Servivio Bíblico Latinoamericano
Domingo 13 de abril de 2014 - Ciclo A
Domingo de Ramos
Martín
I, papa y mártir (655)
Is 50,4-7: No oculté el rostro a insultos; y sé
que no quedaré avergonzado
Salmo responsorial 21: Dios mío, Dios mío, ¿por
qué me has abandonado?
Flp 2,6-11:Se rebajó a sí mismo; por eso Dios lo
levantó sobre todo
Mt 26,14−27,66: Pasión de Nuestro Señor
Jesucristo, según san Mateo
De entrada,
pedimos disculpas a quienes buscarán aquí un comentario bíblico-litúrgico
«normal» -que esperamos podrán encontrar fácilmente en la red-. Esta vez
nosotros vamos a tratar de hacer un comentario pensando en aquellas personas
que -como también nosotros ante el comentario que teníamos ya redactado- se
sienten mal ante ese ámbito de conceptos bíblicos que se repiten y enlazan
indefinidamente sin salir de un ambiente en el que muchos de nosotros -que
pensamos como personas seculares, de la calle, con las preocupaciones diarias
de la vida- nos sentimos incómodos.
En efecto, muchos de nuestros comentarios bíblicos al uso, todo ese
conjunto de conceptos e imágenes que se manejan en las homilías, pareciera que
se mueven en «otro mundo», un mundo propio de referencias bíblicas
intrasistémicas, que funcionan con una lógica particular diferente, y que están
de antemano inmunizadas contra toda crítica, porque, en ese ambiente
bíblico-litúrgico al que están destinados, en las homilías, los «fieles» deben
recibirlo todo sin chistar, sin siquiera preguntar, y, mejor aún, sin espíritu
crítico y «con mucha fe». Quienes tenemos una fe más o menos crítica, una fe
que no quiere dejar de ser de personas de hoy y de la calle, nos preguntamos:
¿es posible celebrar la semana santa de otra manera? ¿Así como buscamos «otra
forma de creer», hay «otra forma de acoger y celebrar la semana santa»?
Veamos. Comencemos preguntándonos: ¿qué sienten, qué sentimos, ante la
semana santa, muchas personas creyentes de hoy?
Muchos creyentes adultos (trabajadores, profesionales de las más
variadas ramas, y también intelectuales, o simples personas cultas) se sienten
mal cuando, en semana santa, por la especial significación de tales días, o por
acompañar a la familia -y con el recuerdo de una infancia y juventud tal vez
religiosa-, entran en una iglesia, captan el ambiente, y escuchan la
predicación. Se sienten de pronto sumergidos de nuevo en aquel mundo de
conceptos, símbolos, referencias bíblicas... que elaboran un mensaje sobre la
base de una creencia central que fuera del templo uno nunca se encuentra en
ningún otro dominio de la vida: la «Redención». Estamos en semana santa, y lo
que celebramos -así perciben en el templo- es el gran misterio de todos los
tiempos, lo más importante que ha ocurrido desde que el mundo es mundo: la
«Redención»... El «hombre» fue creado por Dios (sólo en segundo término la
mujer, según la Biblia), pero ésta, la mujer, convenció al varón para que
comieran juntos una fruta prohibida por Dios. Aquello fue la debacle del plan
de Dios, que se vino abajo, se interrumpió, y hubo de ser sustituido por un
nuevo plan, el plan de la Redención, para redimir al ser humano que está en
«desgracia de Dios» desde la comisión de aquel «pecado original», debido a la
infinita ofensa que dicho «pecado» le infligió a Dios.
Ese nuevo plan, de Redención, exigió la «venida de Dios al mundo»,
mediante su encarnación en Jesús, para así «asumir nuestra representación
jurídica ante Dios y pagar» por nosotros a Dios una reparación adecuada por
semejante ofensa infinita. Y es por eso por lo que Jesús sufrió indecibles
tormentos en su Pasión y Muerte, para «reparar» aquella ofensa y redimir así a
la Humanidad, y consiguiéndole el perdón de Dios y rescatándola del poder del
demonio bajo el que permanecía cautiva.
Ésta es la interpretación, la teología sobre la que se construyen y
giran la mayor parte de las interpretaciones en curso durante la semana santa.
Y éste es el ambiente ante el que muchos creyentes de hoy se sienten mal, muy
mal. Sienten que se asfixian. Se ven trasladados a un mundo, que nada tiene que
ver ni con el mundo real de cada día, ni con el de la ciencia, el de la
información, o el del sentido más profundo de su vida. Por este malestar, otros
muchos cristianos no sólo se han marchado de la semana santa tradicional, sino
que se han alejado de la Iglesia.
¿Hay otra forma de entender la Semana Santa, que no nos obligue a
transitar por el mundo manido de esa teología en la que tantos ya no creemos? ¿«No creemos», hemos dicho? Ante todo hay que decir -para alivio de
muchos- que efectivamente, se puede no creer en tal teología. No se trata de
ningún «dogma de fe» (aunque lo fuera, tampoco ello la haría creíble). Se trata
de una genial construcción interpretativa del misterio de Cristo, debida a la
intuición medieval de san Anselmo de Canterbury, que desde su visión del
derecho romano, construyó, «imaginó» una forma de explicarse a sí mismo el
sentido de la muerte de Jesús. Estaba condicionado por muchas creencias propias
de la Edad Media, e hizo lo que pudo, y lo hizo admirablemente: elaboró una
fantástica interpretación que cautivó las mentes de sus coetáneos tanto, que
perduró hasta el siglo XX. Habría que felicitar a san Anselmo, sin duda.
El Concilio Vaticano II es el primer momento eclesial que supone un
cierto abandono de la hipótesis de la Redención, o una interpretación de la
significación de Jesús más allá de la Redención. Por supuesto que en los
documentos conciliares aparece la materialidad del concepto, numerosas veces
incluso, pero la estructura del pensamiento y de la espiritualidad conciliar van
mucho más allá. El significado de Jesús para la Iglesia posconciliar -no
digamos para la Iglesia con espiritualidad de la liberación- deja de pasar por
la redención, por el pecado original, por los terribles sufrimientos
expiatorios de Jesús y por la genial «sustitución penal satisfactoria» ideada
por Anselmo de Canterbury... Desaparecen estas referencias, y cuando
sorpresivamente se oyen, suenan extrañas, incomprensibles, o incluso suscitan
rechazo. Es el caso de la película de Mel Gibson, que fue rechazada por tantos
espectadores creyentes, no por otra cosa que por la imagen del «Dios cruel y
vengador» que daba por supuesta, imagen que, evidentemente, hoy no sólo ya no
es creíble, sino que invita vehementemente al rechazo.
¿Cómo celebrar la semana santa cuando se es un cristiano que ya no
comulga con esas creencias? Uno se siente profundamente cristiano, admirador de
Jesús, discípulo suyo, seguidor de su Causa, luchador por su misma Utopía...
pero se siente mal en ese otro ambiente asfixiante de las representaciones de
la pasión al nuevo y viejo estilo de Mel Gibson, de los viacrucis, los pasos de las procesiones de semana santa, las meditaciones las siete palabras, las horas santas que retoman repetitivamente las mismas categorías
teológicas del san Anselmo del siglo XI... estando como estamos en el siglo
XXI...
Bajo la semana santa que oficialmente se celebra, no dejan de estar,
allá, lejos, bien adentro de sus raíces ancestrales, las fiestas que los
indígenas originarios ya hacían sus celebraciones sobre la base cierta del
equinoccio astronómico. Se trata de una fiesta que ha evolucionado muy
diferentemente en cada cultura, y muy creativamente al ser heredada de un
pueblo a otro, y al contagiarse de una religión a otra. Una fiesta que fue
heredada y recreada también por los israelitas nómadas como fiesta del cordero
pascual, y después transformada por los israelitas sedentarios como fiesta de
los panes ácimos, en recuerdo y como reactualización de la Pascua, piedra
angular de la identidad israelita... Fiesta que los cristianos luego
cristianizaron como la fiesta de la Resurrección de Cristo, y que sólo más
tarde, con el devenir de los siglos, en la oscura Edad Media, quedó opacada
bajo la interpretación jurídica de la redención...
¿Por qué quedarse, pues, prendidos de una interpretación medieval,
cautivos de una teología y una interpretación que no es nuestra, que ya no nos
dice nada, y que podríamos abandonar porque ya cumplió su papel? ¿Por qué no
sentirse parte de esta procesión tan humana y tan festiva de interpretaciones y
hermenéuticas, de mitos y «grandes relatos» incesantemente renovados y
recreados, y aportar nosotros también a esta trabajada historia nuestra propia
parte, lo que nos corresponde hoy, con creatividad, responsabilidad y libertad?
No podemos dejar de pensar que «Otra semana santa es posible»... ¡y urgente! Al
menos, legítima también.
No vamos a desarrollar aquí nosotros una nueva interpretación de estas
fiestas. Bástenos ahora cumplir una pretensión doble: aliviar a los que se
sentían culpables por desear que «otra semana santa fuera posible», por una
parte, y, por otra, de invitar a todos a la creatividad, libre, consciente,
responsable y gozosa. No en todas partes o en cualquier contexto será posible,
pero sí lo será en muchas comunidades concretas. Si no lo es en la mía, podría
serlo en alguna otra comunidad más libre y creativa que tal vez no esté muy
lejos de la mía... ¿por qué no preguntar, por qué no buscarla?
---
Aunque los señalaremos concretamente en los próximos días, recordamos
que los temas de la Pasión de Jesús están recogidos ampliamente en la serie «Un
tal Jesús», principalmente en los episodios 106 a 126. Los audios y los guiones
de estos episodios pueden recogerse libremente de http://radialistas.net/category/un-tal-jesus/ Por su
carácter dramatizado, y por la mentalidad crítica con la que ya pudo ser
escrita hace treinta años, la serie «Un tal Jesús» presenta, de un modo muy
pedagógico, la visión de la vida de Jesús desde la perspectiva de la teología
de la liberación.
- La serie «Otro Dios es posible», de los mismos autores, tiene un
capítulo, el 85, titulado «¿Los judíos mataron a Cristo?», que puede ser útil
para suscitar un diálogo-debate sobre el tema. Su guión puede recogerse de http://radialistas.net/article/85-los-judios-mataron-a-cristo/
y su audio de: http://radioteca.net/media/uploads/audios/%Y_%m/85.mp3
Para el simple estudio de la continua sucesión de interpretaciones de
las fiestas a lo largo de la historia de Israel, se puede recurrir a Fiesta
en honor de Yavé, de Thierry MAERTENS (disponible en la biblioteca de
Koinonía: http://servicioskoinonia.org/biblioteca).
Como bibliografía para recuperar, desde la perspectiva de la
liberación, lo mejor de la visión clásica de la teología respecto a la pasión y
muerte de Jesús,
recomendamos el excelente libro de BOFF Pasión de Cristo,
Pasión del mundo
(Sal Terrae en España, Indoamerican Press en Colombia,
Vozes en Brasil... disponibilizado también en varios puntos de la red). Del
mismo autor, el artículo 217 en la RELaT (http://servicioskoinonia.org/relat):
Cómo anunciar hoy la Cruz de nuestro señor Jesucristo.
No obstante, la recuperación que la teología de la liberación (TL)
hizo de esta temática se queda corta hoy. La TL releyó la visión tradicional
cristiana desde la perspectiva histórica y reinocentrista y desde la opción por
los pobres, sí, pero dejó simplemente a un lado lo que no creyó recuperable, y
no sometió a crítica los supuestos profundos de la visión clásica; simplemente
los ignoró. En ese sentido, la propuesta de la TL no fue realmente nueva, sino
una «propuesta nueva pero desde los mismos fundamentos»... Hoy esos fundamentos
están en crisis, y ahora sólo nos puede servir una propuesta realmente nueva,
es decir, desde presupuestos nuevos, por ejemplo: sin «dos pisos», sin el
histórico pecado original, sin un Dios-theos ahí fuera que se pueda ofender
gravemente por un supuesto pecado humano, sin un Dios antropomórfico que pueda
exigir «reparación para con su dignidad ofendida», sin unos mitos entendidos
como narraciones históricas literales...
En este sentido,
es el obispo John Shelby SPONG quien con más claridad
y valentía está proponiendo reinterpretar el cristianismo desde una superación
radical de este «mito básico cristiano»,
como lo llama él: cfr. el capítulo
«Cambiando el mito básico cristiano» de su reciente libro «Un cristianismo
nuevo para un mundo nuevo» [http://tiempoaxial.org]
(Editorial Abya Yala [htt://www.abyayala.org], Quito enero 2011). Véase un
capítulo de ese libro, explícitamente sobre el tema de la redención, en la
RELaT [http://servicioskoinonia.org/relat] titulado «Jesús como rescatador y redentor:
una imagen que debe desaparecer» [http://servicioskoinonia.org/relat/380.htm].
También: Problemas en torno a la idea de expiación/satisfacción,
de Robert J. DALY, en «Selecciones de Teología» 47/188(2008)310-324 (disponible
en el portal de la revista «Selecciones de Teología», [http://www.seleccionesdeteologia.net]).
Acabaremos recordando que, como es obvio, la problemática de la
Redención no es del Domingo de Ramos, ni siquiera de la semana santa... sino de
todo el cristianismo; afrontarla -tratando de «agarrar valientemente el toro
por los cuernos» no es tarea para un domingo ni para una semana, sino para todo
el año... Pero un domingo de ramos es una buena ocasión para plantearlo más
detenidamente. Lo dejamos en manos de ustedes, lectores individuales y
comunidades lectoras...
Para la revisión de vida
Comienza la «semana mayor» de todo el año. La
semana santa se ha convertido en muchos lugares en una minivacación.
Sugerencia: aprovechar bien la oportunidad de la semana santa. Si tengo
posibilidad, dedicar esta «vacación» a atender lo que en la agitada vida diaria
me veo imposibilitado de cuidar suficientemente: mi profundidad, mi oración, mi
paz interior, el respaldo de coherencia interna que quiero dar a mi compromiso
externo...
Si
tengo la suerte de encontrar una comunidad cristiana con inquietudes de
búsqueda y de renovación, tal vez puedo sugerir la posibilidad de vivir una
semana santa diferente, de renovación radical de la mentalidad teológica, de
replanteamiento de nuestra comprensión cristiana y de reiniciación de nuestra
experiencia religiosa... Si no tengo la suerte de conocer ninguna de esas
comunidades, tal vez puedo hacer el esfuerzo por buscarlas...
Para la reunión de grupo
-
La semana santa puede ser buena ocasión para dar un repaso a las
hipótesis teológicas más conocidas sobre la muerte de Jesús y su valor
salvífico. Un buen material para preparar una exposición inicial en la reunión
de grupo, o un libro para tenerlo todos y estudiarlo y comentarlo es “Pasión de
Cristo, Pasión del Mundo”, de Leonardo BOFF, con ediciones en varias
editoriales y países ya citados…
-
La semana santa es la «semana mayor», y el «triduo sacro» es el la
concentración de la celebración pascual, y la vigilia pascual es el momento
culminante. Será bueno preguntar a algunas personas mayores que recuerden cómo
eran las celebraciones de la Semana Santa antes de la reforma de Pío XII en
1950, con sus grandes diferencias con el modo actual. Y cabe preguntar: ¿por
qué la vigilia pascual no ha entrado todavía en la conciencia del pueblo
cristiano como lo que es: el centro de todo el año litúrgico?
-
Se puede montar diferentes reuniones de estudio sobre la pasión de
Jesús y/o los temas propios de la semana santa en general tomando como base
algunos de los capítulos de la serie «Un tal Jesús», principalmente del 106 al
126. Los audios y los guiones pueden ser recogidos de www.untaljesus.net
-
Los textos más arriba citados de John Shelby Spong pueden servir
también para un estudio y debate sobre el tema. Muy probablemente, tales
debates nos dejarán la conclusión preocupante de que si la Redención necesita
ser reentendida -o abandonada, como dice Spong- es todo nuestro cristianismo el
que necesita reformulación, y nos resulta por tanto urgente rehacer nuestra
formación cristiana... Buena conclusión. Pero no la dejemos ahí: pongámonos en
movimiento...
-
Aunque no estamos acostumbrados a hacerlo, también puede ser una buena
actividad de grupo escuchar la Pasión según san Mateo, de Johan Sebastian BACH,
presentada y comentada previamente por un buen conocedor de la misma,
incluyendo ahí sus aspectos teológicos peculiares, de Bach como músico y del
texto o libreto.
Para la oración de los fieles
-
Para que la Iglesia, siguiendo el ejemplo de Jesús, lleve su
obediencia al Padre y su servicio a las personas hasta las últimas
consecuencias. Roguemos al Señor...
-
Para que los gobernantes sirvan a los intereses de los pueblos y no a
sus propias aspiraciones. Roguemos...
-
Para que los pobres y los oprimidos sean los primeros en obtener el
respeto a sus derechos y la justicia para sus vidas. Roguemos...
-
Para que mostremos nuestra devoción a Cristo crucificado siendo
solidarios con los crucificados de nuestro tiempo. Roguemos...
-
Para que sepamos descubrir y transmitir la fuerza del amor de Dios en
medio de las dificultades, los sufrimientos, y la muerte. Roguemos...
-
Para que todos los difuntos compartan la resurrección de Cristo, igual
que han compartido ya con él la muerte. Roguemos...
Oración comunitaria
Dios, Padre nuestro, tú enviaste a tu Hijo
entre nosotros, para que descubramos todo el amor que nos tienes. Y cuando
nosotros respondemos a ese amor con nuestro rechazo, matando a tu hijo, Tú no
te echaste atrás sino que seguiste adelante con tu plan de ser nuestro mejor
amigo. Ablanda nuestros corazones para que sepamos responder a tu amor con el
nuestro. Por Jesucristo.
O
bien:
Oh
Dios, Padre y Madre Universal, de todos los pueblos y de todos los hombres y
mujeres, en quienes has depositado, por medio de sus culturas y religiones, la
sed de encontrarse consigo mismos y contigo, Fuente Originaria. Te pedimos que
en la renovación anual de estas fiestas que se avecinan, tan tradicionales y
ancestrales, nos sintamos en comunión con todos los hombres y mujeres que te
buscan a Ti y buscan también el sentido de su vida, entre mitos, ritos,
símbolos y grandes relatos. Nosotros lo celebramos desde el seguimiento de
Jesús, hijo tuyo y hermano nuestro, cordialmente unidos a todos los pueblos y religiones
que también te buscan y contemplan. Gracias. Amén. Axé. Aleluya.
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