Apas03, Cosme, 4 de mayo de 2014
Hch 2,14.22-33: No era posible que la
muerte lo retuviera bajo su dominio
Salmo responsorial 15: Señor, me enseñarás
el sendero de la vida
1Pe 1,17-21: Los rescataron a precio de la
sangre de Cristo, el Cordero sin defecto
Lc 24,13-35: Lo reconocieron al partir el
pan
La renovación iniciada y promovida por el Vaticano II nos
llenó de una gran esperanza: la predicación se centra más en la predicación de
la persona de Jesús y su proyecto del Reino. La Liturgia empieza a pasar de un
culto meramente formal a una celebración comunitaria del Misterio de Jesús
muerto y resucitado en nuestra vida diaria. Se da mucho impulso a lo
comunitario, a la dimensión social de la fe y muchos cristianos empiezan a
participar en actividades misioneras. Pero el excesivo centralismo, el conservadurismo
y el individualismo constituyeron un obstáculo para la renovación conciliar. Muchos
de los que antes impulsábamos esta manera de ser Iglesia más igualitaria y
participativa perdimos el entusiasmo y algunos se han frenado o han tomado
otros caminos.
El autor del libro de los Hechos de los Apóstoles pone en
boca de Pedro el Kerygma (Primer anuncio de Jesús): “Dios acreditó a Jesús de
Nazaret con señales, milagros y prodigios. Ustedes lo entregaron a los paganos
para ser crucificado, pero Dios lo resucitó de entre los muertos” La muerte de
Jesús es consecuencia de realizar el encargo del Padre provocando la ira de los
hombres del poder religioso. La resurrección es la protesta del Padre a los
asesinos de su enviado.
Dos discípulos de Jesús han decidido abandonar el grupo,
frustrados y llenos de desaliento por la muerte del Maestro Nazareno,
caminan de regreso a casa. Jesús comienza a caminar con ellos, se interesa por
la cara que muestran, pero la desilusión y la amargura les impiden reconocerlo y
hasta lo regañan. Jesús los reprende por su incapacidad de entender su muerte a
la luz de las Escrituras y les hace una lectura completa de la Biblia que les
calienta el corazón. Al caer la tarde entusiasmados por la palabra de Jesús lo
comprometen a que se albergue con ellos y al momento de partir el pan descubren
que el huésped es el Resucitado. Alegres retornan a la comunidad
para compartir la alegría y animar a los demás.
- Como los discípulos de Emaús tenemos que sacudirnos la
tierra de los ojos para ver al Resucitado en los compañeros de camino y de
lucha.
- Como los discípulos de Emaús tenemos que reflexionar sobre nuestros desalientos y amarguras a la luz de la Escritura.
- Como los discípulos de Emaús tenemos que repetir los gestos de Jesús, en particular el hecho de compartir la mesa y de celebrar en la Eucaristía nuestra propia vida.
- Como centro de nuestra vida hemos de poner el actuar de Jesús, acreditados como El por el Padre, para realizando señales y hechos maravillosos que consuelan y dan esperanza a todos los maltratados.
- Vivir la resurrección ha de significar que la vida compasiva y misericordiosa de Jesús sigue presente en nuestro mundo.
- Como los discípulos de Emaús tenemos que reflexionar sobre nuestros desalientos y amarguras a la luz de la Escritura.
- Como los discípulos de Emaús tenemos que repetir los gestos de Jesús, en particular el hecho de compartir la mesa y de celebrar en la Eucaristía nuestra propia vida.
- Como centro de nuestra vida hemos de poner el actuar de Jesús, acreditados como El por el Padre, para realizando señales y hechos maravillosos que consuelan y dan esperanza a todos los maltratados.
- Vivir la resurrección ha de significar que la vida compasiva y misericordiosa de Jesús sigue presente en nuestro mundo.
Mayo 03/14
Cosme Carlos Ríos
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