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2015-02-08

Bord04, Cosme20150201: Iglesia, pueblo profético

Bord04, Cosme20150201: Iglesia, pueblo profético

Dt 18,15-20: Suscitaré un profeta y pondré mis palabras en su boca
Salmo 94: Ojalá escuchen hoy la voz del Señor, no endurezcan su corazón
1Cor 7,32-35: La mujer soltera se preocupa de los asuntos del Señor, para ser santa
Mc 1,21-28: No enseñaba como los letrados, sino con autoridad


En este momento de nuestra historia La violencia en sus múltiples manifestaciones, el narcotráfico y el fenómeno de la migración forzada, son situaciones que exigen ser iluminadas desde la fe. Esta iluminación es necesaria para entender la problemática y descubrir el rumbo que el pueblo de Dios ha de seguir para realizar el proyecto de Jesús en nuestro aquí y ahora. Sin embargo, en las Iglesias, se nota más la ausencia y el silencio que la palabra iluminadora y promotora de soluciones desde el proyecto de Jesús.

El Deuteronomio fue elaborado a partir de pequeños fragmentos que fueron compilados por el autor o los autores a lo largo de más de seiscientos años. El documento tuvo varias ediciones en las que fue sucesivamente ampliado. Insiste en la necesidad de vivir unas relaciones interhumanas justas. El capítulo 18 en la parte que leemos hoy, presenta la promesa acerca del profeta venidero. Ese profeta se compara con Moisés. Viene para indicar cuál es el rumbo que el pueblo debe seguir.

Todos los pueblos tienen sus ideólogos que pretenden conservar y dirigir la historia y la sociedad de acuerdo a los intereses de la clase dominante. En la antigüedad, esa función era ejercida por los adivinos, astrólogos o magos a quienes las autoridades consultaban para tomar decisiones importantes. En cambio Israel acude a los profetas para que le ayuden a descubrir la voluntad de Yahvé. El profeta, atento a los acontecimientos, interpretados desde la Alianza y de la Fe en Yahvé, el Dios del Éxodo, se preocupa por mantener vivo el Espíritu de la Alianza, de modo que ayude a discernir en torno a las realidades vitales del pueblo.

Esta capacidad, para discernir cada situación en particular, fue una de las cosas que más admiró la multitud en Jesús. Jesús respondía con la verdad simple y llana. Jesús estaba interesado en la situación particular de cada ser humano: en sus sufrimientos, en las ideas que lo atormentaban, en aquellas cosas que le impedían ser libre y espontáneo. Jesús declaró abiertamente: El sábado, o sea la ley, las costumbres, todo lo prescrito, está al servicio de cada ser humano y no al contrario.

En los tiempos de Jesús, la falta de conocimientos científicos y la ignorancia sobre el funcionamiento del cuerpo humano, hacía que se atribuyeran algunas enfermedades a la acción de los demonios. Sobre todo las enfermedades mentales, ya que los gritos, ataques y falta de control de los movimientos del enfermo, resultaban llamativos y enigmáticos. Decir “loco” equivalía a decir “endemoniado” y por esto, era lo mismo que decir impuro: dominado o poseído por un “espíritu impuro”: el diablo.
La lucha de Jesús contra los demonios fue una lucha contra las ideologías instaladas en las sinagogas, que buscaban un mesías glorioso, un militar implacable, un reformador religioso. Jesús nunca se identificó con estos propósitos. Por esta razón, conmina a los “espíritus inmundos” o ideologías opresoras a guardar silencio y a no tratar de seducirlo con falsas aclamaciones y reconocimientos.

ü Como Jesús, la Iglesia, pueblo profético, (cada uno de nosotros con los demás) tiene que analizar las situaciones de violencia, narcotráfico y migración forzada, desde el proyecto de Jesús: “Que todos tengamos vida y vida en abundancia”.
ü Como Jesús, la Iglesia pueblo profético (cada uno de nosotros con los demás) tiene que buscar caminos para llevar a cabo el proyecto de Jesús en nuestro aquí y ahora.
ü Urge tomar conciencia de los problemas, urge sentarnos por grupos y comunidad para analizar la situación y esclarecerla a la luz de Jesús; urge encontrar caminos para realizar nuestra misión de pueblo profético.

Cosme Carlos Ríos
Enero 31 2015


2014-06-28

Aord12, Cosme, No tengan miedo (20140622)

Aord12, Cosme, 22 de junio de 2014 
No tengan miedo
(En México Corpus Christi se sigue celebrando el Jueves)


Ø Jeremías 20, 10-13: Libró la vida del pobre de manos de los impíos
Ø  Sal 68, 8-10. 14 y 17 33-3-5 (R. Que me escuche tu gran bondad, Señor)
Ø  Romanos 5, 12-15: No hay, proporción entre el delito y el don
Ø  Mateo 10, 26-33 : No tengáis miedo a los que matan el cuerpo

En las últimas semanas me he enterado de personas secuestradas: algunas, extorsionadas y maltratadas, han pagado rescate y están en libertad, otras continúan desaparecidas sin ninguna información.
Ante esta situación es misión de los creyentes, acompañar, apoyar y consolar a las víctimas; pero asimismo nos corresponde construir la paz que sólo se obtendrá mediante el restablecimiento de la justicia.
Tenemos que acompañar a las víctimas para exigir que se haga justicia y además de eso, como constructores de paz, nos corresponde organizarnos para reclamar a la autoridad y apoyarla en su tarea de justicia.
El miedo a comprometernos, el miedo a que nos pase algo, la desconfianza en los demás, nos llevan a encerrarnos y paralizan nuestra misión: Hay que vencer el miedo. Esto lo exige nuestra fe en Jesús.

El profeta Jeremías vivió la experiencia del antes, durante y después de que el pueblo de Israel fuera deportado a Babilonia tras ser derrotados por los babilonios.
Los jefes de Israel, la casa real, la clase sacerdotal, el ejército y gran parte del pueblo, a pesar de ser un pequeñísimo reino decidieron enfrentar al poderoso imperio babilónico.
Pusieron su seguridad en que los descendientes de David permanecerían siempre en el trono, en que el Templo de Dios era inviolable y la ciudad de Jerusalén (Ciudad de Dios) era indestructible
Jeremías, un hombre pacifista, por encima de su miedo,  se opone a una guerra que ocasionará un gran derramamiento de sangre y por ello es acusado y agredido por los judíos amantes de la guerra.
En medio de esta situación Jeremías exclama: “Maldito el hombre que confía en el hombre. Bendito el hombre que confía en el Señor.

Los lectores originales del Evangelio de Mateo eran personas de origen judío, que, por los acuerdos tomados en la asamblea de Jamnia hacia el año 80, fueron expulsados, atemorizados, y perseguidos por la religión judía reformada.
El capítulo 10 de Mateo, en el comienzo, nos refiere que Jesús reunió y eligió a los Doce y los envió a una misión. Desde el principio los previene que hay la posibilidad de que sean rechazados.
Les advierte que su misión es como irse metiendo en la boca del lobo como corderitos, pero les ordena que no tengan miedo porque tienen un valor grande ante el Padre.
Jesús, por tres veces les repite la advertencia “No tengan miedo”.

ü Si de veras creemos en Jesús, en la realidad de hoy, es necesario que venzamos el miedo para  realizar nuestra misión de acompañar, apoyar y consolar a las víctimas.

ü Si de veras creemos en Jesús, en la realidad de hoy, tenemos que vencer el miedo y entender que la lucha contra la inseguridad y contra el crimen organizado no la podemos realizar en solitario sino unidos y organizados.

ü Si de veras creemos en Jesús, en la realidad de hoy, tenemos que entender que la lucha corresponde en primer lugar a la autoridad pública, y que nosotros tenemos derecho y deber de exigir justicia y de apoyar las iniciativas de la autoridad pública y para ello tenemos que vencer el miedo.

Tenemos que poner nuestra confianza en Dios, en las víctimas, en la sociedad y en la unidad y organización del pueblo.



Cosme Carlos Ríos
Junio 21 del 2014