Servicio Bíblico Latinoamericano
Domingo
30 de noviembre de 2014 - Ciclo B
Domingo
1º de Adviento
Andrés,
Apóstol (s. I)
Is 63,16b-17.19b; 64,2b-7: ¡Ojalá rasgases el
cielo y bajases!
Salmo responsorial 79: Oh Dios, restáuranos, que
brille tu rostro y nos salve
1Cor1,3-9: Aguardamos la manifestación de nuestro
Señor Jesucristo
Mc 13,33-37: Velen, pues no saben cuándo vendrá el
dueño de la casa
La comunidad
judía que retorna del exilio enfrenta un gran desafío: reconstruir los
fundamentos de la nación, la ciudad y el Templo. No era una tarea fácil. La
mayoría de los exiliados ya se habían organizado en Babilonia y en otras
regiones del imperio caldeo. La mayor parte de los que habían llegado desde
Judea cincuenta años antes ya habían muerto y los descendientes no sentían gran
nostalgia por la tierra de sus padres. Los profetas los habían invitado
continuamente a reconocer los errores que habían conducido a la ruina, pero la mayor parte de los exiliados
ignoraban a los mediadores de Yahvé.
Algunos tomaron entre sus manos el proyecto de reconstruir la identidad,
las instituciones y la vida de la nación. Sin embargo, no contaron inicialmente
con mucho apoyo, Parecía una idea loca e innecesaria: para qué volver a
Jerusalén si ya no había remedio... Lo
mismo nos ocurre a veces a nosotros, vivimos de la nostalgia del pasado pero no
nos comprometemos a transformar la realidad del presente. Añoramos otros
tiempos en que se vivía mejor, pero no rescatamos los valores que hacen posible
una convivencia humana justa y equitativa.
Jesús hace a sus discípulos una recomendación que hoy nos sorprenden:
mantenerse despiertos. ¡Todo lo contrario de lo que nosotros haríamos! Pero él
tiene sus razones. Si cada día estamos embargados por las preocupaciones más
superfluas, lo más seguro es que se nos pase la hora apropiada para realizar la
misión que Jesús nos encomienda. Jesús, en el evangelio, nos enseña a estar en
guardia contra los que creen que las enseñanzas cristianas son algo superfluo.
El evangelio debe ser proclamado donde sea necesario, deber ser colocado donde
se vea, debe ponerse al alcance de todos. Nuestra misión es hacer del evangelio
una lámpara que ilumine el camino de la vida y nos mantenga en actitud
vigilante.
La interpretación que se daba a estos textos del evangelio que apuntan
hacia el futuro o hacia la escatología estuvo casi siempre revestida de un
tinte apocalíptico y de temor: el Señor había establecido un plazo, que se nos
podría acabar en cualquier momento, imprevisiblemente, por lo cual
necesitábamos estar preparados para un juicio sorpresivo y castigador que el
Señor podría abrir en cualquier momento contra nosotros. «Que la muerte nos
sorprenda confesados». Este miedo funcionó durante mucho tiempo, durante tantos
siglos como duró una imagen mítica de Dios, excesivamente calcada de la imagen
del señor soberano feudal que dispone despóticamente sobre sus súbditos. El
miedo a la condenación eterna, tan impregnado en la sociedad cristiana medieval
y barroca, hizo que la «huelga de confesonarios» pudo ser en determinados
momentos un arma esgrimida por el clero contra las clases altas, por ejemplo
por parte de los misioneros defensores del pueblo contra los conquistadores
españoles dueños de esclavos (recuérdese el film La misión). Causa sonrisas pensar en la eficacia que una tal
«huelga de confesionarios» pudiera tener hoy día... Y es que la estrella de la
«vida eterna», el dilema de la salvación/condenación eternas, brillaba con su
potencia indiscutible en el firmamento de la cosmovisión del hombre y la mujer
premodernos... Pero son tiempos idos. Sería un error enfocar el comentario a
evangelios como el que hoy leemos en esa misma perspectiva, pensando que
nuestros contemporáneos son todavía premodernos...
El estado de alerta, la mirada
atenta al futuro que evita el adocenamiento o la rutina... sí que es una
categoría y una dimensión del hombre y de la mujer modernos. Si lo
interpretamos como «esperanza», la pertinencia del mensaje aún es más vigente.
¿Qué puede significar «Adviento»
para la sociedad actual? Como nombre de un tiempo litúrgico significa bien poco, y no habría
que lamentarse mucho ni gastar pólvora inútilmente, pues cualquier día –tal vez
más pronto que tarde- la Iglesia cambiará el esquema de los ciclos de la
liturgia, que clama a gritos por una renovación. Lo que importa no es el tiempo
litúrgico, sino el Adviento mismo, el «Advenimiento» –que eso significa la
palabra–, el «noch nicht Sein» como diría Ernst Bloch, aquello cuya
forma de ser consiste en «no ser todavía pero tratando de llegar a ser»... Ateo
como era, Bloch construyó toda su poderoso edificio filosófico sobre la base de
la utopía y la esperanza, y presentó en bellas páginas inolvidables la grandeza
heroica del santo y del mártir ateo, capaz de dar la vida en aras de su
esperanza... Ebeling, en la misma línea decía: «lo más real de lo real, no es
la realidad misma, sino sus posibilidades»... Lo real más real no es sin más lo
real, sino las posibilidades de ser que lo que hoy es lleva consigo.
Después de los años 90 del siglo pasado, estamos en un tiempo en el
que se dice que se ha dado un «desfallecimiento utópico». Con el triunfo del
neoliberalismo y la derrota de las utopías (no «de las ideologías», alguna de
las cuales siguen muy vivas), la cultura moderna –o mejor posmoderna- castiga
al pensamiento esperanzado y utopista. El ser humano moderno-posmoderno está
escarmentado. Ya no cree en «grandes relatos». Se nos ha impuesto una cultura anti-utópica,
antimesiánica, a-escatológica, ¿sin esperanza?, a pesar de la brillantez de que
hacen gala los productos de la industria mundial del entretenimiento; detrás
del atractivo seductor de ese entretenimiento, la imagen de ser humano que
queda está ayuna de toda esperanza que trascienda siquiera mínimamente el «carpe
diem» o el «disfruta la vida». ¿Qué advenimiento («adviento») espera el
hombre y la mujer contemporáneos? ¿Cómo
vivir el adviento en una sociedad que no espera ningún «advenimiento»? Desde
luego, no reduciendo el adviento a un «tiempo litúrgico», o a un tiempo
pre-navidad... ¿Cómo pues?
El Advenimiento que esperamos
los cristianos no es la Navidad... Ni siquiera es «el cielo»... ¡Es el Reino!
No es otro mundo... es este mismo mundo... ¡pero «totalmente otro»! Se puede
ser cristiano sin celebrar el adviento, ¡pero no sin preparar el Advenimiento!
Ser cristiano es hacer propia en el corazón la nostalgia de Aquel que decía:
«fuego he venido a traer a la tierra, y ¡cómo deseo que arda...!». Los cristianos no pueden
inculturarse del todo en esta cultura anti-utópica y sin «grandes relatos»,
porque somos hijos de la gran Utopía de la Causa de Jesús, y tenemos el «gran
relato» del Proyecto de Dios... Podríamos no celebrar el adviento, pero no podemos
dejar de darnos la mano con los santos y mártires ateos (quedan pocos) y con
todos los hombres y mujeres de la tierra, de cualquier religión del planeta,
para trabajar denodadamente por el Advenimiento del Nuevo Mundo.
Cada vez se perfila mejor: crear
un Mundo Nuevo, fraterno-sororal y solidario, sin imperios ni instituciones
transnacionales o mundiales explotadoras de los pobres, lo que Jesús llamó
«malkuta Yahvé» en su boca aramea, Reino de Dios, pero dicho con palabras y
hechos de este ya tercer milenio, ése es el Advenimiento que esperamos, el
sueño que nos quita el sueño, lo que nos hace estar en «alerta».
El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 105 de la serie «Un
tal Jesús», de los hermanos LÓPEZ VIGIL, titulado «Un cielo nuevo y una tierra
nueva». El guión y su comentario pueden ser tomados de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1500105 Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap105b.mp3
[Una sugerencia pastoral:
Durante la segunda parte del adviento y también en la navidad, los
evangelios de la infancia van a ser una lectura constante. Recomendamos estas
dos obras como texto-base para las reuniones de estudio de los grupos de
formación en la comunidad cristiana:
• el texto de Leonardo Boff sobre los evangelios de la infancia,
disponible en http://servicioskoinonia.org/biblico/textos/BoffEvangeliosDeLaInfancia.htm
• el libro de John Shelby SPONG, Jesús, hijo de mujer,
disponible en la biblioteca de Koinonía (www.servicioskoinonia.org/biblioteca); en el menú
“selección por autor”, seleccionar “todos los autores” y pulsar “ir”, y aparece
la lista de obras, por orden alfabético de autores.
• También podrán ser muy útiles los capítulos dedicados a este tema en
la conocida serie «Un tal Jesús», cuyos textos, audios (mp3) y comentarios
bíblico-teológicos pueden ser recogidos libremente en www.untajesus.net
].
Para la revisión de vida
Adviento = Advenimiento = Esperanza:
¿Se
puede decir que mi vida espera algún Advenimiento (con mayúscula)?
¿Es
mi vida una vida de esperanza, de tensión, de búsqueda, de utopía, de proyecto
histórico? ¿Camino hacia algún sitio, con algún norte? ¿Cuál? Auscultar
realmente mi esperanza y hacer el ejercicio tal vez de expresarla por escrito
para mí mismo/a.
Para la reunión de grupo
-
Hagamos en el grupo un «análisis de coyuntura de la esperanza»: ¿Cómo
está la esperanza en nuestra sociedad? ¿Es una sociedad de esperanza? ¿Qué
esperanzas («largas o cortas») mueven a las personas hoy? ¿Hay lugar para las
actitudes utópicas? ¿Por qué?
-
Hagamos un juicio sobre esa situación de la esperanza hoy en nuestra
sociedad. ¿Qué actitud debemos adoptar los cristianos ante esta situación?
¿Podemos «inculturarnos» en esta forma de ser y de vivir?
-
Numerosos pasajes del Evangelio contienen una llamada para que estemos
vigilantes; clásicamente nos las interpretaron como llamados a estar
«preparados para la hora de la muerte»... ¿Será que el Evangelio no tiene otro
interés que el de prepararnos a “bien morir”, a que la muerte no pudiera
«sorprendernos»? ¿No es más cierto que el Evangelio pretende, sobre todo,
enseñarnos a vivir, y a tener una esperanza que no le tema a la muerte?
Para la oración de los fieles
-
Por la Iglesia, para que dé testimonio de la Utopía del Evangelio y
anime con su esperanza a todas las personas. Oremos.
-
Por todas las situaciones de injusticia, explotación y violencia en
que viven muchas personas, para que confrontemos con ellas nuestra esperanza.
Oremos.
-
Por todas las personas de buena voluntad, por los sencillos, por los
hijos del pueblo, para que nunca caigan en la trampa de renunciar a la utopía y
a la esperanza. Oremos.
-
Por todos los que nos preparamos a celebrar la Navidad, para que la
preparemos sobre todo en la transformación de nuestro corazón y nuestra vida.
Oremos.
-
Por los obreros y campesinos, por los emigrantes, por los pueblos del
tercer mundo, para que dejen de ser las víctimas del progreso y el bienestar de
los países ricos y poderosos. Oremos.
-
Por todos nosotros, para que respondamos a la llamada a estar
vigilantes, no para bien morir sino para bien vivir. Oremos.
Oración comunitaria
Oh Misterio inefable que sustentas el Ser y
la Vida, al cosmos y al ser humano dentro de él: acoge nuestro deseo de caminar
por la vida confiados en la bondad primordial de tu iniciativa, que nos
antecede y supera, y en la que queremos tener el coraje de cifrar nuestra esperanza
a pesar de todos los signos de desesperanza que nos rodean. Te presentamos la
expresión de nuestros sentimientos más profundos. Acógela. Amén.
Dios,
Padre nuestro, al comenzar un nuevo Adviento te pedimos que avives nuestra fe,
fortalezcas nuestra esperanza y consolides nuestro amor, de modo que podamos
celebrar con verdadero gozo el nacimiento de tu Hijo Jesucristo. Que vive y
reina.
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