Servicio Bíblico Latinoamericano
Domingo 8 de diciembre de 2013 - Ciclo A
2º de Adviento
Beato José María Zabal Blanco, mártir (a.
1936)
Is 11,1-10: Juzgará a los pobres con justicia
Salmo Responsorial 71: En sus días florecerá la
justicia y brillará la paz
Rom 15,4-9: Mantengamos la esperanza que infunden
las Escrituras
Mt 3,1-12: Vuelvan a Dios porque ya llega su
reinado
La primera
lectura es uno de esos varios preciosos textos de Isaías, y de los profetas bíblicos en general, que nos «describen»
la «utopía» bíblica. Por definición, la u-topía
«no tiene lugar», no se la puede encontrar, todavía no se ha concretado en
ningún sitio, no existe... y en ese sentido tampoco se puede describir cómo es.
Pero si hablamos de la utopía -y si incluso soñamos con ella- es porque sí
tiene alguna forma de existencia. No existe concretamente... «todavía». Como
decía Ernst Bloch, no sólo existe lo que es, sino lo-que-no-es-todavía (el
“noch nicht Sein”). No es, pero puede ser, quiere ser y, como podemos comprobar
de tantas maneras, lucha por llegar a ser.
El pensamiento utópico, es un componente esencial del judeocristianismo.
No lo es de otras religiones, incluidas las grandes religiones. No hay sólo un
tipo de religiosidad. Podemos encontrar varias corrientes en las religiones
(neolíticas, de los últimos cinco mil años). Unas experimentan lo sagrado sobre
todo en la conciencia (la interioridad, el pensamiento silencioso, la
experiencia de la iluminación, de la no dualidad... una especie de estado
modificaco de conciencia), otras lo experimentan en la naturaleza, en la
experiencia cósmica... (la experiencia de sintonía con la naturaleza, de unidad
e interdependencia con ella, de su sacralidad imponente, de la Pachamama... lo
que Mircea Elíade llama la «experiencia uránica» que todos los pueblos han
sentido al contemplar la belleza del cosmos). Las religiones abrahámicas, por
su parte, han experimentado lo sagrado en la historia, por medio de la fe, la
esperanza y el amor, a través del llamado de una Utopía de Amor-Justicia.
Ésta última es, concretamente, el ADN de nuestra religión. Todo lo demás
(doctrina, moral, liturgia, institución eclesiástica...) añade, reviste,
completa... pero la esencia de la religiosidad abrahámica es esa fuerza de la
experiencia espiritual mediante el llamado de la Utopía del Amor-Justicia. Que,
por ser “amor-justicia”, obviamente, siempre estará de parte de los pobres, de
los “injusticiados”, en cualquier nivel o tipo de injusticia (económica,
cultural, racial, de género...).
Los profetas, Isaías en el caso de la lectura de hoy, «describe» la
Utopía, o «cuenta el sueño» que le anima: un mundo amorizado, fraterno, sin
injusticia, sin injusticiados, en armonía incluso con la naturaleza... La
Utopía fue tomando en Israel el nombre de «reinado de Dios»: cuando Dios reina
el mundo se transforma, la injusticia deja lugar a la justicia, el pecado al
perdón, el odio al amor... las relaciones humanas descompuestas se recomponen
en una red de amor y solidaridad. El conocido estribillo del canto del salmo 71 (el de la liturgia de este
domingo) lo dice magistralmente: «Tu Reino es Vida, tu Reino es Verdad, tu
Reino es Justicia, tu Reino es Paz, tu Reino es Gracia, tu Reino es Amor».
Donde Dios está presente y «reina», es decir, donde se hacen las cosas «como
Dios manda», allí hay Vida, Verdad, Justicia, Paz, Gracia y Amor. Por eso hay
que clamar con el estribillo cantado de ese salmo: «Venga a nosotros tu Reino,
Señor». No hay sueño ni Utopía más grande, aunque esté tan lejana.
El adviento es, por antonomasia, el tiempo litúrgico de la esperanza. Y
la esperanza es la «virtud» (la virtus,
la fuerza) de la Utopía, la fuerza que la Utopía provoca, crea en nosotros para
esperar contra toda esperanza. Adviento es por eso un tiempo adecuado para
reflexionar sobre esta dimensión utópica esencial del cristianismo, y un tiempo
para examinar si con el paso del tiempo nuestro cristianismo tal vez olvidó su
esencia, tal vez arrincónó tanto la utopía como la esperanza.
El evangelio de Mateo nos
presenta a Juan Bautista pidiendo a sus coetáneos la conversión, «porque el
reinado de Dios [reinado “de los cielos” dirá Mateo, con el pudor reverencial
judío que evita «tomar el nombre de Dios en vano»] está cerca». En aquellos
tiempos de mentalidad precientífica y apocalíptica, la propensión a imaginar
futuras irrupciones del cielo o del infierno servía para mover a las masas.
Hoy, con una visión radicalmente distinta sobre la plausibilidad de tales
expectativas apocalípticas, la argumentación de Juan Bautista ya no sirve,
resulta increíble para la mayor parte de nuestros contemporáneos. No es que
hayamos de cambiar (que hayamos de convertirnos) «porque el reino de Dios está
cerca», sino exactamente al revés: el Reino de Dios puede estar cerca porque (y
en la medida en que) decidimos cambiar nosotros (convertirnos) y con ello
cambiamos este mundo... Ya no estamos en tiempos de apocalipsis (una irrupción
venida de fuera y de arriba), sino de praxis histórica de transformación del
mundo y de su historia (una transformación venida de abajo y desde dentro). El
reinado de Dios -la Utopía, para decirlo con un lenguaje más amplio e
interreligioso- no es ni puede ser objeto de «espera» (como ante algo que
sucederá al margen de nosotros), sino de «esperanza» (la desinencia «anza»
expresa ese matiz de actividad endógena). La esperanza es esa actitud que
consiste en «desear provocando», desear ardientemente una realidad todavía
«u-tópica», tratando de hacerla «tópica», presente en el «topos», en el lugar,
aquí y ahora, en la Tierra, no en el cielo futuro.
Insistimos: otras religiosidades discurren por otro tipo de experiencia
de lo sagrado -y ello no es malo, es muy bueno, y es muestra de la
pluriformidad de la religiosidad-, pero la vivencia espiritual específicamente
judeocristiana es esta esperanza activa histórico-utópica comprometida. En este
Adviento podríamos hacer de esto una materia de reflexión y examen.
Por cierto, la segunda lectura, de la carta a los romanos, coincide curiosamente con este mismo enfoque
esencial: «Todas las antiguas Escrituras se escribieron para enseñanza nuestra,
de modo que entre nuestra paciencia y el consuelo que dan las Escrituras
mantengamos la esperanza»... Mantener la «esperanza», mantener esa tensión de
compromiso histórico-utópico es el objetivo de las Escrituras (por cierto, de
todas las Escrituras, no sólo de la Biblia...). Es decir: las Escrituras fueron
escritas para eso. No para fines piadosos, para fines estrictamente
transcendentes o sobrenaturales... sino «para mantenernos en la esperanza», por
tanto, para comprometernos en la historia, para encontrar lo divino en lo
humano, el Futuro absoluto en el futuro histórico y contingente. Cualquier
utilización bíblica que nos encierre en la misma Bíblia, nos separe de la vida
o nos haga olvidar el compromiso histórico de construir apasionadamente la
Utopía en esta tierra, será un uso malversado -o incluso perverso- de la
Biblia.
El evangelio de hoy es dramatizado en varios capítulos de la serie «Un
tal Jesús», de los hnos. López Vigil. Son los capítulos 2, 3 y 6. El guión -y
su comentario- del capítulo 2 puede ser tomado de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1100002 Puede
ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap02b.mp3
Los guiones, comentarios y audios de los demás capítulos pueden ser encontrados
en www.untaljesus.net
Para la revisión de vida
¿Soy persona de Utopía? ¿Vibro por ella?
¿Puedo decir que mi vida es un «vivir y luchar por la Causa (Utopía) que Jesús
nos comunicó? ¿He llegado a descubrir y vivir el cristianismo como «militancia»
histórica, como construcción de un Mundo Nuevo?
Juan
es la antítesis de la sociedad de su tiempo; es decir, no se amoldó cómodamente
a las maneras de ser y de pensar de sus contemporáneos. ¿Cómo me comporto yo en
el ambiente en que vivo? ¿Hay algo de anuncio-denuncia en mi manera de ser y de
transmitir el mensaje?
Para la reunión de grupo
-
Recoger, reunir los pasajes bíblicos
más importantes que parecen describir el mundo de la Utopía. Comentar tras su
lectura.
-
Nos sirve hoy la manera de argumentar de la predicación de Juan
Bautista? ¿Por qué no?
-
Recordar el canto del salmo 71 (de Juan Antonio Manzano), y su estribillo:
«Tu Reino es
Vida, tu Reino es Verdad, tu Reino es Justicia, tu Reino es Paz, tu Reino es
Gracia, tu Reino es Amor. ¡Venga a nosotros tu Reino, Señor!». ¿Por qué ese estribillo es una
de las mejores síntesis del mensaje cristiano y de su Utopía? Aprenderse ese
estribillo como una definición muy práctica y asequible del Reinado de Dios.
Ponerlo como una hermosa pancarta en nuestra casa o en el local comunitario.
Para la oración de los fieles
-
Por nuestros grupos y comunidades células de la Iglesia, para que
fieles a la misión que nos corresponde seamos capaces de anunciar valientemente
el evangelio en todos los lugares.
-
Por los que trabajan por la paz, la justicia y la prosperidad: para
que descubran en su empeño el proyecto de Dios revelado en Jesús.
-
Por las comunidades cristianas de todas las confesiones: para que nos
preparaos a la conmemoración de la venida de nuestro salvador con obras de
amor, justicia y de paz.
-
Por todos nosotros para que este tiempo de adviento haga resonar en nuestros
corazones las palabras de Juan que nos preparen de verdad a celebrar la llegada
de Jesús.
Oración comunitaria
Dios Padre-Madre que nos entregas todo tu
amor; haz que nuestras palabras y obras muestren siempre nuestra disposición al
amor y la reconciliación; aleja de nosotros toda actitud de discordia, egoísmo
y violencia, y haz que el encuentro que hoy celebramos nos fortalezca en la
construcción de la Utopía del “otro mundo posible” que tú nos propones ayudarte
a crear. Nosotros te lo pedimos por Jesús de Nazaret, hijo tuyo, hermano mayor
nuestro. Amén.
Oh
Fuerza Misteriosa que animas este proceso bio-cósmico, en el que nos sentimos
inmersos sin comprenderlo ni terminar dejarnos transformar por él. Nos
entregamos a Ti, Misterio de atracción irresistible, que del caos has originado
este cosmos, con esa flecha meta-histórica que todo lo arrastra y lo lleva
hacia adelante, también en nuestra propia vida, como en todo lo existente...
Haz que nos sintamos cada vez más atraídos por Ti, Fuerza que todo lo atraes, y
dejemos pasar esa Fuerza a través nuestro, para que asumida y multiplicada,
siga transformando toda la realidad, esa Fuerza que eres Tú misma, que todo lo
crea y lo recrea. Amén.
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