2021-11-26

Cadv01, parusía y vigilancia -lectionautas20211128

Cadv01 - lectionautas


Domingo 28 de noviembre de 2021
Primer Domingo de Adviento
“El Señor (...) enseña sus caminos a los pobres”
Sal. 24


Preparación Espiritual

Espíritu Santo ilumíname para que, junto a María, pueda acoger la Palabra.
Espíritu Santo, hazme dócil para recibir el mensaje que me tienes preparado.
Espíritu Santo, ayúdame en este tiempo de espera
para poder encarnar la Buena Noticia y compartirla con los demás.
Amén.


Lc 21,25-28.34-36

25 «Habrá señales en el sol, en la luna y en los astros, y las naciones se llenarán de angustia en la tierra por el temor que les provocará el rugido del mar y de las olas.

26 La gente quedará sin aliento por el miedo, previendo lo que está por venir sobre el mundo, porque hasta las fuerzas del cielo se conmoverán.

27 Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria.

28 Cuando comiencen a suceder estas cosas, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque se acerca su liberación».

34 «¡Estén atentos! No vaya a suceder que sus corazones queden embotados por el vicio, las borracheras y las preocupaciones de la vida, y ese día los tome de sorpresa, 35 como una trampa, porque vendrá sobre todos los habitantes de la tierra.

36 Manténganse despiertos, orando en todo momento, para que puedan escapar de todas estas cosas que van a suceder y puedan así presentarse sin temor ante el Hijo del hombre».


Lectura ¿Qué dice el texto?

Algunas preguntas para una lectura atenta

1. ¿Qué señales cósmicas sucederán en aquel día y qué provocarán en la gente?

2. ¿Quién vendrá en aquel momento y cómo hay que reaccionar ante esta venida?

3. ¿Qué actitud recomienda Jesús para este momento?

4. ¿Qué hay que evitar como tentación?


Algunas pistas para comprender el texto:

Mons. Damián Nannini: obispo de la diócesis de San Miguel (Argentina); Licenciado en Sagrada Escritura por el Pontificio Instituto Bíblico

El evangelio de este domingo nos pone de modo inmediato frente a la consideración del fin del mundo. En este fragmento del discurso escatológico de Lucas, utilizando la simbología propia del género apocalíptico, se nos dice que aquellos astros (sol, luna y estrellas) que Dios colocó para regir el tiempo (cf. Gn 1) nos darán las señales de la llegada del fin.

Estos signos apocalípticos, en cuanto reveladores, generan división entre los hombres. Así tenemos, por un lado, la reacción primera y primaria ante esta realidad del fin por parte de los pueblos que será la angustia; y por parte de los hombres que será el pánico (“los pueblos serán presa de la angustia...los hombres desfallecerán de miedo”).

Por otra parte, todo este cuadro de conmoción cósmica no es más que el marco del anuncio de la llegada del Hijo del hombre "lleno de poder y de gloria". El título de "Hijo de Hombre" que Jesús se aplica aquí está inspirado en Dn. 7,13-14 y representa al Mesías como juez escatológico. Se trata, por tanto, de su venida al fin de los tiempos para juzgar al mundo. Ante esta manifestación los discípulos deben "tener ánimo y levantar la cabeza". El contraste con "los pueblos y los hombres" es claro; y es la esperanza la que hace la diferencia. Mientras los hombres en general serán presa del pánico, los cristianos son invitados a la confianza, a tener ánimo porque su venida les trae la salvación, la liberación.

Para lograr esto se requiere una actitud vigilante, de allí la advertencia del evangelio de hoy a “no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida”. El mayor daño que esto causa es la pérdida de la atención y su consecuencia será que el día de la venida del Señor nos tome por sorpresa, sin estar esperándolo debidamente.

La actitud requerida es entonces una conciencia atenta y vigilante, la cual es fruto de la oración, de la súplica o ruego incesante, que pide aquí el Señor a sus discípulos.


Meditación

¿Qué me dice el Señor en el texto?

Comenzamos este domingo el tiempo de adviento, palabra que en su significado original se refiere a una llegada, una venida, una presencia. Por tanto, el eje organizador de todo este tiempo litúrgico del adviento es la venida del Señor, su llegada, su Presencia. Aceptar esto implica considerar las acciones de los dos protagonistas. En primer lugar, de Dios, que en Jesús viene a nuestro mundo, a nuestro encuentro. Luego de nosotros, que somos invitados a prepararse para recibir esta visita de Jesús y salir a su encuentro en esta Navidad. En pocas palabras, nuestra actitud como creyentes es de “vigilante espera del Señor”.

Ahora bien, en general en estos tiempos no miramos hacia lo alto y hacia lo lejos, hacia Dios que viene a nosotros cada día y, de modo muy especial, en Navidad. Más bien vivimos absorbidos por lo inmediato y cotidiano, que tantas veces nos agobia y nos hace caminar con la cabeza baja, tristes y cansados.

Es justamente aquí donde tenemos que escuchar la invitación del evangelio de hoy a “tener ánimo y levantar la cabeza porque se acerca nuestra liberación”. Así como cuando terminamos aprobando los exámenes de fin de año o concluimos un trabajo pesado sentimos un gran alivio; así el Señor viene a nosotros para que experimentemos el gozo y alivio de su Presencia, de que está siempre caminando con nosotros.

En breve, aún en medio de grandes dificultades, se nos invita a esperar esta salvación que viene sólo de Dios. Al respecto decía el Papa Francisco: “Estar despiertos y orar: he aquí como vivir este tiempo desde hoy hasta la Navidad. Estar despiertos y orar. El sueño interno viene siempre de dar vueltas en torno a nosotros mismos, y del permanecer encerrados en nuestra propia vida con sus problemas, alegrías y dolores, pero siempre dando vueltas en torno a nosotros mismos. Y eso cansa, eso aburre, esto cierra a la esperanza. Esta es la raíz del letargo y de la pereza de las que habla el Evangelio. El Adviento nos invita a un esfuerzo de vigilancia, mirando más allá de nosotros mismos, alargando la mente y el corazón para abrirnos a las necesidades de la gente, de los hermanos y al deseo de un mundo nuevo.

La segunda actitud para vivir bien el tiempo de la espera del Señor es la oración. “Cobrad ánimo y levantad la cabeza, porque vuestra liberación está cerca” (v. 28), es la admonición del evangelio de Lucas. Se trata de levantarse y rezar, dirigiendo nuestros pensamientos y nuestro corazón a Jesús que está por llegar. Uno se levanta cuando espera algo o a alguien. Nosotros esperamos a Jesús, queremos esperarle en oración, que está estrechamente vinculada con la vigilancia. Rezar, esperar a Jesús, abrirse a los demás, estar despiertos, no encerrados en nosotros mismos. Pero si pensamos en la Navidad en un clima de consumismo, de ver qué puedo comprar para hacer esto o aquello, de fiesta mundana, Jesús pasará y no lo encontraremos. Nosotros esperamos a Jesús y queremos esperarle en oración, que está estrechamente vinculada con la vigilancia”, (ángelus del 2 de diciembre de 2018).


Continuamos la meditación con las siguientes preguntas:

1. ¿Me contagio del consumismo reinante en la celebración de Navidad?

2. ¿Espero realmente la salvación y la felicidad que me viene de y con Jesús?

3. ¿Dónde tengo puesta mi esperanza?

4. ¿Encuentro paz y esperanza en la Palabra de Dios?

5. ¿Qué pienso hacer para prepararme a vivir una Navidad diferente, esperando y festejando la venida de Jesús a mi vida?


Oración

¿Qué le respondo al Señor que me habla en el texto?

Gracias Jesús por cada una de tus señales.
Líbrame de querer tener todo ya
y de la vorágine de este tiempo.
Que mi esperanza no se detenga en las cosas pasajeras.
Dame la certeza de la alegría que no termina nunca.
Regálame Jesús, en este tiempo, poder prepararme para tu Venida en Navidad.
Quiero encontrarme con Vos, pues sólo con Vos mi vida tiene sentido.
Te lo pido de corazón.
Amén.


Contemplación

¿Cómo hago propias en mi vida las enseñanzas del texto?

Jesús ayúdame a preparar mi corazón para tu Venida.


Acción

¿A qué me comprometo para demostrar el cambio?

Durante esta semana me propongo esperar a alguien en mi trabajo, en mi colegio o facultad, y compartir un rato de charla.


Bitácora de Grandes Lectionautas

"La esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado”, San Pablo.


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