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2018-01-20

[cosme] bord03, EL REINO DE DIOS, CORAZÓN DE LA VIDA DEL CREYENTE (20180121)

EL REINO DE DIOS, CORAZÓN DE LA VIDA DEL CREYENTE

COSME CARLOS RÍOS·SÁBADO, 20 DE ENERO DE 2018


Jon 3,1-5.10: Se convirtieron los Ninivitas de su mala vida
Salmo 24: Señor, enséñame tus caminos
1Cor 7,29-31: La presentación de este mundo se termina

Mc 1,14-20: Conviértanse y crean la Buena Nueva


A pesar de que el tema del Reino de Dios aparece en los evangelios como el centro de la palabra y de la actividad de Jesús, por mucho tiempo los cristianos hemos enfocado nuestro ser de cristianos en otra dirección. Hemos practicado mucho la oración y la lectura de la palabra de Dios, pero hemos descuidado el esfuerzo por realizar el cambio de una sociedad en la que hay desigualdades, empobrecimiento y marginación, como lo hizo Jesús.

Nuestra primer lectura de hoy está tomada del libro de Jonás. Este libro es una preciosa novela en la que la misión de Jonás es denunciar la maldad y  las injusticias de la ciudad de Nínive símbolo de los imperios opresores.

En el capítulo 3, para disgusto de Jonás, bastó un día para que los ninivitas se apartaran de su mala conducta: el pueblo se convierte a Dios y cambia de estructuras, lo que se expresa en el hecho de que el rey se despojó de sus vestiduras.

En el evangelio Jesús aparece después de que arrestaron a Juan el Bautizador, aparece proclamando la Buena Noticia, invitando a que acepten esa Buena Noticia, invitando a un cambio de vida y buscando colaboradores.

Jesús se da cuenta de que ha sido silenciada la voz del profeta Juan y que en ese momento no hay quien hable a favor del pueblo y esto constituye para él una preocupación y una oportunidad.

A diferencia de Juan, Jesús proclama su mensaje como una Buena noticia: “El reino de Dios”: no se trata de un territorio, sino de una situación en la que las personas vivan conforme al deseo del Rey, el Padre Dios. 

La sociedad en la que vive Jesús es una sociedad de desigualdades en la que abundan las personas empobrecidas y marginadas, como nos muestran los Evangelios. Por ello, Jesús urge a las personas a un cambio de vida y de corazón que transforme esa sociedad en un mundo de hermanos, donde se viva la fraternidad, el amor, el respeto, la verdad, la justicia y la paz.

Urge transformar la forma de pensar, de sentir y de actuar de las personas, y esto se ha de manifestar en una forma de organización sin desigualdades y sin personas empobrecidas ni marginadas.

Transformar los corazones y transformar la sociedad es una tarea muy grande y por ello, desde el comienzo de su ministerio, Jesús busca colaboradores. 

Parece obvio pensar que Jesús y sus colaboradores ya se conocían en torno a la persona de Juan el Bautizador, y cuando Jesús decide ocupar el lugar del Bautizador, les echa el ojo para que colaboren con él.

El cambio que pide Jesús implica aceptar la Buena Noticia que parte de Dios “El Reino”, pero implica también comprometer la vida en la construcción de un mundo sin desigualdades, sin empobrecidos ni marginados.

Vivir las lecturas de hoy, nos compromete a tomar conciencia de que es necesario en nosotros un cambio en la manera de pensar, de sentir y de actuar, pero unido a la lucha por un cambio de las estructuras desiguales, que empobrecen y marginan.

Vivir el evangelio de hoy, nos compromete a poner en el centro de nuestra vida el Reino de Dios, nos pide un esfuerzo por comprender lo que significa y una lucha por hacerlo vida, ya que el Reino es don del Padre y tarea de nosotros.

Vivir el evangelio de hoy nos compromete a ser mensajeros de buenas noticias, a llevar por todas partes u mensaje de consuelo y esperanza.

Vivir el evangelio de hoy nos urge a detectar las situaciones de desigualdad, de empobrecimiento y marginación y a luchar por cambiar las causas que las provocan.

Cosme Carlos Ríos
Enero 20 del 2018 

2015-01-27

Bord03, Cosme20150125, Mc 1,14-20 Seguir a Jesús

Bord03, Cosme20150125, Seguir a Jesús

Jon 3,1-5.10: Se convirtieron los ninivitas de su mala vida
Salmo responsorial 24: Señor, enséñame tus caminos.
1Cor 7,29-31: La presentación de este mundo se termina
Mc 1,14-20: Conviértanse y crean la Buena Nueva


Es común que los creyentes hablemos de espiritualidad y la vivamos por medio de una serie de prácticas religiosas, sin que ellas tengan una relación expresa con el seguimiento de Jesucristo. No es frecuente que los cristianos nos distingamos por las obras de misericordia más bien algunos cristianos se distinguen por su austeridad y su vida de oración.

Los biblistas actuales sostienen que el libro de Jonás no es un libro profético ni histórico, sino una novela con mensaje. El libro de Jonás fue compuesto después de que los israelitas regresaron del exilio en Babilonia. Es un libro de protesta, pues en esa época se asentó el judaísmo. El judaísmo es una visión religiosa que considera que los judíos son el pueblo elegido, privilegiado por Dios y por ello ignoran y desprecian a los otros pueblos.
En un primer momento el libro presenta a Jonás (que piensa como el resto de los judíos) poniendo resistencia a la orden de Dios. Después de una dura experiencia, Jonás va a Nínive y arduamente predica el mensaje recibido y obtiene la conversión de los ninivitas, expresada en el ayuno y los signos de arrepentimiento.

Marcos nos presenta el inicio del ministerio de Jesús; hace notar que comienza después de que Juan fue arrestado y señala como lugar de inicio: la Galilea. Jesús presenta su propuesta como una Buena Noticia: La cercanía del Reinado de Dios y pide como respuesta un cambio de vida: la conversión.
Jesús tiene conciencia de que él solo no puede realizar la obra y por ello comienza a buscar colaboradores. Invita a que ellos lo sigan. Los que siguieron a Jesús formaron un equipo en el que se hacía la experiencia de fraternidad, se compartía, se escuchaban las enseñanzas de Jesús y colaboraban con él en su Buena Noticia.

Seguir a Jesús hoy significa: a) Formar parte de su equipo, hacer la experiencia de su modo de vida, b) Escuchar las enseñanzas del Maestro, c) Vivir la fraternidad: compartir, d) Anunciar su proyecto como Buena Noticia, e) Con hechos y palabras trabajar para que las situaciones que deshumanizan se conviertan en situaciones humanas.
Seguir a Jesús hoy implica un profundo conocimiento de su persona, de su palabra y de su proyecto: un esfuerzo permanente por encontrarlo en la Escritura, en la Eucaristía y en los pobres.
Seguir a Jesús hoy implica también tomar conciencia de las situaciones que deshumanizan y denunciarlas haciendo propuestas de cambio.
Seguir a Jesús implica hacer equipo con otros para analizar la realidad que deshumaniza, para iluminarla con la palabra meditada en la oración y el constante esfuerzo por humanizar.
Seguir a Jesús implica una forma profunda de espiritualidad que pone en el centro a Jesús y desde su conocimiento y amor le da sentido a toda la vida.

Cosme Carlos Ríos
Enero 24 del 2015


2015-01-20

Bord03, SBL20150125, Mc 1,14-20: Conviértanse y crean la Buena Nueva

Servicio Bíblico Latinoamericano
Domingo 25 de enero de 2015 - Ciclo B
Domingo tercero del tiempo ordinario
Conversión de Pablo

Jon 3,1-5.10: Se convirtieron los ninivitas de su mala vida
Salmo responsorial 24: Señor, enséñame tus caminos.
1Cor 7,29-31: La presentación de este mundo se termina
Mc 1,14-20: Conviértanse y crean la Buena Nueva



Como es sabido, en las lecturas de la liturgia de los domingos, la primera y la tercera están siempre unidas temáticamente, mientras que la segunda suele ir por caminos independientes. Hoy la pareja de lecturas principales son la de la predicación de Jonás sobre la ciudad Nínive, y la predicación de Jesús al comenzar su ministerio, precisamente «cuando arrestaron a Juan», o sea, al faltar el profeta.

La lectura sobre Jonás hoy presenta un contenido positivo: el profeta atiende el mandato de Dios que le envía a predicar, va, predica, y además tiene éxito su predicación, pues la ciudad se arrepiente.

El comentario más simple a este texto puede ir por la línea de la importancia de la predicación profética para la conversión de los que están alejados de Dios. Es un tema conocido. Y, como decíamos, hace un paralelismo con el texto del evangelio: Jesús es un nuevo profeta, que empalma con la línea de los profetas clásicos, que también se lanza por los caminos para predicar un mensaje de conversión.

Para unos oyentes más críticos, esta segunda lectura es preocupante. Porque el conjunto entero de lo que en ella se expresa pertenece a un marco de comprensión hoy insostenible: un Dios arriba, directamente imaginado como un gran rey, que envía su mensajero para predicar un mensaje de conversión, mensaje que antes no pudo surtir efecto porque el profeta no quiso ir a predicar, pero que ahora es atendido y obedecido por los ninivitas. «Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció, y se arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó». Esta imagen de un Dios arriba, que toma decisiones, envía mensajeros, les insiste, se comunica con los seres humanos por medio de esos mensajeros profetas, y que «al ver» las obras de penitencia «se compadece y se arrepiente de la catástrofe con que había amenazado a la ciudad»... es, obviamente, humana, muy humana, demasiado humana, sin duda. Es, claramente, un «antropomorfismo». Dios no es un Señor que esté ahí «arriba, ahí afuera», ni que esté enviando mensajeros, ni es alguien que pueda amenazar, ni que se pueda arrepentir... Hoy sabemos que Dios no es así, que lo que llamamos «Dios» es en realidad un misterio que no puede ser reducido a una imagen o una imaginación antropomórfica semejante.

Sería bueno, incluso necesario, referirse a esta calidad de antropomorfismo que tiene esta lectura –como tantísimas otras–, y hacer caer en la cuenta a los oyentes que no los estamos tomando por niños, sino que, simplemente, estamos utilizando un texto compuesto hace más de veinticinco siglos, y que la imagen de Dios que aparece en él nos resulta hoy inviable. Es importante decirlo, y no es bueno darlo por sobreentendido, porque puede haber –con razón- personas que se sientan mal al escuchar estas imágenes, como si se sintieran retrotraídas al tiempo de la catequesis infantil. Y, desde luego, es recomendable abordar –en esta u otra ocasión– el tema de las imágenes de Dios, y aclarar que si somos personas de hoy, lo más probable es que no nos encaje bien el lenguaje clásico (o ancestral) sobre Dios, y que tenemos todo el derecho a ser críticos y a utilizar otro.

Éste podría ser, sin más, el buen tema de reflexión central para la homilía de hoy. Es más que suficientemente importante. Recomendamos el libro del obispo anglicano John Shelby SPONG, Un cristianismo nuevo para un mundo nuevo, colección «Tiempo axial», Abya Yala, Quito 2011, tiempoaxial.org).

La lectura de la carta de Pablo a los corintios también puede iluminarse hoy con la del evangelio de Marcos: ante el reinado de Dios que ha sido instaurado por la actuación de Jesús -su predicación, sus milagros, sus controversias, especialmente su muerte y resurrección-, todas las realidades humanas adquieren un nuevo sentido: comprar, vender, llorar, reírse, casarse o permanecer célibe, todo es diferente y su valor distinto. Lo absolutamente definitivo es el ejercicio de la voluntad salvífica de Dios que Jesús vino a poner en marcha. Por eso Pablo puede afirmar que "la presentación de este mundo se termina", es decir, que Dios hace nuevas todas las cosas realizando la utopía de su Reino en donde pobres y tristes, enfermos y condenados, excluidos y ofendidos de la tierra son rescatados y acogidos, y en donde los ricos y los poderosos son llamados urgentemente a la conversión.

Después de narrarnos los comienzos del evangelio con Juan Bautista, con la unción mesiánica de Jesús en el río Jordán y con sus tentaciones en el desierto, Marcos nos relata, en unas frases muy condensadas, los comienzos de la actividad pública de Jesús: es el humilde carpintero de Nazaret que ahora recorre su región, la próspera pero mal–afamada Galilea, predicando en las aldeas y ciudades, en los cruces de los caminos, en las sinagogas y en las plazas. Su voz llega a quien quiera oírlo, sin excluir a nadie, sin exigir nada a cambio. Una voz desnuda y vibrante como la de los antiguos profetas. Marcos resume el entero contenido de la predicación de Jesús en estos dos momentos: el reinado de Dios ha comenzado –es que se ha cumplido el plazo de su espera– y ante el reinado de Dios sólo cabe convertirse, acogerlo, aceptarlo con fe.

Muchos reinados recordaban los judíos que escuchaban a Jesús: el muy reciente reinado de Herodes el Grande, sanguinario y ambicioso; el reinado de los asmoneos, descendientes de los libertadores Macabeos, reyes que habían ejercido simultáneamente el sumo sacerdocio y habían oprimido al pueblo, tanto o más que los ocupadores griegos, los seléucidas. Recordaban también a los viejos reyes del remoto pasado, convertidos en figuras de leyendas doradas, David y su hijo Salomón, y la lista tan larga de sus descendientes que por casi 500 años habían ejercido sobre el pueblo un poder totalitario, casi siempre tiránico y explotador. ¿De qué rey hablaba ahora Jesús? Del anunciado por los profetas y anhelado por los justos. Un rey divino que garantizaría a los pobres y a los humildes la justicia y el derecho y excluiría de su vista a los violentos y a los opresores. Un rey universal que anularía las fronteras entre los pueblos y haría confluir a su monte santo a todas las naciones, incluso a las más bárbaras y sanguinarias, para instaurar en el mundo una era de paz y fraternidad, sólo comparable a la era paradisíaca de antes del pecado.

Este «reinado de Dios» que Jesús anunciaba hace 2000 años por Galilea, sigue siendo la esperanza de todos los pobres de la tierra. Ese reino que ya está en marcha desde que Jesús lo proclamara, porque lo siguen anunciando sus discípulos, los que Él llamó en su seguimiento para confiarles la tarea de pescar en las redes del Reino a los seres humanos de buena voluntad. Es el Reino que proclama la Iglesia y que todos los cristianos del mundo se afanan por construir de mil maneras, todas ellas reflejo de la voluntad amorosa de Dios: curando a los enfermos, dando pan a los hambrientos, calmando la sed de los sedientos, enseñando al que no sabe, perdonando a los pecadores y acogiéndolos en la mesa fraterna; denunciando, con palabras y actitudes, a los violentos, opresores e injustos.

A nosotros corresponde, como a Jonás, a Pablo y al mismo Jesús, retomar las banderas del reinado de Dios y anunciarlo en nuestros tiempos y en nuestras sociedades: a todos los que sufren y a todos los que oprimen y deben convertirse, para que la voluntad amorosa de Dios se cumpla para todos los seres del universo.

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 14 de la serie «Un tal Jesús», de los hnos. López Vigil. El guión y su comentario pueden ser tomados de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1100014 Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap14b.mp3 

Para la revisión de vida

          Con frecuencia pensamos que ser cristiano consiste en ratificar el credo en todos sus artículos y aceptar sin fisuras en nuestra mente todos los dogmas y proposiciones que la Iglesia nos haga; olvidamos que lo esencial no está en la mente sino en el corazón y en la vida, que lo esencial es el encuentro personal con el proyecto de Dios, su propuesta, en la Causa de Jesús. ¿Es mi fe una simple amistad con Jesús, una apasionada opción vital por su Causa (el Proyecto de Dios, ¡su Reinado!, razón de mi vida)?

Para la reunión de grupo

-                  El libro citado más arriba de John S. SPONG hace una propuesta de reformulación global del cristianismo en torno a este eje, la superación del «teísmo» clásico. La mayor parte de las personas siguen considerando hoy día a Dios como un Ser Supremo, concretamente un Ser Personal, que habita ahí arriba, ahí afuera, que ama, piensa, hace planes, decide, se enfada, castiga, se arrepiente, perdona... ¿Es posible «imaginar» a Dios de una forma enteramente distinta? ¿Qué problemas conlleva todo esto? ¿No es por otra parte bien urgente el abordarlo, dada la crisis de «Dios» en la cultura actual? Se puede organizar un debate en torno a este tema. Alguna persona puede leer/estudiar el libro y hacer una presentación para abrir el debate. Un capítulo inicial del libro está al público en la RELaT [servicioskoinonia.org/relat], en su número 413.
-                 El dilema que se hizo vigente en los últimos siglos fue «teísmo/ateísmo». John S. Spong dice: «no existe tal disyuntiva inevitable, pues existe otra alternativa, el posteísmo». La Agenda Latinoamericana’2011 trae un artículo con este tema-título: «El teísmo, un modelo útil pero no absoluto para ‘imaginar’ a Dios», de sólo dos páginas, apto para servir de punto de partida a un debate. (Está disponible en el “archivo digital” de la Agenda: http://servicioskoinonia.org/agenda/archivo
-                  Antiguamente la palabra «conversión» sólo se aplicaba a la adopción inicial de una religión, o al cambio de una religión a otra. El Concilio Vaticano II popularizó un uso más «ordinario» del concepto de conversión: todos necesitamos conversión, que ya no es adoptar una religión, ni es cambiar de religión, sino que es «volvernos, con todo lo que somos» («cum-vertere», «con-versión»), hacia Dios y su proyecto. Pregunta: pero cuando se trata de predicar el evangelio a otro que no es cristiano, ¿la «conversión» consiste para él cambiar de religión y aceptar el cristianismo? El concepto de conversión, referido a los no cristianos, ¿necesita también alguna reformulación? Las lecturas de hoy, ¿pueden arrojar alguna luz sobre ello?
-                 El evangelio de hoy es «el primer sermón de Jesús», por hablar así. Y Marcos lo pone al inicio mismo de su evangelio como un manifiesto programático. Tiene todos los elementos centrales de lo que va a ser la predicación misma de Jesús. Comentémoslo.
-                 El evangelio de hoy –y todo el evangelio- pone de relieve la importancia central del Reino de Dios en la misión de Jesús. El Reino no es un elemento más, sino su mismo centro. Si no se entiende esto, no se entiende a Jesús, ni se entiende qué es ser cristiano. ¿Qué es el «reinocentrismo»? ¿Qué significa esa palabra? ¿A qué se opone? (En el libro de Casaldáliga-Vigil «Espiritualidad de la liberación» –disponible en la biblioteca de Koinonía (servicioskoinonia.org/biblioteca)– hay todo un capítulo de exposición sobre el «reinocentrismo», si ayuda).

Para la oración de los fieles

-                 Para que la Iglesia siga anunciado a todos y a sí misma el Reino y la necesidad de convertirnos e él acogiendo la Buena Noticia. Oremos.
-                 Para que actualicemos nuestro lenguaje sobre Dios, dando cabida a formas de expresar lo religioso más en concordancia con los avances de las ciencias y el sentido crítico de nuestra cultura. Oremos.
-                 Para que todos los cristianos que titubean o vacilan a la hora de vivir su fe encuentren en Jesús la fuerza necesaria para no tener miedo a nada ni a nadie. Oremos.
-                 Para que sepamos vivir en continua conversión, sabiendo que eso nos hará más humanos y más felices. Oremos.
-                 Para que la Buena Noticia del amor de Dios sea recibida y acogida por todas las gentes de todos los pueblos. Oremos.
-                 Para que vivamos siempre conforme a lo que creemos y demos testimonio ante todos de los verdaderos valores. Oremos.

Oración comunitaria

          Dios, Padre nuestro, Tú que todo lo puedes, ayúdanos a que nos convertirnos a Ti cada día, de modo que llevemos siempre una vida según tu voluntad y podamos dar abundantes frutos de Amor y de Justicia. Tú que vives y das vida por los siglos de los siglos. Amén.

          Oh Misterio innombrable, sin forma ni imagen, sin nombre, inimaginable, indescriptible, que te nos escapas a la vez que nos inundas, que estás bien cerca y bien adentro a la vez que resultas inasible e inaccesible, en quien nos movemos, respiramos y existimos. Ayúdanos a respetar tu misterio, a distinguirte siempre de las imágenes que te hemos construido, a sentirte y experimentarte en la ausencia y el respeto, y a conocerte en el conocimiento silencioso y luminoso. Amén.