2018-01-27

[cosme] Bord04, HABLAR CON AUTORIDAD, DEFENDER LA VIDA Y LA DIGNIDAD | Tarea de Jesús, tarea de los creyentes

HABLAR CON AUTORIDAD, DEFENDER LA VIDA Y LA DIGNIDAD | Tarea de Jesús, tarea de los creyentes

COSME CARLOS RÍOS·SÁBADO, 27 DE ENERO DE 2018


Nuestra instrucción religiosa, nuestra predicación y nuestras homilías, con mucha frecuencia se orientan a la defensa de intereses personales, grupales o institucionales, y poco a la defensa de la vida y la dignidad de las personas,

La palabra Deuteronomio es la segunda versión de la legislación mosaica. El Deuteronomio fue elaborado a partir de pequeños fragmentos que fueron compilados por el autor o los autores a lo largo de más de seiscientos años. Una parte pertenece a la gran tradición oral de los orígenes del pueblo, otra parte proviene de las tradiciones del reino del Norte y otra parte, es elaboración de tradiciones orales del reino del sur. Esta diversidad fue re-elaborada después del destierro por los sacerdotes y los sabios, hasta alcanzar la forma que hoy conocemos.

En este documento La Ley no es, un conjunto de decretos aislados: Cada precepto está en función de defender la vida y la dignidad de cada persona en la comunidad. La ley expresa la vida íntima de la comunidad, la necesidad de que cada persona tenga lo mínimo para sobrevivir y nadie viva en una situación oprobiosa y miserable. De este modo, la ley pasa de ser una obligación odiosa y a ser un «don» que otorga Dios a todo el pueblo. 

Este don o alianza se fundamenta en el derecho de cada familia a poseer lo mínimo necesario, esto es, un pedazo de tierra donde pueda cultivar y donde pueda vivir sin ser una carga para los demás. 

En esta línea se ubica la promesa acerca del profeta venidero. Ese profeta se compara con Moisés. Este profeta viene para indicar cuál es el rumbo que el pueblo debe seguir. El profeta se preocupará por mantener vivo el Espíritu de la Ley, de modo que no se convierta en una mera formalidad, sino que exprese las necesidades vitales de la comunidad y de cada ser humano.

En tiempos de Jesús reinaba un temor inmenso a los demonios. Los antiguos personificaban las fuerzas ocultas que ocasionaban graves daños a las personas y en ocasiones hasta las consideraban seres divinos. Se les hacía causantes de enfermedades de toda índole, en especial de las enfermedades mentales, cuya manifestación externa delataba el hecho de que el paciente no era dueño de sí mismo;  por ello se pensaba que en él, mandaba un demonio. 

La primera reacción que provoca la enseñanza de Jesús es el asombro de sus oyentes por una doble razón. Aquella forma de enseñar es nueva y se nota que el que habla lo hace con autoridad, esto es, de parte de Dios. Y esa valoración positiva de la enseñanza de Jesús va acompañada de un juicio muy poco favorable acerca de la enseñanza de los Maestros de la Ley, que eran quienes enseñaban todos los sábados. Estos Maestros de la Ley no enseñan con autoridad, no se preocupan por la vida y la dignidad de las personas, por eso su autoridad no viene de parte de Dios. Esta es la segunda causa de asombro de los oyentes de Jesús. 

Con su actuación, Jesús, que no era ni maestro de la Ley, estaba poniendo en peligro todo el sistema religioso establecido, pues su enseñanza estaba dejando en evidencia a los representantes oficiales de ese sistema.

Aquel hombre que estaba poseído por el espíritu inmundo representa en el relato a todo el pueblo, a cualquier colectividad o a cualquier persona dominada por ideología, deshumanizada, por una forma colectiva de pensar.

El individuo del texto no puede negar la autoridad de Jesús (profeta), pero no admite que ésta pueda oponerse a la autoridad, de la institución religiosa y de su doctrina. Reprocha a Jesús que no se ponga de parte de la institución y no abrace sus ideales.

Jesús enseña defendiendo la vida y la dignidad de la persona y lucha contra lo que daña la vida y la dignidad de las personas.

Vivir la primer lectura de hoy nos compromete a tomar conciencia en nuestro actuar que La Ley es instrumento para defender la vida y la dignidad de las personas en particular de los más débiles.

Enseñar con autoridad, como Jesús, nos compromete a pronunciar predicaciones, homilías e instrucciones en defensa de la vida y la dignidad de la persona y esforzándonos por respaldarlas con nuestro testimonio.

Enseñar con autoridad, como Jesús, nos compromete a levantar la voz en defensa de los que han sido silenciados por no coincidir con las ideas o proyectos de las instituciones.

Cosme Carlos Ríos
Enero 28 del 2018

No hay comentarios: