Servicio Bíblico Latinoamericano
Miércoles 25 de diciembre de 2013
Natividad del Señor
Misa del
día
Is 52,7-10: Verán los confines de la tierra la
victoria de nuestro Dios
Salmo 97: Los confines de la tierra han
contemplado la victoria de nuestro Dios.
Heb 1,1-6: Dios nos ha hablado por el Hijo
Jn 1,1-18: La Palabra se hizo hombre y habitó
entre nosotros
Hoy celebramos
la fiesta del nacimiento de Jesús de Nazaret, pero en realidad en esta fiesta
hay muchos componentes, de muy diverso género, y no sería bueno tratarlos todos
como dimensiones teológicas racionalmente interpretables. Hay también elementos
culturales, sociales, históricos, afectivos... Esta mezcla hace desaconsejable
echar mano sólo de la lupa teológica racional. Quizá es ésta una fiesta en la
que hay que dejar a un lado esa perspectiva, y hacernos niños, y celebrar con
la ingenuidad de ese niño/a que todos/as llevamos dentro.
Pero digamos una palabra sobre cada
lectura.
La lectura de Isaías es un canto de alabanza de la próxima
liberación de Jerusalén. Dos imágenes enmarcan la lectura, por una parte la de
los mensajeros que sobre los montes de Judá traen la noticia de la próxima
liberación, y gritan: ¡Yahvé reina! La segunda imagen es la de los centinelas
que prorrumpen en júbilo porque ven el retorno de Yahvé a Sión y exclaman
alborozados como el Señor ha consolado a su pueblo y ha rescatado a Jerusalén.
Y es que en el contexto en que se escribe el libro de Isaías, la mayoría del
pueblo de Israel se encuentra exiliado en Babilonia, son esclavos de los
Asirios. Sin embargo, ven como muy positivo que Darío asuma el poder, pues
ponen sus esperanzas en que el será el «rescatador», que les permitirá retornar
a su tierra. Esta realidad es inminente, por lo que el escritor canta ya la
alegría del retorno a la tierra. Para nosotros hoy, esos pies del mensajero anuncian
el nacimiento del Señor, y nosotros, como los centinelas, proclamamos alegres
la presencia del salvador que se hace vida en medio de nosotros.
El salmo responsorial corresponde a un himno de alabanza dirigido
a Yahvé porque ha obrado maravillas y porque ha revelado la justicia a las
naciones acordándose de la lealtad de Dios a Israel. El salmista invita a toda
la creación (mar, ríos y montes) a aclamar a Yahvé que llega a juzgar el mundo
con justicia y los pueblos con equidad. Esa felicidad la compartimos nosotros
con el salmista cuando recibimos a Jesús que llega, que nace. Él es Dios mismo
que se convierte en Buena Noticia, anuncio de salvación para todos los pueblos,
que asume nuestra condición humana y por ello estamos alegres y cantamos llenos
de júbilo y esperanza.
La carta a los hebreos refuerza aún más la alegría de esta
celebración de la Natividad del Señor Jesús. Expresa que «muchas veces y de
múltiples maneras habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los
profetas, pero en estos últimos tiempos nos habló por medio de su Hijo a quien
instituyó heredero de todo. Hermanos, estamos en los últimos tiempos pues la
revelación a llegado a su plenitud en Jesucristo. Él es imagen de Dios
invisible, quien le ve a él ve al Padre; pues al asumir la condición humana y
al nacer en un establo, como un hombre pobre; Dios se ha manifestado como
solidario con todos los hombres de la tierra y por medio de Jesús ha mostrado
el camino de la salvación.
La liturgia de hoy, la de la misa del día, como la más solemne –porque
otra es la de la media noche–, proclama el prólogo del evangelio de Juan.
Un texto bien solemne, y muy especial. Haríamos mal en leerlo como cualquier
otro de los relatos evangélicos de la Navidad, en torno al nacimiento de Jesús,
como los evangelios de la infancia. El texto de Juan pudo ser escrito treinta
años más tarde, el último de entre los textos evangélicos hoy canónicos, en
torno al año 100 d.C. Entenderlo como un relato «descriptivo» que nos trasmite
información sobre «cómo sucedieron las cosas», información transmitida a Juan
evangelista por revelación directa. Hoy la ciencia bíblica enfoca este texto
con otra luz, conoce mejor su naturaleza y sabe que se trata de otra cosa.
En todo caso, es un texto clave, uno de los pocos textos de los que se
puede decir que han sido sencillamente decisivos para la configuración concreta
del desarrollo del cristianismo. Muchos opinan que, hablando de una manera
cuasiliteraria, fue Pablo el creador del cristianismo, más que los evangelios sinópticos
por ejemplo. Otra opinión también común es la de que quien fundó el
cristianismo fue Juan, al fundamentarlo con esta visión fantástica genial que
catapultó la reflexión sobre Jesús a su máxima dimensión.
Más allá de lo que de este texto hubiera de ser retenido o no, la
dimensión de encarnación que daría al cristianismo lo ha marcado, realmente.
Encarnación, y su complemento, la divinización, son como una columna vertebral
del cristianismo, y una de las marcas registradas de su espiritualidad y su compromiso
histórico.
En la dimensión concreta de la historicidad, ya sabemos: no tenemos
ninguna noticia histórica de la fecha del nacimiento de Jesús. El 25 de
diciembre fue tomado de la fiesta romana del nacimiento del Sol, pues a partir
de ese día –hoy sabemos que no exactamente– comienza a aumentar el tiempo de
insolación (en el hemisferio norte, obviamente); el Sol superaba su período
anterior invernal, de muerte y disminución. Si a Jesús se le llamaba «el Sol de
Justicia», qué mejor fecha para datar su nacimiento que el día del nacimiento
del Sol astronómico, que en el mundo romano era considerado divino.
Puede ser interesante tener la curiosidad de examinar la letra de
algunos de los «villancicos» tradicionales más comunes. Podrá observarse que en
muchos casos su letra, en verdad, es teológicamente pobre, y a veces, realmente
insostenible. «Pero funciona», es decir: en el sentimiento religioso, la
racionalidad tiene poco que decir. Lo religioso es pluridimensional; es también
afectivo, estético, fruitivo, contemplativo... y sí, también intelectual y
racional.
Pero hoy, Navidad, manda el Niño Jesús, y el niño que llevamos dentro
cada uno de nosotros. Démosle libertad completa.
Para la revisión de vida
En todo caso, la Navidad es fiesta de
humanización, que celebra lo más humano de la vida: el amor, la ternura, la
familia, la solidaridad... ¿Qué debo hacer para que no se me escape la Navidad,
para vivirla a fondo?
Para la reunión de grupo
-
Recordemos la «infraestructura» de la fiesta de la Navidad: Coincide con
el comienzo del invierno astronómico, cuando los días comienzan a crecer... Era
una fiesta también romana, y fue la Iglesia quien «cristianizó» esa fiesta
poniendo en ella la celebración del nacimiento de Jesús. ¿Qué nos inspira todo
esto?
-
En el centro de la Navidad está
el tema de la encarnación: Dios se ha hecho ser humano. Si el grupo lo cree
oportuno, comentar el conocido tema de «La metáfora del Dios encarnado», título
del libro de John Hick. (En la RELaT –servicioskoinonia.org/relat– hay dos
capítulos del mismo; ver el libro en tiempoaxial.org)
-
La navidad es en algunos países el período en que más suicidios se
producen, sobre todo por parte de personas que viven solas, apartadas de la
familia, o sin familia... Todos podemos aventurar una interpretación y hacer
alguna reflexión.
Para la oración de los fieles
-
Por todos los hombres y mujeres del mundo, especialmente por los más
necesitados, para que acojan con amor y alegría al Dios que a todos sale al
encuentro, a cada uno por sus propios caminos religiosos, roguemos al Señor
-
Para que el nacimiento de Jesús nos dé la confianza y el optimismo de
saber que Dios no abandona a la Humanidad, y que a toda ella la guía y
conduce...
-
Para que el ambiente social navideño vaya acompañado en nuestras vidas
por una vivencia intensa del misterio de la navidad, con oración y
contemplación llena de paz y de agradecimiento...
-
Por todos los que están lejos de sus hogares, o no tienen familia, o
están en soledad obligada o voluntaria; para que experimenten gozosamente la
comunión y el amor por encima del cerco soledad que les rodea...
-
Para que el ambiente de la navidad propicie en nuestros hogares el
necesario clima de amor y ternura que durante la vida diaria nos es más
difícil...
Oración comunitaria
Dios, Padre Nuestro, que en Jesús nos has
dado tu Palabra, hecha carne y sangre, fuerza y ternura, muerte y resurrección;
te pedimos nos des la fuerza necesaria para seguir sus pasos por el camino que
él nos trazó para llegar hasta ti, abrazando en nuestro caminar hacia ti a
todos los hermanos y hermanas. Por Jesucristo Nuestro Señor.
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