2011-10-04

Aceptar la invitación

28º DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO: Aceptar la invitación (MT 22, 1-14)

PALABRA CLAVE: Vida abundante para todos
OBJETIVO: Entender que la parábola del banquete real significa que Dios nos ofrece abundancia de vida a fin de que nosotros tengamos las actitudes adecuadas para acoger de esa abundancia de vida.
Preparar: Cruz - Biblia - candela - dibujo ampliado

ENTRADA
Saludo a los participantes
Canto: EL BANQUETE YA ESTA LISTO
Invocar la luz y la fuerza del Espíritu Santo

MIREMOS NUESTRA REALIDAD
Contemplar el dibujo ampliado
¿Qué vemos? ¿Qué sentimientos despierta en nosotros?
¿Qué nos hace pensar?
Preguntas
¿A qué personas se invita a participar en la tarea de la comunidad?
¿Cómo responden? ¿Por qué?
¿A quiénes se excluye de esta invitación? ¿Por qué?
Comenta, platica

ESCUCHEMOS Y MEDITEMOS JUNTOS LA PALABRA DE DIOS
Introducción: Los mendigos seguidores de Jesús son designados en los evangelios con varias palabras similares. Se habla de «los pequeños», o de «los más pequeños» o de «los sencillos». Otra palabra usada es «nepios» (en griego), equivalente a «päti» en hebreo y a «sabra» en arameo, un vocablo que indica: gente inculta, sin ninguna formación y a la vez nada piadosa.
Jesús estuvo rodeado de “amhaares” -como les llamaban los fariseos-, hombres y mujeres de mala reputación, difamados, a quienes, por su ignorancia religiosa y su mal comportamiento moral, consideraban los decentes que se les cerrarían las puertas de la salvación. A ellos Jesús les llamó simplemente “los pobres”. Los evangelios se refieren a ellos como “los que están agobiados y fatigados”, “los que andan como ovejas sin pastor”.
El pueblo de Israel apreciaba mucho los banquetes, que duraban hasta seis horas y se acompañaban con música. Se valoraba mucho la música, único arte que se podía practicar sin restricciones religiosas, ya que la pintura y la escultura estaban prohibidas.
Desde los textos de los profetas, Israel describía la alegría de los tiempos mesiánicos con la imagen de un banquete, con buenas comidas y sobre todo, con bebida en abundancia (Isaías 25, 6-8).
En la mentalidad del tiempo de Jesús, la diferencia básica entre una comida corriente y un banquete estaba en la cantidad de bebida que se consumía. El vino era sinónimo de celebración y alegría. También lo era el baile. Decir fiesta era decir danza. La palabra hebrea equivalente a “fiesta” significaba primitivamente “baile”.
La fiesta del Mesías se comparó también con un banquete de bodas. Hasta el Apocalipsis, el último de los libros del Nuevo Testamento, se emplea la imagen de las bodas mesiánicas (Apocalipsis 19, 7-8). Al interior de estas alegorías solemnes y brillantes, al contar la parábola del banquete Jesús puso el énfasis en quiénes son los invitados: los andrajosos, los mendigos, los últimos, la chusma.

Abrimos nuestros corazones a la Palabra de Dios, cantando un himno de alabanza...
Lector(a): (Cita bíblica Mt 22, 1-14)
Hacemos un rato de silencio, para que la Palabra de Dios pueda anidar en nuestros corazones...
Animador(a):
Vamos a descubrir juntos lo que Dios nos quiere decir en este texto:
Tomemos en cuenta que esta parábola está dirigida a los sumos sacerdotes y a las autoridades judías (Mt 21,23)

Preguntas
¿Con quién compara Jesús el Reino?
¿A qué personas invitó el Rey?
¿En qué forma respondieron a la invitación?
¿Cómo respondió el Rey ante esta negativa?
¿A quiénes representan las personas que rechazaron la invitación?
¿Cuál es la nueva invitación que hace el Rey?
Nosotros ¿En qué forma vamos a recibir la abundancia de vida que Dios nos ofrece?
¿Qué vamos a hacer?

CELEBREMOS JUNTOS LA PALABRA DE DIOS
Animador(a): Partícipes de la vida en abundancia que Dios nos ofrece lo aclamamos diciendo:
«Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños.
Oremos con el Salmo 22: “Habitaré en la casa del Señor todos los días de mi vida

Conclusión: Nuestros Obispos en el documento de Aparecida nos dicen:
DA 357 El consumismo hedonista e individualista, que pone la vida humana en función de un placer inmediato y sin límites, oscurece el sentido de la vida y la degrada. La vitalidad que Cristo ofrece nos invita a ampliar nuestros horizontes, y a reconocer que abrazando la cruz cotidiana entramos en las dimensiones más profundas de la existencia.
El Señor que nos invita a valorar las cosas y a progresar, también nos previene sobre la obsesión por acumular: “No amontonen tesoros en esta tierra” (Mt 6, 19). “¿De qué le sirve a uno ganar todo el mundo, si pierde su vida?” (Mt 16, 26).
Jesucristo nos ofrece mucho, incluso mucho más de lo que esperamos. A la Samaritana le da más que el agua del pozo, a la multitud hambrienta le ofrece más que el alivio del hambre.
Se entrega Él mismo como la vida en abundancia. La vida nueva en Cristo es participación en la vida de amor del Dios Uno y Trino. Comienza en el bautismo y llega a su plenitud en la resurrección final.
Cosme

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