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2013-11-18

Cord34_Lc23:35-43: Jesucristo Rey del Universo (SBL20131124)


Servicio Bíblico Latinoamericano
Domingo 24 de noviembre de 2013 - Ciclo C
Jesucristo Rey del Universo
Andrés Dung-Lac y Compañeros, mártires (a. 1839)

2 Sam 5,1-3: Ungieron a David como Rey de Israel
Salmo Responsorial 121: ¡Qué alegría cuando me dijeron: “Vamos a la casa del Señor”!
Col 1,12-20: Nos ha trasladado al reino de su Hijo querido
Lc 23,35-43: Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino



La fiesta de Cristo Rey fue establecida por la Iglesia en la época del ocaso de las monarquías con objeto de apoyar a las monarquías y aristocracias, interesadas por la pervivencia del Ancien Régime, y para oponerse a los nacientes regímenes republicanos, que representaban los intereses de los pobres, del liberalismo y de la naciente democracia. Sus orígenes son muy discutibles. Sin embargo, en todo caso, los textos de la liturgia de esta fiesta muestran la manera peculiar en que Cristo sería “Rey”.
Conviene recordar en qué consistían las esperanzas mesiánicas del pueblo judío en el tiempo de Jesús: unos esperaban a un nuevo rey, al estilo de David, tal como se lo presenta en la primera lectura de hoy. Otros, un caudillo militar que fuera capaz de derrotar el poderío romano; otros como un nuevo Sumo Sacerdote, que purificaría el Templo. En los tres casos, se esperaba un Mesías triunfante, poderoso.
El salmo que leemos hoy, también proclama el modelo davídico de “rey”. Jerusalén, la “ciudad santa” es la ciudad del poder, la ciudad del poder.
Eso explica por qué, cuando Jesús anuncia la Pasión a sus seguidores, no logran entender por qué tiene que ir a la muerte.
- El evangelio de hoy nos presenta cómo reina Jesús el Cristo: no desde un trono imperial, sino desde la cruz de los rebeldes. La rebelión de Jesús es la más radical de todas: pretende no sólo eliminar un tipo de poder (el romano, o el sacerdotal) para sustituirlo por otro, con un nombre distinto, pero basado en la misma lógica de dominación y violencia (que era lo que correspondía a las expectativas judías).
Podríamos decir que Jesús es el anti-modelo de rey de los sistemas opresores: no quiere dominar a las demás personas, sino promover, convocar, suscitar, el poder de cada ser humano, de modo que cada una y cada uno de nosotros asumamos responsablemente el peso y el gozo de nuestra libertad.
Uno de los grandes sicólogos del siglo XX, Erich Fromm, plantea, en su libro El miedo a la libertad, que ante la angustia que produce en el ser humano la conciencia de estar separados del resto de la creación, adoptamos dos actitudes igualmente patológicas: dominar a otros, y buscar de quién depender entregándole nuestra libertad. En ambos casos, las personas buscamos cómo, a través de estos mecanismos, disolver esa barrera que nos separa de las otras personas y del resto del universo. El pecado fundamental del ser humano es, según esto, un pecado de poder mal administrado, mal asumido. Y esto es el origen de todos los otros pecados: la avaricia, que conduce a un orden económico injusto; la soberbia, que nos impide ver con claridad nuestros errores y pecados; la mentira, que nos lleva a manipular o a dejarnos manipular; la lujuria, el sexo utilizado como instrumento de poder para “poseer”, oprimir; el miedo, que nos impide levantarnos y caminar sobre nuestros propios pies.
Enmarañados en estas trampas del poder a que nos conduce nuestro “miedo a la libertad”, cuando un régimen opresor de cualquier signo que sea se nos hace insoportable, buscamos como derrocarlo... para sustituirlo por otro que sin embargo funciona sobre la misma lógica. Esa es la lógica que Jesús desarticula de manera total y radical.
Cuando en Getsemaní acuden los soldados y las turbas “de parte de los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo” (Mt 26, 47) para prender a Jesús, él no recurre a violencia de ningún tipo. Jesús se niega a ser coronado rey al estilo del “mundo” luego de la multiplicación de los panes y los peces (Jn. 6, 15). La tentación del poder, entendido al estilo de los sistemas opresores persigue a Jesús desde el desierto hasta la cruz. Y desde el desierto hasta la cruz, Jesús rechaza este modelo, denuncia con toda claridad que procede del diablo, del “príncipe de este mundo”, no cae en sus trampas. El costo de esta resistencia no sólo valiente sino lúcida de Jesús es la muerte.
En la cruz Jesús derrota total y radicalmente al demonio del poder concebido como violencia y opresión por una parte y como dependencia, sumisión y alienación por otra. De este modo que inaugura así un nuevo tipo de relaciones entre las personas y con el universo entero, basadas no en la dominación/dependencia, sino en el respeto mutuo, en la armonía, en la valentía para asumir el peso de la propia libertad responsable.

- En la carta a los Colosenses, Pablo señala cómo a través de Jesús el Cristo (primogénito de todas las criaturas, preexistente y co-creador del universo, cabeza de la iglesia, primicia de la plenitud de la Creación entera) se produce la reconciliación de todos los seres con Dios. Esta y otras expresiones paulinas han dado lugar a interpretaciones erróneas, que consideran que la muerte de Jesucristo en la cruz era el precio que había que pagar para que el Padre, enojado y rencoroso, perdonara a la humanidad pecadora.
Sin embargo, los evangelios nos muestran con claridad por qué y cómo es que Jesús nos reconcilia con el Padre: no por que ese Dios, padre–madre, sea un dios rencoroso, sino porque habíamos perdido el rumbo de la auténtica unidad con Dios y con el universo entero: esa que no se hace sucumbiendo a nuestro miedo existencia y escudándonos en posiciones de poder (dominante o dependiente) sino superando nuestros miedos, atreviéndonos a presentarnos tal como somos ante Dios, en total pobreza de espíritu, sin escudos protectores que nos impidan ver su rostro.
- Desgraciadamente, ¡cuántas veces en nuestra vida eclesial reproducimos los modelos de “reinado” del mundo, y no los de Dios en Jesucristo! ¡Cuántas veces establecemos relaciones de poder autoritarias en vez de fraternas! ¡Cuántas veces entramos en contubernio con los poderes del sistema, ya sea por acción o por omisión!
El modelo de “reinado” que nos presenta el “Cordero degollado” nos interpela y llama a la conversión. No es necesario ni conveniente subrayar la «realeza» de Jesús si ello conlleva tergiversar su auténtico y efectivo proyecto de vida. Hace daño, sobre todo a los más oprimidos, presentar esa imagen monárquica y principesca de un Jesús que, en verdad, dedicó toda su vida y sus energías a desenmascarar y a luchar contra ese tipo de estructuras.

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 122 de la serie «Un tal Jesús», de los hnos. López Vigil, titulado «Hasta la muerte de cruz». El guión del capítulo, y su comentario, puede ser tomado de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1600122 Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap122b.mp3 

Para la revisión de vida

          A la luz de la fiesta de “Cristo Rey” y del modelo de relaciones entre personas y con la Creación, reflexiones sobre nuestras actitudes en los diversos ámbitos en que nos movemos, y preguntémonos:
          ¿Cómo son las relaciones de poder en nuestra pareja? ¿Se basan en la dominación/dependencia o en la promoción de la mutua libertad responsable de ambos?
          ¿Cómo son las relaciones de poder en la familia? ¿Nos valemos de nuestra autoridad como personas adultas para imponernos de manera autoritaria? ¿Justificamos en nombre de la “autoridad” nuestros abusos de poder, maltrato físico, verbal, psicológico? ¿Excusamos los abusos sexuales con algún argumento de poder?
          Las relaciones entre los miembros de la Iglesia, siguen el modelo cristiano, o bien siguen el modelo autoritario, represivo, impositivo, excluyente, propio del “príncipe de este mundo?
          En el seno de nuestra sociedad, ¿luchamos por nuevas relaciones de poder, según el modelo de Jesucristo, el anti-rey, que nos presentan los evangelios? ¿O nos plegamos a los modelos autoritarios? ¿O nos declaramos impotentes o indiferentes y renunciamos a la lucha?

Para la reunión de grupo

-                 En Gen. cap. 3 se nos presenta las desigualdades de género y la ruptura con la naturaleza como producto del pecado. ¿De qué manera el “reinado” de Cristo nos libera y nos marca una nueva lógica en las relaciones de poder?
-                 ¿De qué manera se presenta el pecado del poder en Gen. 4? ¿Qué hacer para revertir esta lógica diabólica?
-                 En la carta a los Colosenses, ¿cómo interpretar los versículos 19 y 20 a la luz del nuevo “reinado” de Cristo?
-                 Los Evangelios sinópticos (y el texto que leímos hoy en particular) nos presentan a Jesús durante la pasión lleno de humillaciones, dolores, sufrimientos, burlas. El evangelio de Juan en cambio, presenta la cruz como la glorificación del Hijo y del Padre. (Jn 12,23. 28; 17, 1) ¿Cómo explicar esta diferencia de enfoques?

Para la oración de los fieles

-                 Por la Iglesia, para que seamos fieles al siempre nuevo modelo de relaciones entre las personas y con la creación que nos presente Jesús desde su reinado en la cruz redentora, sin autoritarismos ni exclusiones. Te rogamos, óyenos.
-                 Para que en nuestras familias vivamos también la liberación de todo autoritarismo, opresión o sometimiento. Te rogamos, óyenos.
-                 Para que luchemos por nuevas relaciones de género, basadas en el respeto, el aprecio recíprocos y la armonía. Te rogamos, óyenos.
-                 Para que también en nuestras relaciones con la naturaleza seamos partícipes de modelo de respeto, reverencia y libertad responsable que nos enseña Jesús. Te rogamos, óyenos.
-                 Para que construyamos “por Cristo, con él y en él” la nueva Jerusalén, en que ninguna rodilla se doble sino ante Dios y el Cordero. Te rogamos, óyenos.

Oración comunitaria

          Dios Padre Nuestro que enviaste a Jesús para que anunciara a todos tu deseo de renovar totalmente el mundo, contaminado por el pecado; te pedimos que el proclamarlo Rey no nos impida ver que lo verdaderamente importante es construir -como él y con él, siguiendo sus huellas- tu Reino. Por el mismo J.N.S.
          o
          Unidos a todos los hombres y mujeres, que desde hace miles de años han sentido en sus vidas los signos de tu presencia –en arrobados éxtasis, y otras muchas veces sin saberlo-, queremos confesarte, oh «Dios de todos los nombres», como el fundamento misterioso de nuestra existencia, como la meta inefable hacia la que caminamos, Padre y Madre de la Vida y del Ser. Convencidos de que «todo lo que avanza y asciende, converge», evocamos tu amor y nos abrazamos a todo lo que existe y a todo lo que vive, contigo, que vives y amas por los siglos de los siglos…



2013-11-11

Cord33_Lc21,5-19: Con su perseverancia salvarán ustedes sus vidas (SBL20131117)


Servicio Bíblico Latinoamericano
Domingo 17 de noviembre de 2013 - Ciclo C
33º domingo del Tiempo Ordinario
Isabel de Hungría, reina y religiosa (a. 1231)

Mal 3,19-20: Los iluminará un sol de justicia
Salmo Responsorial 97: El Señor llega para regir la tierra con justicia
2 Tes 3,7-12: Quien no trabaja, que no coma
Lc 21,5-19: Con su perseverancia salvarán ustedes sus vidas



Estamos ya en el  final del año litúrgico, y el tema de las lecturas de este domingo es también el del «final de los tiempos», el final del mundo. De hecho, en el evangelio hay numerosos pasajes que aluden a este tema, los famosos textos «apocalípticos», pues el género «apocalíptico» era muy del gusto de los creyentes de aquellos tiempos.
Durante la historia del cristianismo, también el final del mundo ha sido un tema siempre presente. Formaba parte de la identidad cristiana, diríamos. Ser cristiano implicaba creer que nuestra vida va a acabar con un juicio de Dios sobre nosotros, y también la existencia del mundo como conjunto: Dios decidiría en algún momento -muy probablemente por sorpresa- el final del mundo, y toda humanidad sería convocada a juicio, en el Valle de Josafat por más señas, junto a la muralla oriental del templo de Jerusalén (lo que convirtió a ese valle en un cementerio muy cotizado...).
Este concepto del final del mundo estaba enmarcado (hasta ayer mismo, cuando nosotros éramos niños) dentro del contexto de una cosmovisión que imaginaba a Dios como un «Señor todopoderoso», situado fuera del mundo, encima, en un segundo piso celestial, observando y con frecuencia interviniendo en el mundo, en el que se debatía la humanidad que Él había creado allí para superar una prueba y pasar a continuación a la vida definitiva, que ya no sería aquí en la tierra, sino en otro lugar, en «un cielo nuevo y una tierra nueva», porque la vieja tierra sería destruida con el final del período de prueba de la Humanidad. A continuación ya todo sería una vida eterna en el cielo -o en el infierno tal vez para algunos-.
Ruboriza hoy, y casi parece caricatura, contar o describir aquella visión que durante siglos se identificó con la doctrina cristiana... Durante siglos la creyeron revelada por Dios mismo. Dudar de aquella visión o de cualquiera de sus detalles era tenido como un pecado (grave) de «falta de fe» y -peor aún- como un desacato a la revelación (todavía más grave). Sobre la visión global o el «gran relato» –porque realmente era un relato– que el cristianismo presentaba (pecado original, juicio particular, juicio universal, cielo, purgatorio o infierno...) no era permitido dudar.
Hoy nos podemos llevar las manos a la cabeza al caer en la cuenta de qué parte tan grande de toda esta visión estaba constituida por tradiciones mitológicas ancestrales, pensamiento platónico... ¡Genial Platón!, que logró crear una «imagen» del mundo que cautivaría la imaginación de la humanidad por generaciones y generaciones, durante varios milenios... hasta hoy.
La revolución científica comenzada en el siglo XVI fue destruyendo aquella cosmovisión platónico-aristotélica del cristianismo: las esferas celestiales, los siete cielos, la separación entre el mundo perfecto supra-lunar y el imperfecto o corruptible o infra-lunar, la descripción tan viva de los «novísimos» (muerte, juicio, infierno y gloria...). Pero lo que en la visión científica o el conocimiento simplemente físico de las personas iba desmoronándose, se refugiaba en la visión religiosa, como si el cielo de la fe fuera el aristotélico-platónico, aunque el cielo astronómico fuera totalmente otro.
Hoy día, con el avance que la ciencia ha realizado, la escatología (rama de la ciencia que trata del «eskhatos, lo último») no sabe dónde colocar eso último, ni cómo conectarlo con lo que hoy sabemos todos. Y por eso cuesta seguir hablando de «lo último» dentro de las coordenadas teológicas tradicionales: unas realidades últimas que eran pensadas como conectadas directamente con la «prueba» y el «juicio de Dios» sobre nosotros, y una «vida eterna» vista como el premio o castigo correspondiente... La vida, la muerte, y la posible continuidad o no de la vida... todo ello era planteado en las coordenadas de aquella visión mítica (Dios arriba, que decide crear una humanidad y la pone a prueba para llevar a quienes la superen a la vida eterna...).
Tan acendrada está esta convicción mítica del «Dios que crea a los humanos en una vida provisional para probar si pueden acceder a la vida eterna», que todavía hoy, muchos cristianos, no sólo siguen pensando así, sino que no ven la posibilidad de que vida, muerte y más allá de la muerte sean dimensiones existenciales humanas que deban dejar de ser «utilizadas» con la idea de premios y castigos de Dios a los humanos por su conducta. Muchos predicadores tendrían hoy dificultades para enfocar su homilía superando esa interpretación tradicional...
Pero afortunadamente, «otro cristianismo es posible». Es posible... porque ya es real: ya lo viven muchos, y algunos incluso dan razón de esta su fe, y su nueva esperanza, desligada de premios y castigos. No es éste el lugar para presentar toda una escatología renovada, pero sí para remitir a tres obras recomendables a quien trate de replantear su fe fuera del paradigma premoderno mítico:
- Roger LENAERS sj, Otro cristianismo es posible, Abya Yala, Quito, Ecuador, 2006 (tiempoaxial.org), y
- las «12 tesis del obispo John Shelby SPONG», que pueden ser encontradas en la mayor parte de los buscadores de internet.
- la revista Concilium dedicó recientemente un número monográfico a la «resurrección de los muertos», en noviembre de 2006 (el número 318).

Completamos con una referencia tradicional a las tres lecturas de hoy:

Malaquías, a través de un lenguaje apocalíptico, alienta al pueblo justo que sirve enteramente al Señor, indicándoles que ya llegará el día en que se hará sentir la justicia de Dios sobre los que no guardan su ley; que ellos no son los que realmente dirigen el caminar de la historia, sino que es el Dios amante de la vida quien la guía, conduciéndola por el camino de la paz y de la vida. Todos los que caminan por el camino del Señor serán iluminados por el “sol de la justicia” que irradia su luz en medio de la oscuridad, en medio del dolor y la muerte.
El salmo que leemos hoy es un himno al Rey y Señor de toda la Creación, quien dirige con justicia a todos los pueblos de la tierra, quien es amoroso y fiel con el pueblo de Israel. Dios es un Dios justo, que merece ser alabado por todos, pues ha derrotado la muerte y ha posibilitado la vida para todos; por ello toda la Creación lo alaba, celebra la presencia de ese Dios misericordioso y justo en medio del pueblo liberado. Es un salmo de agradecimiento por los beneficios que el pueblo ha recibido por tener su esperanza puesta en el Dios de la Vida.
Muchos de los creyentes de Tesalónica, específicamente las “clases superiores”, pensaron que no debían preocuparse por las cosas de la vida cotidiana, como el trabajo, y que más bien debían esperar, de brazos cruzados, la inminente venida del Señor y dedicarse a la ociosidad. Pablo llama fuertemente la atención sobre esta errada actitud, pues son personas que viven del trabajo ajeno, son explotadores de los otros (esclavos) y que, gracias a ello, acumulan riquezas sin esforzarse en absoluto. Es a ellos a quienes Pablo se dirige fuertemente: el que no quiere trabajar que no coma (v.10), ya que esta actitud no es propia de la enseñanza de los apóstoles.
Puede ser que la presencia magnífica del templo de Jerusalén alentara la fe de los judíos hasta el punto de ser más significativos la arquitectura y el poder de la religión que el mismo Dios de Israel; pudo ser que fueran más importante los sacrificios, el ritual, la construcción majestuosa que las actitudes exigidas por el mismo Dios para un verdadero culto a él: la misericordia y la justicia social. Por eso Jesús afirma que el templo será destruido, pues éste no posibilita una relación legítima con Dios y con los hermanos, sino que crea grandes divisiones sociales e injusticias que contradicen el fin de una experiencia de fe. Es importante ir descubriendo en nuestra vida que la experiencia de fe debe estar atravesada por el servicio incondicional a los demás, es así como vamos sintiendo el paso de Dios por nuestra existencia y es así como vamos construyendo el verdadero templo de Dios, el cual no se debe equiparar con edificaciones ostentosas, sino con la Iglesia-comunidad de creyentes que se inspira en la Palabra de Dios y se mantiene firme en la esperanza de Jesús resucitado.

El evangelio de hoy no está recogido en la serie «Un tal Jesús», pero en ella puede encontrarse varios episodios relacionados con el contenido de ese evangelio: www.untaljesus.net 

Para la revisión de vida

          Muchas sectas fundamentalistas anuncian desde estos textos el fin del mundo e invitan a la conversión para ser parte de los que se van a salvar. Otra gente, por sus múltiples ocupaciones, no se preocupa ni siquiera por el transcurrir de la historia y el desenvolvimiento de los acontecimientos. ¿Soy insensible ante los acontecimientos de injusticia, desigualdad y muerte que estamos viviendo?

Para la reunión de grupo

-                  El tema de la muerte y el más allá ha sido utilizado por el mensaje cristiano como un instrumento de miedo y de control. El temor a la muerte, al juicio de Dios, a la posibilidad de la «condenación», ha brillado como la estrella polar en el firmamento del imaginario cristiano milenariamente. Hoy se hace una gran crítica a esta utilización del mensaje. ¿Por qué?
-                 ¿Qué piensa el pensamiento moderno más avanzado sobre la transcendencia y el más allá de la muerte? ¿Qué aporta la nueva ciencia frente a la «ciencia materialista» de décadas pasadas? Hacer un pequeño «trabajo de campo» preguntando a la gente que está a nuestro alcance qué piensan sobre estos temas, y por qué.

Para la oración de los fieles

-                 Por las comunidades cristianas que trabajan solidariamente por los pobres, marginados y excluidos, para que su testimonio de vida sea signo ante el mundo del Reino.
-                 Por todos los que trabajan por implantar en la tierra un nuevo orden social, para que sus luchas y esfuerzos vayan creando nuevos caminos de libertad.
-                 Por tantos cristianos insensibles ante el dolor y el sufrimiento de muchos de sus hermanos, para que el Espíritu de Jesús los toque en su corazón y puedan generar acciones que conforten y ayuden a los demás.
-                 Por los que son perseguidos por causa del evangelio, para que Jesús los acompañe, los conforte y les dé valor.
-                 Por la Iglesia, para que sea ante el mundo testimonio de Jesús y fermento en la construcción del reino de Dios.
-                 Por las victimas de la guerra; viudas, huérfanos y desplazados, para que el Señor suscite en muchos cristianos la generosidad y el amor solidario.

Oración comunitaria

          Dios Padre-Madre de la Humanidad, a quien todos los pueblos han buscado a tientas desde el origen de la historia, en mil formas religiosas, en las más diversas tradiciones espirituales que se han sucedido a lo largo de los milenios. Abre nuestros ojos y nuestras mentes para saber valorar la inmensa riqueza de tu acción en la historia, para que estemos abiertos a tu acción imprevisible, capaz de sorprendernos con nuevos caminos religiosos allí mismo donde nos parece ver crisis de la religión o increencia. Te lo pedimos asociándonos al clamor universal de todos los hombres y mujeres, pueblos y tradiciones, que te han buscado y encontrado a lo largo de la historia. Amén.
          O bien:
          Señor y Padre de la historia, enséñanos a transformar las relaciones entre los seres humanos haciendo una historia humana de amor, de libertad, de justicia, y de paz, que nos lleve a la construcción de la humanidad nueva donde se explicite de manera efectiva el Reino de Dios. Por Jesucristo Nuestro Señor.

2013-11-10

Cord32_Lc20,27-38: Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos (SBL20131110)


Servicio Bíblico Latinoamericano
Domingo 10 de noviembre de 2013 - Ciclo C
32º domingo del Tiempo Ordinario
León Magno, papa y doctor (a. 461)


2 Mac 7,1-2.9-14: El rey del universo nos resucitará para una vida eterna
Salmo Responsorial 16: Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor
2 Tes 2,16–3,5: El Señor les dará fuerza para el bien y les preservará del Maligno
Lc 20,27-38: Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos




En el contexto de este mes de Noviembre, dedicado a la memoria de los fieles difuntos, las lecturas de estos días nos van presentando diversos aspectos que nos sintonizan con la realidad de la vida y de la muerte, tan cercanas a nuestra condición humana, y sobre las que es necesario reflexionar siempre, para tener una actitud positiva frente a ellas.
En la primera lectura encontramos el testimonio heroico y edificante de una madre y de sus siete hijos, que entregan la vida antes que rendirse a los caprichos del emperador de turno. La madre de los macabeos representa también la figura del pueblo de Israel, y el número de siete hijos, la plenitud de la familia de Israel, en la que debe primar la unidad, la libertad, la identidad y la defensa de los derechos religiosos, económicos, sociales, culturales.
En la segunda lectura, vemos cómo según Pablo el testimonio coherente y fiel debe identificar a los seguidores de Jesús. Tanto las palabras como las obras deben transparentar la fuerza viva del Resucitado, en sus vidas y en sus comunidades.
Y en el evangelio, de lo dicho por Jesús a los saduceos, que tratan de riculizar la fe en la resurrección, podemos concluir que tendremos vida en plenitud. Para Jesús la resurrección va más allá de la prolongación indeterminada de esta vida, de la que sólo Dios puede dar explicación, y que para nosotros resultará siempre un misterio inefable. A esto apela Jesús con plena humildad y sencillez delante de quienes le escuchan, recordando la sana tradición de su pueblo de reconocer que el “Dios de Abrahán y Dios de Isaac y Dios de Jacob no es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos viven”. A pesar de que estos patriarcas han muerto ya, Dios sigue cuidando a su pueblo, en el que nunca la muerte ha podido destruir el amor y la fidelidad de Dios para con sus hijos. La certeza del amor incondicional de Dios –Padre y Madre para con sus hijos– debe ayudarnos a mantener siempre una memoria agradecida con todos nuestros antecesores –padres y madres– que nos han precedido y nos han dejado como herencia la riqueza de nuestra fe, nuestra cultura y nuestro territorio; y a quienes recordamos con veneración, aunque hayan fallecido. La vida eterna dependerá de lo que desde ahora hagamos como una opción decidida por defender la vida de nuestros hermanos. Gozar hoy la vida nueva es practicar cotidianamente la justicia y el amor por los demás; es tener la certeza de alcanzar en el día de mañana la vida plena, fortaleciendo en el hoy de nuestras relaciones humanas valores que nos humanicen y dignifiquen.
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Los saduceos eran los más conservadores en el judaísmo de la época de Jesús. Pero sólo en sus ideas, no en su conducta. Tenían como revelados por Dios sólo los primeros cinco libros de la Biblia, que atribuían a Moisés. Los profetas, los escritos apocalípticos, todo lo referente por tanto al Reino de Dios, a las exigencias de cambio en la historia, a la otra vida... lo consideraban ideas “liberacionistas” de resentidos sociales. Para ellos no existía otra vida, la única vida que existía era la presente, y en ella eran los privilegiados –tal vez por eso, pensaba que no había que esperar otra–.
A esa manera de pensar pertenecían las familias sacerdotales principales, los ancianos, o sea, los jefes de las familias aristocráticas y tenían sus propios escribas que, aunque no eran los más prestigiados, les ayudaban a fundamentar teológicamente sus aspiraciones a una buena vida. Las riquezas y el poder que tenían eran muestra de que eran los preferidos de Dios. No necesitaban esperar otra vida. Gracias a eso mantenían una posición cómoda: por un lado, la apariencia de piedad; por otro, un estilo de vida de acuerdo a las costumbres paganas de los romanos, sus amigos, de quienes recibían privilegios y concesiones que agrandaban sus fortunas.
Los fariseos eran lo opuesto a ellos, tanto en sus esperanzas como en su estilo de vida austero y apegado a la ley de la pureza. Una de las convicciones que tenían más firmemente arraigada era la fe en la resurrección, que los saduceos rechazaban abiertamente por las razones expuestas anteriormente. Pero muchos concebían la resurrección como la mera continuación de la vida terrena, sólo que para siempre.
Jesús estaba ya en la recta final de su vida pública. El último servicio que estaba haciendo a la Causa del Reino –en lo que se jugaba la vida–, era desenmascarar las intenciones torcidas de los grupos religiosos de su tiempo. Había declarado a los del Sanedrín incompetentes para decidir si tenían o no autoridad para hacer lo que hacían; a los fariseos y a los herodianos los había tachado de hipócritas, al mismo tiempo que declaraba que el imperio romano debía dejar a Dios el lugar de rey; ahora se enfrentó con los saduceos y dejó en claro ante todos la incompetencia que tenían incluso en aquello que consideraban su especialidad: la ley de Moisés.
La posición de Jesús en este debate con los saduceos puede sernos iluminadora para los tiempos actuales. También nosotros, como la sociedad culta que actualmente somos, podemos reaccionar con frecuencia contra una imagen demasiado fácil de la resurrección. Cualquiera de nosotros puede recordar las enseñanzas que respecto a este tema recibió en su formación cristiana de catequesis infantil, la fácil descripción que hasta hace 50 años se hacía de lo que es la muerte (separación del alma respecto al cuerpo), lo que sería el juicio particular, el juicio universal, el purgatorio (si no el limbo, que fue oficialmente «cerrado» por la Comisión Teológica Internacional del Vaticano hace unos pocos años), el cielo y el infierno (¡!)...
La teología (o simplemente la imaginería) cristiana, tenía respuestas detalladas y exhaustivas para todos estos temas. Creía saber casi todo respecto al más allá y no hacía gala precisamente de sobriedad ni de medida. Muchas personas «de hoy», con cultura filosófica y antropológica (o simplemente con «sentido común actualizado») se ruborizan de haber creído semejantes cosas, y se rebelan, como aquellos saduceos coetáneos de Jesús, contra una imagen tan plástica, tan incontinente, tan maximalista, tan fantasiosa, tan segura de sí misma. De hecho, en el ambiente general del cristianismo, se puede observar un prudente silencio sobre estos temas otrora tan vivos y hasta tan discutidos. En el acompañamiento a las personas con expectativas próximas de muerte, o en las celebraciones en torno a la muerte, no hablamos ya de los difuntos ni de la muerte de la misma manera que hace unas décadas. Algo se está curvando epistemológicamente en la cultura moderna, que nos hace sentir la necesidad de no repetir ya lo que nos fue dicho, sino de revisar y repensar lo que podemos decir/saber/esperar.
Como a aquellos saduceos, tal vez hoy Jesús nos dice también a nosotros: «no saben ustedes de qué están hablando...». Qué sea el contenido real de lo que hemos llamado tradicionalmente «resurrección» no es algo que se pueda describir, ni detallar, ni siquiera «imaginar». Tal vez es un símbolo que expresa un misterio que apenas podemos intuir, pero no concretar. Una resurrección entendida directa y llanamente como una «reviviscencia», aunque sea espiritual (que es como la imagen funciona de hecho en muchos cristianos formados hace tiempo), hoy no parece sostenible, críticamente hablando.
Tal vez nos vendría bien a nosotros una sacudida como la que dio Jesús a los saduceos. Antes de que nuestros contemporáneos pierdan la fe en la resurrección y con ella, de un golpe, toda la fe, sería bueno que hagamos un serio esfuerzo por purificar nuestro lenguaje sobre la resurrección y por poner de relieve su carácter mistérico. Fe sí, pero no una fe perezosa y fundamentalista, sino una fe seria, sobria, crítica, y bien formada. Hay libros adecuados para esto, que recomendamos más abajo.

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 97 de la serie «Un tal Jesús», de los hnos. López Vigil, titulado «El fuego de la Gehenna». El guión del capítulo, y su comentario, puede ser tomado de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1500097 Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap97b.mp3 

Para la revisión de vida

          Ante la pregunta de los saduceos, que niegan la resurrección, Jesús proclama la vida más allá de la muerte. El es la vida y la Resurrección: “quien cree en mí, aunque haya muerto vivirá. La alianza del Dios vivo es con la vida y con los hombres vivos. El Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, no es un Dios de muertos, sino de vivos. ¿Cómo se manifiesta en mí la vida que Jesús representa?

Para la reunión de grupo

-                  Andrés TORRES QUEIRUGA ha publicado hace muy poco su libro Repensar la Resurrección, Trotta, Madrid 2003, 372 pp.
-                 También, recordamos aquellos tres libros que recomendábamos hace muy pocas semanas:
-                 Roger LENAERS, Otro cristianismo es posible, colección «Tiempo axial», Abya Yala (www.abyayala.org), Quito, Ecuador, 2007, con un capítulo expreso sobre el más allá, la vida eterna. El libro está puesto en internet y es muy recomendable como manual de texto para un grupo de formación que quiera actualizar su fe con valentía. Puede tomarse libremente, por capítulos (http://2006.atrio.org/?page_id=1616).
-                 También, John Shelby SPONG, Ethernal Life. A new vision, HarperCollins, 2010, 288 pp, que ha sido traducido y está a punto de ser publicado en español por la editorial Abya Yala de Quito, en su colección «Tiempo axial» (tiempoaxial.org).
-                 Hace ya unos 30 años Leonardo BOFF publicó su libro sobre escatología: «Hablemos de la otra vida» (Sal Terrae, que sigue reeditándolo actualmente; y está en la red por cierto). Es una visión de los temas escatológicos desde una filosofía actualizada y desde una espiritualidad liberadora.

Para la oración de los fieles

-                 Por la Iglesia, para que sea portadora de vida y esperanza para todos los que viven los horrores de la violencia, la guerra y la muerte.
-                 Por los huérfanos y las viudas que han perdido a sus seres queridos en la guerra, para que la esperanza de la resurrección se traduzca en gestos verdaderos de vida.
-                 Por todos los que trabajan por la Justicia y Paz, para que su voz y sus gritos solidarios generen caminos nuevos de concordia y unidad.
-                 Por los enfermos terminales y por los que agonizan, para que al final de sus vidas puedan descubrir la presencia de Dios como un Dios de vivos y no de muertos.
-                 Por los que son perseguidos y amenazados de muerte por causa del evangelio, para que la presencia de Jesús Resucitado los anime y acompañe en medio de sus dificultades.

Oración comunitaria

          • Padre, la esperanza en la resurrección es un don misterioso que no acabamos de comprender, y que en todas las tradiciones religiosas se expresa de mil maneras. Ilumínanos para que vivamos cada momento de nuestra vida con la certeza de que Tú nunca nos vas a abandonar y ni vas a dejar que nos perdamos. Nosotros te lo pedimos por Jesús, hijo tuyo y hermano nuestro.

          • Oh Misterio de la Vida, que a los homo sapiens, flor última del proceso evolutivo multimilenario, nos has dotado de un profundo sentido de lo sagrado y de la transcendencia, y nos has hecho sentir desde siempre la necesidad de colocar nuestra vida en unos contextos más amplios, en un sentido más hondo y transcendente, lo que nos ha llevado a ser el único ser vivo que entierra a sus muertos, y sueña con una resurrección... Sigue dándonos crecer y profundizar en esa intuición, hasta empalmar y conectar con tu misma intuición profunda, la intención profunda de la Realidad misma, con cuyo magnífico e incontenible desarrollo de 13.700 millones de años no dejamos de comulgar...