Ciclo A, 8° Dom.Ord. 25 de Mayo de 2008
“Busquen primero el Reino de Dios y su justicia” (Mt 6, 33)
El proyecto de Jesús es instaurar el Reino de vida de su Padre (Mt 10, 7), y toda la misión de la Iglesia, debe manifestar esta oferta de una vida más digna para todos (DAP 361). Jesucristo es el Reino de Dios que transforma nuestra Iglesia y nuestras sociedades. En Jesucristo, somos hijos dignos de Dios, con los mismos derechos y deberes (DAP 382). El objetivo de la misión es comunicar la vida (DAP 360), y construir la justicia social (DAP 363).
El Reino no es un lugar a donde podamos ir, ni algo que podamos comprar, sino más bien es una manera de vivir, cuya característica principal es la Justicia, la cual significa reconocer que todas las personas, por el mismo hecho de ser personas y, más aún, hijas de Dios, poseemos por disposición divina unos derechos y obligaciones que nadie debe disminuir o despojar sino que todos debemos reconocer y colaborar para que los vivamos. Por ejemplo, todos tenemos derecho a trabajar y ganar el sustento con dignidad y buen salario, derecho a comer bien, derecho a tener una familia y una buena casa, derecho a la salud, derecho a estudiar, derecho a una información objetiva por parte de los medios de comunicación, derecho a un ambiente ecológico sano, derecho y obligación de participar en las grandes decisiones que afectarán el bien común de mi país, estado, municipio, etc. Derecho y obligación de participar en la toma de decisiones y ejecución de los programas de pastoral de la Iglesia. Cuando violentamos o colaboramos para violentar estos derechos, entonces no estamos participando con Jesús para construir el Reino, sino que más bien estaríamos construyendo un Reino de Muerte.
Ahora bien, para la construcción del Reino de Dios tenemos un gran obstáculo: la Avaricia por el Dinero. No podemos servir a dos Señores porque quedaremos mal con uno. Si el dinero no nos sirve para construir el Reino de Vida, entonces necesariamente estará al servicio de la Muerte. Ahora bien, podemos hacer y preocuparnos por muchas cosas, incluso buenas a los ojos del mundo, pero si descuidamos el Reino de Jesucristo, que debe ser lo más importante para los discípulos cristianos, estaremos fallando en lo principal. Cuando construimos al margen o en contra del Reino, estamos perdiendo el tiempo o pero aún, estamos construyendo nuestra propia fosa de muerte.
Agustín, pbro.
“Busquen primero el Reino de Dios y su justicia” (Mt 6, 33)
El proyecto de Jesús es instaurar el Reino de vida de su Padre (Mt 10, 7), y toda la misión de la Iglesia, debe manifestar esta oferta de una vida más digna para todos (DAP 361). Jesucristo es el Reino de Dios que transforma nuestra Iglesia y nuestras sociedades. En Jesucristo, somos hijos dignos de Dios, con los mismos derechos y deberes (DAP 382). El objetivo de la misión es comunicar la vida (DAP 360), y construir la justicia social (DAP 363).
El Reino no es un lugar a donde podamos ir, ni algo que podamos comprar, sino más bien es una manera de vivir, cuya característica principal es la Justicia, la cual significa reconocer que todas las personas, por el mismo hecho de ser personas y, más aún, hijas de Dios, poseemos por disposición divina unos derechos y obligaciones que nadie debe disminuir o despojar sino que todos debemos reconocer y colaborar para que los vivamos. Por ejemplo, todos tenemos derecho a trabajar y ganar el sustento con dignidad y buen salario, derecho a comer bien, derecho a tener una familia y una buena casa, derecho a la salud, derecho a estudiar, derecho a una información objetiva por parte de los medios de comunicación, derecho a un ambiente ecológico sano, derecho y obligación de participar en las grandes decisiones que afectarán el bien común de mi país, estado, municipio, etc. Derecho y obligación de participar en la toma de decisiones y ejecución de los programas de pastoral de la Iglesia. Cuando violentamos o colaboramos para violentar estos derechos, entonces no estamos participando con Jesús para construir el Reino, sino que más bien estaríamos construyendo un Reino de Muerte.
Ahora bien, para la construcción del Reino de Dios tenemos un gran obstáculo: la Avaricia por el Dinero. No podemos servir a dos Señores porque quedaremos mal con uno. Si el dinero no nos sirve para construir el Reino de Vida, entonces necesariamente estará al servicio de la Muerte. Ahora bien, podemos hacer y preocuparnos por muchas cosas, incluso buenas a los ojos del mundo, pero si descuidamos el Reino de Jesucristo, que debe ser lo más importante para los discípulos cristianos, estaremos fallando en lo principal. Cuando construimos al margen o en contra del Reino, estamos perdiendo el tiempo o pero aún, estamos construyendo nuestra propia fosa de muerte.
Agustín, pbro.
2 comentarios:
No podemos servir a dos Señores porque quedaremos mal con uno.La avaricia es mala mata es
un veneno para el alma... solo vivir en relax...
PARREMEDIOS DIXIT: Gracias por su comentario, muy acertado. Saludos
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