2013-10-11

Cord28_Lc17,11-19: El que volvió agradecido era samaritano (SBL20131013)

Servicio Bíblico Latinoamericano
Semana del 13 al  19 de Octubre de 2013 – Ciclo C


Domingo 13 de Octubre
28º domingo del Tiempo Ordinario
Eduardo, rey (a. 1066)

2 Re 5,14-17: Volvió Naamán al profeta y alabó al Señor
Salmo Responsorial 97: El Señor revela a las naciones su salvación
2 Tim 2,8-13: Si perseveramos, reinaremos con Cristo
Lc 17,11-19: El que volvió agradecido era samaritano




 (Después de un comentario tradicional, añadimos un comentario crítico).
Ésta era la situación en tiempos de Jesús, judío de nacimiento, cuando tiene lugar la escena del evangelio de hoy. Los leprosos vivían fuera de las poblaciones; si habitaban dentro, residían en barrios aislados del resto de la población, no pudiendo entrar en contacto con ella, ni asistir a las ceremonias religiosas. El libro del Levítico prescribe cómo habían de comportarse éstos: “El que ha sido declarado enfermo de afección cutánea andará harapiento y despeinado, con la barba tapada y gritando: ¡Impuro, impuro! Mientras le dure la afección seguirá impuro. Vivirá apartado y tendrá su morada fuera del campamento” (Lv 13, 45-46). El concepto de lepra en la Biblia dista mucho de la acepción que la medicina moderna da a esta palabra, tratándose en muchos casos de enfermedades curables de la piel.
Jesús, al ver a los diez leprosos, los envía a presentarse a los sacerdotes, cuya función, entre otras, era en principio la de diagnosticar ciertas enfermedades, que, por ser contagiosas, exigían que el enfermo se retirara por un tiempo de la vida pública. Una vez curados, debían presentarse al sacerdote para que le diera una especie de certificado de curación que le permitiese reinsertarse en la sociedad. Pero el relato evangélico no termina con la curación de los diez leprosos, pues anota que uno de ellos, precisamente un samaritano, se volvió a Jesús para darle las gracias.
Por lo demás algo parecido había sucedido ya en el libro de los Reyes, donde Naamán, general del ejército del rey sirio, aquejado de una enfermedad de la piel, fue a ver al profeta de Samaría, Eliseo, para que lo librase de su enfermedad. Eliseo, en lugar de recibirlo, le dijo que fuese a bañarse siete veces en el Jordán y quedaría limpio. Naamán, aunque contrariado por no haber sido recibido por el profeta, hizo lo que éste le dijo y quedó limpio. Cuando se vio limpio, a pesar de no pertenecer al pueblo judío, se volvió al profeta para hacerle un regalo, reconociendo al Dios de Israel, como verdadero Dios, capaz de dar vida. Este Dios, además, se manifiesta en Jesús como el siempre fiel a pesar de la infidelidad humana.
Lo sucedido al leproso del evangelio sentaría muy mal a los judíos. De los diez leprosos, nueve eran judíos y uno samaritano. Éste, cuando vio que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Estar a los pies de Jesús es la postura del discípulo que aprende del maestro. Los otros nueve, que eran judíos, demostraron con su comportamiento el olvido de Dios que tenían y la falta de educación, que impide ser agradecidos. Sólo un samaritano -oficialmente heterodoxo, hereje, excomulgado, despreciado, marginado-, volvió a dar gracias. Sólo éste pasó a formar parte de la comunidad de seguidores de Jesús; los otros quedaron descalificados.
Tal vez, los cristianos, estemos demasiado convencidos de que sólo los de dentro, los de la comunidad, «los católicos», o «los de la parroquia»... somos los que adoptamos los mejores comportamientos. Con frecuencia hay gente mucho mejor fuera de nuestras iglesias, en otras iglesias, o en otras religiones, incluso entre quienes dicen que «no creen». En el evangelio de hoy es precisamente uno venido de fuera, despreciado por los de dentro, el único que sabe reconocer el don recibido de Dios, dando una lección magistral a quienes no supieron agradecer. Aprendamos la lección del samaritano.

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 89 de la serie «Un tal Jesús», de los hnos. López Vigil, titulado «Los leprosos de Jenín». El guión del capítulo, y su comentario, puede ser tomado de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1400089 Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap89b.mp3

Añadimos un comentario crítico-teológico.
Utilizar en la liturgia relatos bíblicos sobre la realización de milagros y, por tanto, tomarlos como plataforma sobre la que montar una reflexión cristiana que oriente nuestra vida actual, resulta problemático por varios conceptos. En primer lugar porque hoy dudamos seriamente de su veracidad histórica, incluso de la de muchos de los milagros atribuidos a Jesús. Pero también y sobre todo porque, aunque fueran muchos menos los milagros que los expertos bíblicos consideran «históricos», los milagros en sí mismos resultan incomprensibles para la mentalidad moderna posterior a Newton, en la que se abandona la visión precientífica de un mundo con un segundo piso superior desde el que los dioses vigilan e intervienen alterando el orden natural de las cosas. En la mentalidad moderna, los relatos religiosos sobre milagros tienen algo en común con la literatura de ficción.
Sólo simbólicamente -más allá pues o al margen de la historicidad o de la ficción- puede extraerse algún mensaje provechoso sobre el relato de la curación de Naamán (leyéndolo entero, no en el extracto que toma la liturgia de este domingo). Y otro tanto ocurre con el relato de hoy de la curación de los leprosos: fuera del valor ejemplarizante del agradecimiento precisamente del samaritano, poco nos aporta ver a Jesús haciendo ese tipo de milagros, que incluso nos lo alejan de la realidad de su entera y perfecta humanidad.
Lo cual sugiere lo que tantos están diciendo: ¿no es necesaria otra selección litúrgica de textos bíblicos en el actual ordenamiento del año litúrgico? Es cierto que la actual, que no tiene todavía cincuenta años, mejoró en mucho la anterior; pero los tiempos cambian -y nosotros con ellos-, y cunde la sensación de que la actual selección necesita una actualización importante. No se tratará sólo de seleccionar textos bíblicos mejores, sino de ampliar los criterios de selección (¿sólo textos bíblicos?), de superar la uniformidad obligatoria (¿todas las comunidades en la Iglesia cada domingo y cada día con los mismos textos?), de utilizar inteligentemente la liturgia también como vehículo de formación (con una ordenación sistemática que permita un itinerario formativo teológico, por ejemplo), de abrir la posibilidad de una liturgia experimental con símbolos y lenguajes nuevos (para los muchísimos, sobre todo jóvenes, que ya no tienen la mínima tolerancia a la simbología litúrgica actual), de abrir la posibilidad al enriquecimiento inter-religioso de formas de cultivo de la espiritualidad (una liturgia con más silencio, con menos palabra, con menos ideas, sin homilías reganoñas, dando paso a otros tipos de gestos)...
Si nadie lo dice, si nadie da voz al malestar que se percibe al respecto, seguiremos indefinidamente como estamos. Nosotros queremos decirlo. Por lo menos decirlo. Además, ¿no ha invitado el papa Francisco a los jóvenes a que «hagan lío» en la sociedad y en la Iglesia...  En todo caso, una forma de colaborar a hacerlo saber a quien corresponde, es la de tomarse la libertad de cambiarlos, allá donde las condiciones de la comunidad lo permiten y hasta lo aconsejan. El ordenamiento litúrgico de los textos, no es -ni de lejos- un dogma de fe, y supuesta la pervivencia de un ordenamiento oficial universal, debiera ser facultativa la posibilidad de acomodarlo en las comunidades locales que quieran aprovecharlo pastoralmente con inteligencia. Porque el ordenamiento litúrgico es para la comunidad, y no ésta para aquél.
¿Será que el papa Francisco ya ha pensado en que no hay por qué arrastrar por más tiempo esta situación? Tal vez él está demasiado ocupado con los problemas de la Curia... Pero no habría por qué perder más tiempo: una buena comisión de pastoralistas de mente abierta y práctica puede hacer excelentes propuestas. Cumplidos ya los 50 años de la liturgia re-ordenada por el Vaticano II, es el momento... no de cambiar, no de eliminar nada, sino de abrir una puerta a experiencias de grupos, comunidades y personas a quienes obviamente se les ha quedado demasiado chica la ordenación bíblico-litúrgica de hace 50 años...


Los diez leprosos (Pedro Casaldáliga)

Eran diez leprosos. Era
esa infinita legión
que sobrevive a la vera
de nuestra desatención.

Te esperan y nos espera
en ellos Tu compasión.
Hecha la cuenta sincera,
¿cuántos somos?, ¿cuántos son?

Leproso Tú y compañía,
carta de ciudadanía
nunca os acaban de dar.

¿Qué Francisco aún os besa?
¿Qué Clara os sienta a la mesa?
¿Qué Iglesia os hace de hogar?
 

Para la revisión de vida

          ¿Tengo personas en el círculo en que me muevo -o más allá- a las que he marcado para mí con una señal de segregación o marginación?
          ¿Vivo en actitud de acción de gracias?

Para la reunión de grupo

-                 Naamán no quería poner en práctica lo que el profeta le había mandado para curarse, porque le parecía demasiado simple; él esperaba algo más complicado, incluso espectacular... ¿Ocurre esto hoy día también?
-                 Un detalle curioso: Naamán, cuando percibió el milagro y dio gracias a Yahvé, pidió que le dejaran llevarse a su tierra una carga de tierra de Israel... «para poder adorar a Dios en su propia tierra». Preguntar, o buscar la explicación en algún libro, o en las notas mismas de la Biblia, y comentar esa «vinculación que se creía que había entre la Divinidad y la tierra»...
-                 ¿Quiénes son las personas más pobres y marginadas (los actuales "leprosos") del entorno en que vivimos? Describir los actitudes concretas con las que se les margina.
-                 ¿Cuál es nuestra proyección concreta hacia estas personas marginadas?

Para la oración de los fieles

-                 Para que descubramos los motivos que tenemos para vivir en "continua acción de gracias", roguemos al Señor
-                 Por los modernos "leprosos", los que la sociedad evita... para que nuestra fe rompa con esa imposición social y demos testimonio de una fraternidad que salta fronteras y separaciones...
-                 Para que, como Jesús, estemos atentos a recibir la sorpresa de la gratitud del extranjero, del pagano, del no creyente... y para que nosotros mismos seamos siempre agradecidos...
-                 Para que los cristianos defiendan el derecho de los pobres a buscar mejores condiciones de vida fuera de sus fronteras, cuando a los capitales de sus países nunca se les opuso resistencia para su fuga, y cuando el mercado libre proclama la igualdad de oportunidades...
-                 Para que, como recomienda Pablo a Timoteo, "hagamos memoria permanente de Jesús", y hagamos memoria también de quienes le siguieron fielmente, especialmente de los mártires de estas últimas décadas...
-                 Para que prolonguemos nuestra "eucaristía" (nuestra "acción de gracias") durante toda la semana que comenzamos...

Oración comunitaria

          • Dios Padre Nuestro, que en Jesús nos has mostrado tu voluntad de que se rompan las barreras y fronteras que nos separan, de que los "leprosos" de todos los tiempos sean curados y se integren a la comunidad; danos una actitud abierta y acogedora como la suya, que destruya los efectos de la marginación y nos ayude a construir una ciudad humana para todos, de hijos de Dios, hermanos y hermanas sin distinción. Por Jesucristo Nuestro Señor.

          º• Oh Dios, Misterio inefable de Vida y Plenitud, al que nos acercamos reverentemente, cada domingo, en comunidad, para volver a la profundidad de nuestro ser, a nuestro centro espiritual y realimentar nuestra capacidad de vivir y de amar. Empápanos de tu energía, transfórmanos con tu presencia, y llena con tu entusiasmo nuestros deseos silenciados. Tú que vives y haces vivir, , porque eres la misma Vida-Energía sin principio ni fin. Amén.



Lunes 14 de octubre
Calixto, papa y mártir (a. 222)

Rom 1,1-7: Por Cristo hemos recibido este don y esta misión
Salmo responsorial 97: El Señor da a conocer su victoria
Lc 11,29-32: A esta generación no se le dará más signo que el signo de Jonás



Sabiduría, predicación y conversión son palabras claves en el evangelio de hoy. Jesús advierte que su generación es apática, indiferente e incrédula ante la Buena Nueva que se anuncia. Decide enfrentarla, llamarla por su nombre y ponerla en el lugar adecuado. No duda, pues, en descubrir su maldad y perversidad. Como en otros pasajes, Jesús hace memoria de la actitud que tienen personas extranjeras como la reina del sur o la población ninivita, atraídas por la sabiduría de Salomón y por la predicación de Jonás. Cabe resaltar la contundencia y la radicalidad con las que Jesús se presenta a sí mismo como la señal mayor entre profetas y sabios, aunque no le escuchen ni le crean. La sabiduría de Salomón y la predicación de Jonás quedan superadas por Jesús. La escucha y la conversión representan las actitudes de quien quiera ponerse en el camino hacia Jerusalén. No es cuestión de grandes prodigios o milagros, sino de reconocer la acción salvadora de Dios en Jesús de Nazaret. – A nosotros nos corresponde dar razón del talante profético y sabio de Jesús ante una generación que en nuestros días es cada vez más apática, indiferente, insensible, individualista y contraria al auténtico mensaje cristiano.



Martes 15 de octubre
Teresa de Jesús, religiosa y fundadora (a. 1582)


Rom 1,16-25: Los hombres no han dado a Dios la gloria que se merecía
Salmo responsorial 18: El cielo proclama la gloria de Dios
Lc 11,37-41: Den limosna, y lo tendrán limpio todo



La escena de Jesús en casa del fariseo es impactante, y hasta desconcertante. ¿Cómo es posible que se atreva a cuestionar el sistema de normas de purificación que regía la vida de los fariseos? Uno puede imaginarse a Jesús sentado a la mesa, consciente de que es observado por el anfitrión de la casa, extrañado por que no cumplió con el protocolo de invitado. Y por si fuera poco, acusa a los fariseos de ladrones, insensatos y maliciosos. La denuncia es tremendamente radical y temeraria, desestabilizadora del sistema de pureza legal y social, que centraba su atención en las cosas insignificantes y olvidaba los grandes males sociales. ¿Podríamos imaginarnos la cara que puso el fariseo ante estas palabras de Jesús? Es de suponer que allí había también una práctica de muchas limosnas, como demostración de la bondad de los fariseos y maestros de la ley. Tampoco escapa a Jesús el que este sistema reportaba fama y reconocimiento social a la gente pudiente, que daba de lo que le sobraba. Jesús desaprueba todo sistema que, bajo el amparo de la ley o del reconocimiento social, esconde corrupción e injusticias. – Y nosotros, ¿aparentamos limpios por fuera, pero dentro estamos llenos de egoísmo y de maldad? 



Miércoles 16 de octubre
Margarita María de Alacoque, virgen (a. 1690)


Rom 2,1-11: Pagará a cada uno según sus obras
Salmo responsorial 61: Tú, Señor, pagas a cada uno según sus obras
Lc 11,42-46: ¡Ay de ustedes, fariseos! ¡Ay de ustedes, maestros de la Ley!



Desde la casa del fariseo, Jesús no da tregua a la confrontación con los fariseos y maestros de la ley, sus más directos opositores. Aquella invitación terminó desenmascarando el proceder de quienes alardeaban de ser celosos guardianes de la ley y de la purificación. El cumplimiento del impuesto de la hierbabuena, la ruda y las verduras, que simbolizan la práctica de los fariseos para quedar bien con las autoridades religiosas, contrasta con el descuido de la justicia y del amor de Dios, que es lo verdaderamente valioso que hay que observar y cuidar. Su rigurosidad y su fanatismo por la ley quedan al desnudo en esta confrontación. La esencia de toda práctica humana, religiosa y social, es que apunte a la salvaguarda de la justicia, la igualdad, la fraternidad y el amor de Dios. – La situación que vivimos hoy no dista mucho del ambiente social, político y religioso en tiempos de Jesús. Nuestros países están agobiados con leyes insoportables, mientras que la mayoría de quienes las promulgan y promueven nadan en mares de corrupción y de impunidad. A nivel religioso, abundan los ritos externos, pero naufragamos en una religiosidad distante del camino, de los valores y de la vida que nos enseñó Jesús.



Jueves 17 de octubre
Ignacio de Antioquia, mártir (a. 107)


Rom 3,21-30ª: El hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley
Salmo responsorial 129: Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa
Lc 11,47-54: Se pedirá cuenta de la sangre de los profetas



Seguimos acompañando a Jesús en esta larga contienda con los fariseos y maestros de la ley. La denuncia de Jesús señala la responsabilidad histórica de los crímenes cometidos en un largo período de la historia de su pueblo. Aquella comida se tornó en un tribunal para señalar a los culpables. Textos como éstos nos desmontan la imagen pasiva y espiritualizada de Jesús, que evita acusar y señalar. Jesús denuncia a los padres de sus opositores como los responsables directos de la muerte violenta de los profetas. A estos opositores también les toca la responsabilidad de cómplices de esas muertes. Se trata de una rendición de cuentas en el juicio final, del que no escapará esta generación, la de Jesús; pero también a la nuestra se le pedirán cuentas por la sangre que han derramado los poderes de la muerte. Jesús alude a la Sabiduría de Dios, denunciando que los doctores de la ley se han hecho dueños de las llaves del saber, en una lógica que ni entran ni dejan entrar. – Es un mensaje para quienes en la Iglesia sirven en el ministerio de la formación, de modo que no manipulen los saberes, y no sean intolerantes en la aplicación de la ley.



Viernes 18 de octubre
Lucas, evangelista


2 Tim 4,9-17ª: Sólo Lucas está conmigo
Salmo responsorial 144: Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado
Lc 10,1-9: La mies es abundante, pero los obreros pocos



La Iglesia celebra hoy la fiesta del evangelista Lucas, y nos invita a reflexionar nuevamente sobre el envío de los setenta y dos. Acerca de Lucas se nos cuentan cosas muy interesantes, como por ejemplo, que tenía una sensibilidad muy cercana con las personas enfermas, dada su profesión de médico. Poseía gran talento para escribir, como puede comprobarse en sus dos obras: el Evangelio y los Hechos de los Apóstoles. Su procedencia griega le hacía tener un vasto conocimiento de su cultura, evidenciado en la obra de los Hechos. Se nos cuenta también de su ímpetu misionero y espiritual, al conceder el carácter de un seguimiento de prisa a Jesús, guiado por la fuerza del Espíritu Santo. El envío de los setenta y dos simboliza la perspectiva ecuménica que sigue Lucas, para quien el cristianismo sobrepasa las barreras geográficas de Israel y los límites de Jerusalén. La frase “La mies es abundante y los obreros pocos”, dimensiona su perspectiva de evangelización inclusiva y universal. La misión de los doce discípulos, los setenta y dos, el viaje de Jesús a Jerusalén, de Pedro al mundo griego y de Pablo a Roma revela el lugar central de la evangelización en la Iglesia.



Sábado 19 de octubre
Pablo de la Cruz, fundador (a. 1775)
Isaac Jogues (a. 1646) y John de Brereuf (a. 1649), mártires (USA y Canadá)


Rom 4,13.16-18: Apoyado en la esperanza, creyó contra toda esperanza
Salmo responsorial 104: El Señor se acuerda de su alianza eternamente
Lc 12,8-12: El Espíritu Santo les enseñará lo que tienen que decir



En este pasaje del Evangelio se trata de percibir la radicalidad de decidirse por Jesús. Tal decisión no se plantea como vivir una vida relajada, sin conflictos, al gusto de todo el mundo. Al contrario, el seguimiento de Jesús implica persecución y sufrimiento, entereza y valor de reconocerlo abiertamente. Implica fidelidad y ser consecuentes en nuestras palabras y acciones. No se trata, pues, de un simple reconocimiento, sino de un compromiso, que implica hasta la decisión de morir por su causa. Así testimoniaron esta opción las primeras comunidades cristianas. Se extiende también este llamado a quienes hoy siguen creyendo y consagrando su vida a la causa del Reino de Dios. Jesús concede una papel muy grande al Espíritu Santo, como el defensor por excelencia en los momentos en que las autoridades pidan cuentas. Ante el poder de las sinagogas y de los tribunales, no proceden los recursos y méritos propios, sino que el Espíritu Santo nos reconforta y nos inspira para saber encontrar las mejores y apropiadas palabras. Hemos experimentado esto muchas veces, cuando nos hemos encontrado en apuros y en peligros. La acción del Espíritu nos sorprende a cada momento, y su poder nos relanza más allá de lo que nuestras fuerzas humanas nos permiten.





Servicio Bíblico Latinoamericano

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