2015-12-28

Cnav_epifania, sbl, Mt 2,1-12: Venimos de Oriente para adorar al Rey (20160103)


Servicio Bíblico Latinoamericano 
Domingo 3 de enero de 2016 - Ciclo C
Fiesta de la Epifanía del Señor

Is 60,1-6: La gloria del Señor amanece sobre ti
Salmo 71: Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra
Ef 3,2-3a.5-6: Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos
Mt 2,1-12: Venimos de Oriente para adorar al Rey





La época en que se escribe esta parte del libro del profeta Isaías (parte llamada del «Tercer Isaías») corresponde a «la restauración», es decir, al regreso a Jerusalén de los israelitas que habían sido deportados a Babilonia. (Es el tiempo en el que ha sido escrita la mayor parte de la Biblia). Isaías anima la fe de su pueblo, los invita a poner nuevamente su fe y su corazón en la fuerza salvífica de Yahvé, quien traerá la paz y la justicia a su pueblo, con lo que Jerusalén volverá a ser una ciudad radiante, llena de luz, en donde la presencia de Dios como rey hará de ella una nación grande, ante cuya presencia se postrarán todos los pueblos de la tierra. El profeta manifiesta con esta gran revelación que Dios es quien dará inicio a una nueva época para Israel, una época donde reinará la luz de Dios y serán destruidas todas las fuerzas del mal, pues Dios se hace presente en Israel y ya más nadie podrá hacerle daño.
Esta visión profética posee una comprensión muy reducida de la acción salvífica de Dios, ya que es asumida como una promesa que se cumplirá en beneficio única y exclusivamente del pueblo de Israel y no de toda la tierra. Pablo, a través de la carta a los Efesios, ampliará esa comprensión, afirmando que la salvación venida por Dios, a través de Jesús, es para “todos”, judíos y paganos. El plan de Dios, según Pablo, consiste en formar un solo pueblo, una sola comunidad creyente, un solo cuerpo, una sola Iglesia, un organismo vivo capaz de comunicar a toda la creación la vida y la salvación otorgada por Dios. La carta a los Efesios expresa que el misterio recibido por Pablo consiste en que la Buena Nueva de Cristo se hace efectiva también en los paganos, ellos son coherederos y miembros de ese mismo Cuerpo; esto significa que Dios se ha querido revelar a toda la humanidad, actúa en todos, salva a todos, reconcilia a todos sin excepción.

El evangelio que leemos hoy, en la Fiesta de la «Epi-fanía» [manifestación], confirma este carácter universal de la salvación de Dios. Mateo expresa, por medio de este relato simbólico, el origen divino de Jesús y su tarea salvífica como Mesías, como rey de Israel, heredero del trono de David; para ello el evangelista no duda en ubicar con exactitud el lugar donde nació Jesús, Belén, para decirnos que con su presencia en la historia se estaría dando cumplimiento a las palabras de los profetas... Por otro lado, el rechazo de este nacimiento por parte de las autoridades políticas (Herodes) y religiosas (sumos sacerdotes y escribas) del pueblo judío y el gozo infinito de los magos, venidos de Oriente, anuncian desde ya ese carácter universal de la misión de Jesús, la apertura del Evangelio a los paganos y su destino futuro a la comunidad cristiana. La Epifanía del Señor es la celebración precisa para confesar nuestra fe en un Dios que se manifiesta a toda la humanidad, que se hace presente en todas las culturas (religiones), que actúa en todos, y que invita a la comunidad creyente a abrir sus puertas a las necesidades y pluralidades del mundo actual.

 En un tiempo como el que vivimos, marcado por la conciencia del pluralismo religioso, el sentido de lo «misionero» y de la «universalidad cristiana» han cambiado profundamente. Hasta ahora, en demasiados casos, lo misionero era sinónimo de proselitismo, o sea, de un esfuerzo por «convertir» al cristianismo a los «gentiles» o «paganos». La «universalidad cristiana» era entendida como la centralidad del cristianismo: éramos la religión central, la (única) querida por Dios, y por tanto, una religión que era el destino querido por Dios para toda la raza humana... Todos los pueblos (universalidad) estaban destinados a abandonar su religión ancestral y a hacerse cristianos... Tarde o temprano el mundo llegaría a su destino: ser «un sólo rebaño, con un solo pastor»... (y al decir esto, los católicos imaginábamos una Iglesia católico-romana felizmente extendida a todo el mundo, extendida incluso a las demás confesiones cristianas, que habrían aceptado finalmente al Papa como pastor supremo y único).

Hoy todo esto está cambiando, aunque muchos cristianos y cristianas (incluidos no pocos de sus pastores) todavía siguen anclados y hasta inamovibles en la visión tradicional. Buen día hoy, la fiesta de la Epifanía, para replantearse estos desafíos y para reflexionar sobre ellos. No desaprovechemos esta oportunidad para actualizar también personalmente nuestra visión en estos temas. En la RELaT (servicioskoinonia.org/relat) hay bastantes materiales para estudiar el tema, así como para debatirlo en grupos de estudio o de catequesis (véase por ejemplo los artículos nº 351, 419, 277, 366, 409, 363...).

En el Nuevo Testamento, además de Juan 7,42, encontramos referencias a Belén en las narraciones de Mateo 2 y Lucas 2 acerca del nacimiento del Salvador en la ciudad de David. La tradición de que el Mesías debía nacer en Belén tiene su base en el texto de Miqueas 5,2, donde se señala que de Belén Efrata debía salir quien gobernaría Israel y sería pastor del pueblo. Hoy ya sabemos que Jesús nació probablemente en Nazaret, y que la afirmación de que nació en Belén es una afirmación simplemente teológica, no histórica.
El término “magos” procede del griego “magoi”, que significa matemáticos, astrónomos o astrólogos. Estas dos últimas disciplinas eran una misma en la antigüedad, por lo que con ambas se podía estudiar el destino de las personas. Es decir, los reyes magos habrían sido astrónomos o conocedores del cielo. El teólogo y abogado cartaginés Tertuliano (160-220 d.C.) aseguró que los magos eran reyes y que procederían de Oriente. En los regalos de los magos a Jesús, los Padres de la Iglesia ven simbolizadas la realeza (oro), la divinidad (incienso) y la pasión (mirra) de Cristo.

El evangelio de hoy no es dramatizado en la serie «Un tal Jesús», de los hnos. López Vigil, pero puede utilizarse el episodio 135, «Fiesta con los pastores». En su página (http://radialistas.net/category/un-tal-jesus) pueden recogerse el guión, un comentario excelente de los autores, y el audio; o puede buscarse otro episodio si ya se utilizó este la semana pasada.
La serie «Otro Dios es posible», de los mismos autores, tiene un capítulo, el 06, que se titula «¿Ángeles, Reyes y estrellas?», que puede ser útil para suscitar un diálogo-debate sobre la simbología mítica de la fiesta de la Epifanía. Su guión y su audio puede recogerse en http://radialistas.net/category/otro-dios-es-posible/ Es importante consultar la información complementaria que la serie ofrece al final de la entrevista. 

Para la revisión de vida

          Dios se da a conocer a todas las gentes; no sólo al pueblo elegido, sino a todos los pueblos, representados en los Magos de Oriente. ¿Tengo yo ese mismo sentimiento de universalidad de Dios, o creo que sólo nosotros conocemos a Dios y estamos en la verdad? ¿O pensamos tal vez que sólo nuestra religión es verdadera, que las demás son "falsas"?

Para la reunión de grupo

-                 El símbolo de la fiesta de la Epifanía (unos magos de Oriente yendo a adorar a Jesús) es una elaboración teológica propia (exclusivamente) del “evangelio de la infancia” de Mateo, escrito en un momento en el que la comunidad cristiana está tratando de expandirse misioneramente. Es fácil interpretar la escena de estos magos como “inclusivismo”, como si “aun la gente buena y religiosa que hay fuera del cristianismo debiera venir a Jesús”, o como “exclusivismo”, como si “fuera de Jesús no hubiera salvación”… Hoy, dos milenios más tarde, con una visión bastante más amplia, y tras un Concilio Vaticano II que ha dicho las palabras más positivas y optimistas sobre el valor salvífico de las demás religiones que ningún otro concilio de la Iglesia Católica, caben otras interpretaciones más abiertas. Dialoguemos sobre ello.
-                 La salvación de Dios ofrecida en Jesús es universal, como lo es la salvación que Dios causa y ofrece fuera (o antes) del cristianismo a través de las religiones de los pueblos. Dios es el mismo a pesar de la multiplicidad de sus nombres o de la diversidad de las religiones. Por eso los magos adoran a Jesús sin ser cristianos, y por eso los cristianos podemos participar de las riquezas religiosas de toda la humanidad. Todo lo que es de Dios nos pertenece a sus hijos, a todos sus hijos. Por eso debe haber diálogo y paz entre las religiones… ¿Es ésta una argumentación correcta?
-                 La Epifanía de Jesús, su manifestación a toda la humanidad, significa que hay más de un «Pueblo de Dios», que no sólo el cristianismo lo es. ¿Seguimos identificando el «pueblo de Dios» con la Iglesia católica?, ¿con el cristianismo? ¿Son correctas esas identificaciones? ¿Por qué sí o por qué no? ¿Qué pueblos serían «Pueblo de Dios»?
-                 El Concilio Vaticano II nos ha recordado que la manifestación de Dios en Jesús no es la única. Dios, como sabemos, se ha manifestado de muchas maneras también a otros pueblos (Heb 1,1)... ¿Qué cambios de actitud y hasta de lenguaje conllevaría aceptar este "recordatorio"? ¿Qué cambios también implica en los fundamentos de la misión, de la evangelización a los pueblos no cristianos?
-                 (Para todo este tema del pluralismo religioso, recomendamos el libro de J.M. VIGIL, Teología del pluralismo religioso, Editorial El Almendro, Córdoba, y editoral Abyayala, Quito, Ecuador. Véase tiempoaxial.org También puede descargarse de internet).

Para la oración de los fieles

-                 Para que estemos siempre dispuestos a dar razón de nuestra fe y de nuestra esperanza a quien nos lo pida. Roguemos al Señor.
-                 Para que cada religión esté dispuesta a escuchar a las demás y a acoger con apertura de corazón lo que el Espíritu nos manifiesta en las religiones de todos los pueblos. Roguemos…
-                 Para que todos los catequistas sepan unir el testimonio de su propia vida a una buena preparación para ejercer su ministerio. Roguemos…
-                 Para que cuantos viven sumidos en la duda, el temor o la intranquilidad se encuentren con Dios vivo y alcancen la luz y la paz que buscan y necesitan. Roguemos…
-                 Por cuantos buscan un mundo más justo y en paz, para que encuentren la recompensa a sus trabajos y desvelos. Roguemos…
-                 Para que vivamos de tal modo la fraternidad con quienes nos rodean que seamos para todos un verdadero testimonio de fe y de amor. Roguemos…

Oración comunitaria

          Dios, Padre nuestro: el relato evangélico nos narra que en un día como éste Jesús fue reconocido por unos magos venidos de Oriente en su búsqueda; haz que quienes te buscan, encuentren y sigan las estrellas que Tú pones en su camino, y quienes ya te hemos encontrado podamos contemplar un día, cara a cara, la gloria de tu rostro. Por Jesucristo.

          Oh Dios, Dios único, «Dios de todos los nombres» con los que los humanos de todos los tiempos te han buscado. Tú que te has hecho buscar por todos los pueblos, y a todos ellos también les has salido al encuentro en su propia vida espiritual, en su religión, concédenos apertura de corazón para sentir tu presencia omnímoda en todas las religiones de la tierra. Tú que vives y das vida, y dialogas con todos los pueblos, por los siglos de los siglos. Amén.

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