2008-07-28

LA MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES

Ciclo A, 18° Dom.Ord., 3 de Agosto de 2008


Todos comieron hasta saciarse
(Mateo 14, 20)


Con la multiplicación de los 5 panes y los dos pescados que permitió que mucha gente comiera hasta saciarse, aún con la resistencia y desconfianza de los discípulos, el Señor nos enseña a ser compasivos con los que tienen hambre y compartir nuestros bienes para que todos comamos con satisfacción.

A principios del año 2008 se nos informaba oficialmente que alrededor de 800 millones de personas en el mundo sufren del hambre, que 24 mil personas mueren cada día de hambre o de causas relacionadas con el hambre, y que un 75% de los fallecidos son niños menores de cinco meses. En Latinoamérica está el mayor bloque de pobreza (DAP 527). En México, como 50 millones de personas (la mitad de la población) son pobres, de los cuales alrededor de 20 millones están desnutridos (DPSM, 59). ¿Cuál es la causa? ¿Faltan alimentos? ¿Falta dinero? Ciertamente el problema no es el dinero. Nunca en la historia humana habíamos tenido tanto dinero como hoy. Entonces el problema es la injusta distribución de los bienes. Que quienes hemos acaparado los bienes no queremos compartir.

Aparecida dice: El Santo Padre nos recuerda que, ante “intolerables desigualdades sociales y económicas” que <>, la Iglesia es “abogada de la justicia y defensora de los pobres” (# 395). Hoy queremos ratificar, incluso hasta el martirio, la opción del amor preferencial por los pobres (# 396). Las palabras de San Juan Crisóstomo son vigorosas y nos cuestionan: "No hacer participar a los pobres de los propios bienes es robarles y quitarles la vida. Lo que poseemos no son bienes nuestros, sino los suyos". Es preciso "satisfacer ante todo las exigencias de la justicia, de modo que no se ofrezca como ayuda de caridad lo que ya se debe a título de justicia" (CIC 2446)

La tarea para los discípulos y misioneros de Jesucristo es tener un corazón compasivo como el de Él para compartir desde nuestra pobreza o riqueza no con cualquier persona, familia o institución, sino con aquella que no podrá pagarnos.

Agustín, Pbro.

2008-07-22

OTRAS TRES PARÁBOLAS DEL REINO

Ciclo A, 17° Dom.Ord., 27 de Julio de 2008


El tesoro escondido, las perlas finas y la red de pescar
(Mateo 13, 44-52)


El proyecto del Reino de los cielos es tan valioso, como un tesoro escondido o unas perlas finas, que si para encontrarlo y ganarlo dejamos todo lo demás como algo secundario sería una actitud de sabios.

En la encuesta parroquial 2007 apareció como causa de alejamiento de la Misa y del Apostolado la falta de tiempo por la necesidad de trabajar para completar el gasto. La necesidad de tener que someterse a horarios laborales inhumanos para poder mantener un empleo, por cierto, generalmente mal pagado, lastima y atenta contra las familias (DAP 436). Por otra parte vivimos en una cultura de consumismo (# 51), es decir, la televisión y mucha gente nos hace creer que necesitamos comprar y acumular cosas para ser felices (# 357), y para lograrlo ocupamos demasiado tiempo en conseguirlas. Ciertamente, todo esto no favorece que busquemos el Reino de los cielos.

Los Obispos de Aparecida nos invitaban a valorar el gran don y tesoro de la fe que se nos ha dado en Jesucristo. Él es el tesoro incalculable, la <>, el Verbo de Dios hecho carne, Camino, Verdad y Vida de los hombres y mujeres, a quienes abre un destino de plena justicia y felicidad (DAP 6). Es de sabios desgastarnos y acabarnos por Jesucristo.

¿Qué vamos a hacer para obtener el Reino de Cristo? Lo primero es dedicar tiempo real para asimilar y practicar las actitudes del Reino. Una práctica que no sólo se debiera dar en el ámbito eclesial sino también en la sociedad; Jesucristo es el Reino de Dios que transforma nuestra Iglesia y nuestra sociedad (DAP 382). Ahora bien, las señales del Reino son la vivencia de las bienaventuranzas, la evangelización de los pobres, el acceso de todos a los bienes de la creación, entre otros. (# 383). Estas señales contrarrestan muy bien las causas de alejamiento de la Iglesia y del Reino. No nos andemos en las ramas.

Agustín, Pbro.

2008-07-15

LAS PARÁBOLAS DEL REINO

Ciclo A, 16° Dom.Ord., 20 de Julio de 2008


LAS PARÁBOLAS DEL REINO
El trigo y la cizaña, la semilla de mostaza y la levadura que fermenta
(Mateo 13, 24-43)


El Reino de los Cielos es un nuevo estilo de vida en donde impera fundamentalmente la Justicia. Ahora, el Maestro nos enseña que el Reino es Incluyente, es decir, cabemos todos: buenos y malos. También nos enseña que el Reino tiene muy pocos y débiles ciudadanos, pero sus acciones se van convirtiendo poco a poco en obras maravillosas, como un árbol frondoso en el semidesierto, y van fermentando la sociedad.

En México y América Latina muchos son los católicos que no tienen conciencia de su misión de ser sal y fermento en el mundo (DAP 286). Además, la cultura del mundo actual está marcado por un fuerte individualismo y una fragmentación social que está dando como resultado familia y grupos sociales excluidos y muchas veces discriminados, entre ellos, los niños, las mujeres, los adultos mayores, los desempleados y los migrantes (65). Hasta en la Iglesia tenemos la tentación de regirnos por criterios excluyentes, por ejemplo, la preparación académica, el estrato social, la imagen, etc. Se nos puede olvidar que pretender una Iglesia de puros buenos y eficientes es una pretensión diabólica.

El Documento de Aparecida dice que ser “familia latinoamericana implica una experiencia de fraternidad y solidaridad. / América Latina es La ‘Patria Grande’ se decía en Santo Domingo. / Y será realmente grande cuando los sea para todos, con mayor justicia, porque es una contradicción que el Continente del mayor número de católicos sea también el de mayor inequidad social.” (DAP 525-527). Los cristianos estamos llamados a “actuar a manera de fermento en la masa para construir una ciudad temporal que esté de acuerdo con el proyecto de Dios.” (505). Los cristianos estamos llamados a “promover la cultura del compartir” (540), y a “promover una ciudadanía universal en la que no haya distinción de personas” (414).

La Palabra de Dios, pues, nos invita a aceptar y convivir con todas las personas, buenas o malas, con sus diferentes culturas, muchas veces distintas y hasta opuestas a la nuestra, para ir construyendo una familia latinoamericana y universal, cuyo sello sea la Justicia.

Agustín, Pbro.

2008-07-05

EL SEMBRADOR

Ciclo A, 15° Dom.Ord., 13 de Julio de 2008


“Lo sembrado en tierra buena representa a quienes oyen la palabra, la entienden y dan fruto”
(Mt 13, 23)


El Maestro empieza a enseñar los misterios del Reino a través de parábolas, que son comparaciones o cuentos para facilitar la comprensión de sus oyentes, entre ellos nosotros. Empieza con la Parábola del Sembrador. Jesús nos invita a recibir su Palabra como recibe la tierra buena la semilla. Para recibir su Palabra se requiere una actitud de disponibilidad.

Pero se nos presentan las siguientes espinas y piedras en el camino: Poco usamos la Biblia y todavía más poco la practicamos; un tremendo Activismo laboral, en gran parte por la pobreza, nos está acaparando; de esto se desprende una fuerte apatía para la lectura y reflexión bíblica y cualquier otra actividad familiar o incluso personal; un Alejamiento creciente de la gente de las cosas religiosas; y vemos a una Iglesia muy activa pero que da poco testimonio de misión y poco transforma la realidad de muerte que nos rodea.

En Aparecida, los Obispos escribían: “Ser discípulo requiere estar familiarizado con la Palabra de Dios” (# 292) “Nos configuramos con el Señor en la escucha operante de la Palabra, en los Sacramentos, en la solidaridad con los más necesitados y en la vida comunitaria” (# 142)
Ahora bien, “El Reino de Dios quiere desplegar toda su fuerza en la Iglesia y en la sociedad” (# 382). Es urgente “que toda persona humana viva de acuerdo con la dignidad que Dios le ha dado” (# 389). La solidaridad con los más necesitados se expresa “en el acompañamiento a los más vulnerables y excluidos… para que sean sujetos de cambio y transformen su situación.” (# 394).

Algunas Propuestas que podemos asumir o fortalecer: 1) Fortalecer procesos de formación integral, sistemática y liberadora, pero sencillos, para personas alejadas; con más profundidad para personas que trabajen en la misión a tiempo completo en las parroquias. 2) Hacer de la Biblia nuestro libro cotidiano de reflexión y vida, dedicar un tiempo periódico de reflexión y estudio. 3) Partiendo de la Palabra y tomando en cuenta la realidad que vivimos, dedicar un tiempo periódico para transformar la realidad de muerte en Reino de Vida y “dar fruto”… aunque sea el 1% cada año.

Agustín, Pbro.