Servicio Bíblico Latinoamericano
Domingo 29 de noviembre de 2015
Primer Domingo de Adviento (Comineza el ciclo
C)
Saturnino, Iluminada
Jer 33,14-16: Suscitaré a David un vástago
legítimo
Salmo 24: A ti, Señor, levanto mi alma
1Tes 3,12–4,2: Que el Señor les fortalezca
internamente, para cuando vuelva Jesús
Lc 21,25-28.34-36: Se acerca su liberación
Este primer domingo de adviento sirve de puente
entre el tiempo ordinario y el tiempo de adviento. El tiempo ordinario termina
reflexionando sobre la segunda venida de Jesús, sobre los acontecimientos del
fin de los tiempos. En esta medida el primer domingo del adviento se inaugura
con el tema del final de los tiempos, y nos va a introducir en el tiempo de la
espera y de la esperanza, el tiempo de adviento.
La lectura del
libro de Jeremías nos sitúa en el tiempo inmediatamente posterior a la
destrucción de Jerusalén en el año 587 a.C. El pueblo está desolado y empieza a
tomar conciencia de su situación. Jeremías dirige su palabra profética a su
pueblo para decirle que Dios no los ha abandonado, que hará regresar a los cautivos
y los perdonará, se construirán de nuevo las ciudades, los campos volverán a
granar y los ganados a pastar. Es esos días el Señor hará brotar en rey justo,
no como los reyes que los llevaron al destierro, el cual será llamado «Dios es nuestra justicia». Vendrá un rey justo a restaurar al pueblo de
Israel.
El salmo
responsorial expresará que esa esperanza que leemos en la primera lectura, no
quedará defraudada, pues quien espera y quien es fiel al Señor no queda
defraudado. Yahvé siempre lleva al cumplimiento su palabra. Por esta razón el
salmo enfatiza la idea de Jeremías, el rey de justicia que esperamos sí
llegará. Ese rey esperado es para nosotros los cristianos, Jesús el señor.
El Segundo
Testamento a partir de la novedad de Jesús nos introducirá en otro tipo de
espera y esperanza. Supone claramente que el rey esperado del Primer Testamento
es Jesús, pero abre la puerta a una espera en el esperado, hacia el final de
los tiempos. Jesús vino en humildad, como el campesino de Nazaret que fue
obediente al Padre, y que por esa obediencia fue muerto y resucitado. Pero al
final de los tiempos, él regresará a manifestar su gloria. Por eso en la carta
de los Tesalonicenses, Pablo exhorta a la comunidad a mantenerse fieles a Jesús
y prepararse para esa segunda venida. El evangelio de Lucas describe de manera
metafórica, los acontecimientos que precederían a esa segunda venida de Jesús.
Por este acontecimiento final es que Lucas invita a los hermanos y
hermanas a mantenerse fieles y vigilantes para mantenerse en pie (fieles) ante
el Hijo del Hombre.
El texto del evangelio de hoy es un texto difícil: la liberación
llega. En los versículos anteriores Lucas nos hablaba del asedio a Jerusalén
(21,20-23). Ahora, alude a la segunda venida de Jesús: es decir a lo que llamamos
la parusía. El discurso de Jesús es apocalíptico y adaptado a la cultura de su
tiempo (apocalipsis no significa catástrofe, como tendemos a pensar, sino
revelación), y nosotros tenemos que releer esas señales del mundo natural en el
mundo de la historia, que es el lugar en que el Espíritu se manifiesta. La
segunda venida del Señor revelará la historia a sí misma. La verdad que estaba
oculta aparecerá a plena luz. Todos llegaremos a conocernos mejor (1Cor
13,12b).
En nosotros existe la angustia, el miedo y el espanto, no causados por
“las señales en el sol, la luna y las estrellas”. Nuestras angustias e
inseguridades están causadas más bien por las crisis económicas, por los
conflictos sociales, por el abuso del poder, por la falta de pan y trabajo, por
la frustración... de tantas estructuras injustas, que solo podrán ser removidas
por el paso -del amor de Dios y su justicia- en el corazón del ser humano.
El mensaje de Jesús no nos evita los problemas y la inseguridad, pero
nos enseña cómo afrontarlos. El discípulo de Jesús tiene las mismas causas de
angustia que el no creyente; pero ser cristiano consiste en una actitud y en
una reacción diferente: lo propio de la esperanza que mantiene nuestra fe en
las promesas del Dios liberador y que nos permite descubrir el paso de ese Dios
en el drama de la historia. La actitud de vigilancia a que nos lleva el
adviento es estar alerta a descubrir el “Cristo que viene” en las situaciones
actuales, y a afrontarlas como proceso necesario de una liberación total que
pasa por la cruz.
Por eso el Evangelio nos llama a “estar alerta”, a tener el corazón
libre de los vicios y de los ídolos de la vida (la conversión), para hacernos
dóciles al Espíritu de Cristo que habita las situaciones que vivimos en nuestro
entorno. Nos llama a “estar despiertos y orando”, porque este Espíritu se
descubre con una Esperanza viva, punto de encuentro entre las promesas de la fe
y los signos precarios que hoy envuelven esas promesas. La esperanza es una
memoria que tiende a olvidarse, se nutre con la oración, nos adhiere a las
promesas de la fe y nos inspira, cada día, la búsqueda de sus huellas en las
señales del tiempo. La Esperanza cristiana se hace por nuestra entrega a
trabajar para que las promesas se verifiquen en nuestras vidas.
El adviento es
tiempo de preparación de espera. Jesús cumplió las promesas del Antiguo
Testamento con su vida y predicación. No esperamos su nuevo nacimiento.
Esperamos que él vuelva a juzgar la creación. Es ese momento el que esperamos,
y para ese momento en que creemos que la justicia, que la igualdad, que la
solidaridad se impondrán.
El evangelio de
este domingo no está dramatizado en la serie radiofónica «Un tal Jesús».
La serie «Otro
Dios es posible» contiene dos «entrevistas a Jesús de Nazaret, en su segunda
venida a la Tierra», en las que comenta estas páginas apocalípticas de los
evangelios: las entrevistas nº 88 y 89. Se puede escuchar o recoger el audio, leer o recoger el guión y unos
sustanciosos comentarios complementarios en radialistas.net [http://radialistas.net/category/otro-dios-es-posible/?page=6]
Dos esperas han marcado la historia de
nuestra fe desde nuestro padre Abraham hasta nuestros días. La primera espera,
la espera del AT, es la espera del Mesías, del rey que restauraría el esplendor
del pueblo de Israel, una vez destruido por Asiria y Babilonia. Para que este
Mesías apareciera era necesario una vida transparente, el cumplimiento de la
alianza del pueblo con Yahvé, fidelidad a Dios, en último término. Esa espera
llegó a su cumplimiento en Jesús de Nazaret.
La segunda espera, la espera del NT,
es la espera de la parusía, del retorno del señor en gloria para reinar sobre
su pueblo, cuando el sea todo en todos y en todo. Esta Parusía esta asociada a
la idea del juicio universal de las naciones: El Señor vendrá a juzgar. Esa
escatología inminente fue lo que en la Iglesia primitiva dio pie para enfatizar
en la preparación moral para ese momento.
Nosotros hoy continuamos expectantes
esperanzados esperando la Parusía. Seguimos de camino. Preguntémoslos:
En las situaciones de muerte que vive
el mundo (guerras, epidemias, hambre, injusticia, crisis económica que descarga
su crueldad sobre quienes no provocaron la crisis) ¿nos preguntamos por el
sentido de la vida y de nuestra existencia?
¿Qué interpretación hacemos de estas
tragedias como signos apocalípticos o como situaciones de injusticia que
merecen ser rechazadas?
En mi vida personal, en medio de la
situación de crisis del mundo actual, ¿cuál es el ideal que me anima a
continuar luchando hacia el futuro?
Para la reunión de grupo
-
¿Qué signos de esperanza y de desesperanza da esta sociedad actual
"realista", sin utopías, desencantada, anestesiada por la
proclamación del "final de la historia"...?
-
Se dice que, "con la caída del muro de Berlín, lo que se produjo
en la sociedad fue el abandono de la concepción utópico-histórica de la
política"; en la sociedad post-moderna ya no se toma la historia como un
camino hacia la «transformación de la sociedad», ya no hay lugar para los
mesianismos ni para las utopías… La sociedad se hizo "pragmática",
"realista". La mística utópica y la esperanza apasionada de una
renovación del mundo parecen cosas de otros tiempos… ¿Qué papel tendríamos los
cristianos en esta época sin esperanzas mesiánicas ni liberadoras? ¿Qué sería
la esperanza en un contexto sociocultural como éste? ¿Somos testigos de
esperanza?
-
Qué pueden significar los signos apocalípticos que utiliza el
evangelio (señales en el sol, la luna y los astros, rugido del mar, amenaza de
la llegada imprevista...)
-
¿En qué sentido el fin del mundo (y/o de nuestra propia vida) es la
"venida del Señor Jesús"?
Para la oración de los fieles
-
Para que las comunidades cristianas vivan intensamente el adviento
como preparación a la navidad y como tiempo dedicado más intensamente a
alimentar la esperanza del mundo y la propia nuestra, roguemos al Señor....
-
Por todos los que lloran y se desesperan ante la muerte, para que
encuentren sus vidas el coraje de la esperanza...
-
Por todas las personas que por edad, enfermedad o cualquier otra
circunstancia sienten la proximidad de su final; para que comprendan esa
situación como una gracia, un don, una oportunidad para alcanzar la plenitud de
sus vidas...
-
Por todas las otras personas, especialmente jóvenes, que viven de
espaldas a la realidad de la muerte y de la finitud de nuestras vidas; para que
abandonen toda enajenación y vivan todos los días conscientes de las
dimensiones reales de la vida humana...
-
Por la esperanza de los pobres, los dos tercios del mundo, los mil
millones de personas que viven con un dólar diario, los 2.600 millones de
personas (el 40% de la humanidad) sin empleo (datos del Informe del PNUD
2007-2008, cap. 1); el 20% más pobre de la población mundial recibe el 1'4% del
producto mundial; para que por nuestro compromiso decidido por la
transformación del mundo seamos adviento, esperanza, buena noticia para estos
hermanos y hermanas nuestros…
-
Para que los teólogos cristianos reelaboren y reformulen las verdades
eternas y la fe en el más allá de la muerte con un lenguaje más adecuado al
hombre y la mujer de hoy…
Oración comunitaria
Oh Dios, Madre y Padre, Fuerza y Origen,
Fundamento misterioso del Ser, que llamas a la existencia y siembras los
impulsos y los brotes, e suscitas siempre la creatividad gratuita. Al comenzar
este nuevo Adviento acoge nuestras limitaciones y temores, y libera toda tu
energía en nosotros, para que renazcamos a una esperanza nueva. Tú que vives y
haces vivir, por los siglos de los siglos. Amén.