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2015-02-14

Bord06, COSME20150215, La misericordia quita la marginación

Bord06, COSME20150215, La misericordia quita la marginación

Lev 13,1-2.44-46: Vivirá solo el leproso y tendrá su morada fuera del campamento
Salmo 31: Perdona, Señor, nuestros pecados
1Cor 10,31–11,1: Sigan mi ejemplo como yo sigo el de Cristo
Marcos 1,40-45: La lepra se le quitó, y quedó limpio


En nuestra sociedad y en nuestra Iglesia aún se dan muchos casos de marginación. Y muchos de estos casos se siguen justificando en nombre de Dios. 
Hay quienes afirman que el SIDA es un castigo de Dios por nuestros muchos pecados. Los enfermos del SIDA siguen sufriendo la marginación que sufrieron los leprosos en otras épocas.
Aún seguimos considerando malos, pecadores, a ciertos grupos de personas como drogadictos, prostitutas; antes que luchar contra la verdadera causa de esas situaciones, que es una organización social injusta.
Aún se desprecia a los curas que se han enamorado y se han casado y se les impide, no ya que celebren la eucaristía, sino hasta que den clases de religión.
En la comunidad cristiana no vemos con buenos ojos a los divorciados, a los homosexuales, a las madres solteras.

De todos los libros del Antiguo Testamento, el Levítico es el más extraño: Tabúes de alimentos, normas primitivas de higiene, insignificantes prescripciones rituales etc. El Levítico pertenece en su totalidad a la tradición "sacerdotal". De allí su estilo minucioso y preciso, sobrecargado de términos técnicos y de repeticiones.
En la antigüedad, a falta de hospitales, las personas contagiadas por alguna enfermedad eran excluidas del contacto con los demás y de modo especial de los lugares públicos.
En el s. V a.C. cuando se terminó de editar el Levítico, los judíos formaban una provincia bajo el dominio de Persia. No tenían independencia política ni soberanía nacional y dependían económicamente del gobierno imperial. No tenían rey, ni tampoco quizás, profetas, pues la época de las grandes personalidades proféticas había ya pasado; pero eran libres para practicar su religión, seguir su derecho tradicional y resolver sus pleitos. En estas circunstancias el Templo y el culto de Jerusalén son la gran fuerza de cohesión, y los sacerdotes sus administradores, y la Torá, conservada celosamente, interpretada y aplicada con razonable uniformidad en las diversas comunidades.

En línea con la función sacerdotal de separar lo sagrado de lo profano, lo puro de lo impuro, el capítulo que leemos hoy presenta una complicada casuística sobre las posibilidades de impureza, que se convierten en excluyentes. En tiempos de Jesús la lepra se consideraba un castigo de Dios por los pecados que el paciente había cometido contra el prójimo, especialmente pecados de la lengua como la calumnia o la mentira. Se pensaba que los leprosos eran repugnantes a Dios y peligrosos para los hombres sanos a quienes podían contagiar; por ello, eran excomulgados, excluidos del templo y de los núcleos urbanos.
El leproso del evangelio, al acercarse a Jesús, está ya violando la ley. Y Jesús, permitiéndole acercarse a él y tocándolo, también viola la ley, según la cual, en ese mismo instante, Jesús queda contaminado de impureza. La misericordia de Jesús, su interés por la felicidad de sus semejantes, libró de la enfermedad y de la marginación al leproso. Jesús le quitó a la enfermedad su sentido de castigo divino. 

El gesto de Jesús se convierte en denuncia de una religión que ni sirve para poner a los hombres bien con Dios, ni ayuda a los hombres a relacionarse armónicamente entre ellos, sino que es causa de la marginación y el abandono de los que más necesitan solidaridad y ternura, y que, para colmo, echa la culpa a Dios de tal marginación.

ü Seguir a Jesús hoy, implica para nosotros tener actitudes misericordiosas que favorezcan un ambiente acogedor para los alcohólicos, drogadictos, madres solteras y otros pecadores.
ü Seguir a Jesús hoy, implica para nosotros analizar las causas profundas que favorecen y realizan esta exclusión.
ü Seguir a Jesús hoy, implica para nosotros, con actitudes de misericordia, crear espacios que apoyen a los enfermos de Sida y a los exconvictos.

Feliz día del amor y la amistad


Febrero 14 del 2015
Cosme Carlos Ríos

Bord06, SBL20150215, Marcos 1,40-45: La lepra se le quitó, y quedó limpio

Servicio Bíblico Latinoamericano 
Domingo 15 de febrero de 2015 - Ciclo B
Sexto domingo del tiempo ordinario
Claudio, Fausto, Jovita

Lev 13,1-2.44-46: Vivirá solo el leproso y tendrá su morada fuera del campamento
Salmo 31: Perdona, Señor, nuestros pecados
1Cor 10,31–11,1: Sigan mi ejemplo como yo sigo el de Cristo
Marcos 1,40-45: La lepra se le quitó, y quedó limpio



En el evangelio de Marcos que hoy leemos, Jesús se encuentra con un leproso arriesgado que se atreve a romper una norma que lo obligaba a permanecer alejado de la ciudad. Esta norma es la que nos recuerda la primera lectura, del Levítico.

En la tradición judía (primera lectura) la enfermedad era interpretada como una maldición divina, un castigo, una consecuencia del pecado de la persona enferma –¡o de su familia!–. Porque entonces se la consideraba contagiosa, la lepra común estaba regulada por una rígida normativa que excluía a la persona afectada de la vida social. (Ha durado muchos siglos la falsa creencia de que la lepra fuese tan fácilmente contagiable). El enfermo de lepra era un muerto en vida, y lo peor era que la enfermedad era considerada normalmente incurable. Los sacerdotes tenían la función de examinar las llagas del enfermo, y en caso de diagnosticarlas efectivamente como síntomas de la presencia de lepra, la persona era declarada «impura», con lo que resultaba condenada a salir de la población, a comenzar a vivir en soledad, a malvivir indignamente, gritando por los caminos «¡impuro, impuro!», para evitar encontrarse con personas sanas a las que poder contagiar. En realidad, todo el sistema normativo religioso generaba una permanente exclusión de personas por motivos de sexo, salud, condición social, edad, religión, nacionalidad.
Este hombre, seguramente cansado de su condición, se acerca a Jesús y se arrodilla, poniendo en él toda su confianza: «si quieres, puedes limpiarme». Jesús, se compadece y le toca, rompiendo no sólo una costumbre, sino una norma religiosa sumamente rígida. Jesús se salta la ley que margina y que excluye a la persona. Jesús pone a la persona por encima de la ley, incluso de la ley religiosa. La religión de Jesús no está contra la vida, sino, al contrario: pone en el centro la vida de las personas. La vida y las personas por encima de la ley, no al revés.

Jesús le pide silencio (es el conocido tema del «secreto mesiánico», que todavía hoy resulta un tanto misterioso), y le envía al sacerdote como signo de su reinclusión en la dinámica social, «para que sirva de testimonio» de que Dios desea y puede actuar aun por encima de las normas, recuperando la vida y la dignidad de sus hijos e hijas. Pero este hombre no hace caso de tal secreto, rompe el silencio, y se pone a pregonar con entusiasmo su experiencia de liberación. No parece servirse de la mediación del sacerdote o de la institución del templo, sino que se auto-incluye y toma la decisión autónoma de divulgar la Buena Noticia. Esto hace que Jesús no pueda ya presentarse en público en las ciudades sino en los lugares apartados, pues al asumir la causa de los excluidos, Jesús se convierte en un excluido más. Sin embargo, allí a las afueras, está brotando la nueva vida y quienes logran descubrirlo van también allí a buscar a Jesús.
Es una página recurrente en los evangelios: Jesús cura, sana a los enfermos. No sólo predica, sino que cura («no es lo mismo predicar que dar trigo», dice el refrán). Palabra y hechos. Decir y hacer. Anuncio y construcción. Teoría y praxis. Liberación integral: espiritual y corporal. Y ésa es su religión: el amor, el amor liberador, por encima de toda ley que aliene. La ley consiste precisamente en amar y liberar, por encima de todo.

La segunda lectura, que sigue, como siempre, un camino independiente frente a la relación entre la primera y la tercera, es un bello texto de Pablo que habla de la integralidad de la espiritualidad. La espiritualidad no es tan «espiritual»; de alguna manera es también «material». Hay que recordar que la palabra «espiritualidad» es una palabra desafortunada. Tenemos que seguir utilizándola por lo muy consagrada que está, pero necesitamos recordar que no podemos aceptar para su sentido etimológico. No queremos ser «espirituales» si ello significara quedarnos con el espíritu y despreciar el cuerpo o la materia.
Pablo está en esa línea: «ya sea que comáis o que bebáis o que hagáis cualquier otra cosa...». No sólo las actividades tradicionalmente tenidas como religiosas, o espirituales, tienen que ver con la espiritualidad, sino también actividades muy materiales, preocupaciones muy humanas, como el comer y beber, o cualquier otra actividad de nuestra vida, pueden, deben ser integradas en el campo de nuestra espiritualidad (que ya no resultará pues «solamente espiritual»). Nuestra vida de fe puede y debe santificar toda nuestra vida humana, en todas sus preocupaciones y trabajos, no sólo cuando tenemos la suerte de poder dedicar nuestro tiempo a actividades «estrictamente religiosas», como podrían ser la oración o el culto.

El Concilio Vaticano II insistió mucho en esto: «todos estamos llamados a la santidad» (cap. V de la Lumen Gentium). No hay unos «profesionales de la santidad» (cap. VI ibid.), algunos que estarían en un supuesto «estado de perfección», mientras los demás tendrían que atender a preocupaciones muy humanas... No. Todos estamos llamados elevar nuestros trabajos, tareas, preocupaciones humanas... «nuestra propia existencia» a la categoría de «culto agradable a Dios» (como dirá Pablo en Rom 12,1-2). Podemos ser muy «espirituales» (con reservas para esta palabra de resabios greco-platónicos) y santificarnos aun en lo más «material» de nuestra vida.

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 20 de la serie «Un tal Jesús», titulado «Un leproso en el barrio», de los hnos. López Vigil. El guión y su comentario pueden ser tomados de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1100020 Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap20b.mp3
La serie «Otro Dios es posible», de los mismos autores, varios capítulos que podrían ser útiles para suscitar un diálogo-debate sobre varios temas suscitados por la lecturas de hoy. Se puede ojear el índice de la serie para escoger uno adecuado para la comunidad, aquí: http://www.emisoraslatinas.net/entrevista.php?id=100 

Para la revisión de vida

          ¿Que aspectos de mi vida han quedado por fuera de mi opción de fe?
          ¿En mis actitudes cotidianas de qué manera excluyo y juzgo a las demás personas?
          ¿Qué retos plantea a mi vida personal el seguimiento de Jesús y su proyecto?
          ¿Soy de los que discrimino con facilidad a las personas cuando me entero de que tienen alguna enfermedad estigmatizada, o alguna orientación sexual que desapruebo, o alguna determinada ideología política que considero inaceptable?

Para la reunión de grupo

-                 ¿De qué manera las leyes judías propiciaban la exclusión y la injusticia?
-                 ¿Qué leyes, creencias o tradiciones excluyen y maltratan hoy a las personas?
-                 ¿De qué manera en nuestra comunidad nos mostramos injustos y excluyentes?
-                 ¿En qué gestos concretos podemos construir una comunidad más coherente con las exigencias del Evangelio?
-                 La palabra «espiritualidad»: pros y contras para aceptarla.

Para la oración de los fieles

-                 Por todas las personas excluidas de nuestra sociedad, para que día a día sepan defender su dignidad de hijos e hijas de Dios.
-                 Por las Iglesias cristianas, para que fieles a Jesús sepamos romper con todas las barreras que excluyen y maltratan a los seres humanos en un auténtico compromiso con la vida.

Oración comunitaria

          Padre creador, que nos amas y nos llamas cada día a conformar nuestra vida en tu Hijo, nuestro hermano y maestro. Danos riesgo y libertad para asumir el proyecto de tu Hijo para la construcción de una sociedad justa e igualitaria en donde cada persona encuentre su propio lugar y valía, en la que la ley no sea utilizada para beneficio de unos cuantos privilegiados sino para defender la Vida en todas sus expresiones, especialmente aquella que se encuentra en situación de peligro o desprotección. Tú que vives y amas por los siglos de los siglos.

2015-02-08

Bord05, Cosme20150208, Mc1,29-39 Jesús defiende la vida y lucha contra el sufrimiento

Bord05, Cosme20150208, Jesús defiende la vida y lucha contra el sufrimiento

Job 7,1-4.6-7: Me harto de dolores hasta la noche
Salmo responsorial 146: Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.
1Cor 9,16-19.22-23: ¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!
Mc 1,29-39: Jesús cura a la suegra de Pedro y a otros enfermos


Hoy, como ayer, hay muchas personas y grupos religiosos que pretenden imponer por la fuerza su propia manera de ver a Dios y de vivir su fe.
De acuerdo con el Consejo Nacional para la Prevención Contra Accidentes, las principales causas de muerte en México se han mantenido constantes durante el año 2013: Diabetes, Enfermedades del corazón, Enfermedades cerebro vasculares, Cirrosis y otras enfermedades del hígado, Enfermedad pulmonar, Hipertensión, Enfermedades respiratorias, Nefritis y VIH.
La Organización mundial de la salud, en base a datos del 2014 señala como factores de riesgo el alcohol, el tabaco, la nutrición, el sobrepeso y la obesidad.

En la época en que se redacta el libro de Job está presente la teología de la retribución, que afirma que Dios a los buenos les da bienes y a los malos males. El libro de Job constituye una protesta con esta clase de teología
Hoy el libro de Job nos lo presenta sumido en un gran sufrimiento. Delante de sus amigos desnuda su corazón, su desilusión. Ellos no pueden comprender la queja de su amigo ni acompañarlo plenamente en su dolor.
El grito de Job está presente en la vida diaria de muchos hombres y mujeres en todos los rincones del planeta, que enfrentan una vida de lucha y dificultad. Job compara su existencia con la vida de un «mercenario»; mercenario es quien vende su lucha, que libra por dinero causas que no son suyas, y se fatiga por empresas que no ama.
Lo importante del libro de Job no son sus «datos históricos» ni las respuestas de tipo explicativo que quisiera dar sobre el dolor humano sino la sabiduría que encierra en sus reflexiones: Dios no es el autor del mal y del sufrimiento.

Jesús en el evangelio de Marcos entra en la vida de las personas, es uno de ellos en su cotidianidad. Hoy, acompañamos a Jesús con Simón y Andrés a la casa de Pedro. Allí se encuentra con una anciana enferma, la suegra de Pedro, Jesús se acerca, la toma de la mano y la levanta.
La fiebre es símbolo de un mal peligroso para todo el que quiera ser discípulo de Jesús: el fanatismo violento, la convicción de que la fe puede y debe imponerse por la fuerza.
Un gesto muy simple como es el acercarse, y tomar de la mano hace el milagro de recuperar a esta mujer, que no sólo recupera su salud, sino su capacidad de servicio.
Al atardecer muchos vinieron a buscarlos, y relata el evangelista que Jesús continuó sanando. La práctica de curación, la lucha contra el mal, es decir, la praxis liberación del ser humano... es la práctica habitual de Jesús.
Con sus hechos y palabras, Jesús presenta a Dios como el autor de la vida y de la salud, por ello a nosotros los creyentes nos corresponde luchar contra todo lo que daña la vida y la salud y trabajar, como Jesús para que haya vida y salud.

Luchar contra el mal, no quedarse de brazos cruzados o ensimismado en los propios asuntos, cuando vivimos en un mundo con las cifras escalofriantes de pobreza, de miseria y de violencia que hoy padecemos, es nuestra misión.

- Seguir a Jesús hoy, significa acercarnos, tender la mano y levantar a todas las víctimas del dolor y del sufrimiento, en especial porque el día 11 se celebra el día mundial del enfermo.
- Seguir a Jesús hoy significa luchar contra el fanatismo de muchos de nosotros los católicos, que queremos imponer a otros por la fuerza, la fe que profesamos.
- Seguir a Jesús hoy significa luchar contra los factores de riesgo para la salud: la adicción al tabaco y al alcohol y el desorden en el comer que nos lleva al sobrepeso.
- Seguir a Jesús hoy significa luchar para hacer más llevadera la vida de las personas con enfermedades crónicas.
- Seguir a Jesús hoy significa luchar para encontrar caminos de salud alternativos (otra forma de cuidar la salud) que ayuden a las personas más pobres en su enfermedad. O sea impulsar la medicina natural.

Cosme Carlos Ríos
Febrero 07 2015