Servicio Bíblico Latinoamericano
Domingo 24 de noviembre de 2013 - Ciclo C
Jesucristo Rey del Universo
Andrés Dung-Lac y Compañeros, mártires (a.
1839)
2 Sam 5,1-3: Ungieron a David como Rey de Israel
Salmo Responsorial 121: ¡Qué alegría cuando me
dijeron: “Vamos a la casa del Señor”!
Col 1,12-20: Nos ha trasladado al reino de su Hijo
querido
Lc 23,35-43: Señor, acuérdate de mí cuando llegues
a tu reino
La fiesta de Cristo Rey fue establecida por la Iglesia en la época del
ocaso de las monarquías con objeto de apoyar a las monarquías y aristocracias,
interesadas por la pervivencia del Ancien
Régime, y para oponerse a los nacientes regímenes republicanos, que
representaban los intereses de los pobres, del liberalismo y de la naciente
democracia. Sus orígenes son muy discutibles. Sin embargo, en todo caso, los
textos de la liturgia de esta fiesta muestran la manera peculiar en que Cristo sería
“Rey”.
Conviene recordar en qué consistían las
esperanzas mesiánicas del pueblo judío en el tiempo de Jesús: unos esperaban a
un nuevo rey, al estilo de David, tal como se lo presenta en la primera lectura
de hoy. Otros, un caudillo militar que fuera capaz de derrotar el poderío
romano; otros como un nuevo Sumo Sacerdote, que purificaría el Templo. En los
tres casos, se esperaba un Mesías triunfante, poderoso.
El salmo que leemos hoy, también
proclama el modelo davídico de “rey”. Jerusalén, la “ciudad santa” es la ciudad
del poder, la ciudad del poder.
Eso explica por qué, cuando Jesús anuncia la
Pasión a sus seguidores, no logran entender por qué tiene que ir a la muerte.
- El evangelio de hoy nos presenta
cómo reina Jesús el Cristo: no desde un trono imperial, sino desde la cruz de
los rebeldes. La rebelión de Jesús es la más radical de todas: pretende no sólo
eliminar un tipo de poder (el romano, o el sacerdotal) para sustituirlo por
otro, con un nombre distinto, pero basado en la misma lógica de dominación y
violencia (que era lo que correspondía a las expectativas judías).
Podríamos decir que Jesús es el anti-modelo
de rey de los sistemas opresores: no quiere dominar a las demás personas, sino
promover, convocar, suscitar, el poder de cada ser humano, de modo que cada una
y cada uno de nosotros asumamos responsablemente el peso y el gozo de nuestra
libertad.
Uno de los grandes sicólogos del siglo XX,
Erich Fromm, plantea, en su libro El
miedo a la libertad, que ante la angustia que produce en el ser humano la
conciencia de estar separados del resto de la creación, adoptamos dos actitudes
igualmente patológicas: dominar a otros, y buscar de quién depender
entregándole nuestra libertad. En ambos casos, las personas buscamos cómo, a
través de estos mecanismos, disolver esa barrera que nos separa de las otras
personas y del resto del universo. El pecado fundamental del ser humano es,
según esto, un pecado de poder mal administrado, mal asumido. Y esto es el
origen de todos los otros pecados: la avaricia, que conduce a un orden
económico injusto; la soberbia, que nos impide ver con claridad nuestros
errores y pecados; la mentira, que nos lleva a manipular o a dejarnos
manipular; la lujuria, el sexo utilizado como instrumento de poder para
“poseer”, oprimir; el miedo, que nos impide levantarnos y caminar sobre
nuestros propios pies.
Enmarañados en estas trampas del poder a que
nos conduce nuestro “miedo a la libertad”, cuando un régimen opresor de
cualquier signo que sea se nos hace insoportable, buscamos como derrocarlo...
para sustituirlo por otro que sin embargo funciona sobre la misma lógica. Esa
es la lógica que Jesús desarticula de manera total y radical.
Cuando en Getsemaní acuden los soldados y
las turbas “de parte de los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo” (Mt 26, 47)
para prender a Jesús, él no recurre a violencia de ningún tipo. Jesús se niega
a ser coronado rey al estilo del “mundo” luego de la multiplicación de los
panes y los peces (Jn. 6, 15). La tentación del poder, entendido al estilo de los
sistemas opresores persigue a Jesús desde el desierto hasta la cruz. Y desde el
desierto hasta la cruz, Jesús rechaza este modelo, denuncia con toda claridad
que procede del diablo, del “príncipe de este mundo”, no cae en sus trampas. El
costo de esta resistencia no sólo valiente sino lúcida de Jesús es la muerte.
En la cruz Jesús derrota total y
radicalmente al demonio del poder concebido como violencia y opresión por una
parte y como dependencia, sumisión y alienación por otra. De este modo que
inaugura así un nuevo tipo de relaciones entre las personas y con el universo
entero, basadas no en la dominación/dependencia, sino en el respeto mutuo, en
la armonía, en la valentía para asumir el peso de la propia libertad
responsable.
- En la carta a los Colosenses, Pablo
señala cómo a través de Jesús el Cristo (primogénito de todas las criaturas,
preexistente y co-creador del universo, cabeza de la iglesia, primicia de la
plenitud de la Creación entera) se produce la reconciliación de todos los seres
con Dios. Esta y otras expresiones paulinas han dado lugar a interpretaciones
erróneas, que consideran que la muerte de Jesucristo en la cruz era el precio
que había que pagar para que el Padre, enojado y rencoroso, perdonara a la
humanidad pecadora.
Sin embargo, los evangelios nos muestran con
claridad por qué y cómo es que Jesús nos reconcilia con el Padre: no por que
ese Dios, padre–madre, sea un dios rencoroso, sino porque habíamos perdido el
rumbo de la auténtica unidad con Dios y con el universo entero: esa que no se
hace sucumbiendo a nuestro miedo existencia y escudándonos en posiciones de
poder (dominante o dependiente) sino superando nuestros miedos, atreviéndonos a
presentarnos tal como somos ante Dios, en total pobreza de espíritu, sin
escudos protectores que nos impidan ver su rostro.
- Desgraciadamente, ¡cuántas veces en
nuestra vida eclesial reproducimos los modelos de “reinado” del mundo, y no los
de Dios en Jesucristo! ¡Cuántas veces establecemos relaciones de poder
autoritarias en vez de fraternas! ¡Cuántas veces entramos en contubernio con
los poderes del sistema, ya sea por acción o por omisión!
El modelo de “reinado” que nos presenta el
“Cordero degollado” nos interpela y llama a la conversión. No es necesario ni
conveniente subrayar la «realeza» de Jesús si ello conlleva tergiversar su
auténtico y efectivo proyecto de vida. Hace daño, sobre todo a los más
oprimidos, presentar esa imagen monárquica y principesca de un Jesús que, en
verdad, dedicó toda su vida y sus energías a desenmascarar y a luchar contra
ese tipo de estructuras.
El evangelio de hoy es dramatizado en el
capítulo 122 de la serie «Un tal Jesús», de los hnos. López Vigil, titulado
«Hasta la muerte de cruz». El guión del capítulo, y su comentario, puede ser
tomado de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1600122
Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap122b.mp3
Para la revisión de vida
A la luz de la fiesta de “Cristo Rey” y del
modelo de relaciones entre personas y con la Creación, reflexiones sobre
nuestras actitudes en los diversos ámbitos en que nos movemos, y preguntémonos:
¿Cómo
son las relaciones de poder en nuestra pareja? ¿Se basan en la dominación/dependencia
o en la promoción de la mutua libertad responsable de ambos?
¿Cómo
son las relaciones de poder en la familia? ¿Nos valemos de nuestra autoridad
como personas adultas para imponernos de manera autoritaria? ¿Justificamos en
nombre de la “autoridad” nuestros abusos de poder, maltrato físico, verbal,
psicológico? ¿Excusamos los abusos sexuales con algún argumento de poder?
Las
relaciones entre los miembros de la Iglesia, siguen el modelo cristiano, o bien
siguen el modelo autoritario, represivo, impositivo, excluyente, propio del
“príncipe de este mundo?
En
el seno de nuestra sociedad, ¿luchamos por nuevas relaciones de poder, según el
modelo de Jesucristo, el anti-rey, que nos presentan los evangelios? ¿O nos
plegamos a los modelos autoritarios? ¿O nos declaramos impotentes o
indiferentes y renunciamos a la lucha?
Para la reunión de grupo
-
En Gen. cap. 3 se nos presenta las
desigualdades de género y la ruptura con la naturaleza como producto del
pecado. ¿De qué manera el “reinado” de Cristo nos libera y nos marca una nueva
lógica en las relaciones de poder?
-
¿De qué manera se presenta el pecado del
poder en Gen. 4? ¿Qué hacer para revertir esta lógica diabólica?
-
En la carta a los Colosenses, ¿cómo
interpretar los versículos 19 y 20 a la luz del nuevo “reinado” de Cristo?
-
Los Evangelios sinópticos (y el texto que
leímos hoy en particular) nos presentan a Jesús durante la pasión lleno de
humillaciones, dolores, sufrimientos, burlas. El evangelio de Juan en cambio,
presenta la cruz como la glorificación del Hijo y del Padre. (Jn 12,23. 28; 17,
1) ¿Cómo explicar esta diferencia de enfoques?
Para la oración de los fieles
-
Por la Iglesia, para que seamos fieles al
siempre nuevo modelo de relaciones entre las personas y con la creación que nos
presente Jesús desde su reinado en la cruz redentora, sin autoritarismos ni
exclusiones. Te rogamos, óyenos.
-
Para que en nuestras familias vivamos
también la liberación de todo autoritarismo, opresión o sometimiento. Te
rogamos, óyenos.
-
Para que luchemos por nuevas relaciones de
género, basadas en el respeto, el aprecio recíprocos y la armonía. Te rogamos,
óyenos.
-
Para que también en nuestras relaciones con
la naturaleza seamos partícipes de modelo de respeto, reverencia y libertad responsable
que nos enseña Jesús. Te rogamos, óyenos.
-
Para que construyamos “por Cristo, con él y
en él” la nueva Jerusalén, en que ninguna rodilla se doble sino ante Dios y el
Cordero. Te rogamos, óyenos.
Oración comunitaria
Dios Padre Nuestro
que enviaste a Jesús para que anunciara a todos tu deseo de renovar totalmente
el mundo, contaminado por el pecado; te pedimos que el proclamarlo Rey no nos
impida ver que lo verdaderamente importante es construir -como él y con él,
siguiendo sus huellas- tu Reino. Por el mismo J.N.S.
o
Unidos a todos los hombres y mujeres,
que desde hace miles de años han sentido en sus vidas los signos de tu
presencia –en arrobados éxtasis, y otras muchas veces sin saberlo-, queremos
confesarte, oh «Dios de todos los nombres», como el fundamento misterioso de
nuestra existencia, como la meta inefable hacia la que caminamos, Padre y Madre
de la Vida y del Ser. Convencidos de que «todo lo que avanza y asciende,
converge», evocamos tu amor y nos abrazamos a todo lo que existe y a todo lo
que vive, contigo, que vives y amas por los siglos de los siglos…
No hay comentarios:
Publicar un comentario