Apas08, 7 de junio de 2014
El Espíritu Sano unifica y hace
perder el miedo
Ø Hch 2,1-11: Se llenaron todos de Espíritu Santo y
empezaron a hablar
Ø Salmo responsorial 103:
Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra
Ø 1Cor 12,3b-7.12-13: Hemos
sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo
Ø Jn 20,19-23: Reciban el
Espíritu Santo
Aunque la enseñanza del Concilio nos
dice que somos pueblo de Dios, tenemos la costumbre de hacer nuestras prácticas
cristianas de forma individual. Poco nos interesamos por la vida, el
sufrimiento, las necesidades de las personas que nos rodean en el barrio aunque
profesemos la misma fe. En las comunidades cristianas es costumbre que cada
grupo realice sus actividades sin tomar en cuenta y sin apoyar a los demás.
Aparecen los Consejos en cada comunidad, pero funcionan de una manera,
meramente formal, y no se entienden como animadores e integradores del trabajo
al servicio del Reino.
En la tradición del Primer
Testamento Pentecostés recibe el nombre de fiesta de las semanas porque se celebra
a las siete semanas de la Pascua. Originalmente era una fiesta agrícola
vinculada al final de la siega sobre todo de los cereales. Más tarde se ha
relacionado con el pacto del monte Sinaí. En
este contexto Lucas ubica el nacimiento de la Iglesia: Al igual que en el
Sinaí, aparecen el viento y el fuego. La acción del Espíritu produce efectos
semejantes a los que producen el viento y el fuego
El
texto de los Hechos fue escrito por
el año 80, año en el que el anuncio de la Buena Nueva de Jesús está llegando de
forma comprensible a todos los rincones del mundo. Lucas utiliza la simbología
de Pentecostés para explicar el hecho de que, bajo el impulso del Espíritu
Santo, el anuncio del Evangelio está llegando a todos. El Espíritu Santo hace
nacer, unifica e impulsa a la Iglesia para continuar el proyecto de Jesús.
Juan
escribe el pasaje del Evangelio para
cristianos fuertemente perseguidos por la causa de Jesús, lo que los ha llenado
de miedo y han preferido encerrarse a continuar con la misión y arriesgar la
vida. El evangelista nos muestra la presencia del Maestro en medio de su
conflicto: Él les desea la paz y les da señales claras de que continúa vivo y
esto les llena de alegría.
Jesús
les indica que ellos han de continuar la misión que recibió del Padre y,
repitiendo el soplo realizado al comienzo de la humanidad, les confiere el don
del Espíritu Santo. Con Él vencerán el miedo y el encerramiento y continuarán
la misión por encima de los riesgos que comporta.
Para
nosotros, creer en la acción del
Espíritu Santo significa construir la unidad con los más cercanos para darnos
valor, vencer el miedo, y enfrentar a los poderes de muerte, uniendo las voces
en defensa de la vida.
Para nosotros, creer en la acción del
Espíritu Santo significa realizar nuestras celebraciones en forma comunitaria,
e integrar en ellas el dolor y la necesidad de los hermanos.
Para nosotros, creer en la acción del
Espíritu Santo significa hacer que los Consejos impulsen todas las
actividades de la comunidad y sean espacio para apoyarnos unos a otros.
Para nosotros, creer en la acción del
Espíritu Santo significa promover organizaciones para atender las necesidades
de la Capilla, pero también las del barrio y de la sociedad.
Cosme Carlos Ríos
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