armonía y cuidado de la tierra, la naturaleza y las personas y comunidades. Quizá habría que comenzar por conocer y aprender de esa sabiduría ancestral. Hay otras muchas acciones que están realizando otras personas y comunidades rurales y urbanas que caminan hacia esta consciencia. Y habrá múltiples acciones nuevas que se podrán ir encontrando al comenzar a integrar de manera más consciente esta dimensión en nuestras vidas. Lo importante es comenzar a caminar en esta dirección.

Esta dimensión ecológica de la vida, que tiene implicaciones en los ámbitos personal, comunitario, social, cultural y político, tiene que ser una dimensión transversal, un eje de acción que cruza todos los ámbitos y aspectos de la realidad. No lo consideramos un aspecto o elemento opcional. Demanda por lo tanto una gran responsabilidad ética y un profundo compromiso teológico. La Misión por la Fraternidad quiere ser un eco más de esta responsabilidad y compromiso, invitando a todas las personas que colaboran de diversas maneras con esta iniciativa y a todas las comunidades que la usan y la operan, a ser parte de las múltiples voces que cada vez con más decisión, ternura y vigor se preocupan y ocupan del Cuidado de la Tierra y de La Vida.
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La realidad del deterioro de la tierra es inminente y también es inminente que los seres humanos somos causantes de esta destrucción. Pero hoy ¿qué me toca hacer a mí por cambiar esta realidad desde mis propias convicciones? ¿Qué granito de arena pongo para volver a restaurar la tierra, mi casa? ¿Realmente me sé agente de cambio en el cuidado del planeta?

Misión por la Fraternidad 2011, Tejiendo una esperanza activa

2010-12-01

MISION POR LA FRATERNIDAD 2011: Tejiendo una esperanza activa

MISIÓN POR LA FRATERNIDAD 2011
Adviento-Navidad
Tejiendo una esperanza activa
"harán arados de sus espadas y sacarán hoces de sus lanzas" (Is 2, 4b)

La esperanza es lo último que muere, reza un dicho popular mexicano. Pero qué difícil mantenerla viva ante las realidades actuales de nuestro país: una violencia exacerbada y fuera de control en todas las relaciones, en todos los niveles. La muerte ha alcanzado a tantos niños, mujeres y hombres víctimas inocentes de “fuegos cruzados” o de “grupos organizados”; o aún los defensores de los derechos humanos han sufrido pérdidas humanas. Por desgracia, la mayoría de estas muertes quedan en la impunidad, pues nadie se hace responsable.

Hay una carestía creciente por los precios de la comida, de los servicios públicos y una exclusión indignante a los servicios de salud. Aunque el gobierno diga lo contrario las fuentes de empleo son muy escasas, hay miles de personas que pasan hasta dos años sin un empleo digno. Y muchos de los empleos o subempleos tienen salarios muy injustos y horarios de trabajo de muchas horas más de lo que la ley permite.

Cada vez hay menos oportunidades para que niños, adolescentes y jóvenes accedan a otros niveles de estudio. Más triste aún es que los niños y adolescentes dejan sus estudios por ponerse a trabajar y, cada vez con más frecuencia, se introducen a redes de grupos perversos, por “dinero fácil”. Las consecuencias son trágicas muchas de las veces. Los desastres llamados “naturales”, sequías, inundaciones, terremotos, tienen algo de la intervención humana, que por abusos y una explotación irracional van dejando una tierra que ya no produce lo necesario para el sustento de la vida.

El panorama descrito nos deja un poco pasmados, ¿o inmovilizados? ante este presente o futuro aún más incierto. Tal vez nos sentimos algo destejidos: como personas, familias, como ciudades o poblados, como país…algo desanimados para emprender colectivamente propuestas y acciones para mejorar nuestras condiciones de vida en la comunidad. Sin embargo, las realidades de muerte o de miedo no tienen la última palabra, no pueden lograr que la esperanza se nos muera, no pueden quitarnos la posibilidad de creer, luchar y apostar por ese otro mundo mejor y posible. Esta es nuestra fe que se fundamenta en la esperanza cristiana, una esperanza que va contra toda desesperanza.

Es precisamente la esperanza fundamentada en Jesús y el Reino, a la que Misión por la Fraternidad nos convoca y anima en este año, a que juntas/os en comunidad meditemos, celebremos y nos pongamos en marcha…Tejiendo una esperanza activa, fundamentados en la palabra del profeta Isaías: “harán arados de sus espadas y sacarán hoces de sus lanzas. (Is 2, 4b). ¡Fuertes y poderosas palabras!

La fuerza de la simbología en la imaginación profética, unida a la certeza y radicalidad del mensaje del evangelio y de la iluminación del Espíritu que lleva a toda verdad y justicia, es la que nos hace imaginar los rumbos y los desafíos de tejer una esperanza activa.

Los temas que proponemos para las celebraciones están ordenados en una lógica que dé sentido a una configuración dimensional de esta esperanza cristiana. Compartimos las siguientes ideas-guía a las que entendemos como los hilos que queremos entretejer al reunirnos, al discernir, al celebrar y, sobre todo, al ponerlas en práctica:

Hilo 1: Tejiendo nuestro cuidado por la tierra. La forma de ver el mundo, las cosas, la naturaleza y al ser humano como formando parte de un todo integral, formado por seres armónicamente entrelazados, interdependientes unos de otros, implica también una nueva forma creyente y religiosa de comprender el mundo, la historia, la humanidad y aún a la misma divinidad. Si todo está interrelacionado y es interdependiente, lo que hacemos al cosmos y a los seres le afecta a ‘Dios’ presente en sus creaturas, y por tanto nos afecta a nosotros los seres humanos. Lo que destruyamos y descuidemos, lo que contaminemos y desechemos, afectará a La Vida en su totalidad. Y lo que cuidemos, regeneremos y construyamos recreará la totalidad de La Vida.

Hilo 2: Tejiendo nuevas identidades. En la base de la idea que tenemos de nosotros mismos está un principio inquebrantable: somos hijos e hijas de Dios, poseedoras/es de una dignidad que nadie puede pisotear y que nos hace iguales unos a otros. El principio de la dignidad humana con el que nacemos, nos hace buscar alternativas, salir de la pasividad resignada frente a la desolación para reconocernos como sujetos, es decir como personas pensantes y actuantes en la realidad. La identidad es un tesoro que cada ser humano posee, por eso decimos que podemos tejer la esperanza reconociendo lo valioso que hay en cada uno de nosotros, la alegría, la solidaridad, el compromiso con los nuestros, la sensibilidad frente a las necesidades de los demás, la creatividad... cada quien tiene lo propio.

Hilo 3: Tejiendo comunidades solidarias. La experiencia del Resucitado en la vida de las primeras comunidades cristianas (Hch. 2, 42-47; 4, 32-37), nos muestra la fuerza y el valor de unas comunidades organizadas, que intentan en medio de sus contradicciones y de su momento histórico, ser comunidades alternativas e inclusivas, llamadas a buscar el bien común, responsables unos de otros, sobre todo de los más vulnerables. Es posible cambiar los mecanismos de exclusión, de violencia y marginación tanto personal como comunitaria, desde la experiencia de sabernos pueblo, y un pueblo llamado a ser hermano por el camino de la solidaridad, la justicia y la paz. La comunidad nos hace ser personas con la posibilidad de crear vínculos reales, que sanan y curan las heridas; la comunidad nos devuelve la confianza de sabernos acompañados en el camino.

Hilo 4: Tejiendo nuevas relaciones con sentido. Siempre nos movemos y actuamos en relaciones. Son relaciones familiares de pareja y de padres e hijos y viceversa, relaciones con vecinos del pueblo o del barrio y con colegas y compañeras laborales. Hay relaciones amistosas, de cuates y compadres y relaciones de palancas y políticas y de luchas sociales y civiles. Relaciones por doquier...

Y en todo esto, nos relacionamos también con lo divino: Religión es sobre todo nuestra relación con el Dios de la Vida. Nos relacionamos y nos ligamos con Él; y lo divino hace lo suyo con nosotras y nosotros. En esta relación con lo divino nos ligamos a las luchas arduas en defensa de la dignidad humana y de relaciones de equidad. Recordemos las luchas históricas para abolir la esclavitud y el apartheid; los movimientos obreros y sus organizaciones sindicales, los movimientos obreros y sus organizaciones sindicales para equilibrar las relaciones laborales; los movimientos indígenas, los movimientos ciudadanos de participación política, los movimientos ecológicos, de diversidad sexual, contra la discriminación, etc. ¡Ya no víctimas de asimetrías, sino sujetos que comparten para tejer juntos una vida más plena para todas y todos!

Hilo 5: Tejiendo espiritualidades en movimiento. El pueblo busca tener fe en algo o alguien donde depositar su confianza y alimentar su esperanza para dar sentido a su vida. A esto le llamamos prácticas de fe o experiencias religiosas, también espiritualidades, o sea, diversas maneras de expresar esta vivencia de lo sagrado, una espiritualidad que va más allá de los templos, o de los ritos religiosos que se han vuelto costumbres o tradiciones, es una espiritualidad que se mueve hacia la vida. Vivir una espiritualidad con una esperanza activa es resistencia y subversión, que nos permite tejernos como personas con derechos, como familias, comunidades y organizaciones que se muevan hacia una vida digna y justa. Y sobre todo, con una esperanza valiente y organizada, que no espera sentada, ni indiferente, y menos aislada, una esperanza activa es colectiva y solidaria, en movimiento, que da luz, da rumbo, proyecto y transformación a la vida en todas sus relaciones.

Esto es la esperanza cristiana, en el niño de Belén, como en el hermano y compañero Jesús resucitado, que continúa tejiéndose en medio de la vida de las comunidades que van y apuestan por la Vida que transforma tejiendo una nueva tierra, nuevas identidades, nuevas formas de ser comunidades organizadas, nuevas relaciones y nuevas espiritualidades. Esta es la Vida y vida en abundancia, como lo afirma Jesús (Jn. 10,10) Sólo en esta puesta en marcha es posible imaginar y construir arados y hoces, pesebres y cruces vacías, todos símbolos y huellas necesarias para seguir tejiendo un mundo nuevo…en comunidad, siempre en comunidad.

Tomado de Misión por la fraternidad 2011, adv-nav