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2014-12-13

B_NTRA SRA. DE GUADALUPE (MÉXICO, 20141212)

20141212, El acontecimiento guadalupano

Lc 1,39-45: ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?



En estas fechas el pueblo mexicano muestra su amor a María por medio de peregrinaciones, cantos y flores, pero pocos toman conciencia de que el culto a María nos tiene que llevar a realizar lo que ella quiere: La misericordia con los más desamparados. El acontecimiento se sitúa en el momento en que los indígenas son los vencidos, derrotados por el imperio español.

En el acontecimiento guadalupano hay detalles que rompen el estilo de nuestras devociones:
  • La Señora del Cielo elige como mensajero a un indígena, que, por el trato que ha recibido tiene un gran complejo de inferioridad. 
  • La Señora del Cielo le muestra que es precisamente él, el elegido para hacer su voluntad.
  • La Señora del Cielo quiere un templo en el valle, donde habitan los indígenas y no en el centro de la metrópoli.
  • La Señora del Cielo quiere un templo para en él mostrar y dar todo su amor, compasión, auxilio y defensa a los indígenas humillados y desprotegidos.
  • La Señora del Cielo quiere un templo para escuchar los lamentos, penas y dolores de los indígenas vencidos y humillados.

El templo y el culto que se rinde a la Señora del Cielo tienen que estar impregnados de la misericordia hacia los más desprotegidos.
  • Ser guadalupano hoy implica vencer nuestros complejos de inferioridad y colaborar con la Señora del Cielo para mostrar y dar la misericordia a los más desamparados.
  • Ser guadalupano hoy implica descubrir a la Señora del cielo no sólo en los grandes templos y en las grandes personalidades, sino en lo pequeño de nuestro diario acontecer.
  • Ser guadalupano hoy implica participar con alegría en el culto, pero además convertir nuestros templos en centros desde donde se organiza la misericordia hacia los más desamparados.


Diciembre 12 del 2014
Cosme Carlos Ríos

2014-11-30

Badv01, Cosme, Mc13:33-37: Despiertos cumpliendo con la tarea

Badv01, Despiertos cumpliendo con la tarea (20141130)

Is 63,16b-17.19b; 64,2b-7: ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases!
Salmo responsorial 79: Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve
1Cor1,3-9: Aguardamos la manifestación de nuestro Señor Jesucristo
Mc 13,33-37: Velen, pues no saben cuándo vendrá el dueño de la casa


Mientras que en nuestro país reinan la desigualdad, la violencia y la corrupción muchos cristianos vivimos desinteresados y llenos de miedo. En nuestro Iglesia hemos perdido el sentido de la igualdad bautismal, y hacemos privilegiados a los que tienen un ministerio, mientras que la mayoría de los bautizados vive como si fueran cristianos de segunda. Las mujeres realizan la mayor parte de la actividad pastoral, pero poco o nada, participan en la planeación y en el ejercicio del poder al tomar las decisiones. Añoramos aquellos tiempos de alegría y de seguridad en que vivíamos antes, pero no analizamos las causas ni nos organizamos para construir un mundo mejor.

Iniciamos hoy el tiempo de Adviento: tiempo de espera. Esperamos la venida de nuestro Señor Jesucristo, el que vino a mostrarnos el rostro misericordioso del Padre; el que vino a realizar la tarea de anunciar y hacer presente el reino de Dios con hechos y palabras.

En la primera lectura de Isaías, el profeta que actúa después del exilio, recuerda a Yahvé su providencia en el pasado, y lo invita a repetir sus prodigios con el pueblo. Le pide que contemple desde el cielo la situación actual del pueblo abandonado, y le reclama que si se le ha acabado el celo y fortaleza que antes mostró, ya que siempre ha sido compasivo y misericordioso.

El salmista, víctima de las intrigas y calumnias de sus adversarios, pide ayuda al Señor, quien puede cambiar el curso de las cosas y hacer que los malvados caigan en su propia trampa.

En el evangelio, Jesús invita a sus discípulos a velar y estar preparados y lo ilustra con la parábola de un hombre que salió de viaje y encargó una tarea a cada uno una tarea. La misma recomendación y la misma tarea es también para nosotros: “Velar y estar despiertos”. Es obvio que la tarea que se nos encomienda no puede ser otra que la que vino a realizar el mismo Jesucristo.

ü Estaremos realizando nuestra tarea de estar vigilantes, si tenemos los ojos y los oídos atentos a la realidad de nuestro país y dispuestos y organizados para ayudar a que la situación mejore. 
ü Estaremos realizando nuestra tarea de estar vigilantes si nos esforzamos para que en nuestra Iglesia se dé una verdadera igualdad entre ministros y fieles, respetando la responsabilidad que a cada uno corresponde.
ü Estaremos realizando nuestra tarea de estar vigilantes si en nuestra Iglesia valoramos el trabajo apostólico de la mujer y le damos oportunidad de participar en la planeación y en las decisiones.
ü Estaremos realizando nuestra tarea de estar vigilantes si dejamos de mirar al pasado y nos esforzamos organizadamente para construir un presente donde, venciendo el miedo y el encerramiento, nos unamos y organicemos para vivir la alegría y la confianza mutua.

El adviento es una oportunidad

Noviembre 29 del 2014 

Cosme Carlos Ríos

2014-04-27

Apas02_Cosme2014: El resucitado crea la comunidad para la misión (Hech2, 42ss)

Apas02Cosme - 26 de abril de 2014

El resucitado crea la comunidad para la misión
  • Hch 2,42-47: Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común
  • Salmo responsorial 117: Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia
  • 1Pe 1,3-9: Nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva
  • Jn 20,19-31: A los ocho días, llegó Jesús (Paz, Envío-ES y Tomás)


Es muy significativo que los creyentes en Jesús acostumbramos vivir nuestra fé en forma individual: poco nos reunimos para escuchar la Palabra, poco nos reunimos espontáneamente para hacer oración, y ayudarnos en nuestras necesidades. Pocas personas se toman en serio la misión de continuar la obra del Resucitado, construyendo con hechos y palabras el Reinado de Dios. Damos mucho más importancia a la imagen que presentamos ante los demás, que a la imagen del Crucificado que ha resucitado y está vivo y presente entre nosotros.

El libro de los Hechos se escribe por el año 80 de nuestra era, momento en el que ya han desaparecido aquellos que fueron testigos del encuentro con Jesús resucitado: no hay más testigos oculares. Para mantener el rumbo del camino iniciado por Jesús, para que las nuevas comunidades puedan seguir la pista, el autor recoge las tradiciones sobre la Iglesia en diferentes comunidades. En el libro de los Hechos descubrimos una Iglesia conducida por el Espíritu, una Iglesia misionera, una Iglesia que se estructura en pequeñas comunidades

El texto de hoy nos presenta como modelo de Iglesia, la comunidad de Jerusalén. Está formada por aquellos que aceptaron el misterio pascual de Jesús: su muerte y resurrección. Ellos se reúnen para escuchar la Palabra de Jesús, para la oración, para la fracción del pan (Eucaristía) y se distinguen de los demás por su unidad y su vida compartida.

El evangelio de Juan se escribe por el año 90 y recoge tradiciones de varias comunidades; quiere responder a los problemas de una comunidad, que desde el año 80, ha sufrido una persecución acérrima por parte de los dirigentes de la religión judía. Esto los ha llenado de miedo y se encuentran encerrados y han abandonado la misión que Jesús recibió del Padre. El autor recuerda a estos discípulos la experiencia de los discípulos de Jesús después de su muerte; la forma en que Jesús se presenta ante ellos y les desea la paz. Se identifica ante ellos mostrando sus manos y su costado, señal de que él sigue siendo sacrificado en aquellos que son  masacrados por denunciar una sociedad de injusticia y desigualdad. Jesús les concede el don del Espíritu Santo para que tengan luz y fortaleza, les recuerda que El trajo una misión del Padre y que a ellos les toca, ahora, continuar con la misión

Creer en Jesús resucitado significa para nosotros dejar el individualismo y reunirnos con otros creyentes para escuchar y meditar juntos la Palabra, para dialogar (escuchar y responder) a Dios, y para construir la unidad en la hermandad.

Creer en Jesús resucitado significa para nosotros vencer el miedo, crear la confianza en los demás y abrirnos a los que son diferentes, para, juntos, construir un mundo de paz.

Creer en Jesús resucitado significa para nosotros trabajar por un mundo mejor: de justicia y solidaridad más que preocuparnos por ser una Iglesia tiene una bella imagen.

Creer en Jesús resucitado significa para nosotros tomar conciencia de la misión, de seguir construyendo el Reinado de Dios, saliendo del encerramiento en el templo y haciéndonos presentes ahí donde el sufrimiento reclama nuestra presencia.

Cosme Carlos Ríos

Abril 26 del 2014