Servicio Bíblico Latinoamericano
Domingo 17 de noviembre de 2013 - Ciclo C
33º domingo del Tiempo Ordinario
Isabel de Hungría, reina y religiosa (a. 1231)
Mal 3,19-20: Los iluminará un sol de justicia
Salmo Responsorial 97: El Señor llega para regir
la tierra con justicia
2 Tes 3,7-12: Quien no trabaja, que no coma
Lc 21,5-19: Con su perseverancia salvarán ustedes
sus vidas
Estamos ya en
el final del año litúrgico, y el tema de
las lecturas de este domingo es también el del «final de los tiempos», el final
del mundo. De hecho, en el evangelio hay numerosos pasajes que aluden a este
tema, los famosos textos «apocalípticos», pues el género «apocalíptico» era muy
del gusto de los creyentes de aquellos tiempos.
Durante la historia del cristianismo, también el final del mundo ha sido
un tema siempre presente. Formaba parte de la identidad cristiana, diríamos.
Ser cristiano implicaba creer que nuestra vida va a acabar con un juicio de
Dios sobre nosotros, y también la existencia del mundo como conjunto: Dios
decidiría en algún momento -muy probablemente por sorpresa- el final del mundo,
y toda humanidad sería convocada a juicio, en el Valle de Josafat por más
señas, junto a la muralla oriental del templo de Jerusalén (lo que convirtió a
ese valle en un cementerio muy cotizado...).
Este concepto del final del mundo estaba enmarcado (hasta ayer mismo,
cuando nosotros éramos niños) dentro del contexto de una cosmovisión que
imaginaba a Dios como un «Señor todopoderoso», situado fuera del mundo, encima,
en un segundo piso celestial, observando y con frecuencia interviniendo en el
mundo, en el que se debatía la humanidad que Él había creado allí para superar
una prueba y pasar a continuación a la vida definitiva, que ya no sería aquí en
la tierra, sino en otro lugar, en «un cielo nuevo y una tierra nueva», porque
la vieja tierra sería destruida con el final del período de prueba de la
Humanidad. A continuación ya todo sería una vida eterna en el cielo -o en el
infierno tal vez para algunos-.
Ruboriza hoy, y casi parece caricatura, contar o describir aquella visión
que durante siglos se identificó con la doctrina cristiana... Durante siglos la
creyeron revelada por Dios mismo. Dudar de aquella visión o de cualquiera de
sus detalles era tenido como un pecado (grave) de «falta de fe» y -peor aún-
como un desacato a la revelación (todavía más grave). Sobre la visión global o el
«gran relato» –porque realmente era un relato– que el cristianismo presentaba
(pecado original, juicio particular, juicio universal, cielo, purgatorio o
infierno...) no era permitido dudar.
Hoy nos podemos llevar las manos a la cabeza al caer en la cuenta de qué
parte tan grande de toda esta visión estaba constituida por tradiciones
mitológicas ancestrales, pensamiento platónico... ¡Genial Platón!, que logró
crear una «imagen» del mundo que cautivaría la imaginación de la humanidad por
generaciones y generaciones, durante varios milenios... hasta hoy.
La revolución científica comenzada en el siglo XVI fue destruyendo
aquella cosmovisión platónico-aristotélica del cristianismo: las esferas
celestiales, los siete cielos, la separación entre el mundo perfecto
supra-lunar y el imperfecto o corruptible o infra-lunar, la descripción tan
viva de los «novísimos» (muerte, juicio, infierno y gloria...). Pero lo que en
la visión científica o el conocimiento simplemente físico de las personas iba
desmoronándose, se refugiaba en la visión religiosa, como si el cielo de la fe
fuera el aristotélico-platónico, aunque el cielo astronómico fuera totalmente
otro.
Hoy día, con el avance que la ciencia ha realizado, la escatología (rama
de la ciencia que trata del «eskhatos,
lo último») no sabe dónde colocar eso último, ni cómo conectarlo con lo que hoy
sabemos todos. Y por eso cuesta seguir hablando de «lo último» dentro de las
coordenadas teológicas tradicionales: unas realidades últimas que eran pensadas
como conectadas directamente con la «prueba» y el «juicio de Dios» sobre
nosotros, y una «vida eterna» vista como el premio o castigo correspondiente...
La vida, la muerte, y la posible continuidad o no de la vida... todo ello era
planteado en las coordenadas de aquella visión mítica (Dios arriba, que decide
crear una humanidad y la pone a prueba para llevar a quienes la superen a la
vida eterna...).
Tan acendrada está esta convicción mítica del «Dios que crea a los
humanos en una vida provisional para probar si pueden acceder a la vida
eterna», que todavía hoy, muchos cristianos, no sólo siguen pensando así, sino
que no ven la posibilidad de que vida, muerte y más allá de la muerte sean
dimensiones existenciales humanas que deban dejar de ser «utilizadas» con la
idea de premios y castigos de Dios a los humanos por su conducta. Muchos
predicadores tendrían hoy dificultades para enfocar su homilía superando esa
interpretación tradicional...
Pero afortunadamente, «otro cristianismo es posible». Es posible...
porque ya es real: ya lo viven muchos, y algunos incluso dan razón de esta su
fe, y su nueva esperanza, desligada de premios y castigos. No es éste el lugar
para presentar toda una escatología renovada, pero sí para remitir a tres obras
recomendables a quien trate de replantear su fe fuera del paradigma premoderno
mítico:
- Roger LENAERS sj, Otro
cristianismo es posible, Abya Yala, Quito, Ecuador, 2006 (tiempoaxial.org),
y
- las «12 tesis del obispo John Shelby SPONG», que pueden ser encontradas
en la mayor parte de los buscadores de internet.
- la revista Concilium dedicó recientemente un número monográfico a la
«resurrección de los muertos», en noviembre de 2006 (el número 318).
Completamos con una referencia tradicional a las tres lecturas de hoy:
Malaquías, a través de un lenguaje
apocalíptico, alienta al pueblo justo que sirve enteramente al Señor,
indicándoles que ya llegará el día en que se hará sentir la justicia de Dios
sobre los que no guardan su ley; que ellos no son los que realmente dirigen el
caminar de la historia, sino que es el Dios amante de la vida quien la guía,
conduciéndola por el camino de la paz y de la vida. Todos los que caminan por
el camino del Señor serán iluminados por el “sol de la justicia” que irradia su
luz en medio de la oscuridad, en medio del dolor y la muerte.
El salmo que leemos hoy es un himno al Rey y Señor de toda la
Creación, quien dirige con justicia a todos los pueblos de la tierra, quien es
amoroso y fiel con el pueblo de Israel. Dios es un Dios justo, que merece ser
alabado por todos, pues ha derrotado la muerte y ha posibilitado la vida para
todos; por ello toda la Creación lo alaba, celebra la presencia de ese Dios
misericordioso y justo en medio del pueblo liberado. Es un salmo de
agradecimiento por los beneficios que el pueblo ha recibido por tener su
esperanza puesta en el Dios de la Vida.
Muchos de los creyentes de Tesalónica, específicamente las “clases
superiores”, pensaron que no debían preocuparse por las cosas de la vida
cotidiana, como el trabajo, y que más bien debían esperar, de brazos cruzados,
la inminente venida del Señor y dedicarse a la ociosidad. Pablo llama
fuertemente la atención sobre esta errada actitud, pues son personas que viven
del trabajo ajeno, son explotadores de los otros (esclavos) y que, gracias a
ello, acumulan riquezas sin esforzarse en absoluto. Es a ellos a quienes Pablo
se dirige fuertemente: el que no quiere trabajar que no coma (v.10), ya que
esta actitud no es propia de la enseñanza de los apóstoles.
Puede ser que la presencia magnífica del templo de Jerusalén alentara la
fe de los judíos hasta el punto de ser más significativos la arquitectura y el
poder de la religión que el mismo Dios de Israel; pudo ser que fueran más
importante los sacrificios, el ritual, la construcción majestuosa que las
actitudes exigidas por el mismo Dios para un verdadero culto a él: la
misericordia y la justicia social. Por eso Jesús afirma que el templo será
destruido, pues éste no posibilita una relación legítima con Dios y con los
hermanos, sino que crea grandes divisiones sociales e injusticias que
contradicen el fin de una experiencia de fe. Es importante ir descubriendo en
nuestra vida que la experiencia de fe debe estar atravesada por el servicio
incondicional a los demás, es así como vamos sintiendo el paso de Dios por
nuestra existencia y es así como vamos construyendo el verdadero templo de
Dios, el cual no se debe equiparar con edificaciones ostentosas, sino con la
Iglesia-comunidad de creyentes que se inspira en la Palabra de Dios y se
mantiene firme en la esperanza de Jesús resucitado.
El evangelio de hoy no está recogido en la
serie «Un tal Jesús», pero en ella puede encontrarse varios episodios
relacionados con el contenido de ese evangelio: www.untaljesus.net
Para la revisión de vida
Muchas sectas fundamentalistas anuncian desde
estos textos el fin del mundo e invitan a la conversión para ser parte de los
que se van a salvar. Otra gente, por sus múltiples ocupaciones, no se preocupa
ni siquiera por el transcurrir de la historia y el desenvolvimiento de los
acontecimientos. ¿Soy insensible ante los acontecimientos de injusticia,
desigualdad y muerte que estamos viviendo?
Para la reunión de grupo
-
El
tema de la muerte y el más allá ha sido utilizado por el mensaje cristiano como
un instrumento de miedo y de control. El temor a la muerte, al juicio de Dios,
a la posibilidad de la «condenación», ha brillado como la estrella polar en el
firmamento del imaginario cristiano milenariamente. Hoy se hace una gran
crítica a esta utilización del mensaje. ¿Por qué?
-
¿Qué piensa el pensamiento moderno más
avanzado sobre la transcendencia y el más allá de la muerte? ¿Qué aporta la
nueva ciencia frente a la «ciencia materialista» de décadas pasadas? Hacer un
pequeño «trabajo de campo» preguntando a la gente que está a nuestro alcance
qué piensan sobre estos temas, y por qué.
Para la oración de los fieles
-
Por las comunidades cristianas que trabajan
solidariamente por los pobres, marginados y excluidos, para que su testimonio
de vida sea signo ante el mundo del Reino.
-
Por todos los que trabajan por implantar en
la tierra un nuevo orden social, para que sus luchas y esfuerzos vayan creando
nuevos caminos de libertad.
-
Por tantos cristianos insensibles ante el
dolor y el sufrimiento de muchos de sus hermanos, para que el Espíritu de Jesús
los toque en su corazón y puedan generar acciones que conforten y ayuden a los
demás.
-
Por los que son perseguidos por causa del
evangelio, para que Jesús los acompañe, los conforte y les dé valor.
-
Por la Iglesia, para que sea ante el mundo
testimonio de Jesús y fermento en la construcción del reino de Dios.
-
Por las victimas de la guerra; viudas,
huérfanos y desplazados, para que el Señor suscite en muchos cristianos la
generosidad y el amor solidario.
Oración comunitaria
Dios Padre-Madre de
la Humanidad, a quien todos los pueblos han buscado a tientas desde el origen
de la historia, en mil formas religiosas, en las más diversas tradiciones
espirituales que se han sucedido a lo largo de los milenios. Abre nuestros ojos
y nuestras mentes para saber valorar la inmensa riqueza de tu acción en la
historia, para que estemos abiertos a tu acción imprevisible, capaz de
sorprendernos con nuevos caminos religiosos allí mismo donde nos parece ver
crisis de la religión o increencia. Te lo pedimos asociándonos al clamor
universal de todos los hombres y mujeres, pueblos y tradiciones, que te han
buscado y encontrado a lo largo de la historia. Amén.
O bien:
Señor y Padre de la historia,
enséñanos a transformar las relaciones entre los seres humanos haciendo una
historia humana de amor, de libertad, de justicia, y de paz, que nos lleve a la
construcción de la humanidad nueva donde se explicite de manera efectiva el
Reino de Dios. Por Jesucristo Nuestro Señor.
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