Acuadr20140413
Hacer que nuestros signos sean
significantes
Is 50,4-7: No oculté el rostro a insultos; y sé que no quedaré avergonzado
Salmo responsorial 21: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Flp 2,6-11:Se rebajó a sí mismo; por eso Dios lo levantó sobre todo
Mt 26,14−27,66: Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, según san Mateo
En muchas partes del mundo se celebra
el Domingo de Ramos con gran pompa y solemnidad. El esplendor de los actos
semeja el estilo de cortes europeas de siglos anteriores. Se presenta a Jesús a
la manera de los poderosos reyes de este mundo: Se insiste mucho en el culto a
Jesús pero poco o nada en su seguimiento.
La lectura de Isaías que escuchamos
hoy se aplica de manera plena a Jesús, pero inmediata y directamente se refiere
a una persona o grupo que vivió durante el exilio en Babilonia, a quien se
suele denominar “El siervo de Yahvé”. Este personaje fue alguien que ayudó
fuertemente al pueblo para salir de Babilonia y regresar a su tierra. La
lectura lo presenta como alguien que tiene su boca abierta para confortar al
abatido con palabras de aliento. Es alguien que tiene su oído
abierto como discípulo para escuchar el proyecto de Yahvé, que lo acepta sin
oponer resistencia ni echarse para atrás. Es alguien que por fidelidad a la
misión es maltratado en la mejilla y en la barba, es alguien que recibe
insultos y salivazos, pero que, confiando incondicionalmente en Dios, endurece
su rostro como roca.
La carta los filipenses es considerada
estrictamente de Pablo, y el pasaje de hoy, nos invita a tener los sentimientos
de Jesús que se humilló hasta la muerte de cruz y se hizo servidor.
El Evangelio de la procesión, tomado
de Mateo, nos habla de que Jesús envió a sus discípulos a conseguirle un
burrito que utilizó para entrar montado en él, a la ciudad de Jerusalén. Los
que acompañan a Jesús, testigos de sus obras y de su enseñanza,
extienden sus mantos en el camino y cortan ramos de árboles. Ellos aclaman a
Jesús que monta el burro como “El hijo de David” como “El que viene en nombre
del Señor.
En el Evangelio de la Pasión
encontramos al grupo de los enemigos de Jesús, que llega al Huerto, mientras
hace oración. Jesús es aprehendido por una chusma numerosa, enviada por los
sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo y encabezada por el apóstol traidor.
Jesús es el profeta que ha puesto su
vida al servicio de los marginados por el sistema económico, político y
religioso, Jesús es el profeta que denuncia los abusos que comete el poder
económico, político y religioso.
Jesús tiene amigos y enemigos. Amigos
todos los excluidos, con su vida amenazada, que se sintieron acogidos y
protegidos por él. Enemigos, los que abusando de su poder, y en nombre de Dios
maltratan, excluyen a los pequeños de todo tipo.
Jesús, nuestro Rey, termina
crucificado en medio de dos ladrones y desde ahí ejerce su reinado. Es el que
entrega la vida
Con nuestros ramos aclamamos a Jesús
como nuestro rey en el culto, pero sólo lo reconoceremos como rey, si nos
hacemos sus seguidores y continuadores de su lucha en defensa de la vida,
contra toda opresión, exclusión o marginación. Tenemos que hacer que nuestras
palmas y ramos nos impulsen a luchar para que no haya excluidos ni marginados,
Celebrar con la vida el Domingo de
Ramos nos exige hoy denunciar a todos los que hoy maltratan, marginan y
excluyen a los pequeños.
Felices pascuas
Abril 12 del 2014
Cosme Carlos Ríos
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