Servicio Bíblico Latinoamericano
Domingo 15 de
febrero de 2015 - Ciclo B
Sexto
domingo del tiempo ordinario
Claudio, Fausto, Jovita
Lev 13,1-2.44-46: Vivirá solo el leproso y tendrá
su morada fuera del campamento
Salmo 31: Perdona, Señor, nuestros pecados
1Cor 10,31–11,1: Sigan mi ejemplo como yo sigo el
de Cristo
Marcos 1,40-45: La lepra se le quitó, y quedó
limpio
En el evangelio de Marcos que hoy leemos,
Jesús se encuentra con un leproso arriesgado que se atreve a romper una norma
que lo obligaba a permanecer alejado de la ciudad. Esta norma es la que nos
recuerda la primera lectura, del Levítico.
En la tradición judía (primera
lectura) la enfermedad era interpretada como una maldición divina, un
castigo, una consecuencia del pecado de la persona enferma –¡o de su familia!–.
Porque entonces se la consideraba contagiosa, la lepra común estaba regulada
por una rígida normativa que excluía a la persona afectada de la vida social.
(Ha durado muchos siglos la falsa creencia de que la lepra fuese tan fácilmente
contagiable). El enfermo de lepra era un muerto en vida, y lo peor era que la
enfermedad era considerada normalmente incurable. Los sacerdotes tenían la
función de examinar las llagas del enfermo, y en caso de diagnosticarlas
efectivamente como síntomas de la presencia de lepra, la persona era declarada
«impura», con lo que resultaba condenada a salir de la población, a comenzar a
vivir en soledad, a malvivir indignamente, gritando por los caminos «¡impuro,
impuro!», para evitar encontrarse con personas sanas a las que poder contagiar.
En realidad, todo el sistema normativo religioso generaba una permanente
exclusión de personas por motivos de sexo, salud, condición social, edad,
religión, nacionalidad.
Este hombre, seguramente cansado de su condición, se acerca a Jesús y
se arrodilla, poniendo en él toda su confianza: «si quieres, puedes limpiarme». Jesús, se compadece y le toca,
rompiendo no sólo una costumbre, sino una norma religiosa sumamente rígida.
Jesús se salta la ley que margina y que excluye a la persona. Jesús pone a la
persona por encima de la ley, incluso de la ley religiosa. La religión de Jesús
no está contra la vida, sino, al contrario: pone en el centro la vida de las
personas. La vida y las personas por encima de la ley, no al revés.
Jesús le pide silencio (es el conocido tema del «secreto mesiánico»,
que todavía hoy resulta un tanto misterioso), y le envía al sacerdote como
signo de su reinclusión en la dinámica social, «para que sirva de testimonio»
de que Dios desea y puede actuar aun por encima de las normas, recuperando la
vida y la dignidad de sus hijos e hijas. Pero este hombre no hace caso de tal
secreto, rompe el silencio, y se pone a pregonar con entusiasmo su experiencia
de liberación. No parece servirse de la mediación del sacerdote o de la
institución del templo, sino que se auto-incluye y toma la decisión autónoma de
divulgar la Buena Noticia. Esto hace que Jesús no pueda ya presentarse en
público en las ciudades sino en los lugares apartados, pues al asumir la causa
de los excluidos, Jesús se convierte en un excluido más. Sin embargo, allí a
las afueras, está brotando la nueva vida y quienes logran descubrirlo van
también allí a buscar a Jesús.
Es una página recurrente en los evangelios: Jesús cura, sana a los
enfermos. No sólo predica, sino que cura («no es lo mismo predicar que dar
trigo», dice el refrán). Palabra y hechos. Decir y hacer. Anuncio y
construcción. Teoría y praxis. Liberación integral: espiritual y corporal. Y
ésa es su religión: el amor, el amor liberador, por encima de toda ley que
aliene. La ley consiste precisamente en amar y liberar, por encima de todo.
La segunda lectura, que
sigue, como siempre, un camino independiente frente a la relación entre la
primera y la tercera, es un bello texto de Pablo que habla de la integralidad
de la espiritualidad. La espiritualidad no es tan «espiritual»; de alguna
manera es también «material». Hay que recordar que la palabra «espiritualidad»
es una palabra desafortunada. Tenemos que seguir utilizándola por lo muy
consagrada que está, pero necesitamos recordar que no podemos aceptar para su
sentido etimológico. No queremos ser «espirituales» si ello significara
quedarnos con el espíritu y despreciar el cuerpo o la materia.
Pablo está en esa línea: «ya sea que comáis o que bebáis o que hagáis
cualquier otra cosa...». No sólo las actividades tradicionalmente tenidas como
religiosas, o espirituales, tienen que ver con la espiritualidad, sino también
actividades muy materiales, preocupaciones muy humanas, como el comer y beber,
o cualquier otra actividad de nuestra vida, pueden, deben ser integradas en el
campo de nuestra espiritualidad (que ya no resultará pues «solamente
espiritual»). Nuestra vida de fe puede y debe santificar toda nuestra vida
humana, en todas sus preocupaciones y trabajos, no sólo cuando tenemos la
suerte de poder dedicar nuestro tiempo a actividades «estrictamente
religiosas», como podrían ser la oración o el culto.
El Concilio Vaticano II insistió mucho en esto: «todos estamos
llamados a la santidad» (cap. V de la Lumen
Gentium). No hay unos «profesionales de la santidad» (cap. VI ibid.),
algunos que estarían en un supuesto «estado de perfección», mientras los demás
tendrían que atender a preocupaciones muy humanas... No. Todos estamos llamados
elevar nuestros trabajos, tareas, preocupaciones humanas... «nuestra propia
existencia» a la categoría de «culto agradable a Dios» (como dirá Pablo en Rom
12,1-2). Podemos ser muy «espirituales» (con reservas para esta palabra de
resabios greco-platónicos) y santificarnos aun en lo más «material» de nuestra
vida.
El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 20 de la serie «Un
tal Jesús», titulado «Un leproso en el barrio», de los hnos. López Vigil. El
guión y su comentario pueden ser tomados de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1100020 Puede
ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap20b.mp3
La serie «Otro Dios es posible», de los mismos autores, varios
capítulos que podrían ser útiles para suscitar un diálogo-debate sobre varios
temas suscitados por la lecturas de hoy. Se puede ojear el índice de la serie
para escoger uno adecuado para la comunidad, aquí: http://www.emisoraslatinas.net/entrevista.php?id=100
Para la revisión de vida
¿Que aspectos de mi vida han quedado por
fuera de mi opción de fe?
¿En
mis actitudes cotidianas de qué manera excluyo y juzgo a las demás personas?
¿Qué
retos plantea a mi vida personal el seguimiento de Jesús y su proyecto?
¿Soy
de los que discrimino con facilidad a las personas cuando me entero de que
tienen alguna enfermedad estigmatizada, o alguna orientación sexual que
desapruebo, o alguna determinada ideología política que considero inaceptable?
Para la reunión de grupo
-
¿De qué manera las leyes judías propiciaban la exclusión y la
injusticia?
-
¿Qué leyes, creencias o tradiciones excluyen y maltratan hoy a las
personas?
-
¿De qué manera en nuestra comunidad nos mostramos injustos y
excluyentes?
-
¿En qué gestos concretos podemos construir una comunidad más coherente
con las exigencias del Evangelio?
-
La palabra «espiritualidad»: pros y contras para aceptarla.
Para la oración de los fieles
-
Por todas las personas excluidas de nuestra sociedad, para que día a
día sepan defender su dignidad de hijos e hijas de Dios.
-
Por las Iglesias cristianas, para que fieles a Jesús sepamos romper
con todas las barreras que excluyen y maltratan a los seres humanos en un
auténtico compromiso con la vida.
Oración comunitaria
Padre creador, que nos amas y nos llamas cada
día a conformar nuestra vida en tu Hijo, nuestro hermano y maestro. Danos
riesgo y libertad para asumir el proyecto de tu Hijo para la construcción de
una sociedad justa e igualitaria en donde cada persona encuentre su propio
lugar y valía, en la que la ley no sea utilizada para beneficio de unos cuantos
privilegiados sino para defender la Vida en todas sus expresiones,
especialmente aquella que se encuentra en situación de peligro o desprotección.
Tú que vives y amas por los siglos de los siglos.
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