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2017-11-28

El Papa recuerda que Jesús juzgará a las personas por su servicio a los necesitados

El Papa recuerda que Jesús juzgará a las personas por su servicio a los necesitados

El Papa Francisco reza el Ángelus en el Vaticano. Foto: L'Osservatore Romano

VATICANO, 26 Nov. 17 / 06:25 am (ACI).- Durante el rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro, este domingo 26 de noviembre Solemnidad de Cristo Rey del universo, el Papa Francisco recordó que Jesús, además de pastor, también es Rey y Juez, y que al final de los tiempos "nos juzgará de nuestros actos dirigidos a servirle en nuestros hermanos más pequeños y necesitados".

El Santo Padre recordó que la realiza de Jesús "es una realeza de guía, de servicio, y también una realeza que, en el fin de los tiempos, se afirmará como juicio. Hoy tenemos delante de nosotros a Cristo como Rey, pastor y juez, que muestra los criterios de pertenencia al Reino de Dios".

"La página evangélica se abre con una visión grandiosa. Jesús, dirigiéndose a sus discípulos, dice: 'Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los ángeles con Él, se sentará en el trono de su gloria'. Se trata de la introducción solemne a la historia del juicio universal", explicó.

Francisco destacó que, "después de haber vivido la existencia terrena en humildad y en pobreza, Jesús se presenta ahora en la gloria divina que le pertenece, rodeado de los ejércitos angélicos. La humanidad entera es convocada ante Él, y Él ejerce su autoridad separando a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras".

Entonces, comenzará el Juicio: "A aquellos que ha situado a su derecha les dice: 'Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme'".

Ante esta afirmación, "los justos se sorprendieron, porque no recordaban haberse encontrado nunca con Jesús, y mucho menos el haberlo ayudado de esa manera. Entonces Él aclara: 'En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis'".

"Estas palabras –continuó el Papa– no dejan nunca de golpearnos, porque nos revelan hasta dónde llega el amor de Dios: hasta el punto de identificarse con nosotros, pero no cuando estamos bien, cuando estamos sanos y felices. No, sino cuando estamos en necesidad. Y oculto de esta manera, se deja conocer, nos tiende la mano como un sin techo".

De ese modo, "Jesús nos revela el criterio decisivo de su juicio, es decir, el amor concreto por el prójimo en dificultad. Y así se revela el poder del amor, la realeza de Dios: solidaria con el que sufre para suscitar en todo lugar actitudes y obras de misericordia".
"La parábola del juicio continúa presentando al Rey que aleja de sí a aquellos que durante su vida no se preocuparon por las necesidades de sus hermanos. También en este caso se quedan sorprendidos y preguntan: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?'. De ese modo, querían decir: 'Si te hubiésemos visto, seguramente te habríamos ayudado'. Pero él responde: 'En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo'".

El Papa insistió: "En el final de nuestra vida seremos juzgados del amor, es decir, de nuestro empeño concreto de amar y servir a Jesús en nuestros hermanos más pequeños y necesitados". Y recordó: "Aquel sin techo, aquel necesitado que tiende la mano es Jesús. Aquel enfermo que debo visitar es Jesús. Aquel encarcelado es Jesús. Aquel hambriento es Jesús. Pensemos en ello".

"Jesús vendrá al fin de los tiempos para juzgar a todas las naciones, pero viene donde nosotros todos los días, de muchos modos, y nos pide que lo acojamos. La Virgen María nos ayude a encontrarlo, a recibirlo en su Palabra y en la Eucaristía, y al mismo tiempo en los hermanos y en las hermanas que sufren el hambre, la enfermedad, la opresión, la injusticia", finalizó.


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— ACI Prensa (@aciprensa) 24 de noviembre de 2017

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2010-11-20

Cristo Rey con sombrero

Cord34, Cristo Rey con sombrero, 21 de Noviembre de 2010

2Sam 5, 1-3: Ungieron a David como rey de Israel
Salmo 121, 1-2. 4-5: Vamos alegres a la casa del Señor
Col 1, 12-20: Nos ha trasladado al reino de su Hijo querido
Lc 23, 35-43: Jesús, cuando llegues a tu reino acuérdate de mí


JESÚS DE NAZARET, cuando estaba ya crucificado, las autoridades le hacían muecas, nos dice el evangelio de Lucas. Desde mucho tiempo atrás, los israelitas esperaban a un mesías poderoso que iba a restablecer el poderío de Israel en el mundo. Por eso, cuando vieron a un personaje debilucho, pobre, que convivía con los pecadores y les lavaba los pies, incluso algunos lo veían como un peligro para sus intereses, mejor decidieron perseguirlo, burlarse y ejecutarlo en la cruz. Entonces, ¿de qué tipo de Reino hablaba Jesús de Nazaret? Actualmente, ¿cuáles son los signos del Reino? ¿Cuáles deberán ser las actitudes o rasgos de los discípulos de Jesús para pertenecer al Reino? ¿Cuál será el mejor camino para adentrarnos al Reino? La Iglesia actual, ¿es signo del Reino? ¿Quiénes? ¿Cómo? Es tiempo oportuno de evaluarnos.


La Palabra nos dice que Jesús incluye a todos en su Reino de Vida (Mc 2, 16; Lc 7, 36-50) y opta por las más pobres (Lc 14, 15-24). Por tanto, el reinado de Dios les pertenece en primer lugar a los pobres (Lc 6, 20; Cf. Lc 4, 18-19). En APARECIDA, los obispos afirman que Jesucristo es el Reino de Dios que transforma nuestra Iglesia y nuestra sociedad (AP 382), un Reino de vida digna para todos (AP 361). Habría que subrayar las señales del Reino: la vivencia de las bienaventuranzas, la evangelización de los pobres, el acceso de todos a los bienes de la creación, entre otros (AP 383). Esto implica ser discípulos que aprendemos y practicamos las bienaventuranzas del Reino, su estilo de vida, su obediencia, su compasión ante el dolor humano, su cercanía a los pobres (AP 139; Cf. 152; 353).


QUÉ LES PARECE si hacemos nuestra la misión del Reino de Jesucristo:

1) Asumimos las bienaventuranzas del Reino para ser seguidores de Jesús. ¿Cómo le hacemos?

2) Asumimos la evangelización de los pobres. ¿Cómo le hacemos?

3) Asumimos la transformación de nuestra Iglesia y la sociedad. ¿Cómo le hacemos?

Me parece que la pregunta de fondo es ¿Cómo le hacemos para quitarnos el cetro y ponernos un sombrero de paja? ¿Cómo le hacemos para quitarnos los apegos y el afán de triunfo y poder?


Agustín, Pbro.



Tu reino es vida -S. 72- Miguel Manzano - Ciberiglesia.net .mp3
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2008-11-25

CRISTO REY

Ciclo A, 34° Dom.Ord., 23 de Noviembre de 2008

“apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos”
(Mt 25, 32)

El evangelio de este domingo nos presenta un maravilloso cuadro que cierra el discurso sobre el final de los tiempos, la consumación de todo. Con este discurso se pone fin al ministerio público de Jesús. El pasaje descrito por San Mateo presenta dos cuadros: El juicio de los buenos y el juicio de los malos.

EL JUICIO DE LOS BUENOS. El Hijo del hombre es el Rey-Mesías, comisionado por su padre para realizar el juicio final “porque tuve hambre y me diste de comer…” Esta lista de seis obras de misericordia no es exhaustiva ni excluye el ejercicio de las demás virtudes. Lo que es digno de observar es que estos actos de caridad, ejercido sobre los menesterosos, son reconocidos por el Rey-Juez, como practicados en su propia persona. ¿Quiénes son estos hermanos del Rey? Son todos los miembros de la familia humana. Los ‘más pequeños’ pueden aplicarse a los más pobres, miserables y necesitados de este mundo.

EL JUICIO DE LOS MALOS. El evangelio describe la razón de la condenación de los malos y la réplica de estos. La causa del castigo es digna de reflexión. La condenación no ha sido por actos cometidos contra esos ‘más pequeños’ sino por omisiones de actos de misericordia: “porque tuve hambre y no me diste de comer”.

Castigo eterno y vida eterna. Estos dos juicios son una clara afirmación de los posibles estados definitivos del hombre en la vida futura. Las mujeres y los hombres seremos juzgados según la aceptación o el rechazo de Cristo a quien no vemos en carne y hueso, pero que se identifica con cuantos sufren en la tierra.

CONCLUSIÓN. Los hombres de hoy vivimos tan egoístamente, atrapados muchas veces por el individualismo y la avaricia, que se nos olvida que un día se nos va a pedir cuentas de nuestros actos a favor de “los más pequeños”.

ORACIÓN: ¡Señor Jesús, ayúdanos a ir contestando las preguntas que un día se nos van a hacer en el examen final!

David, Pbro.