Servicio Bíblico Latinoamericano
Domingo 5 de enero de 2014 - Ciclo A
Epifanía del Señor
Isaías 60, 1-6 La gloria del Señor amanece sobre
ti
Salmo 71 Se postrarán ante ti, Señor, todos los
reyes de la tierra.
Efesios 3, 2-6 Ahora ha sido revelado que también
los gentiles son coherederos
Mt 2, 1-12: Vimos su estrella y venimos a adorarle
La época en que se escribe esta parte del libro
del profeta Isaías (Tercer Isaías) corresponde a la restauración, es
decir, al regreso a Jerusalén de los exiliados en Babilonia, regreso a la gran
ciudad de Dios. Cuando este grupo de exiliados llegó a Israel encontró sus
ciudades destruidas, sus campos abandonados o apropiados por otras familias,
las murallas derruidas y el templo, el lugar donde Yahvé habitaba, incendiado.
Esta dramática realidad los desanimó completamente, centrando sus esperanzas y
sus motivaciones únicamente en la reconstrucción de sus viviendas y sus campos,
dejando de lado la restauración del templo y, con ello, la confianza en la
venida gloriosa de Yahvé, quien traería para Israel la salvación plena en la
misma historia. Isaías anima la fe de su pueblo, los invita a poner nuevamente
su fe y su corazón en la fuerza salvífica de Yahvé, quien traerá la paz y la
justicia a su pueblo, por ello Jerusalén será una ciudad radiante, llena de
luz, en donde la presencia de Dios como rey hará de ella una nación grande,
ante cuya presencia se postrarán todos los pueblos de la tierra. El profeta
manifiesta con esta gran revelación que Dios es quien dará inicio a una nueva
época para Israel, una época donde reinará la luz de Dios y serán destruidas
todas las fuerzas del mal, pues Dios se hace presente en Israel y ya más nadie
podrá hacerle daño.
Esta visión profética
posee una comprensión muy reducida de la acción salvífica de Dios, ya que es
asumida como una promesa que se cumplirá en beneficio única y exclusivamente
del pueblo de Israel y no de toda la tierra. Pablo, a través de la carta a
los Efesios, ampliará esa comprensión, afirmando que la salvación venida
por Dios, a través de Jesús, es para “todos”, judíos y paganos. El plan de
Dios, según Pablo, consiste en formar un solo pueblo, una sola comunidad
creyente, un solo cuerpo, una sola Iglesia, un organismo vivo capaz de
comunicar a toda la creación la vida y la salvación otorgada por Dios. La carta
a los Efesios expresa que el misterio recibido por Pablo consiste en que la
Buena Nueva de Cristo se hace efectiva también en los paganos, ellos son
coherederos y miembros de ese mismo Cuerpo; esto significa que Dios se ha
querido revelar a toda la humanidad, actúa en todos, salva a todos, reconcilia
a todos sin excepción.
El evangelio
que leemos hoy, en la Fiesta de la Epifanía, confirma este carácter universal
de la salvación de Dios. Mateo expresa, por medio de este relato simbólico, el
origen divino de Jesús y su tarea salvífica como Mesías, como rey de Israel,
heredero del trono de David; para ello el evangelista insiste en nombrar con
exactitud el lugar donde nació Jesús y en confirmar, a través del Antiguo
Testamento, que con su presencia en la historia se da cumplimiento a las
palabras de los profetas. Por otro lado, el rechazo de este nacimiento por
parte de las autoridades políticas (Herodes) y religiosas (sumos sacerdotes y
escribas) del pueblo judío y el gozo infinito de los magos, venidos de oriente,
anuncian desde ya ese carácter universal de la misión de Jesús, la apertura del
evangelio a los paganos y su vinculación a la comunidad cristiana. La epifanía
del Señor es la celebración precisa para confesar nuestra fe en un Dios que se
manifiesta a toda la humanidad, que se hace presente en todas las culturas, que
actúa en todos, y que invita a la comunidad creyente a abrir sus puertas a las
necesidades y pluralidades del mundo actual.
En un tiempo como el que vivimos, marcado radicalmente por el
pluralismo religioso, y marcado también, crecientemente, por la teología del
pluralismo religioso, el sentido de lo «misionero» y de la «universalidad
cristiana» han cambiado profundamente. Hasta ahora, en demasiados casos, lo
misionero era sinónimo de proselitismo, de «convertir al cristianismo» (al
catolicismo concretamente entre nosotros) a los «gentiles», y la «universalidad
cristiana» era entendida como la centralidad del cristianismo: éramos la
religión central, la (única) querida por Dios, y por tanto, la religión destino
de la humanidad. Todos los pueblos (universalidad) estaban destinados a
abandonar su religión ancestral y a hacerse cristianos... Tarde o temprano el
mundo llegaría a su destino: a ser «un sólo rebaño, con un solo pastor»...
Hoy todo esto ha cambiado, aunque muchos cristianos y cristianas
(incluidos muchos de sus pastores) todavía siguen en la visión tradicional.
Buen día hoy para presentar estos desafíos y para profundizarlos. No
desaprovechemos la oportunidad de este día para actualizar también
personalmente nuestra visión en estos temas. En la RELaT
(servicioskoinonia.org/relat) hay muchos materiales para estudiar el tema, así
como para debatirlo en grupos de estudio o de catequesis.
En el Nuevo Testamento, además de Juan 7,42, encontramos referencias a Belén
en las narraciones de Mateo 2 y Lucas 2 acerca del nacimiento del Salvador en
la ciudad de David. La tradición de que el Mesías debía nacer en Belén tiene su
base en el texto de Miqueas 5,2, donde se señala que de Belén Efrata debía
salir quien gobernaría Israel y sería pastor del pueblo. Hoy ya sabemos que
Jesús nació probablemente en Nazaret, y que la afirmación de que nació en Belén
es una afirmación con intenció teológica.
El término “magos” procede del griego “magoi”, que significa
matemático, astrónomo y astrólogo. Estas dos últimas disciplinas eran una misma
en la antigüedad, por lo que con ambas se podía estudiar el destino y designio
de las personas. Es decir, los reyes magos habrían sido astrónomos o
conocedores del cielo. El teólogo y abogado cartaginés Tertuliano (160-220
d.C.) aseguró que los magos eran reyes y que procederían de Oriente. En la
visita de los magos a Jesús, los Padres de la Iglesia ven simbolizadas la
realeza (oro), la divinidad (incienso) y la pasión (mirra) de Cristo.
El evangelio de hoy no es dramatizado en la serie «Un tal Jesús», de
los hnos. López Vigil, pero puede utilizarse el episodio 135, «Fiesta con los
pastores». El guión y su comentario pueden ser tomados de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1600135
Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap135b.mp3 En la página www.untaljesus.net
puede buscarse algún otro que también resulte adecuado.
Para la revisión de vida
Dios se da a conocer a todas las gentes; no
sólo al pueblo elegido, sino a todos los pueblos, representados en los Magos de
Oriente. ¿Tengo yo ese mismo sentimiento de universalidad de Dios, o creo que
sólo nosotros conocemos a Dios y estamos en la verdad? ¿O pensamos tal vez que
sólo nuestra religión es verdadera, que las demás son "falsas"?
Para la reunión de grupo
-
El símbolo de la epifanía (magos de Oriente yendo a adorar a Jesús) es
un símbolo, una elaboración teológica del “evangelio de la infancia” de Mateo,
realizada en aquel contexto la génesis del Nuevo Testamento, que es un contexto
de confrontación de la comunidad cristiana con el mundo ambiente, contexto de
expansión esforzada, de evangelización misionera. Es fácil hacer de este
símbolo una interpretación en el marco del “inclusivismo”, como si “toda
salvación que haya fuera del cristianismo proviniera en definitiva únicamente
de Jesús”, o en el marco incluso del “exclusivismo”, como si “fuera de Jesús no
hubiera salvación”… Hoy, dos milenios más tarde, con una visión bastante más
amplia, y tras un Concilio Vaticano II que ha dicho las palabras más positivas
y optimistas sobre el valor salvífico de las demás religiones que nunca se
hayan pronunciado en la Iglesia Católica, caben otras interpretaciones más
abiertas. Dialoguemos sobre ello.
-
La salvación de Dios ofrecida en Jesús es universal, como lo es la
salvación que Dios causa y ofrece fuera (o antes) del cristianismo a través de
las religiones de los pueblos. Dios es el mismo a pesar de la multiplicidad de
sus nombres o de la diversidad de las religiones. Por eso los magos adoran a
Jesús sin ser cristianos, y por eso los cristianos podemos participar de las
riquezas religiosas de toda la humanidad. Todo lo que es de Dios nos pertenece
a sus hijos, a todos sus hijos. Por eso debe haber diálogo y paz entre las
religiones… ¿Es ésta una argumentación correcta?
-
La Epifanía de Jesús, su manifestación a toda la humanidad, significa
que hay más «Pueblos de Dios» que el Pueblo de Dios del cristianismo. ¿Seguimos
identificando el «pueblo de Dios» con la Iglesia católica, o con el
cristianismo? ¿Es correcta esa identificación? ¿Por qué sí o por qué no?
¿Quiénes serían «Pueblo de Dios»?
-
El Concilio Vaticano II nos ha recordado que la manifestación de Dios
en Jesús no es la única. Dios, como sabemos, se ha manifestado de muchas
maneras también a otros pueblos (Heb 1,1)... ¿Qué cambios de actitud y hasta de
lenguaje implica este "descubrimiento"? ¿Qué cambios también implica
en los fundamentos de la misión, de la evangelización a los pueblos no
cristianos?
Para la oración de los fieles
-
Para que estemos siempre dispuestos a dar razón de nuestra fe y de
nuestra esperanza a quien nos lo pida. Roguemos al Señor.
-
Para que cada religión esté dispuesta a escuchar a las demás y a
acoger con apertura de corazón lo que el Espíritu nos manifiesta en las
religiones de todos los pueblos. Roguemos…
-
Para que todos los catequistas sepan unir el testimonio de su propia
vida a una buena preparación para ejercer su ministerio. Roguemos…
-
Para que cuantos viven sumidos en la duda, el temor o la
intranquilidad se encuentren con Dios vivo y alcancen la luz y la paz que
buscan y necesitan. Roguemos…
-
Por cuantos buscan un mundo más justo y en paz, para que encuentren la
recompensa a sus trabajos y desvelos. Roguemos…
-
Para que vivamos de tal modo la fraternidad con quienes nos rodean que
seamos para todos un verdadero testimonio de fe y de amor. Roguemos…
Oración comunitaria
* Dios, Padre nuestro: el relato evangélico
nos narra que en un día como éste Jesús fue reconocido por unos magos venidos
de Oriente en su búsqueda; haz que quienes te buscan, encuentren y sigan las
estrellas que Tú pones en su camino, y quienes ya te hemos encontrado podamos
contemplar un día, cara a cara, la gloria de tu rostro. Por Jesucristo.
*
Oh Dios, Dios único, «Dios de todos los nombres» con los que los humanos de
todos los tiempos te han buscado. Tú que te has hecho buscar por todos los
pueblos, y a todos ellos también les has salido al encuentro en su propia vida
espiritual, en su religión, concédenos apertura de corazón para sentir tu
presencia omnímoda en todas las religiones de la tierra. Tú que vives y das
vida, y dialogas con todos los pueblos, por los siglos de los siglos. Amén.
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