Se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz
(Fil 2, 8)

EN APARECIDA señalan los Obispos que para ser discípulos de Jesús es necesario seguirlo (Mc 3, 14), ser de él y formar parte de los suyos y participar de su misión, es decir, correr su misma suerte y hacerse cargo de su misión de hacer nuevas todas las cosas (AP 131). Después de amonestar a sus discípulos dormidos les da una exhortación: “Velen y oren, para que no caigan en la tentación. El espíritu está pronto, pero la carne es débil”. Por otra parte, san Pablo expresa de manera excelente la identidad y la misión de Jesús: “Cristo, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres.” (Fil 2, 6-7)
QUÉ LES PARECE si nos proponemos renovar nuestro discipulado haciendo todavía más esfuerzo en asumir la actitud de SIERVO. Recordemos que, como el Maestro, los cristianos somos y estamos para servir, no para ser servidos. Por otra parte, ¿estamos al tanto de la realidad personal, social y eclesial que nos envuelve, o vivimos en un mundo aislado e individualista? Nos conviene estar en VELA. Finalmente, aunque muchos de nosotros vivimos en grandes metrópolis y cada vez es más difícil hacer oración, es necesario dedicar tiempo periódico a la ORACIÓN, de preferencia a la Lectio Divina, y todavía mejor: dentro de una pequeña comunidad o comunidad eclesial de base.
Agustín Pbro.
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