Servicio Bíblico Latinoamericano
2º Domingo de Pascua - 27 de abril de 2014
Nuestra
Señora de Montserrat
Pedro
Armengol, religioso (1304)
Hch 2,42-47: Los creyentes vivían todos unidos y
lo tenían todo en común
Salmo responsorial 117: Den gracias al Señor
porque es bueno, porque es eterna su misericordia
1Pe 1,3-9: Nos ha hecho nacer de nuevo para una
esperanza viva
Jn 20,19-31: A los ocho días, llegó Jesús (Paz, Envío-ES y Tomás)
Si la
resurrección de Jesús no tuviera efecto alguno en la vida del discípulo, es
decir, si la Resurrección no tuviera como sentido final la re-creación del ser
humano y por tanto la re-creación de un nuevo orden, entonces eso de la
Resurrección de Jesús no habría pasado de ser un asunto particular entre el
Padre y su Hijo. Pero, como la resurrección de Jesús es la base y fundamento de
una comunidad y el horizonte hacia el cual tiende toda la creación, por eso,
tanto el evangelio de hoy como la primera lectura de Hechos, tratan de
iluminarnos sobre cuál es ese horizonte y cuáles, por tanto, son los efectos
inmediatos, reales y concretos de la Resurrección.
Las fallas, los tropiezos y las caídas en el proceso de construcción de
una comunidad igualitaria y justa no hay que verlos como la demostración de que
no se puede lograr esa construcción; esos aspectos negativos se pueden percibir
como el signo de que ciertamente no es fácil, pero en todo caso no es
imposible, máxime si hay plena conciencia de que ése es el proyecto de Dios y
que por ese proyecto Jesús hasta derramó su sangre y entregó su vida. Pero,
también por ese proyecto, el Padre lo resucitó, para que quienes confesamos ser
seguidores suyos veamos si nos comprometemos o no con ese “su” proyecto que él
quiere compartir con nosotros y que ciertamente él respalda y acompaña en todo
momento. Ese es el principal sentido de la Resurrección y eso es lo que los
discípulos no entienden de manera inmediata.
Justamente el evangelio de hoy nos da la pista para entender que el
descubrimiento de los efectos y alcances de la resurrección de Jesús no se
comprenden rápidamente, de un momento a otro. Aunque los dos discípulos han
comprobado que Jesús “no está” en la tumba y una vez que María Magdalena les
anuncia que Jesús está vivo y que ha hablado con él (cf. Jn 20, 1-18), los
discípulos siguen encerrados. Dos veces en el pasaje de hoy escuchamos estas
dos expresiones, “los discípulos estaban con las puertas bien cerradas” (v.19)
y “ocho días después los discípulos continuaban reunidos en su casa” (v. 26),
lo cual es signo de que esto es un proceso de maduración de la fe. No nos dice
el evangelista que los discípulos “no creyeran” en el Resucitado; con excepción
de Tomás, todos lo habían visto y creían en él; pero una cosa es creer y otra
abrirse a las implicaciones que tiene la fe, y ese es el proceso que le toma a
la comunidad de discípulos un buen tiempo, tiempo por demás en el que Jesús,
con toda paciencia y comprensión, está ahí cercano, acompañando, animando y
ayudando a madurar la fe de cada discípulo.
Tal vez a nosotros, como creyentes de este tiempo, nos hace falta
madurar aún mucho más el aspecto de la fe; tal vez nuestros conceptos
tradicionales aprendidos sobre Jesús y su evangelio no nos permiten ver con
claridad cuál es el horizonte de esa fe cristiana que confesamos tan
folclóricamente y que, por tanto, no impacta a nadie. Valdría la pena hacer el
ejercicio de desaprender; vaciar completamente nuestro ser, nuestro corazón,
hacer lo de Tomás, viendo el caso de Tomás desde la óptica más positiva, claro
está; es decir, si no lo juzgamos de entrada como “el incrédulo”, sino como el
que quiere creer y poner en práctica su fe, pero que desde su vacío interior
necesita ser llenado por la presencia de su Señor. Éste es el camino que
estamos llamados nosotros hoy a recorrer.
El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 128 de la serie «Un
tal Jesús» (http://radialistas.net/category/un-tal-jesus/),
de los hnos. LÓPEZ VIGIL, titulado «Lo que hemos visto y oído».
Para la revisión de vida
La historia de Tomás quiere enseñarnos que no
era más fácil creer en Jesús por haber sido contemporáneo suyo, y que los que
crean sin haber visto serán dichosos. ¿De verdad siento yo en mi vida la
alegría de creer? ¿Vivo mi fe como fuente de gozo, o la veo a veces como una
carga más o menos pesada?
Para la reunión de grupo
-
Tomás no cree, porque no ve. Y cuando llega a ver, ya cree... ¿Es
posible «creer» cuando ya «se ve»? La vieja definición del catecismo decía que
«fe es creer lo que no se ve». ¿Quién tiene la razón?
-
¿Qué relación (semejanzas, diferencias...) hay entre la fe humana
(creer a alguien) y la fe religiosa (creer en Dios)? ¿Creemos «a» Dios, o «en»
Dios?
-
En una visión de conjunto, Lucas nos presenta lo fundamental de la
Comunidad cristiana de todos los tiempos: escuchar la Palabra, participar en la
«fracción del pan» (=Eucaristía), oración y vida en común. Hoy día, en
bastantes regiones de la Iglesia Católica, el 80% de los fieles no puede participar
en la eucaristía semanal por falta de sacerdote, y no hay ministros ordenados
suficientes porque sólo se admite al mismo a personas que tengan
simultáneamente vocación al celibato, y que sean varones. ¿Qué reflexiones nos
sugiere esta situación?
-
Si se tiene posibilidad de conseguirlo, hacer un círculo de estudio o
un debate en torno al libro de Jesús EQUIZA, La Eucaristía, ¿privilegio del
clero o derecho de la comunidad?, Editorial Nueva Utopía (fax:
34-91-44.545.44), Madrid 2001 segunda edición, 201 pp.
Para la oración de los fieles
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Para que la Iglesia sea más la Comunidad que vive y anuncia el
Evangelio, que un grupo con fuerza social. Roguemos al Señor.
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Para que todos los pueblos avancen por los caminos de la justicia, la
paz y la igualdad entre todas las personas. Roguemos...
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Para que nunca perdamos la esperanza ante las dificultades de la vida,
y seamos siempre conscientes de que el Amor de Dios es más fuerte que la
muerte. Roguemos...
-
Para que el Señor aumente cada día nuestra fe y nuestra confianza en
El, y sepamos descubrir los mil gestos de su amor que a diario se producen a
nuestro alrededor. Roguemos...
-
Para que nuestra solidaridad con los pobres y oprimidos de la sociedad
anime su esperanza. Roguemos...
-
Para que todos nosotros vivamos nuestra fe en Cristo resucitado en una
Comunidad que comparta lo que es y lo que tiene. Roguemos...
Oración comunitaria
Dios, Padre nuestro, que llenas cada año
nuestro corazón de gozo y alegría con las fiestas pascuales; haz que nuestra fe
no vacile, que nuestra vida sea siempre coherente con esa fe, y que trabajemos
siempre por tu Reino, sabiendo que al construirlo ya lo estamos viviendo.
Nosotros te lo pedimos gracias a Jesús, hijo tuyo y hermano nuestro. Amén.
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