2010-07-18

Marta y María

Cord16, Marta y María, 18 de Julio de 2010
Se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra
(Lc 10, 39)

JESÚS DE NAZARET, en su viaje a Jerusalén se detiene en Betania, en donde encuentra la hospitalidad de Marta y María, las hermanas de Lázaro. Allí, al mismo tiempo que descansa de sus correrías, aquellas mujeres le escuchaban con atención sin descuidar la hospitalidad. En este ambiente amable Jesús quiere enseñar a todos el verdadero valor de la Palabra de Dios. Quiere orientar nuestra mirada, de entre todo lo necesario a lo único esencial.

El trabajo, la participación ciudadana, la familia, el descanso, la recreación y el estudio son necesarios, pero la escucha de la Palabra de Dios es lo esencial, lo que da orientación a todos lo demás, como la visagra a todos los elementos de una puerta. Se trata de una asidua y atenta escucha de la Palabra que luego se convertirá en vivencia del evangelio. En una sociedad cada vez más laica la cosa se pone realmente problemática.

APARECIDA dixit que para que un discípulo sea discípulo de verdad se verán en él los siguientes rasgos: Que Jesucristo sea su centro, familiarizado con la Palabra, la confesión y la Eucaristía; se inserte en la comunidad eclesial y social; y sea solidario y misionero (Cf. AP 292).

QUÉ LES PARECE si, como pequeñas comunidades, nos proponemos que la Palabra de Dios sea el faro de nuestro camino misionero (AP 180). El don de la hospitalidad tiene mucho que ver en esto. Sería bueno trabajar la hospitalidad con los demás que nos visitan y con Dios que nos visita con su Palabra. Pero luego, habrá que reflexionar, responder y tratar de aplicar un plan en relación a los siguientes interrogantes: ¿Cómo hacerle para adecuar la pastoral a la realidad urbana en cuanto a lenguaje, horarios, y prácticas? (Cf. AP 518-A); ¿Cómo hacerle para anunciar la Palabra de Dios con belleza en la gran urbe? (Cf. AP 518, L).

Agustín, Pbro.

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