2008-11-05

LOS FIELES DIFUNTOS

Ciclo A, 31° Dom.Ord., 2 Noviembre de 2008

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo, el que coma de este pan vivirá para siempre(Jn 6, 51)


INTRODUCCIÓN. Hoy, que recordamos a nuestros hermanos difuntos de quienes la muerte nos ha separado, es muy importante tener una idea clara y confortante de la muerte. El misterio de la muerte suscita en nosotros sentimientos de tristeza que son naturales, respetables y de los que no debemos avergonzarnos. La muerte causa una separación entre nosotros y las personas que amamos, la cual nos duele. Se ha dicho que la muerte es “La separación temporal del cuerpo y del alma. El cuerpo se va al sepulcro y el alma se va con Dios para ser juzgada”. San Agustín nos dice que “La muerte es el encuentro con Cristo, a quien amamos”.

EL MISTERIO DE LA MUERTE. En el momento de su vendida entre nosotros, Jesús tomó totalmente nuestra condición humana. No se sustrajo ni al dolor causado por la muerte de sus seres queridos, ni a su propia muerte, que él sabía que iba a ser humillante y dolorosa, y que incluso quiso sacarle la vuelta: “Padre mío, si es posible que pase de mí este cáliz…” Pero al morir, Jesús le dio un sentido nuevo a su muerte y a la de nosotros. Su muerte fue expresión de amor a su Padre y a nosotros.

Con la Resurrección de Jesús, Dios destruyó nuestra muerte. Jesús, nuestra cabeza, ha sido el primero en participar plenamente de la vida nueva, que también nosotros esperamos en él. El es el primogénito de entre los muertos. Jesús, en su propia muerte, da un sentido nuevo a su muerte y a la nuestra. Lo que para nosotros es un “hasta aquí llegaste”, él lo hace entender como un “inicio nuevo de existencia”. Lo que para nosotros era sólo muerte, él nos lo devuelve como vida nueva. Esta es nuestra fe y nuestra esperanza.

CONCLUSIÓN. El mayor miedo de la humanidad es el miedo a la muerte. Nadie nos queremos morir. Pero hoy se nos enseña una medicina para este miedo: Creer en la Palabra de Dios y recibir los Sacramentos. Cristo dijo: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo, el que coma de este pan vivirá para siempre” (Jn 6, 51) ¿Tienes miedo a la muerte? Recibe la Eucaristía, previa Confesión. Y se acabó el miedo. La Eucaristía es germen de vida eterna.

Bienaventurados los que están de luto (por la muerte de un ser querido) y creen en la Resurrección de los muertos.

David, Pbro.

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