Servicio Bíblico Latinoamericano
Domingo 13 se septiembre de 2015
Domingo
24º de tiempo ordinario - Ciclo B
Juan
Crisóstomo, obispo y doctor (407)
Is 50,5-9a: Ofrecí la espalda a los que me
apaleaban
Salmo 114: Caminaré en presencia del Señor, en el
país de la vida
Sant 2,14-18: La fe, si no tiene obras, está muerta
Mc 8,27-35: Tú eres el Mesías… El Hijo del Hombre
tiene que padecer mucho
Cuando los
cristianos se propusieron la transformación del mundo esclavista, inhumano y
violento que había impuesto el imperio romano, no comenzaron su labor apelando
al hambre de la gente, ni a sus deseos de «acabar con los opresores romanos»,
sino que apelaron a la conciencia. En efecto, los discursos que prometen
remediar el hambre, sólo son efectivos en la medida en que la carencia, la
desprotección y el abandono son vistos como injusticias. De lo contrario, no
pasan de ser una búsqueda de satisfacciones inmediatas y poco duraderas. Lo
mismo ocurre con el deseo de derrocar a los poderosos del imperio y colocar
allí a la gente del pueblo. Al poco tiempo, los líderes se llenan de ambiciones
y se convierten en tiranos implacables. La única alternativa que queda y de la
cual nos habla la carta de Santiago,
es la frágil dignidad humana. Si la comunidad no está dispuesta a transformar
en su interior toda esa realidad de muerte, miseria y marginación, es inútil
que se proponga transformarla afuera. La solidaridad de la comunidad no sólo es
un camino para remediar la injusticia en «pequeña escala», es una alternativa
de vida. La solidaridad de una comunidad nos permite descubrir que «otro mundo
es posible» y que el destino no está atado a la destrucción y la barbarie. La
fe cristiana no es tal si se contenta con mirar, desde la barrera, el circo en
el que mueren tantas personas inocentes.
El profeta Isaías nos
enseña que el camino de la justicia, de la misericordia y la solidaridad no es
un idílico sendero tapizado de rosas. La persona que opta por la verdad y la
equidad debe prepararse al rechazo más rotundo e, incluso, a una muerte
ignominiosa. Esto puede sonar un poco «patético», sin embargo, basta leer cualquier
página del evangelio para verificar que ésta es la realidad de Jesús, su opción
y su camino.
El camino a Jerusalén estaba plagado de
dificultades, incertidumbres y ambigüedades. Una de ellas, era la incapacidad
del grupo de discípulos para reconocer la identidad de Jesús. Aunque él había
demostrado a lo largo del camino que su interés no era el poder, en todas sus
variedades, sino el servicio, en todas sus posibilidades, sin embargo, los
seguidores se empeñaban en hacerse una imagen triunfalista de su Maestro.
Jesús, entonces, debe recurrir a duras palabras para poner en evidencia la
falta de visión de quienes lo seguían. Pedro, Juan y Santiago, líderes del
grupo de Galilea, siguen aferrados a la ideología del caudillo nacionalista o
del místico líder religioso y no descubren en Jesús al «siervo sufriente» que
anunció el profeta Isaías.
Este episodio marca el centro del evangelio de Marcos y es el punto de
quiebre en el cual el camino de Jesús sorprende a sus seguidores. Ninguno está
de acuerdo con él, aunque él esté realizando la voluntad del Padre. En medio de
esta crisis del grupo de discípulos, Jesús decide continuar el camino y tratar
de enderezar la mentalidad de sus discípulos, torcida por las ideologías
sectarias y triunfalistas.
El anuncio que Jesús hace de las
dificultades que van a venir, la «Pasión», la «Cruz», debe ser tomada siempre
como una consecuencia inevitable, no como algo buscado... Jesús no buscó la
Cruz, ni debemos buscarla nosotros... Véase el amplio comentario que hacemos al respecto en este próximo día 14,
fiesta de la «exaltación» de la Cruz.
El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 67, «El bastón del
mesías», de la serie «Un tal Jesús», de los hnos. López Vigil. El guión y su
comentario pueden ser tomados de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1300067 Puede
ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap67b.mp3
Para la revisión de vida
Hay preguntas decisivas en la vida de todas
las personas; incluso no darles una respuesta clara y consciente es ya una
manera de responder a esas preguntas. Una de ellas es la que Jesús hizo en una
ocasión a los suyos y, a través de ellos, a toda la humanidad, incluidos
nosotros. ¿Quién es Jesús para mí? Sólo que esta pregunta tiene un grave
riesgo: que la contestemos con la respuesta aprendida de memoria en el
catecismo infantil, en vez de contestar con el corazón. La pregunta ‘¿Quién es
Jesús?’ no podemos ponerla entre preguntas del tipo ¿quién fue Napoleón, quién
descubrió la penicilina o en qué año acaeció la Revolución francesa?, sino que
hemos de ponerla entre preguntas del tipo ¿quiénes son mis amigos, cuánto
quiero yo a mi familia, qué estoy dispuesto a hacer por aquellas personas alas
que quiero? Consciente de todo esto, debo preguntarme: ¿quién es Jesús para mí,
qué significa en mi vida?
Para la reunión de grupo
-
Muchas veces hemos entrado en la discusión de si lo importante es la
fe o son las obras. ¿No sería mejor ser consciente de que son las dos caras de
una misma moneda, que si bien es cierto que es la fe la que nos salva, como
dice san Pablo, también es cierto que una fe sin obras significa que no hay
realmente fe?
-
Después de casi 500 años de separación y enfrentamiento hasta la
excomunión y el cisma, las Iglesias Católica y Luteranas han acordado una
interpretación conjunta por la que ambas opiniones son conciliables y las dos
son verdaderas... ¿Qué reflexiones nos plantea este hecho histórico, que
incluye tantos enfrentamientos, condenas, separación...?
-
La pregunta la podría hacer también Jesús hoy en nuestro círculo de
estudio o grupo de reflexión: ¿Quién dice la gente que soy yo? Respondamos a
esa pregunta. Y también nos haría Jesús su segunda pregunta: ¿y ustedes mismos,
quién dicen que soy yo? Compartamos también en el grupo la respuesta que cada
uno de nosotros le daría.
Para la oración de los fieles
-
Por la Iglesia, para que anuncie de palabra y, sobre todo, con las
obras, que Jesús es el único Señor. Oremos.
-
Por todos los cristianos, para que seamos fieles a la llamada que
hemos recibido del Padre, aunque ello nos traiga las injurias e incomprensiones
de la gente. Oremos.
-
Por todos nosotros, para que nuestro seguimiento de Jesús sea el fruto
de una decisión personal, libre y responsable. Oremos.
-
Por todos los que sufren incomprensiones, persecución y calumnias a
causa del evangelio, para que se mantengan fieles en su misión y en su amor a
todos. Oremos.
-
Por esta comunidad nuestra, para que sepa ver y valorar siempre la
vida y la historia, las personas y las cosas con los ojos de Dios. Oremos.
Oración comunitaria
Escucha, Padre, nuestra oración, abre
nuestros oídos para que sepamos escuchar siempre las continuas llamadas a la
Justicia que Tú nos haces por medio de los pobres; abre nuestros ojos para que
sepamos ver la miseria y el dolor de nuestro mundo, que nosotros tenemos que
transformar en dignidad y esperanza; abre nuestros corazones para que sepamos
ver a todas las personas como a tus hijos, nuestros hermanos y hermanas. Te lo
pedimos por Jesucristo N.S.
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