En la
memoria de la gente estaban vivas las figuras del Cristo (Ungido), de Elías y
del Profeta; ellas pertenecen a “los últimos días”, cuando Dios visite a su
pueblo. El sumo sacerdote y el rey eran consagrados con aceite para dedicarlos
a su misión, por eso eran ungidos. Elías sería el gran restaurador o unificador
de las tribus de Israel (Eclo 48,1-11). Por su parte, Dios había prometido
“levantar” de en medio del pueblo un profeta tan grande como Moisés (Dt
18,15-18). Juan no es el personaje mediante el cual Dios visitará a su pueblo,
sino el testigo firme de la Luz.
El evangelio de Juan se presenta como un gran proceso judicial en el
que hay que decidir si Jesús ha sido enviado por Dios o es un impostor. Los
jueces son las autoridades religiosas de Jerusalén, y el lector. Juan el
Bautista es el primer testigo; vendrán otros: lo que Jesús hace, su Padre que
lo envió, el Espíritu, etc. Este proceso viene revestido en lenguaje simbólico;
por eso habla de Juan como testigo de la luz.
Como la luz a nuestros ojos,
la verdad atrae siempre a nuestra inteligencia. Nos repugna la mentira y huimos
de la oscuridad. La mentira insulta nuestro entendimiento y la oscuridad nos
apaga el gusto de vivir. Esto nos descubre nuestras aspiraciones más profundas
y nuestra vocación última: somos personas orientadas a la verdad y a la luz.
Los creyentes en Jesús el Mesías de Dios, debemos vivir orientados y empapados
de la Verdad y la Luz que Dios nos dio. Nos debemos reconocer como testigos de
la Verdad y de la Luz, como Juan el Bautista.
Por desgracia, muchas veces
la mentira y el miedo a perder nuestras comodidades no nos permiten ser
testigos de la verdad ni de la luz que irradia de Dios. Por lo tanto no nos
queda mas que escuchar la voz de Juan, profeta del Adviento, que nos invita a:
“enderezar el camino de Dios”, para convertirnos al igual que Juan el Bautista,
en testigos de la Luz.
El profeta Isaías invita a todo el pueblo que retorna del
destierro, y que ha visto que las promesas con que esperaban encontrar su
tierra no son tan ciertas; lo invita a la esperanza. La acción de Dios es
efectiva y eficaz. La Jerusalén que ahora ven arruinada, será en un futuro
centro de peregrinaciones y a la que acudirán todas las naciones de la tierra.
Es una realidad muy dura de pobreza, de tristeza y de cautiverio. Por eso, la
vocación del profeta esta dirigida hacia esas personas. Se siente capacitado
por Dios para el anuncio de «buenas noticias» de esperanza a los marginados del
país. Las cosas están difíciles pero podemos salir adelante, Dios no nos
abandona, parece decir el profeta. Aunque haya dificultades al regreso el Señor
ha revestido al pueblo de ropas de salvación, le ha retornado el don de la
tierra, y así como está hace germinar los frutos, quien hace germinar la
justicia y la alabanza es el Señor.
El salmo recoge hoy la oración de María cuando visita a Isabel,
que la tradición llama Magnificat. La oración esta basada en el cántico
de Ana que encontramos en el 1Sam 2, 1-10. Se centra en dos grandes temas, por
una parte los pobres y humildes son socorridos en detrimento de los poderosos,
y por otra, el hecho de que Israel es objeto del favor de Dios desde la promesa
hecha a Abraham (Gn 15,1; 17,1). María canta la grandeza de Dios salvador que
se ha fijado en los humildes, especialmente en la pequeñez de María, y nos
muestra que la lógica de Dios no siempre coincide con la lógica e los
poderosos. Precisamente ha hecho una promesa con un pueblo pequeño cumpliendo
la promesa de Abraham, se ha fijado en la humildad y pequeñez de María, ha
derribado del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. La lógica de
Dios pasa por el reconocimiento de los más pequeños como sujetos preferenciales
de su acción. En eso consiste ser creyente. Esta es la palabra profética que la
tradición pone en boca de María.
En la segunda lectura vemos como el apóstol Pablo invita a la
comunidad de Tesalónica a la fidelidad. La vida de la comunidad tenía algunas
dificultades: problemas con los animadores de la comunidad, peleas, desánimo,
falta de fe, fornicación. Es una comunidad que se ha convertido del paganismo
al cristianismo (1,9) y que ha dejado los ídolos, sus dioses, para seguir al
Dios verdadero, pero que le cuesta desprenderse del todo de sus tradiciones
antiguas, de su legado cultural. Parece que la exigencia de la vida de
comunidad no le era satisfactoria a muchos que se sentían desilusionados. Es
por esto que Pablo les llama la atención; reconoce que ha sido una comunidad
que se ha esforzado por seguir a Jesús, que posee el Espíritu del Resucitado,
pero que aún puede dar más. Les llama a estar alegres, a orar constantemente, a
no dejarse desanimar. No se trata de rechazar todo lo que les viene de fuera y
que les impide la vida de comunidad, se trata de examinar todo y quedarse con
lo bueno. Les llama a fidelidad y a continuar en el camino que han emprendido.
No hay que dejarse desanimar por los problemas, que siempre habrán, se trata de
ser fieles al camino emprendido y vivirlo con alegría pues estamos convencidos
que es el mejor camino a la felicidad.
El evangelio de Juan no presenta el testimonio de Juan el
Bautista que ahondaremos a lo largo de esta semana litúrgica. La lectura nos
introduce diciendo que este es el testimonio de Juan y luego nos cuenta que de
Jerusalén los dirigentes judíos enviaron delegados para preguntarle si era el
Mesías o Elías que precedería a la llegada del Mesías. La respuesta de Juan es
ambigua. Si bien no se reconoce como Mesías tampoco se reconoce como Elías que
ha de venir; sin embargo, sí se reconoce como la voz que clama en el desierto,
que prepara la venida del Mesías. La respuesta genera una pregunta lógica en
los emisarios judíos: si no eres, entonces ¿por qué bautizas? Su respuesta es
parecida a la primera: el bautismo de agua es un bautismo purificador, si se
quiere externo, pero quien vendrá traerá un bautismo que purificará a todo el
ser humano y ante el cual el bautismo de Juan es solo anticipo. Es claro que la
figura de Juan el Bautista tiene gran importancia para las primeras
generaciones cristianas. Además de homologarlo con el profeta Elías, muchos de
los seguidores de Juan pertenecieron a las primeras comunidades cristianas. Por
otro lado, fue crítico ante el poder dominante de los romanos y de Herodes, lo
que le llevó a la muerte. Fue un hombre que supo entregarse a su misión y que
supo ver en el futuro que se avecinaba, los tiempos esperados.
El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 6 de la serie «Un
tal Jesús», de los hermanos LÓPEZ VIGIL, titulado «El hacha en la raíz». El
audio, el guión y un comentario bíblico-teológico ad hoc pueden ser tomados de
aquí: https://radialistas.net/article/6-el-hacha-en-la-raiz/
Para la revisión de vida
La misión de Juan Bautista puede tomarse como
símbolo de la misión de toda persona cristiana: no suplantar a Jesús, sino
gastar la vida en abrirle camino, abriendo camino a su causa, ¡el Reino! ¿Estoy
siendo un buen precursor del Reino que Jesús anunció? ¿Allano montes, relleno
hondonadas, abro caminos?
Para la reunión de grupo
-
El texto de Is 61,1-2 es muy
importante. Expresa la misión del Mesías tal como fue ya entrevista con siglos
de anticipación por los profetas. Si el Mesías iba a tener una misión, ésa
sería la de ser «buena noticia» para los pobres... Jesús tuvo que leer y
meditar este texto muchas veces, tanto que lo hizo propio y sintió que se
«cumplía» en su vida, que llegaba a su máximo cumplimiento en su vida (Lc 4,
16). Lucas, por eso, puso la narración de un comentario que Jesús tal vez hizo
del texto en la sinagoga de su pueblo, como un texto inicial que daría el
sentido a la vida toda de Jesús y a su misión. Y dice (en Lc 7, 18ss) que Jesús
mismo apeló a este texto como prueba de su mesianidad ante la comisión oficial
que vino a preguntarle si era él el Mesías. Preguntémonos:
-
Realmente, ¿hemos solido
pensar que el signo principal de la mesianidad de Jesús es el ser «buena
noticia para los pobres»? ¿A qué otras cosas les hemos dado clásicamente más
importancia en la vida de Jesús?
-
¿Qué es una buena noticia
para los pobres? ¿En sentido real o figurado? El catecismo, la doctrina
cristiana, el mensaje que lleva la iglesia, ¿es buena noticia?
-
¿Será que también para la
Iglesia la principal señal de su «mesianidad» sería el ser buena noticia para
los pobres?
-
¿Cómo
desglosar y explicar el significado de la buena noticia que Jesús puede
significar hoy para los pobres y para la Humanidad en el mundo globalizado
actual?
Para la oración de los fieles
-
Para que en este adviento
sigamos alimentando nuestra esperanza, profundizándola y compartiéndola,
roguemos al Señor
-
Por todos los que en estos
días cercanos a la navidad se sienten tristes o nostálgicos, lejos de sus
familias, en soledad... para que la potencia de su amor supere todas esas
distancias y les haga sentirse en comunión universal...
-
Para que nos preparemos a la
celebración de la navidad con realismo tratando de hacer que
"efectivamente nazca Jesús" a nuestro alrededor...
-
Para que la lejanía en que
hoy día se ubica la utopía que todos los soñadores buscamos, no nos conduzca a
la resignación o al fatalismo, sino que quede superada en la constancia, en la
fe sin claudicaciones, en la resistencia y el esfuerzo por acercar una y otra
vez la utopía del Reino...
-
Para que en estas vísperas de
navidad la austeridad de Juan Bautista, el precursor, nos recuerde que la
sobriedad en el gasto motivada por el deseo de compartir con los más
necesitados...
-
Para que en Navidad y en
todos los tiempos la Iglesia sea, como Jesús, Buena Noticia para los pobres,
para todos los hombres y mujeres necesitados de amor y de justicia...
Oración comunitaria
Oh Dios y Padre-Madre de nuestro Señor
Jesucristo: al acercarse las entrañables fiestas de la navidad te pedimos que
hagas aflorar en nuestras vidas lo mejor de nuestro propio corazón, para que
podamos compartir con los hermanos que nos rodean tu ternura, tu mismo amor,
del que nos has hecho partícipes. Haz que lo vivamos como lo vivió Jesús,
nuestro hermano, que contigo vive y reina, y con nosotros vive y camina, por
los siglos de los siglos. Amén.
O
bien:
Dios
nuestro, tú que quieres que trabajemos de tal modo que, cooperando unos con
otros, realicemos en esta tierra tu Reino, ayúdanos a asumir, en medio de
nuestros trabajos diarios, nuestra condición de hijos tuyos y hermanos de todos
las personas. Por Jesucristo, nuestro Hermano y Señor. Así sea.