Servicio Bíblico Latinoamericano
Domingo 18 de enero de 2015 - Ciclo B
2º domingo de tiempo ordinario
Beatriz, Prisca, Faustina
1Sm 3,3b-10.19: Habla, Señor, que tu siervo
escucha
Salmo 39: Aquí estoy, Señor, para hacer tu
voluntad
1Cor 6,13c-15a.17-20: Sus cuerpos son miembros de
Cristo
Jn 1,35-42: Vieron dónde vivía y se quedaron con
él
La primera
y la tercera lecturas se complementan presentándonos el tema de «la vocación»:
la vocación del pequeño Samuel en la primera, y la vocación o el llamado de
Jesús a sus primeros discípulos.
El libro de Samuel nos
presenta la infancia del joven Samuel en el templo al cual fue consagrado por
su madre en virtud de una promesa. El niño duerme, pero una voz lo llama.
Creyendo que es la voz de su maestro Elí, con ingenua obediencia se levanta el
niño tres veces en la noche acudiendo a su llamado. Samuel no conoce aún a
Yahvé, pero sabe de la constancia en la obediencia, y sabe acudir al llamado,
una vez más, aun cuando en las primeras ocasiones le parecía haberse despertado
en vano. Elí comprendió que era Yahvé quien llamaba al niño y le enseñó
entonces a crear la actitud de escucha: “Habla señor, que tu siervo escucha”.
La vida actual está llena de ruido, palabras que van y vienen,
mensajes que se cruzan y con frecuencia los seres humanos perdemos la capacidad
del silencio, la capacidad de escuchar en nuestra interioridad la voz de Dios
que nos habita. Dios puede continuar siendo aquel desconocido de quien hablamos
o a quien afirmamos, creer pero con quien pocas veces nos encontramos en la
intimidad del corazón, para escuchar contemplativamente.
Este texto sobre Samuel niño se ha aplicado muchas veces al tema de la
“vocación”, palabra que, obviamente, significa “llamado”. Toda persona, en el
proceso de su maduración, llega un día –una noche- a percibir la seducción de
unos valores que le llaman, que con una voz imprecisa al principio, le invitan
a salir de sí y a consagrar su vida a una gran Causa. Esas voces vagas en la
noche, difícilmente reconocibles, provienen con frecuencia de la fuente honda
que será capaz más tarde de absorber y centrar toda nuestra vida. No hay mayor
don en la vida que haber encontrado la vocación, que es tanto como haberse
encontrado a sí mismo, haber encontrado la razón de la propia vida, el amor de
la vida. No hay mayor infortunio que no encontrar la razón de la vida, no
encontrar la Causa con la que uno vibra, la Causa por la que vivir (que siempre
es, a la vez, una causa por la que incluso merece la pena morir).
Pablo, en su carta a los corintios,
nos recuerda que el cuerpo es templo, y que toda nuestra vida está llamada a
unirse a Cristo, por lo que es necesario discernir en todo momento, qué nos
aleja y qué nos acerca al plan de Dios. Por que la relación con Dios, no hace
referencia solamente a nuestra experiencia espiritual sino a toda la vida: el
trabajo, las relaciones humanas, la política, el cuidado del cuerpo, la
sexualidad... En todo momento en cualquier situación debemos preguntarnos si
estamos actuando en unidad con Dios y en fidelidad a su plan de amor para con
todo el mundo.
En el evangelio de hoy, Juan
nos relata en encuentro de Jesús con los primeros discípulos que elige. Es un
texto del evangelio, obviamente simbólico, no un relato periodístico o una
“crónica” de aquellos encuentros. Todavía, algunos de los símbolos que contiene
no sabemos interpretarlos: ¿qué quiso Juan aludir, al especificarnos que...
“serían las cuatro de la tarde”? Hemos perdido el rastro de lo que pudo tener
de especial aquella hora concreta como para que Juan la detalle.
Dos discípulos de Juan escuchan a su maestro expresarse sobre Jesús
como el “cordero de Dios”, y sin preguntas ni vacilaciones, con la misma
ingenuidad que el joven Samuel que hemos contemplado en la primera lectura,
«siguen» a Jesús, es decir, se disponen a ser sus discípulos, lo que conllevará
un cambio importante para sus vidas. El diálogo que se entabla entre ellos y
Jesús es corto pero lleno de significado: “¿Qué buscan?”, “¿Maestro donde
vives?”, ”Vengan y lo verán”. Estos buscadores desean entrar en la vida del
Maestro, estar con él, formar parte de su grupo de vida. Y Jesús no se protege
guardando las distancias, sino que los acoge sin trabas y los invita nada menos
que a venir a su morada y quedarse con él.
Este gesto simbólico se ha comentado siempre como una de las
condiciones de la evangelización: no basta dar palabras, son precisos también
los hechos; no sólo teorías, sino también vivencias; no «hablar de» la buena
noticia, sino mostrar cómo la vive uno mismo, en su propia carne estremecida de
gozo. O sea: una evangelización completa debe incluir una visión teórica, pero
sobre todo tiene que ser un testimonio. El evangelizador no es un profesor que da una lección, sino un testigo que ofrece su propio testimonio
personal. El impacto del testimonio de vida del maestro, conmueve, transforma,
convence a los discípulos, que se convierten en testigos mensajeros.
Seguir a Jesús, caminar con él, no puede hacerse sino por haber tenido
una experiencia de encuentro con él. Las teorías habladas –incluidas las
teologías–, por sí solas, no sirven. Nuestro corazón –y el de los demás– sólo
se conmueve ante las teorías vividas, por la vivencia y el testimonio personal.
En la vida real el tema de la vocación no es tan fácil ni tan claro
como lo solemos plantear. La mayor parte de las personas no pueden plantearse
la pregunta por su vocación, no pueden «elegir su vida», sino que han de
aceptar lo que la vida les presenta, y no pocas tienen que esforzarse mucho
para sobrevivir apenas. El llamado de Dios es, ahí, el llamado de la vida, el
misterio de la lucha por la sobrevivencia y por conseguirla del modo más humano
posible. Este llamado, la «vocación» vivida en estas difíciles circunstancias
de la vida, son también un verdadero llamado de Dios, que debemos valorar en
toda su dignidad.
El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 5 de la serie «Un
tal Jesús», de los hnos. López Vigil. El guión y su comentario pueden ser
tomados de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1100005
Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap05b.mp3
Para la revisión de vida
¿Me he planteado que, de una manera u otra,
mi vida tiene por delante un llamado, una vocación, un destino, una tarea, una
misión? ¿Acepto las condiciones concretas que la vida me ha impuesto, mis
características personales, mis limitaciones familiares, sociales... como una
voz clara que expresa mi «llamado»?
Para la reunión de grupo
-
¿Qué es una vocación, en el sentido común de la palabra? ¿Qué es la
vocación en un sentido religioso de la palabra?
-
Distinguir entre los «maestros o profesores», que enseñan o dan
lecciones con las ideas, y los «testigos», que simplemente testimonian con la
propia vida. Presentar casos que conocemos de personas que son para nosotros
maestros pero no testigos, o testigos aunque no sean “profesores”.
-
¿Qué sabemos del carácter de las narraciones que contiene el evangelio
de Juan? Compararlo con el carácter de las narraciones de los evangelios
sinópticos. Cfr por ejemplo, J. SANDERS, La figura histórica de Jesús, Verbo
Divino, Estella 2000, p. 90-100.
-
¿Cómo pueden vivir un sentido «vocacional» las personas que no pueden
elegir, que tienen que aceptar una pesada carga en la existencia? ¿Qué les
diríamos si nos pidieran una palabra solidaria e iluminadora?
-
¿Puede un niño percibir ya su vocación? ¿En que sentido? ¿Con qué
límites?
-
¿Para una vocación como la sacerdotal y la religiosa, es recomendable
hoy día el sistema clásico de los «seminarios menores» -que se han dado de
hecho en tantas religiones–, que apartaba al niño de la familia y de la
sociedad para prepararlo a aceptar su vocación?
Para la oración de los fieles
-
Por nuestros niños y niñas, para que sepamos enseñarles a escuchar no
sólo los mandatos externos sino los llamados internos que Dios nos hace
percibir en el interior de nuestros corazones.
-
Por los jóvenes, para que descubran con entusiasmo y determinación su misión
en el mundo y la vivan con coraje y autenticidad.
-
Por los educadores de niños y sus profesores de religión, para que se
planteen la necesidad de introducir a los niños y niñas en el sentido religioso
profundo, en el sentido de la trascendencia, la escucha en el silencio
interior...
-
Por nuestro país, para que las políticas que en él se apliquen sean
fruto del reconocimiento del valor de la vida y del cuerpo humano.
-
Para que escuchemos la invitación de Jesús a ser personas nuevas
capaces de asumir con convicción el camino del Maestro.
Oración comunitaria
Padre bueno, que hablas siempre
en la historia y en lo profundo del corazón humano, y que a nosotros nos
hablaste también en Jesús, nuestro hermano mayor, proponiéndonos en él un
camino de servicio y donación. Danos espíritu atento a tus llamados, actitud de
búsqueda constante y discernimiento para buscar siempre y en todo la fidelidad
a tu proyecto de Vida en plenitud para todos. Tú que vives y das vida por los
siglos de los siglos.
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