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2013-12-31

ABC_Nav_Epifanía_Mt2,1-12: Vimos su estrella y venimos a adorarle

Servicio Bíblico Latinoamericano
Domingo 5 de enero de 2014 - Ciclo A
Epifanía del Señor

Isaías 60, 1-6 La gloria del Señor amanece sobre ti
Salmo 71 Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra.
Efesios 3, 2-6 Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos
Mt 2, 1-12: Vimos su estrella y venimos a adorarle




La época en que se escribe esta parte del libro del profeta Isaías (Tercer Isaías) corresponde a la restauración, es decir, al regreso a Jerusalén de los exiliados en Babilonia, regreso a la gran ciudad de Dios. Cuando este grupo de exiliados llegó a Israel encontró sus ciudades destruidas, sus campos abandonados o apropiados por otras familias, las murallas derruidas y el templo, el lugar donde Yahvé habitaba, incendiado. Esta dramática realidad los desanimó completamente, centrando sus esperanzas y sus motivaciones únicamente en la reconstrucción de sus viviendas y sus campos, dejando de lado la restauración del templo y, con ello, la confianza en la venida gloriosa de Yahvé, quien traería para Israel la salvación plena en la misma historia. Isaías anima la fe de su pueblo, los invita a poner nuevamente su fe y su corazón en la fuerza salvífica de Yahvé, quien traerá la paz y la justicia a su pueblo, por ello Jerusalén será una ciudad radiante, llena de luz, en donde la presencia de Dios como rey hará de ella una nación grande, ante cuya presencia se postrarán todos los pueblos de la tierra. El profeta manifiesta con esta gran revelación que Dios es quien dará inicio a una nueva época para Israel, una época donde reinará la luz de Dios y serán destruidas todas las fuerzas del mal, pues Dios se hace presente en Israel y ya más nadie podrá hacerle daño.
Esta visión profética posee una comprensión muy reducida de la acción salvífica de Dios, ya que es asumida como una promesa que se cumplirá en beneficio única y exclusivamente del pueblo de Israel y no de toda la tierra. Pablo, a través de la carta a los Efesios, ampliará esa comprensión, afirmando que la salvación venida por Dios, a través de Jesús, es para “todos”, judíos y paganos. El plan de Dios, según Pablo, consiste en formar un solo pueblo, una sola comunidad creyente, un solo cuerpo, una sola Iglesia, un organismo vivo capaz de comunicar a toda la creación la vida y la salvación otorgada por Dios. La carta a los Efesios expresa que el misterio recibido por Pablo consiste en que la Buena Nueva de Cristo se hace efectiva también en los paganos, ellos son coherederos y miembros de ese mismo Cuerpo; esto significa que Dios se ha querido revelar a toda la humanidad, actúa en todos, salva a todos, reconcilia a todos sin excepción.
El evangelio que leemos hoy, en la Fiesta de la Epifanía, confirma este carácter universal de la salvación de Dios. Mateo expresa, por medio de este relato simbólico, el origen divino de Jesús y su tarea salvífica como Mesías, como rey de Israel, heredero del trono de David; para ello el evangelista insiste en nombrar con exactitud el lugar donde nació Jesús y en confirmar, a través del Antiguo Testamento, que con su presencia en la historia se da cumplimiento a las palabras de los profetas. Por otro lado, el rechazo de este nacimiento por parte de las autoridades políticas (Herodes) y religiosas (sumos sacerdotes y escribas) del pueblo judío y el gozo infinito de los magos, venidos de oriente, anuncian desde ya ese carácter universal de la misión de Jesús, la apertura del evangelio a los paganos y su vinculación a la comunidad cristiana. La epifanía del Señor es la celebración precisa para confesar nuestra fe en un Dios que se manifiesta a toda la humanidad, que se hace presente en todas las culturas, que actúa en todos, y que invita a la comunidad creyente a abrir sus puertas a las necesidades y pluralidades del mundo actual.
 En un tiempo como el que vivimos, marcado radicalmente por el pluralismo religioso, y marcado también, crecientemente, por la teología del pluralismo religioso, el sentido de lo «misionero» y de la «universalidad cristiana» han cambiado profundamente. Hasta ahora, en demasiados casos, lo misionero era sinónimo de proselitismo, de «convertir al cristianismo» (al catolicismo concretamente entre nosotros) a los «gentiles», y la «universalidad cristiana» era entendida como la centralidad del cristianismo: éramos la religión central, la (única) querida por Dios, y por tanto, la religión destino de la humanidad. Todos los pueblos (universalidad) estaban destinados a abandonar su religión ancestral y a hacerse cristianos... Tarde o temprano el mundo llegaría a su destino: a ser «un sólo rebaño, con un solo pastor»...
Hoy todo esto ha cambiado, aunque muchos cristianos y cristianas (incluidos muchos de sus pastores) todavía siguen en la visión tradicional. Buen día hoy para presentar estos desafíos y para profundizarlos. No desaprovechemos la oportunidad de este día para actualizar también personalmente nuestra visión en estos temas. En la RELaT (servicioskoinonia.org/relat) hay muchos materiales para estudiar el tema, así como para debatirlo en grupos de estudio o de catequesis.

En el Nuevo Testamento, además de Juan 7,42, encontramos referencias a Belén en las narraciones de Mateo 2 y Lucas 2 acerca del nacimiento del Salvador en la ciudad de David. La tradición de que el Mesías debía nacer en Belén tiene su base en el texto de Miqueas 5,2, donde se señala que de Belén Efrata debía salir quien gobernaría Israel y sería pastor del pueblo. Hoy ya sabemos que Jesús nació probablemente en Nazaret, y que la afirmación de que nació en Belén es una afirmación con intenció teológica.
El término “magos” procede del griego “magoi”, que significa matemático, astrónomo y astrólogo. Estas dos últimas disciplinas eran una misma en la antigüedad, por lo que con ambas se podía estudiar el destino y designio de las personas. Es decir, los reyes magos habrían sido astrónomos o conocedores del cielo. El teólogo y abogado cartaginés Tertuliano (160-220 d.C.) aseguró que los magos eran reyes y que procederían de Oriente. En la visita de los magos a Jesús, los Padres de la Iglesia ven simbolizadas la realeza (oro), la divinidad (incienso) y la pasión (mirra) de Cristo.

El evangelio de hoy no es dramatizado en la serie «Un tal Jesús», de los hnos. López Vigil, pero puede utilizarse el episodio 135, «Fiesta con los pastores». El guión y su comentario pueden ser tomados de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1600135 Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap135b.mp3 En la página www.untaljesus.net puede buscarse algún otro que también resulte adecuado. 

Para la revisión de vida

          Dios se da a conocer a todas las gentes; no sólo al pueblo elegido, sino a todos los pueblos, representados en los Magos de Oriente. ¿Tengo yo ese mismo sentimiento de universalidad de Dios, o creo que sólo nosotros conocemos a Dios y estamos en la verdad? ¿O pensamos tal vez que sólo nuestra religión es verdadera, que las demás son "falsas"?

Para la reunión de grupo

-                 El símbolo de la epifanía (magos de Oriente yendo a adorar a Jesús) es un símbolo, una elaboración teológica del “evangelio de la infancia” de Mateo, realizada en aquel contexto la génesis del Nuevo Testamento, que es un contexto de confrontación de la comunidad cristiana con el mundo ambiente, contexto de expansión esforzada, de evangelización misionera. Es fácil hacer de este símbolo una interpretación en el marco del “inclusivismo”, como si “toda salvación que haya fuera del cristianismo proviniera en definitiva únicamente de Jesús”, o en el marco incluso del “exclusivismo”, como si “fuera de Jesús no hubiera salvación”… Hoy, dos milenios más tarde, con una visión bastante más amplia, y tras un Concilio Vaticano II que ha dicho las palabras más positivas y optimistas sobre el valor salvífico de las demás religiones que nunca se hayan pronunciado en la Iglesia Católica, caben otras interpretaciones más abiertas. Dialoguemos sobre ello.
-                 La salvación de Dios ofrecida en Jesús es universal, como lo es la salvación que Dios causa y ofrece fuera (o antes) del cristianismo a través de las religiones de los pueblos. Dios es el mismo a pesar de la multiplicidad de sus nombres o de la diversidad de las religiones. Por eso los magos adoran a Jesús sin ser cristianos, y por eso los cristianos podemos participar de las riquezas religiosas de toda la humanidad. Todo lo que es de Dios nos pertenece a sus hijos, a todos sus hijos. Por eso debe haber diálogo y paz entre las religiones… ¿Es ésta una argumentación correcta?
-                 La Epifanía de Jesús, su manifestación a toda la humanidad, significa que hay más «Pueblos de Dios» que el Pueblo de Dios del cristianismo. ¿Seguimos identificando el «pueblo de Dios» con la Iglesia católica, o con el cristianismo? ¿Es correcta esa identificación? ¿Por qué sí o por qué no? ¿Quiénes serían «Pueblo de Dios»?
-                 El Concilio Vaticano II nos ha recordado que la manifestación de Dios en Jesús no es la única. Dios, como sabemos, se ha manifestado de muchas maneras también a otros pueblos (Heb 1,1)... ¿Qué cambios de actitud y hasta de lenguaje implica este "descubrimiento"? ¿Qué cambios también implica en los fundamentos de la misión, de la evangelización a los pueblos no cristianos?

Para la oración de los fieles

-                 Para que estemos siempre dispuestos a dar razón de nuestra fe y de nuestra esperanza a quien nos lo pida. Roguemos al Señor.
-                 Para que cada religión esté dispuesta a escuchar a las demás y a acoger con apertura de corazón lo que el Espíritu nos manifiesta en las religiones de todos los pueblos. Roguemos…
-                 Para que todos los catequistas sepan unir el testimonio de su propia vida a una buena preparación para ejercer su ministerio. Roguemos…
-                 Para que cuantos viven sumidos en la duda, el temor o la intranquilidad se encuentren con Dios vivo y alcancen la luz y la paz que buscan y necesitan. Roguemos…
-                 Por cuantos buscan un mundo más justo y en paz, para que encuentren la recompensa a sus trabajos y desvelos. Roguemos…
-                 Para que vivamos de tal modo la fraternidad con quienes nos rodean que seamos para todos un verdadero testimonio de fe y de amor. Roguemos…

Oración comunitaria

          * Dios, Padre nuestro: el relato evangélico nos narra que en un día como éste Jesús fue reconocido por unos magos venidos de Oriente en su búsqueda; haz que quienes te buscan, encuentren y sigan las estrellas que Tú pones en su camino, y quienes ya te hemos encontrado podamos contemplar un día, cara a cara, la gloria de tu rostro. Por Jesucristo.

          * Oh Dios, Dios único, «Dios de todos los nombres» con los que los humanos de todos los tiempos te han buscado. Tú que te has hecho buscar por todos los pueblos, y a todos ellos también les has salido al encuentro en su propia vida espiritual, en su religión, concédenos apertura de corazón para sentir tu presencia omnímoda en todas las religiones de la tierra. Tú que vives y das vida, y dialogas con todos los pueblos, por los siglos de los siglos. Amén.

2013-12-28

Anav2_Mt 2,13-15.19-23: Toma al niño y a su madre, y huye a Egipto

Servicio Bíblico Latinoamericano
Domingo 29 de diciembre de 2013
La Sagrada Familia de Nazaret
Tomás Becker, obispo y mártir (a. 1170)

Eclo 3,2-6.12-14: El que teme al Señor honra a sus padres
Salmo Responsorial 127: Dichoso el que respeta al Señor y sigue sus caminos
Col 3,12-21: Sopórtense y perdónense mutuamente
Mt 2,13-15.19-23: Toma al niño y a su madre, y huye a Egipto




En medio del tiempo de Navidad la Iglesia fija nuestra atención en una realidad muy humana de la vida de Jesús: como todo ser humano Él contó con una familia que lo crió. Tuvo un padre y una madre humanos, un ambiente vital en el que se levantó hasta llegar a ser un adulto, que lo modeló y preparó para realizar su misión.
La primera lectura está tomada del libro de Ben Sirá o “Sirácida” (llamado antiguamente “Eclesiástico”. Se prefieren ahora estas designaciones para evitar la confusión muy frecuente con el libro del Eclesiastés o “Qohélet), que pertenece al grupo de los libros sapienciales del Antiguo Testamento. En él se nos brindan enseñanzas para saber vivir en la presencia de Dios y en la comunidad humana. Muchas de dichas enseñanzas tienen que ver con la familia. Seguramente Jesús amó, respetó y obedeció a sus padres como se nos enseña en la lectura. La mayor parte de su vida la pasó en compañía de los suyos, aunque no sabemos casi nada de las circunstancias de ese período de su vida que llamamos “vida oculta”. Los judíos en la época de Jesús, y muchos de los pueblos primitivos, no conocían, ni conocen, las actuales dificultades y crisis por las que atraviesa en nuestra época la institución familiar. Lo normal era que la familia permaneciera unida, que los vínculos entre sus miembros fueran muy estrechos y positivos. Es cierto que entre los judíos existía el divorcio, a favor del varón, y que la mujer estaba completamente sometida a la voluntad de su padre mientras era soltera y de su esposo cuando se casaba; pero esto se vivía con naturalidad, pues no existían los criterios y movimientos de autonomía femenina que existen en nuestra época, ni los juicios de “machismo” o “sexismo” para ciertas actitudes, como tenemos hoy. Otra cosa muy distinta es la actitud de Jesús frente a su familia una vez comenzada su misión. Sabemos por los evangelios que abandonó su casa, que no formó una familia propia sino que se dedicó por entero a su vocación de proclamar la Buena Noticia; que cuando su familia intentó ponerle alguna traba, recordándole quizá sus obligaciones, Jesús reaccionó con independencia soberana. No obstante todo eso, el evangelista san Juan nos presenta a la madre de Jesús al pie de la cruz, y san Lucas la coloca claramente entre los miembros de la Iglesia naciente.

El pasaje de la carta paulina a los Colosenses es una exhortación a la vida de amor en el seno de una comunidad cristiana. Si Dios nos amó y nos perdonó en Jesucristo, también nosotros debemos amarnos y perdonarnos los unos a los otros. La Iglesia es como una gran familia que vive en la presencia del padre Dios con los sentimientos tan elevados y nobles que San Pablo enumera en su carta: misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión, perdón mutuo, paz... Se nos llega a decir que somos un solo cuerpo y que Cristo es como el árbitro en nuestro corazón.
Obviamente, los textos neotestamentarios nos trasladan el modelo de familia propio del tiempo, si es que se pudiera decir que sólo hubo un modelo... Hoy, como ayer, no tenemos un único modelo de familia, existen diversas formas que unas veces funcionan y otras no. Pero los valores cristianos, los valores del Reino, se pueden vivir en cualquier tipo de familia; es algo que sabemos muy bien. El tema de los modelos de familia es actualmente el centro de un debate, pluridisciplinar, en el que la teología y la moral cristiana no pueden imponer su opinión sobre la sociedad. Es cierto que para la tradición, el actual debate sobre los modelos de familia representa una auténtica revolución. Pero más allá de la sorpresa y del desconcierto, debemos confiar en que la humanidad encontrará su discernimiento adecuado. Mientras, el respeto a los demás, la humildad, y la colaboración positiva, será nuestro mejor aporte como cristianos a este problema que debe resolver la sociedad, la Humanidad, no las decisiones autoritarias de las instituciones religiosas.

En el evangelio de San Mateo se nos presenta un momento concreto de la vida de la sagrada familia: el de su huida a Egipto para evitar la persecución desatada por Herodes. ¿Acaso no debemos admirar la valentía, la solicitud y la prudencia con que José cumple las instrucciones del ángel, y la docilidad de María, según este bienintencionado relato? ¿Acaso no es el pasaje un símbolo de la providencia paternal de Dios sobre estos humildes esposos, a los cuales ha confiado los primeros pasos de su enviado? José buscó para los suyos, siguiendo las inspiraciones divinas, un lugar tranquilo y seguro, en donde pudieran vivir honestamente, dedicados a sus humildes oficios, en la paz doméstica. Por todo esto la Iglesia propone a las familias cristianas este ejemplo: el de la sagrada familia de Nazaret, en la que seguramente se daban las virtudes de que se nos habla en las dos primeras lecturas.
Mirando un poco más allá del cuadro idílico de la casa de Nazaret, podemos hacernos esta reflexión: la familia no fue para Jesús un obstáculo a la hora de emprender su tarea salvadora. Seguramente María sintió la separación de su hijo. Como toda madre hubiera querido retenerlo junto a la seguridad de su amor. Pero, como toda madre consciente, comprendió que su hijo debía ser él mismo, debía encontrar el sentido y la meta de su existencia, y a este deber ella se plegó humilde y amorosamente, ella que sabía de escuchar la Palabra y acogerla en el corazón.

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 137, «Perdidos en el Templo», de la serie «Un tal Jesús», de los hnos. López Vigil. El guión y su comentario pueden ser tomados de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1600137 Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap137b.mp3 

Para la revisión de vida

          No hay un único modelo de familia cristiana, y en cualquier tipo humano de familia se puede vivir según el espíritu cristiano; eso es algo que lo sabemos muy bien; pero, sea del tipo que sea mi familia, ¿trato de vivir en ella los valores evangélicos? ¿Cómo? ¿Qué espera más de mí mi familia?

Para la reunión de grupo

-                 El quinto mandamiento del Decálogo corresponde con nuestro cuarto mandamiento, y reza así: “Honra a tu padre y a tu madre”. ¿Es un mandamiento judío, o cristiano? Por otra parte, ¿sería un mandamiento «revelado» o «natural»? ¿Por qué?
-                 San Pablo no nos propone nada específica y originalmente cristiano sobre cómo ser cristiano en casa; nos propone una ética familiar llena de lógica sensata y entrañablemente humana. ¿Es que no hay una «ética o moral cristiana de la familia»? ¿Por qué?
-                 ¿Hay un «modelo cristiano» de familia? ¿En qué sentido?
-                 El Evangelio, ¿nos da una lista de valores que podríamos calificar como propios de una familia cristiana o, simplemente, nos invita a que nuestra familia esté abierta a Dios para que acojamos confiadamente su palabra y su plan en nuestras vidas?
-                 La moral cristiana sobre la familia ¿debe estar recogida en la legislación civil? ¿Por qué? Repasemos el caso del divorcio, por ejemplo. (Abordar otros casos, si da tiempo).

Para la oración de los fieles

-                 Por toda la Humanidad, para que los cristianos colaboremos a hacer de ella una verdadera familia en la que no haya discriminaciones sino que reinen la justicia, el amor y la fraternidad. Oremos.
-                 Por todos cristianos, para que seamos solidarios en la tarea de hacer de este mundo una única familia humana llena de paz y fraternidad. Oremos.
-                 Para que ayudemos a construir una sociedad que ayude a las familias a vivir el amor, sin imponer un modelo único de familia, ni siquiera «el modelo cristiano»...
-                 Por las familias cristianas, para que estén abiertas a todas las transformaciones positivas que vive hoy la institución familiar. Oremos.
-                 Por las familias rotas, los hijos que sufren las consecuencias de una separación, los que estén alejados de sus familias, los que no aciertan a saber convivir con los suyos. Oremos.
-                 Por las familias sin vivienda, sin trabajo, emigrantes. Oremos.
-                 Por nuestras familias, para que vivamos en coherencia con nuestra fe, trabajando por el Reino. Oremos.

Oración comunitaria

          Dios, Padre nuestro, que en la Sagrada Familia nos enseñas cómo hemos de buscar siempre y por encima de todo tu voluntad; enséñanos a parecernos a ella para que, unidos por los lazos del respeto, la comprensión y el amor, trabajemos siempre por tu Reino. Por Jesucristo.
          O bien:
          Oh Dios, Padre, Madre, Amante, Amigo, Amiga... Familia primordial, origen fontal del Ser, raíz última de la Realidad... Tú, Misterio inefable que no eres encuadrable en nuestras categorías familiares, danos tu Luz y tu Fuerza para que nos ayuden a vivir según tu mismo Amor, con libertad y creatividad. Nosotros te lo pedimos por Jesús, hijo tuyo y hermano nuestro.

2013-12-24

NATIVIDAD DEL SEÑOR 2013

Servicio Bíblico Latinoamericano
Miércoles 25 de diciembre de 2013
Natividad del Señor


Misa del día

Is 52,7-10: Verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios
Salmo 97: Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Heb 1,1-6: Dios nos ha hablado por el Hijo
Jn 1,1-18: La Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros

 


Hoy celebramos la fiesta del nacimiento de Jesús de Nazaret, pero en realidad en esta fiesta hay muchos componentes, de muy diverso género, y no sería bueno tratarlos todos como dimensiones teológicas racionalmente interpretables. Hay también elementos culturales, sociales, históricos, afectivos... Esta mezcla hace desaconsejable echar mano sólo de la lupa teológica racional. Quizá es ésta una fiesta en la que hay que dejar a un lado esa perspectiva, y hacernos niños, y celebrar con la ingenuidad de ese niño/a que todos/as llevamos dentro.
Pero digamos una palabra sobre cada lectura.
La lectura de Isaías es un canto de alabanza de la próxima liberación de Jerusalén. Dos imágenes enmarcan la lectura, por una parte la de los mensajeros que sobre los montes de Judá traen la noticia de la próxima liberación, y gritan: ¡Yahvé reina! La segunda imagen es la de los centinelas que prorrumpen en júbilo porque ven el retorno de Yahvé a Sión y exclaman alborozados como el Señor ha consolado a su pueblo y ha rescatado a Jerusalén. Y es que en el contexto en que se escribe el libro de Isaías, la mayoría del pueblo de Israel se encuentra exiliado en Babilonia, son esclavos de los Asirios. Sin embargo, ven como muy positivo que Darío asuma el poder, pues ponen sus esperanzas en que el será el «rescatador», que les permitirá retornar a su tierra. Esta realidad es inminente, por lo que el escritor canta ya la alegría del retorno a la tierra. Para nosotros hoy, esos pies del mensajero anuncian el nacimiento del Señor, y nosotros, como los centinelas, proclamamos alegres la presencia del salvador que se hace vida en medio de nosotros.
El salmo responsorial corresponde a un himno de alabanza dirigido a Yahvé porque ha obrado maravillas y porque ha revelado la justicia a las naciones acordándose de la lealtad de Dios a Israel. El salmista invita a toda la creación (mar, ríos y montes) a aclamar a Yahvé que llega a juzgar el mundo con justicia y los pueblos con equidad. Esa felicidad la compartimos nosotros con el salmista cuando recibimos a Jesús que llega, que nace. Él es Dios mismo que se convierte en Buena Noticia, anuncio de salvación para todos los pueblos, que asume nuestra condición humana y por ello estamos alegres y cantamos llenos de júbilo y esperanza.
La carta a los hebreos refuerza aún más la alegría de esta celebración de la Natividad del Señor Jesús. Expresa que «muchas veces y de múltiples maneras habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas, pero en estos últimos tiempos nos habló por medio de su Hijo a quien instituyó heredero de todo. Hermanos, estamos en los últimos tiempos pues la revelación a llegado a su plenitud en Jesucristo. Él es imagen de Dios invisible, quien le ve a él ve al Padre; pues al asumir la condición humana y al nacer en un establo, como un hombre pobre; Dios se ha manifestado como solidario con todos los hombres de la tierra y por medio de Jesús ha mostrado el camino de la salvación.
La liturgia de hoy, la de la misa del día, como la más solemne –porque otra es la de la media noche–, proclama el prólogo del evangelio de Juan. Un texto bien solemne, y muy especial. Haríamos mal en leerlo como cualquier otro de los relatos evangélicos de la Navidad, en torno al nacimiento de Jesús, como los evangelios de la infancia. El texto de Juan pudo ser escrito treinta años más tarde, el último de entre los textos evangélicos hoy canónicos, en torno al año 100 d.C. Entenderlo como un relato «descriptivo» que nos trasmite información sobre «cómo sucedieron las cosas», información transmitida a Juan evangelista por revelación directa. Hoy la ciencia bíblica enfoca este texto con otra luz, conoce mejor su naturaleza y sabe que se trata de otra cosa.
En todo caso, es un texto clave, uno de los pocos textos de los que se puede decir que han sido sencillamente decisivos para la configuración concreta del desarrollo del cristianismo. Muchos opinan que, hablando de una manera cuasiliteraria, fue Pablo el creador del cristianismo, más que los evangelios sinópticos por ejemplo. Otra opinión también común es la de que quien fundó el cristianismo fue Juan, al fundamentarlo con esta visión fantástica genial que catapultó la reflexión sobre Jesús a su máxima dimensión.
Más allá de lo que de este texto hubiera de ser retenido o no, la dimensión de encarnación que daría al cristianismo lo ha marcado, realmente. Encarnación, y su complemento, la divinización, son como una columna vertebral del cristianismo, y una de las marcas registradas de su espiritualidad y su compromiso histórico.
En la dimensión concreta de la historicidad, ya sabemos: no tenemos ninguna noticia histórica de la fecha del nacimiento de Jesús. El 25 de diciembre fue tomado de la fiesta romana del nacimiento del Sol, pues a partir de ese día –hoy sabemos que no exactamente– comienza a aumentar el tiempo de insolación (en el hemisferio norte, obviamente); el Sol superaba su período anterior invernal, de muerte y disminución. Si a Jesús se le llamaba «el Sol de Justicia», qué mejor fecha para datar su nacimiento que el día del nacimiento del Sol astronómico, que en el mundo romano era considerado divino.
Puede ser interesante tener la curiosidad de examinar la letra de algunos de los «villancicos» tradicionales más comunes. Podrá observarse que en muchos casos su letra, en verdad, es teológicamente pobre, y a veces, realmente insostenible. «Pero funciona», es decir: en el sentimiento religioso, la racionalidad tiene poco que decir. Lo religioso es pluridimensional; es también afectivo, estético, fruitivo, contemplativo... y sí, también intelectual y racional.
Pero hoy, Navidad, manda el Niño Jesús, y el niño que llevamos dentro cada uno de nosotros. Démosle libertad completa.


Para la revisión de vida

          En todo caso, la Navidad es fiesta de humanización, que celebra lo más humano de la vida: el amor, la ternura, la familia, la solidaridad... ¿Qué debo hacer para que no se me escape la Navidad, para vivirla a fondo?

Para la reunión de grupo

-                 Recordemos la «infraestructura» de la fiesta de la Navidad: Coincide con el comienzo del invierno astronómico, cuando los días comienzan a crecer... Era una fiesta también romana, y fue la Iglesia quien «cristianizó» esa fiesta poniendo en ella la celebración del nacimiento de Jesús. ¿Qué nos inspira todo esto?
-                  En el centro de la Navidad está el tema de la encarnación: Dios se ha hecho ser humano. Si el grupo lo cree oportuno, comentar el conocido tema de «La metáfora del Dios encarnado», título del libro de John Hick. (En la RELaT –servicioskoinonia.org/relat– hay dos capítulos del mismo; ver el libro en tiempoaxial.org)
-                 La navidad es en algunos países el período en que más suicidios se producen, sobre todo por parte de personas que viven solas, apartadas de la familia, o sin familia... Todos podemos aventurar una interpretación y hacer alguna reflexión.

Para la oración de los fieles

-                 Por todos los hombres y mujeres del mundo, especialmente por los más necesitados, para que acojan con amor y alegría al Dios que a todos sale al encuentro, a cada uno por sus propios caminos religiosos, roguemos al Señor
-                 Para que el nacimiento de Jesús nos dé la confianza y el optimismo de saber que Dios no abandona a la Humanidad, y que a toda ella la guía y conduce...
-                 Para que el ambiente social navideño vaya acompañado en nuestras vidas por una vivencia intensa del misterio de la navidad, con oración y contemplación llena de paz y de agradecimiento...
-                 Por todos los que están lejos de sus hogares, o no tienen familia, o están en soledad obligada o voluntaria; para que experimenten gozosamente la comunión y el amor por encima del cerco soledad que les rodea...
-                 Para que el ambiente de la navidad propicie en nuestros hogares el necesario clima de amor y ternura que durante la vida diaria nos es más difícil...

Oración comunitaria

          Dios, Padre Nuestro, que en Jesús nos has dado tu Palabra, hecha carne y sangre, fuerza y ternura, muerte y resurrección; te pedimos nos des la fuerza necesaria para seguir sus pasos por el camino que él nos trazó para llegar hasta ti, abrazando en nuestro caminar hacia ti a todos los hermanos y hermanas. Por Jesucristo Nuestro Señor.

2013-12-17

Aadv4_Mt1,18-24: Jesús nacerá de María (SBL20131222)


Servicio Bíblico Latinoamericano
Domingo 22 de diciembre
Domingo 4º de Adviento - Ciclo A
Clotilde, reina y viuda (a. 545)

Is 7,10-14: La virgen está encinta y dará a luz un hijo
Salmo Responsorial 23: Que entre el Señor, el rey de la gloria
Rom 1,1-7: Jesucristo, de la estirpe de David, Hijo de Dios
Mt 1,18-24: Jesús nacerá de María



Vamos a hacer en primer lugar un comentario litúrgico-pastoral a estos textos bíblicos en una línea más bien tradicional. Luego una nota crítica.
El pasaje de Isaías que escuchamos hoy resuena ese anuncio esperanzador del nacimiento de alguien que estará permanentemente inserto en medio de su pueblo. Al parecer estas palabras del profeta al rey Acaz se dieron en un contexto en el que las esperanzas del mantenimiento de la seguridad del reino de Judá se centraban más en el poder político y militar, dejando a un lado la confianza en YHWH. Isaías ha visto los afanosos intentos del rey para aliarse con sus vecinos en orden a defenderse de las amenazas del reino del norte, quienes a su vez se han aliado con otros para defenderse del poderoso de turno.
Para despertar de nuevo la confianza en Dios, el profeta se vale de un hecho probablemente histórico, el embarazo de alguna de las doncellas del rey. Así como esa joven dará a luz un primogénito, del mismo modo enviará Dios un descendiente davídico que asuma los destinos del pueblo, en medio del cual estará siempre; por eso su nombre “Emmanuel”, Dios con nosotros. Con base en esta profecía, se fue fomentando la idea de que el Mesías nacería de una virgen. Toda primeriza en Israel albergaba la esperanza de ser la madre del Mesías; todo ello debido a la misma terminología empleada tanto en el hebreo como en el griego y luego en nuestra lengua. Cuando Mateo relata la concepción de Jesús, se hace eco de esta profecía de Isaías y lo cita textualmente.
La segunda lectura está tomada de la carta de san Pablo a los romanos, más exactamente se trata del encabezamiento de la carta. Allí relata Pablo a los cristianos de Roma su vocación al apostolado, para lo cual fue elegido por el mismo Dios. Para Pablo está claro que el evangelio que él predica es Jesucristo mismo, su persona, su obra, su muerte y resurrección. Es muy importante para el apóstol subrayar que este Jesús es descendiente de David en cuanto a lo humano, pero que Dios le otorgó su Espíritu constituyéndolo en Mesías todopoderoso, Señor Único, resucitándolo de entre los muertos. Otra cosa que recalca Pablo es que su actividad evangelizadora le ha sido otorgada por puro don, por vocación; de ahí que su preocupación haya sido durante toda su vida el dar a conocer a la noticia de Jesucristo especialmente a los gentiles.
En el evangelio, Mateo nos narra el origen de Jesucristo. María estaba desposada con José, pero aún no vivían juntos. Ello indica que estaban en un período que llamaban desposorio o compromiso matrimonial, período que podía durar de seis meses a un año, tiempo prudente para el esposo construir o acondicionar la casa en donde recibiría a su esposa. En el entretiempo la novia seguía viviendo con sus padres, dependiendo de su papá hasta que pasara formalmente a depender de su marido. La promesa de matrimonio o desposorio implicaba completa fidelidad al novio; todo acto de infidelidad era adulterio, y como tal podía ser castigado conforme a la ley mosaica.
En esas circunstancias, pues, nos narra el evangelio que María resultó embarazada; pero aclara diciendo “por obra del Espíritu Santo”. El hecho haría sentir muy mal a José; sin embargo, agrega Mateo, que “era un hombre justo, y para no exponerla a la infamia, decidió abandonarla en secreto”. José hubiera podido hacer valer sus derechos, exigir el castigo previsto por la ley; con todo, sin darse cuenta, va colaborando también él con los planes divinos.
En estos planes divinos no todo está garantizado, pues en ellos también están involucradas la libertad y la voluntad humanas. Es una constatación que podemos hacer en toda la historia de la salvación partiendo desde el mismo paraíso. Parece que los planes de Dios caminaran sobre el filo de la navaja (!). Un ejemplo de ello lo tenemos en el relato que hoy nos cuenta Mateo.
Pero en esos planes hay siempre una cosa muy importante que se llama diálogo. Precisamente en el diálogo con el ángel que le habla en sueños a José se nos muestra cómo Dios va incorporando a su proyecto a sus mismas criaturas. El silencio de aceptación de José es la respuesta que Dios nos pide también a nosotros. Le ponemos muchas trabas y condiciones a la obra de Dios. A veces intentamos “corregir” la manera como Dios actúa; ¡no es necesario! Basta que pongamos nuestra fuerza y voluntad al servicio del plan de Dios, lo demás Él sabe cómo lo hace.
Aunque en nuestro pasaje se resalta la figura de José en su duda, en su aceptación de ser padre de Jesús y de ponerle el nombre, la verdad es que María, que apenas es nombrada, está también allí recordándonos su actitud de fe y sumisión a los planes de Dios que son vida para el hombre y la mujer de todos los tiempos.

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 133 de la serie «Un tal Jesús», de los hnos. López Vigil, titulado «Una noche de dudas». El guión del texto, y su comentario, puede ser tomado de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1600133 Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap133b.mp3

Como nota crítica podríamos decir algo que hace mucho tiempo que es ya un «lugar común» en el mundo bíblico: los profetas no fueron en su tiempo adivinos del futuro, ni muchas de las cosas que los primeros cristianos creyeron ser «cumplimiento de lo anunciado por las Escrituras» realmente lo fueron. Ese esquema apologético de que lo sucedido en Jesucristo estaría previsto y anunciado en el pasado, hace tiempo que ha sido abandonado en los estudios bíblicos. Más. Desde hace apenas unos años, menos de veinte, se está hablando de una nueva ola, un «revolcón» en el tema de la historicidad bíblica. Ya sabíamos que había muchas cosas y figuras (importantes) de la Biblia que no eran literalmente histórica. Los grandes especialistas bíblicos ya exhibían hace tiempo una visión bastante matizada de la base histórica de la Biblia. Los planteamientos concordistas de La Biblia tenía razón, aquel famoso libro, hace mucho tiempo que no gozan de audiencia. Pero en los últimos años, como decimos, se ha dado un cambio significativo de postura. Hay toda una corriente arqueológica última, la más actual, que se pronuncia ya con claridad por una postura bastante más radical sobre la historicidad. No quieren ya utilizar la arqueología para ornamentar con curiosidades la ciencia bíblica, sino que creen que debemos ser honrados y someter los estudios bíblicos a lo que la arqueología descubre y cree poder probar. Es, de alguna manera, una nueva edición del conflicto entre la ciencia y la fe, pero a estas alturas la solución del conflicto está ya muy precocinada, y no caben componendas. Ya no vamos a condenar a Galileo, ni a los arqueólogos.
No podemos entrar aquí en más profundidad. Remitimos a un libro clave, de Finkelstein, La Biblia desenterrada. Una nueva visión arqueológica del antiguo Israel y de los orígenes de sus textos sagrados, Siglo XXI Editores, Madrid y Buenos Aires, 2003.

Concretamente en torno a la Navidad, para grupos más críticos o formados, puede ser bueno estudiar a fondo el tema del significado de la encarnación, tanto del misterio en sí mismo, cuanto de los relatos evangélicos correspondientes. Hay propuestas teológicas muy interesantes que merecen atención, como «La metáfora de Dios encarnado» de John HICK (tiempoaxial.org), o «Jesús, hijo de mujer» de John Shelby SPONG (en la biblioteca de Koinonía, servicioskoinonia.org/biblioteca), o el estudio sobre «Las narraciones de la Natividad de Jesús» de Mariano CORBÍ, en la RELaT (servicioskoinonia.org/relat), el nº 381. Otras muchas ideas y sugerencias pueden verse en servicioskoinonia.org/pastoral en tiempo previo a la Navidad. 

Para la revisión de vida

          En esta última semana de adviento, trato de hacer una revisión de mi vida sobre cómo me estoy preparando para vivir la conmemoración del nacimiento de Jesús.
          ¿Voy a estar atento a no caer en esa tentación que se ha hecho clásica ya, la de la identificación de la navidad con el consumismo?
          ¿Voy a vivir especialmente en esta navidad la solidaridad con los pobres?

Para la reunión de grupo

-                 Retomar la lectura de todo el cap. 7 de Isaías, una vez leído, discutir y asimilar las notas explicativas que trae la Biblia Latinoamericana.
-                 Leer de nuevo el pasaje de Mateo y estudiar la nota a este pasaje en la Biblia Latinoamericana.
-                 Escuchar y/o leer el capítulo 133 de “Un tal Jesús” y comentar en el grupo lo que nos sugiere sobre esta vivencia de la Navidad.
-                 Tomar esos materiales de profundización sugeridos más arriba, y organizar una o varias sesiones de estudio.

Para la oración de los fieles

-                 Por los cristianos de todas las confesiones, para que por encima de nuestros intereses de grupo, seamos capaces de transparentar en el mundo la presencia única y permanente de Dios. Oremos...
-                 Para que nuestra vida personal y grupal sea fiel reflejo del amor del Padre manifestado en su Hijo. Oremos...
-                 Para que esto en estos días de Navidad no olvidemos a los más necesitados de nuestras comunidades. Oremos...
-                 Para que la Navidad deje en nosotros frutos de una conversión sincera y de una adhesión incondicional a los planes del Padre... Oremos...

Oración comunitaria

          Padre bueno y misericordioso, cuando hacemos nuestra propia voluntad nos perdemos, se diluye el sentido de nuestra vida y arrastramos a muchos a la perdición; que al contemplar hoy a María y José obedientes a tu voluntad, sintamos también nosotros el placer y la necesidad de adherir a Ti nuestro ser y nuestra voluntad. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

2013-12-14

Aadv3_Mt11,2-11: ¿Eres tú el que ha de venir? (SBL20131215)


Servicio Bíblico Latinoamericano
Domingo 15 de diciembre de 2013
Domingo 3º de Adviento - Ciclo A
María de la Rosa, fundadora (a. 1855)

Is 35,1-6.10: Dios viene en persona y los salvará
Salmo Responsorial 145: Ven, Señor, sálvanos.
Sant 5,7-10: Manténganse firmes, porque la venida del Señor está cerca
Mt 11,2-11: ¿Eres tú el que ha de venir?





La primera y la segunda lectura de hoy, del profeta Isaías y del apóstol Santiago, coinciden en el mensaje: merece la pena esperar, hay que esperar, debemos esperar, porque viene nuestro Dios, él mismo viene en persona, y trae el desquite... Hay que tener paciencia, porque es inminente su llegada, ya está a la puerta...
No dudamos de que esta forma de plantear la esperanza, de vivirla y de transmitirla, ha sido útil y muy eficaz para muchas generaciones anteriores a nosotros, pero tampoco dudamos de que hoy día, ese planteamiento pudiera no servir ya.
- Este motivo aducido clásicamente para fundamentar la esperanza (de que Alguien viene, alguien va a irrumpir apocalípticamente en nuestra vida, incluso con inminencia, y de que nuestra esperanza consista en «esperar» (de espera, no de esperanza) su llegada... no resulta hoy ya plausible.
- Ese esquema conceptual según el cual Dios ha anunciado que vuelve, en una segunda venida que sellará el final del mundo, y que nosotros estamos por tanto en un tiempo intermedio, incierto y amenazado por la espada colgante (de Damocles) de esa sorpresa divina que llegará como la visita del ladrón, ha sido una imagen poderosa, que ha cautivado la atención de muchas generaciones, pero que hoy empieza ya a no funcionar.
- Esa idea de que debemos esperar que en el futuro Dios va a castigar a los malos... y así «poner las cosas en su sitio» y vengar las maldades de los que nos han hecho daño... probablemente fue muy efectiva en otro tiempo, como lo ha sido en pedagogía todo lo referente a los premios y castigos, las buenas y las malas notas, pero hoy ya muy pocas mentes lúcidas pueden aceptar que la pedagogía humana infantil pueda ser atribuida al misterio existencial del ser humano.
Aquellas generaciones tenían una comprensión del mundo fundamentalmente religiosa, inserta en las coordenadas de la descripción del mundo que las mismas religiones habían elaborado: un mundo que consistía esencialmente en un «plan de Dios» para poner una prueba al ser humano y llevarlo a otra vida, mejor o peor según mereciera premio o castigo. Dentro de ese «pequeño mundo», dentro de esa cosmovisión religiosista que ocupó por milenios el imaginario de nuestros mayores, funcionaba el hablar de una segunda venida, de la prueba que Dios nos pone, de la amenaza que supone la posible sorpresa del Dios que viene e irrumpe en el mundo para finalizarlo e inaugurar otro eón, el de los premios y castigos. Este imaginario religioso (tradicional, antiquísimo, milenario...) está agotándose, desapareciendo con las generaciones mayores, desvaneciéndose y perdiendo vivacidad y plausibilidad en las generaciones medias, y siendo rechazada en las generaciones jóvenes, en las que no logra ya implantarse. La transmisión de ese tipo de fe se está interrumpiendo.
En el nuevo imaginario o cosmovisión que muchos estamos adquiriendo, fundamentado en la nueva imagen que la cosmología y el conjunto actual de las ciencias nos ofrecen, ya no cabe concebir la realidad tan «antropocéntricamente» como para pensar que todo consiste y todo se reduce a «un plan que Dios ha hecho para probar al ser humano». Al ser humano actual no le resulta ya plausible una espiritualidad que le dice que él es el centro del cosmos, y que este cosmos «ha sido creado simplemente para servir de escenario al drama humano de su salvación ultraterrena»... Y no le resulta plausible tampoco que el misterio tan respetable del más allá sea asociado con y puesto al servicio de la amenaza de castigos o la promesa de premios...
¿Es posible ser cristiano sin aceptar estas imágenes que hoy sentimos como no incorporables a nuestra cosmovisión? Sí, lo es, al costo de purificar nuestra esperanza -y, más ampliamente, nuestra cosmovisión religiosa global- de aquellas imágenes propias de un tiempo que ya no es el nuestro.
En realidad, lo que importa es el contenido profundo, la experiencia espiritual, la dimensión de esperanza (en este caso), no el soporte de categorías, esquemas mentales, cosmovisiones apocalípticas o esquemas de concepción del tiempo de los que echaron mano nuestros antepasados. El cristianismo, a lo largo de su historia, ya ha abandonado muchas imágenes que en su tiempo fueron comunes, que luego se oscurecieron, y que finalmente nos resultaron inaceptables (de algunas de las cuales hoy incluso nos avergonzamos). Durante muchos siglos el predominio del pensamiento estático, el supuesto de la ahistoricidad y la negación del carácter evolutivo de todo, nos ha querido hacer pensar que no podemos cambiar nada, que debemos creer a la letra lo que expresaron nuestros mayores, sin remontarnos a revivir su misma experiencia profunda pero con libertad y creatividad, y que nada puede ser innovado. Pero la misma historia está ahí para mostrar lo contrario a quien sepa y quiera verlo. Y también está ahí el presente: son muchos ya, de hecho, los cristianos/as que «creen de otra manera».

El evangelio de Mateo nos presenta la llamada «prueba mesiánica». Juan el Bautista desde la cárcel manda emisarios para preguntarle a Jesús si es él el esperado o si deben esperar a otro. Jesús no responde con algunas pruebas teologicas, ni con citas bíblicas apologéticas, o con algunos dogmas o doctrinas, sino que se remite y remite a los consultantes a los puros hechos, que pueden ser «vistos y oídos»: «los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan limpios... y a los pobres se les anuncia el Evangelio, la Buena Noticia». Estos «hechos», estas buenas noticias, son la prueba de identidad del Mesías. Y serán, tienen que ser, la prueba de identidad de quienes sigan al Mesías, al Xristós, o sea, los «cristianos». Sólo si nuestra vida produce esos mismos hechos, sólo si somos «buena noticia para los pobres», sólo entonces estaremos siendo seguidores de aquel Mesías, del Xristós, o sea, «cristianos».

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 45 de la serie «Un tal Jesús», de los hnos. López Vigil, titulado «Una pregunta desde la cárcel». El guión del texto, y su comentario, puede ser tomado de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1200045 Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap45b.mp3

Respecto al tema de los premios y castigos eternos, repetimos aquella indicación bibliográfica para quienes puedan leerlo en inglés –mientras está a punto de salir en castellano en la colección «Tiempo axial» (tiempoaxial.org)–, el libro de John Shelby SPONG, Eternal Life: A New Vision. Beyond religion, beyond theism, beyond heaven and hell. HarperCollins Nueva York 2009. Las palabras del subtítulo son muy elocuentes. 

Para la revisión de vida

          Detengámonos un momento en nuestro camino de evangelizadores y tratemos de configurar de nuevo en nuestra vida la imagen de Jesús: ¿coincide esa imagen con la que nos revelan los evangelios? Preguntémonos: “eres tú, o debemos replantearnos tu imagen?

Para la reunión de grupo

-                 ¿El mundo se va a acabar, puede ser que se acabe «con la segunda venida de Cristo»? ¿Es dogma de fe? ¿Qué fundamento tiene esto? ¿Y qué significaría en todo caso? ¿Es un elemento esencial del «relato» cristiano? ¿Qué es lo que sería esencial, la expresión o su contenido profundo? ¿Y cuál es ese contenido? Se puede ser cristiano y «creer» en el mundo que la ciencia nos presenta hoy día? Alguien puede preparar este tema con una reflexión-planteamiento del tema. Luego se conversa y dialoga abiertamente, y alguien finalmente trata de expresar una conclusión común, aunque no sea única.
-                 Retomemos la respuesta de Jesús a los mensajeros de Juan, ¿cuáles son las señales que Jesús ve como la prueba de su mesianismo? ¿Valen esas mismas señales para probar la identidad del seguidor del Mesías? Poner algún ejemplo: ¿en qué situaciones, actitudes, personas, grupos... creemos que hoy se dan esas buenas noticias, esas pruebas de estar compartiendo la misión del Mesías... y en cuáles no?

Para la oración de los fieles

-                 Por los que viven sin esperanza o en tristeza, para que Cristo Salvador los llene de fortaleza y de alegría. Roguemos al Señor.
-                 Por nuestros grupos y comunidades, para que a pesar de las dificultades e injusticias que enfrentamos cada día, seamos capaces de sembrar esperanza y luchar con entusiasmo evangélico por un mundo mejor. Roguemos al Señor.
-                 Por los que hemos sido llamados a trabajar de manera directa en el anuncio del Evangelio, para que el Jesús que predicamos sea el que realmente vivimos y seguimos. Roguemos al Señor.
-                 Por todas las iglesias que confiesan su fe en Jesús, para que más allá de los intereses de grupo sepamos poner todos nuestros esfuerzos a favor de la paz, la unidad y la fraternidad. Roguemos...

Oración comunitaria

          Padre bueno, al acercarnos a la celebración de la fiesta entrañable de la Navidad te pedimos que acrecientes nuestra esperanza, para que nunca desistamos del esfuerzo por crear un mundo en el que el amor sea posible. Nosotros te lo pedimos por Jesús de Nazaret, hijo tuyo y hermano nuestro, cuyo nacimiento nos aprestamos a celebrar. Amén.

          Oh Fuerza vital que nos constituyes, que nos has hecho brotar de la Vida, como Materia organizada y consciente, que se mantiene y se sostiene contra el embate del Tiempo, que tiende continuamente a disolverla... Nos entregamos a tu abrazo poderoso que nos ha traído al ser, nos mantiene en él, y un día nos abrazará plenamente hasta absorbernos en su seno y mantenernos ya para siempre unidos a Ti... Amén.

2013-12-02

Aadv2_Mt3,1-12: Vuelvan a Dios porque ya llega su reinado (SBL20131208)


Servicio Bíblico Latinoamericano 
Domingo 8 de diciembre de 2013 - Ciclo A
2º de Adviento
Beato José María Zabal Blanco, mártir (a. 1936)

Is 11,1-10: Juzgará a los pobres con justicia
Salmo Responsorial 71: En sus días florecerá la justicia y brillará la paz
Rom 15,4-9: Mantengamos la esperanza que infunden las Escrituras
Mt 3,1-12: Vuelvan a Dios porque ya llega su reinado


La primera lectura es uno de esos varios preciosos textos de Isaías, y de los profetas bíblicos en general, que nos «describen» la «utopía» bíblica. Por definición, la u-topía «no tiene lugar», no se la puede encontrar, todavía no se ha concretado en ningún sitio, no existe... y en ese sentido tampoco se puede describir cómo es. Pero si hablamos de la utopía -y si incluso soñamos con ella- es porque sí tiene alguna forma de existencia. No existe concretamente... «todavía». Como decía Ernst Bloch, no sólo existe lo que es, sino lo-que-no-es-todavía (el “noch nicht Sein”). No es, pero puede ser, quiere ser y, como podemos comprobar de tantas maneras, lucha por llegar a ser.
El pensamiento utópico, es un componente esencial del judeocristianismo. No lo es de otras religiones, incluidas las grandes religiones. No hay sólo un tipo de religiosidad. Podemos encontrar varias corrientes en las religiones (neolíticas, de los últimos cinco mil años). Unas experimentan lo sagrado sobre todo en la conciencia (la interioridad, el pensamiento silencioso, la experiencia de la iluminación, de la no dualidad... una especie de estado modificaco de conciencia), otras lo experimentan en la naturaleza, en la experiencia cósmica... (la experiencia de sintonía con la naturaleza, de unidad e interdependencia con ella, de su sacralidad imponente, de la Pachamama... lo que Mircea Elíade llama la «experiencia uránica» que todos los pueblos han sentido al contemplar la belleza del cosmos). Las religiones abrahámicas, por su parte, han experimentado lo sagrado en la historia, por medio de la fe, la esperanza y el amor, a través del llamado de una Utopía de Amor-Justicia.
Ésta última es, concretamente, el ADN de nuestra religión. Todo lo demás (doctrina, moral, liturgia, institución eclesiástica...) añade, reviste, completa... pero la esencia de la religiosidad abrahámica es esa fuerza de la experiencia espiritual mediante el llamado de la Utopía del Amor-Justicia. Que, por ser “amor-justicia”, obviamente, siempre estará de parte de los pobres, de los “injusticiados”, en cualquier nivel o tipo de injusticia (económica, cultural, racial, de género...).
Los profetas, Isaías en el caso de la lectura de hoy, «describe» la Utopía, o «cuenta el sueño» que le anima: un mundo amorizado, fraterno, sin injusticia, sin injusticiados, en armonía incluso con la naturaleza... La Utopía fue tomando en Israel el nombre de «reinado de Dios»: cuando Dios reina el mundo se transforma, la injusticia deja lugar a la justicia, el pecado al perdón, el odio al amor... las relaciones humanas descompuestas se recomponen en una red de amor y solidaridad. El conocido estribillo del canto del salmo 71 (el de la liturgia de este domingo) lo dice magistralmente: «Tu Reino es Vida, tu Reino es Verdad, tu Reino es Justicia, tu Reino es Paz, tu Reino es Gracia, tu Reino es Amor». Donde Dios está presente y «reina», es decir, donde se hacen las cosas «como Dios manda», allí hay Vida, Verdad, Justicia, Paz, Gracia y Amor. Por eso hay que clamar con el estribillo cantado de ese salmo: «Venga a nosotros tu Reino, Señor». No hay sueño ni Utopía más grande, aunque esté tan lejana.
El adviento es, por antonomasia, el tiempo litúrgico de la esperanza. Y la esperanza es la «virtud» (la virtus, la fuerza) de la Utopía, la fuerza que la Utopía provoca, crea en nosotros para esperar contra toda esperanza. Adviento es por eso un tiempo adecuado para reflexionar sobre esta dimensión utópica esencial del cristianismo, y un tiempo para examinar si con el paso del tiempo nuestro cristianismo tal vez olvidó su esencia, tal vez arrincónó tanto la utopía como la esperanza.

El evangelio de Mateo nos presenta a Juan Bautista pidiendo a sus coetáneos la conversión, «porque el reinado de Dios [reinado “de los cielos” dirá Mateo, con el pudor reverencial judío que evita «tomar el nombre de Dios en vano»] está cerca». En aquellos tiempos de mentalidad precientífica y apocalíptica, la propensión a imaginar futuras irrupciones del cielo o del infierno servía para mover a las masas. Hoy, con una visión radicalmente distinta sobre la plausibilidad de tales expectativas apocalípticas, la argumentación de Juan Bautista ya no sirve, resulta increíble para la mayor parte de nuestros contemporáneos. No es que hayamos de cambiar (que hayamos de convertirnos) «porque el reino de Dios está cerca», sino exactamente al revés: el Reino de Dios puede estar cerca porque (y en la medida en que) decidimos cambiar nosotros (convertirnos) y con ello cambiamos este mundo... Ya no estamos en tiempos de apocalipsis (una irrupción venida de fuera y de arriba), sino de praxis histórica de transformación del mundo y de su historia (una transformación venida de abajo y desde dentro). El reinado de Dios -la Utopía, para decirlo con un lenguaje más amplio e interreligioso- no es ni puede ser objeto de «espera» (como ante algo que sucederá al margen de nosotros), sino de «esperanza» (la desinencia «anza» expresa ese matiz de actividad endógena). La esperanza es esa actitud que consiste en «desear provocando», desear ardientemente una realidad todavía «u-tópica», tratando de hacerla «tópica», presente en el «topos», en el lugar, aquí y ahora, en la Tierra, no en el cielo futuro.
Insistimos: otras religiosidades discurren por otro tipo de experiencia de lo sagrado -y ello no es malo, es muy bueno, y es muestra de la pluriformidad de la religiosidad-, pero la vivencia espiritual específicamente judeocristiana es esta esperanza activa histórico-utópica comprometida. En este Adviento podríamos hacer de esto una materia de reflexión y examen.

Por cierto, la segunda lectura, de la carta a los romanos, coincide curiosamente con este mismo enfoque esencial: «Todas las antiguas Escrituras se escribieron para enseñanza nuestra, de modo que entre nuestra paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza»... Mantener la «esperanza», mantener esa tensión de compromiso histórico-utópico es el objetivo de las Escrituras (por cierto, de todas las Escrituras, no sólo de la Biblia...). Es decir: las Escrituras fueron escritas para eso. No para fines piadosos, para fines estrictamente transcendentes o sobrenaturales... sino «para mantenernos en la esperanza», por tanto, para comprometernos en la historia, para encontrar lo divino en lo humano, el Futuro absoluto en el futuro histórico y contingente. Cualquier utilización bíblica que nos encierre en la misma Bíblia, nos separe de la vida o nos haga olvidar el compromiso histórico de construir apasionadamente la Utopía en esta tierra, será un uso malversado -o incluso perverso- de la Biblia.

El evangelio de hoy es dramatizado en varios capítulos de la serie «Un tal Jesús», de los hnos. López Vigil. Son los capítulos 2, 3 y 6. El guión -y su comentario- del capítulo 2 puede ser tomado de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1100002 Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap02b.mp3 Los guiones, comentarios y audios de los demás capítulos pueden ser encontrados en www.untaljesus.net 

Para la revisión de vida

          ¿Soy persona de Utopía? ¿Vibro por ella? ¿Puedo decir que mi vida es un «vivir y luchar por la Causa (Utopía) que Jesús nos comunicó? ¿He llegado a descubrir y vivir el cristianismo como «militancia» histórica, como construcción de un Mundo Nuevo?
          Juan es la antítesis de la sociedad de su tiempo; es decir, no se amoldó cómodamente a las maneras de ser y de pensar de sus contemporáneos. ¿Cómo me comporto yo en el ambiente en que vivo? ¿Hay algo de anuncio-denuncia en mi manera de ser y de transmitir el mensaje?

Para la reunión de grupo

-                  Recoger, reunir los pasajes bíblicos más importantes que parecen describir el mundo de la Utopía. Comentar tras su lectura.
-                 Nos sirve hoy la manera de argumentar de la predicación de Juan Bautista? ¿Por qué no?
-                 Recordar el canto del salmo 71 (de Juan Antonio Manzano), y su estribillo: «Tu Reino es Vida, tu Reino es Verdad, tu Reino es Justicia, tu Reino es Paz, tu Reino es Gracia, tu Reino es Amor. ¡Venga a nosotros tu Reino, Señor!». ¿Por qué ese estribillo es una de las mejores síntesis del mensaje cristiano y de su Utopía? Aprenderse ese estribillo como una definición muy práctica y asequible del Reinado de Dios. Ponerlo como una hermosa pancarta en nuestra casa o en el local comunitario.

Para la oración de los fieles

-                 Por nuestros grupos y comunidades células de la Iglesia, para que fieles a la misión que nos corresponde seamos capaces de anunciar valientemente el evangelio en todos los lugares.
-                 Por los que trabajan por la paz, la justicia y la prosperidad: para que descubran en su empeño el proyecto de Dios revelado en Jesús.
-                 Por las comunidades cristianas de todas las confesiones: para que nos preparaos a la conmemoración de la venida de nuestro salvador con obras de amor, justicia y de paz.
-                 Por todos nosotros para que este tiempo de adviento haga resonar en nuestros corazones las palabras de Juan que nos preparen de verdad a celebrar la llegada de Jesús.

Oración comunitaria

          Dios Padre-Madre que nos entregas todo tu amor; haz que nuestras palabras y obras muestren siempre nuestra disposición al amor y la reconciliación; aleja de nosotros toda actitud de discordia, egoísmo y violencia, y haz que el encuentro que hoy celebramos nos fortalezca en la construcción de la Utopía del “otro mundo posible” que tú nos propones ayudarte a crear. Nosotros te lo pedimos por Jesús de Nazaret, hijo tuyo, hermano mayor nuestro. Amén.

          Oh Fuerza Misteriosa que animas este proceso bio-cósmico, en el que nos sentimos inmersos sin comprenderlo ni terminar dejarnos transformar por él. Nos entregamos a Ti, Misterio de atracción irresistible, que del caos has originado este cosmos, con esa flecha meta-histórica que todo lo arrastra y lo lleva hacia adelante, también en nuestra propia vida, como en todo lo existente... Haz que nos sintamos cada vez más atraídos por Ti, Fuerza que todo lo atraes, y dejemos pasar esa Fuerza a través nuestro, para que asumida y multiplicada, siga transformando toda la realidad, esa Fuerza que eres Tú misma, que todo lo crea y lo recrea. Amén.