Aord23, Cosme. La comunidad lugar de reconciliación, de justicia y de verdad (2014-09-07)
- Ez 33,7-9: Si no hablas al malvado, te pediré cuenta de su sangre
- Salmo responsorial 94: Ojalá escuchen hoy la voz del Señor: "No endurezcan su corazón."
- Rom 13,8-10: Amar es cumplir la ley entera
- Mt 18,15-20: Si te hace caso, has salvado a tu hermano
Las comunidades cristianas tenemos la tentación y la práctica de excluir y condenar a todos aquellos que no hacen lo que hacemos nosotros. Nuestra intolerancia es manifiesta sobre todo en las excomuniones, y en el rechazo de otras formas de vivir la fe; cosa que hacemos sin escuchar y sin dar otra oportunidad. Nos falta mucho para que nuestras comunidades sean realmente fraternas, sean un espacio de reconciliación y de verdad.
Ezequiel es profeta del exilio. Se presenta como el vigilante de su pueblo. La actitud vigilante es un rasgo del auténtico profeta. Estar atento a lo que pasa para alertar y prevenir al pueblo. El profeta verdadero está siempre atento a escuchar la Palabra de Dios. Lee los acontecimientos de la historia y los interpreta a la luz de la Palabra de Dios. El vigilante, está pendiente de los peligros que acechan al pueblo. El profeta tiene la misión de abrir los ojos. Pero también el pueblo puede aceptar o rechazar la interpelación profética. Lo que no está bien es pasar por alto el peligro. Hoy, como ayer, el profeta tiene que estar vigilante para prevenir a la comunidad.
El evangelio de Mateo nos presenta el pasaje que se ha denominado comúnmente la corrección fraterna. El texto revela los conflictos internos que vivía la comunidad de Mateo. Nos encontramos ante un texto que pretende enfrentar y resolver el problema de los conflictos comunitarios.
El pecado no es solamente de orden individual o moral. Aquí se trata de faltas graves en contra de la comunidad. Se trata de resolver los asuntos complicados en las relaciones interpersonales siguiendo la pedagogía de Jesús.
El evangelista quiere dejar en claro que se trata, ante todo, de salvar al trasgresor, de no condenarlo ni expulsarlo de entrada. Lo que importa es salvar a la persona por todos medios.
Nuestro compromiso como creyentes es luchar por la verdad. Nuestras familias y comunidades cristianas deben ser, ante todo, lugares de reconciliación, de justicia y de verdad.
Exigir respeto por las personas que se equivocan pero que quieren rectificar su error, es imperativo del Evangelio. Pero ante todo, el compromiso con la justicia, la verdad y la reconciliación es una actitud profética.
Es importante tomar en cuenta la afirmación de Jesús de que Él está presente donde dos o tres se reúnen en su nombre, no exige ni instituciones ni presencia de personalidades.
Construimos la comunidad de Jesús cuando, en su nombre, nos reunimos para construir el Reino: Hacer un mundo donde haya vida digna para todos.
Construimos la comunidad de Jesús cuando cambiamos nuestras actitudes excluyentes por actitudes de respeto, tolerancia e inclusión, ofreciendo otra oportunidad hacia quienes han fallado.
Construimos la comunidad de Jesús cuando nos esforzamos porque a todos niveles, nuestras comunidades sean espacios de reconciliación, de justicia y de verdad.
Somos auténticos centinelas (profetas) en la medida en que nos mantenemos atentos al acontecer de nuestro mundo e interpretamos los acontecimientos con los ojos de Dios y ponemos en alerta a nuestras comunidades.
Cosme Carlos Ríos
Septiembre 06 14
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