2013-09-30

Cord27_Lc17,5-10: Si tuvieran fe como una semilla de mostaza… (SBL131006)

Servicio Bíblico Latinoamericano
Semana del 6 al  12 de Octubre de 2013 – Ciclo Cord27



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Domingo 6 de octubre
27º domingo del Tiempo Ordinario
Bruno, fundador (a. 1101)
Beata Marie-Rose Durocher, virgen (Canadá, a. 1849)

Hab 1,2-3; 2,2-4: El justo vivirá por su fe
Salmo Responsorial 94: Si hoy escuchas su voz, no endurezcas tu corazón
2 Tim 1,6-8.13-14: No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor
Lc 17,5-10: Si tuvieran fe como una semilla de mostaza…



Ofrecemos en primer lugar un comentario bíblico tradicional
El profeta Habacuc nos pone en el contexto del diálogo entre el profeta y Dios, donde el primero toma la iniciativa y pregunta a Dios por la raíz del mal y el sufrimiento que lo rodea. La injusticia, la violencia y la desigualdad parecen convertirse en la única forma de vivir de la sociedad en muchos momentos, no sólo de la historia del pueblo de Dios, sino también de la historia de la humanidad. La queja del profeta es clara: no hay justicia; se vive en una violación sistemática de los derechos básicos provocados por la anomia y la confusión de su tiempo. Sin embargo, la respuesta del Señor, ante la situación, no se hace esperar. El Dios de la historia y la creación hace un llamado al “justo” a la fidelidad y a la confianza. Dios se encuentra con el ser humano en la justicia, en la resistencia pacífica y en la esperanza del ser humano en él.
En la segunda carta a Timoteo el autor nos presenta de dónde procede el ser apóstoles del Señor: del plan divino de la salvación de Dios. Los creyentes hoy estamos exigidos a tomar conciencia que hemos recibido del Señor el don de la fe, de la fortaleza y de la caridad; por tanto, este don recibido demanda una respuesta oportuna. Ante la situación tan compleja, adversa y confusa de nuestra situación mundial, los carismas del Espíritu del resucitado se nos dan para dirigir a la comunidad humana con valentía y dar testimonio de la liberación y salvación del Señor. Dichos dones recibidos de la gracia de Dios, son también, tarea humana, y necesitan ser cultivados e incrementados constantemente para evitar caer en el absurdo y la desesperanza.
En el texto de Lucas vemos a los discípulos, conscientes de su poca fe, de su incapacidad para dar su adhesión plena a Jesús y a su mensaje. Por eso le piden que les aumente la fe. Jesús constata en realidad que tienen una fe más pequeña que un grano de mostaza, semilla del tamaño de una cabeza de alfiler. No dan ni siquiera el mínimo, pues con tan mínima cantidad de fe bastaría para hacer lo imposible: arrancar de cuajo con sólo una orden una morera y tirarla al mar. Este mínimo de fe es suficiente para poner a disposición del discípulo la potencia de Dios.
Miro a mi alrededor y pienso que algo no funciona. Tantos cristianos, tantos católicos, tantos colegios religiosos... Y me pregunto: ¿Cuántos creyentes? ¿Tienen fe los cristianos, los sacerdotes y religiosos, los obispos? ¿Tenemos fe? ¿O tenemos una serie de creencias, un largo y complicado credo que recitamos de memoria y que poco atañe a la vida?
Las palabras de Jesús siguen resonando hoy. “Si tuvierais fe como un grano de mostaza...” O lo que es igual: si siguierais mi camino, si vivierais según el evangelio, tendríais la fuerza de Dios para cambiar el sistema.
Sigo mirando a mi alrededor y veo una Iglesia apegada a sus privilegios, que se codea con los poderes fácticos, que depende en muchos países económicamente del Estado, capaz de echarle un pulso al poder político y vencer, identificada con frecuencia con la derecha o el centro, defensora a ultranza de su estatuto de religión verdadera y prioritaria.
Me vuelvo al evangelio y releo sus páginas: “Vende todo lo que tienes y repártelo a los pobres, que Dios será tu riqueza, y anda sígueme a mí” (Lc 18,22). “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero este hombre no tiene dónde reclinar la cabeza” (Lc 9,58). “No andéis agobiados pensando qué vais a comer, ni por el cuerpo pensando con qué os vais a vestir” (Lc 12,22). “Los reyes de las naciones las dominan y los que ejercen el poder se hacen llamar bienhechores. Pero vosotros nada de eso; al contrario, el más grande entre vosotros iguálese al más joven y el que dirige al que sirve” (Lc 22,25-26).
Pobres, libres, sin seguridades, sin poder, como Jesús. Sólo tiene fe quien se adhiere a este estilo de vida evangélico. Quien no, tiene creencias, que para casi nada sirven. Y así no se puede cambiar ni el sistema religioso ni siquiera el mundano.
Tal vez tengamos que reconocer que somos “siervos inútiles”, pues no andamos en el sistema de la fe, sino en el del cumplimiento de las obras de la ley, como los fariseos, que, al final, de su trabajo tienen que considerarse “siervos inútiles”, pero no “hijos de Dios” que es a lo que estamos llamados a ser, como ciudadanos del reino.

El evangelio de hoy no está recogido en la serie «Un tal Jesús», pero en ella puede encontrarse varios episodios relacionados con el contenido de ese evangelio: www.untaljesus.net

Añadimos un comentario crítico.
La palabra «fe» es polisémica, tiene significados múltiples, que dependen del contexto de su uso. En el evangelio que hoy leemos, es claro que aparece como sinónimo de coraje, decisión, convicción de entrega... y «esa fe» es la que mueve montañas... o traslada moreras, no necesariamente con una eficacia «sobrenatural», sino a veces simplemente psicológica.
No hay que confundir ese significado de la palabra «fe» con aquel otro que se nos inculcó en el catecismo infantil: «fe es creer en lo que no se ve», significado dominante en el imaginario cristiano tradicional. Confundir estos significados de la palabra nos lleva a pensar que lo que Dios nos estaría pidiendo como prueba máxima en nuestra vida sería una especie de «fideísmo», un creer lo que no se ve, un aceptar sin pruebas lo que nos dice la religión, un saltar continuamente por encima de nuestra razón o de lo que hoy nos dice la ciencia... para «creer» o dar por cierto prioritariamente lo que dice nuestra religión (doctrina, dogmas, catecismo, magisterio...), sin pedir razones, sin cuestionar, obedientemente, como niños, porque sí.
Obviamente, esta confusión, tan frecuente, es una distorsión del cristianismo, y de la religión misma, en lo que tiene de más básico. ¿Es que Dios puede jugar al escondite con la humanidad? Es que, supuestamente, la «prueba máxima» exigida por Dios al ser humano en esta vida, sería «creer en la existencia de Dios», una existencia deliberadamente auto-ocultada, para probarnos? Ésa es en definitiva la síntesis de una tradicional concepción cristiana de la existencia, la que hemos vivido durante casi dos milenios. Y está todavía presente en el imaginario de muchas personas, personas que se mantienen cristianas, y personas que no aguantaron la sensación de incredibilidad que esta visión clásica les suscita.
Es hora de matizar bien el sentido de las palabras claves que el evangelio y la Biblia en general nos presentan. No podemos leerlo hoy entendiéndolo como se entendía en el seno del viejo paradigma, que todo lo entendía como obra de un Dios que habría decidido crear al ser humano en esta vida pidiéndole caprichosamente «creer en lo que no se ve»... Aquella concepción, aquel viejo «relato cristiano», incluso esa imagen de un Dios que tiene esos planes sobre la humanidad, no resisten la mirada crítica de nuestra visión de hoy. No podemos creer en un Dios así. No podemos creer eso (es decir: nos resulta increíble, ininteligible, inverosímil incluso); no podemos aceptar una tal cosmovisión cristiana.
Dios no juega al escondite, ni nos obliga a jugar ese juego. Es seguro que a Dios le agrada que nos tomemos la vida en serio, y que busquemos con ahínco la verdad, y que nos apoyemos en la ciencia, y que hagamos continuamente hipótesis (provisionales hasta que encontremos otras mejores y más plausibles), sin aceptar pensar que en el centro del significado de nuestra existencia humana estuviéramos llamados simplemente a «creer lo que no se ve», ciega e infantilmente.
La actitud de fe a la que Jesús nos llama hoy es la del coraje de combatir la oscuridad, la valentía de buscar la verdad, y el valor para asumir, «visto lo que podemos ver», una decisión interpretativa sobre el mundo y lo que no se puede ver. Todo lo contrario de una actitud infantil, ciega, cobarde, alienante... Cuando nos recomienda una actitud de fe, lo que Jesús nos pide una actitud valiente de coraje, de atrevernos a tomar una decisión interpretativa de la existencia, a partir de lo poco o mucho que dan de sí nuestras actuales condiciones de conocimiento. Él también tuvo fe, no lo veía claro, tuvo el coraje de tomar una posición existencial positiva y creativa ante las oscuridades que rodean el mundo y nuestras vidas personales. 

Para la revisión de vida

        -El justo vivirá por la fe... ¿Puedo decir yo lo mismo de mí mismo? ¿Es la fe el principio que realmente orienta mi vida? ¿Soy en verdad una persona "de fe", de coraje, de valor?
        -¿He hecho lo que tenía que hacer? ¿Se me debe agradecer lo que he hecho? ¿Tengo simplicidad de corazón, o necesito continuamente estar recibiendo alabanzas o gratitud de los demás?

Para la reunión de grupo

-                Si el justo vivirá por la fe... analicemos: qué porcentaje de nuestra propia vida estamos conduciéndola así por una decisión personal ante el misterio de la existencia, de forma que si perdiéramos esa fe inmediatamente nos conduciríamos de otro modo? Si ese porcentaje es pequeño, significa que no es muy grande el coraje de mi fe.
-                En qué situaciones del mundo de hoy el cristiano consecuente debería ir a contracorriente, fiado en su fe y no en lo que es usual en la sociedad actual?
-                «El Señor dijo: Si tuvieran fe como una semilla de mostaza, dirían a esta morera: Arráncate de raíz y plántate en el mar, y les obedecería»... ¿Cómo leemos esto hoy? ¿Alguna vez lo hemos entendido literalmente? ¿Es posible que por mucha fe que tenga una persona, pueda arrancar una morera con un acto de fe? ¿Por qué hoy no podemos entender esto literalmente? ¿Por qué hoy no creemos en milagros físicos? ¿Será que tenemos todavía en nuestra mente una visión premoderna de la realidad, como dividida en dos pisos, pensando que desde el piso superior Dios puede actuar sobre el nuestro...? Si esta temática no estuviera clara en la comunidad o grupo de estudio, podría ser bueno organizar un curso o cursillo sobre el paradigma moderno. Un libro que podría servir de texto base sería Otro cristianismo es posible, de Roger Lenaers sj, de editorial Abyayala, colección Tiempo Axial (tiempoaxialorg), disponible en http://2006.atrio.org/?page_id=1616

Para la oración de los fieles

-                Para que sea la fe el principio que organice, anime e impulse nuestra vida, roguemos al Señor.
-                Para que vivamos nuestro cristianismo como un seguimiento de Jesús: creer como él, afrontar la vida y la historia como él, ser en verdad discípulos suyos...
-                Para que demos nuestra contribución al Reino de Dios con entusiasmo, con pasión y, a la vez, con complicidad y humildad, conscientes de que ese trabajo es simplemente "lo que debemos hacer"...
-                Para que el Señor nos dé la humildad de los que "hacen lo que deben" sin sentirse importantes ni dignos de agradecimiento...
-                Para que sean muchos los jóvenes que, con simplicidad y humildad, se sientan llamados a un servicio total y desinteresado...

Oración comunitaria

        • Dios, Padre Nuestro, que en Jesús nos has mostrado el camino heroico del servicio y la entrega sin ostentación ni exigencias; haz que nosotros, con motivos mucho mayores, seamos humildes, sencillos y fraternales, sin reclamar nunca honores, reconocimientos ni agradecimientos. Por Jesucristo Nuestro Señor.

        • Oh Dios, Misterio insondable que nos rodea y envuelve, dentro del cual nos movemos sin poder captarlo ni observarlo desde fuera, como «ob-jeto»... Aceptamos agradecidos esta participación, este ser parte del todo del misterio. Asumimos con gozo nuestra condición, y renovamos con coraje nuestra decisión de vivir lo más coherentemente posible con nuestra propia condición divina, en la que nos has dado la gracia de participar. Acoge nuestro gozo, y esta manera personalizada de expresártelo. Tú que vives y haces vivir, porque eres la misma Vida-Energía sin principio ni fin. Amén.



Lunes 7 de octubre
Nuestra Señora del Rosario

Jon 1,1–2,1-11: Se levantó Jonás para huir lejos del Señor
Interleccional Jon 2,3-8: Sacaste mi vida de la fosa, Señor
Lc 10,25-37: ¿Quién es mi prójimo?



Estamos ante una lectura que, cada vez que la escuchamos, toca la sensibilidad de nuestro corazón. Esta parábola nos sitúa ante una pregunta fundamental: “¿Y quién es mi prójimo?”. Cuatro personajes están en el camino de Jerusalén a Jericó. Uno sin nombre, que se debate entre la vida y la muerte. Dos representantes del sistema religioso de la capital y otro, de procedencia samaritana. Sus actitudes ante el hombre medio muerto hablan por sí solas y revelan en profundidad la calidad humana que anida en sus corazones. El sacerdote y el levita ven al herido y pasan de largo. El samaritano, en cambio, lo ve y se compadece. Lucas nos muestra en detalle la actitud del samaritano, sobre quien pesaban muchos prejuicios negativos. En el sentimiento de compasión es donde se diferencian los personajes religiosos y el samaritano. Todos pueden ver al hombre caído, pero no todos se ponen en su lugar. El samaritano sana y venda las heridas, monta al herido en su cabalgadura, lo conduce a la posada y cuida de él. Asume los gastos, invita al posadero, y nos invita también a las comunidades y a los creyentes de hoy a cuidar la vida amenazada de nuestro prójimo.



Martes 8 de Octubre
Demetrio de Tesalónica, diácono y mártir (a. 306)


Jon 3,1-10: Los ninivitas se convirtieron de su mala vida, y Dios se compadeció
Salmo responsorial 129: Si llevas cuentas de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
Lc 10,38-42: Marta lo recibió en su casa. María escogió la mejor parte



El episodio de Jesús en casa de Marta pone de manifiesto la inconveniencia de dejar que se enrede nuestra vida en demasiadas preocupaciones. La lectura nos sitúa en el nivel de la vida y las relaciones cotidianas de dos hermanas que actúan con Jesús de modo diferente. A Marta le absorben los quehaceres domésticos de la casa, como puede sucederle a muchos hombres y mujeres hoy en nuestras comunidades y en nuestras parroquias. En cambio, María asume el camino de discípula, que, poniéndose a los pies de Jesús, expresa su deseo de seguirle y de escuchar su palabra. María hizo la mejor elección. Jesús no subvalora la labor de Marta. Con Jesús incluso habría que recriminar a quienes no valoran el trabajo arduo y abnegado de las mujeres en la dirección de sus hogares y a quienes consideran su trabajo como inferior y de menor valor al de otras personas. Pero queda de manifiesto que, como cristianos, el discipulado es como una carta de navegación que debe orientar por el buen camino todo lo que hagamos o digamos. Con Marta miremos hacia María para aprender que, a los pies de Jesús, comienza nuestro discipulado al servicio de la familia y de la sociedad. 



Miércoles 9 de octubre
Juan Leonardi, sacerdote y fundador (a. 1609)
Héctor Valdivielso Sáez, mártir (Argentina, a. 1934)
Luis Beltrán, misionero (Colombia, a. 1581)


Jon 4,1-11: ¿No voy a sentir la suerte de Nínive, la gran ciudad?
Salmo responsorial 85: Tú, Señor, eres lento a la cólera, rico en piedad
Lc 11,1-4: Señor, enséñanos a orar



El Padrenuestro es la oración por excelencia. Los discípulos habían visto muchas veces a Jesús que se apartaba a orar. Sabían también que Juan el Bautista enseñaba la oración a sus seguidores y tuvieron conciencia de la necesidad de aprender a orar. La oración implica un aprendizaje y una actitud de disposición, para que no se quede ni en una mera repetición de palabras ni distante de la vida cotidiana. La oración supone entrar en diálogo y comunión con Dios, pero no en las nubes, sino en la realidad concreta donde puede acontecer la llegada de su Reino. Mediante la oración, reconocemos la santidad y el amor de Dios, entramos en comunión con los hermanos y tomamos conciencia del valor de nuestras necesidades vitales. El “pan nuestro de cada día” se torna en el signo de la manifestación de Dios, en el alimento que nos fortalece, en el pan de la vida. No obstante, muchas veces torcemos el querer de Dios, acaparando el alimento, negándolo a quienes lo necesitan para vivir. Y ese es un pecado por el que pedimos perdón y perdonamos a quienes nos han ofendido. – Rezar el Padrenuestro es disponernos a anticipar el Reino de Dios en estos tiempos.



Jueves 10 de octubre
Tomás de Villanueva, obispo (a. 1555)


Mal 3,13-20ª: Miren que llega el día, ardiente como un horno
Salmo responsorial 1: Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor
Lc 11,5-13: Pidan y se les dará



Continuando la lectura de ayer, la oración se ofrece a Dios como una petición de lo que nos hace ser hijos e hijas en dignidad. Tomando ejemplos de lo que comúnmente ocurre en la vida, Jesús profundiza sobre el contenido de la oración. En nuestra vida normal las peticiones se conceden o por amistad o por obligación, con agrado de hacerlo o a regañadientes como el padre de los niños. Las imágenes del pan, el pescado y el huevo contrastan con las de la piedra, la culebra y el escorpión. El amor del padre biológico, aún en sus límites y estrecheces, sabe dar lo mejor a sus hijos e hijas. ¡Cuanto más el Padre del cielo dará lo que necesitamos para vivir! Llama la atención que las peticiones están conectadas con los alimentos materiales, que simbolizan también el alimento espiritual que concede el Espíritu Santo. El Evangelio propone una oración cristiana con criterios reales, vitales y espirituales, mediante los cuales podamos responder acertadamente a las necesidades vitales de nuestros hermanos y hermanas. Las peticiones o necesidades humanas que reciben como respuesta la piedra, la culebra o el escorpión de la corrupción, la desigualdad y la violencia, no están en el camino de Jesús.



Viernes 11 de octubre
María Soledad Torres, fundadora (a. 1887)
Beato Juan XXIII, papa (a. 1963)


Jl 1,13-15; 2,1-2: El día del Señor, día de oscuridad y tinieblas
Salmo responsorial 9: El Señor juzgará el orbe con justicia
Lc 11,15-26: Si yo echo los demonios es que el reino de Dios ha llegado a ustedes



En la mentalidad del tiempo de Jesús, los demonios representaban los poderes del mal que actuaban sobre las personas. Se creía que había un jefe de los demonios. Jesús actúa con el poder de Dios, pero frente al origen de su poder había opiniones muy divididas. Es verdad que, en medio de las divisiones, difícilmente se construye el bien. Hay un dicho muy frecuente: “Divide y vencerás”. Jesús advierte claramente esta situación y nos orienta en el sentido de que el mal no actúa contra sí mismo, sino contra el bien. Ante la fuerza destructora de los poderes del mal, Jesús nos invita a definirnos, o a favor o en contra de su proyecto. No hay término medio. O estamos con él o contra él. No caminar con Jesús significa quedar a merced de las fuerzas que se oponen al bien. Esto explica su sentencia “el que no recoge conmigo desparrama”. La llegada del Reino de Dios se manifiesta en que Jesús expulsa y vence las fuerzas y los espíritus que obran negativamente sobre la vida de las personas. – Desde nuestras familias o comunidades estamos ayudando a Jesús para combatir las fuerzas del mal, que luchan por apoderarse del mundo.



Sábado 12 de octubre
Nuestra Señora de Aparecida (Brasil)
Nuestra Señora del Pilar


Jl 4,12-21: Mano a la hoz; madura está la mies
Salmo responsorial 96: Alégrense, justos, con el Señor
Lc 11,27-28: Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen.



El evangelio da a la escucha de la Palabra de Dios la categoría de Bienaventuranza. Sin embargo, no basta con la sola escucha de la Palabra. Lo importante es cumplirla, ponerla en práctica, de modo que se vean sus frutos. Dos exclamaciones expresan el evento feliz de la Palabra. La expresión de la mujer que alzó la voz de entre la multitud encarna, en la vida de las personas creyentes, el testimonio de la Virgen María que fue la primera en acoger la Palabra de Dios y hacerla vida. Pero Jesús lanza más allá de sí mismo el alcance poderoso de la Palabra de Dios, haciendo partícipe de esta dicha a quien disponga sus oídos para escucharla y su vida para cumplirla. – Es hermoso que en este día podamos disponer de una celebración con motivo de los frutos que ha generado en nuestras vidas la escucha y la práctica de la Palabra; que podamos sentir y expresar nuestros sentimientos como aquella mujer de la multitud, y como Jesús, cuando nos sentimos encantados, apasionados y enamorados de la Palabra de Dios; que podamos sentirnos felices y dichosos porque el Espíritu, a través de la Palabra, ha obrado maravillas en la comunidad eclesial de creyentes.





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