Servicio Bíblico Latinoamericano
Domingo
21 de septiembre de 2014 - Ciclo A
25º
domingo de tiempo ordinario.
Mateo,
apóstol y evangelista
Is 55,6-9:
Mis planes no son sus planes
Salmo
responsorial 144: Cerca está el Señor de los que lo invocan
Fil
1,20c-24.27ª: Para mí la vida es Cristo
La gracia y la misericordia de Dios se contrapone a la mentalidad
religiosa judía de los tiempos de Jesús. Frente a la teología del mérito del
sistema religioso se opone la teología de la gracia predicada por Jesús. Desde
esta perspectiva, la salvación no se alcanza solamente por méritos propios sino
por la misericordia de Dios que nos la concede a pesar de que no la merezcamos.
El texto del segundo Isaías centra su actividad profética en el
tema de la consolación del pueblo desterrado. Pero el destierro fue por la
desobediencia del pueblo y de sus dirigentes que se apartaron de Dios y
quebrantaron la alianza. Sin embargo, Dios no abandona a su pueblo. Si el
pueblo es infiel a la alianza, Dios permanece siempre fiel. Los caminos del
Señor son muy distintos de los caminos humanos. El profeta insiste en la
invitación a buscar al Señor. Hace un llamado a la conversión y al
arrepentimiento porque Dios es Clemente y misericordioso y siempre está
dispuesto al perdón. Los planes de Dios no son tan limitados y mezquinos como
los de nosotros.
Pablo, en la carta a los Filipenses, plantea una seria
disyuntiva: o morir para estar con Cristo o quedarse en medio de ellos para
ayudarles en sus dificultades. Pablo, prisionero por Cristo, presiente que sus
días ya están llegando a su fin. Perseguido, calumniado, encarcelado, azotado y
despreciado de muchos ha vivido en su propia persona la pasión de su Señor.
Consecuente con su predicación, si se ha esforzado por vivir el evangelio de
Jesús, entonces es normal que corra la misma suerte que su maestro. Pero
también tiene la plena convicción de participar de la gloria de la
resurrección. Tanto su vida como su muerte está en función de Cristo. Si está
vivo es para seguir anunciando el evangelio, si muere es para entrar en la
plena comunión de los justificados por El. Así las cosas, Pablo siente que su
misión ha llegado a su fin. Como Jesús, puede decir todo está cumplido. Pero a
Pablo le queda la gran preocupación de la fragilidad de las comunidades, cuya
fe está fuertemente amenazada por el ambiente cultural y religioso de las
colonias del Imperio.
En la parábola de los trabajadores descontentos con la paga se
refleja el modo de actuar de Dios contrario a nuestra mentalidad utilitarista.
El contexto de la parábola debió se la controversia de Jesús con las
autoridades judías por su continua relación con personas de dudosa reputación
como publicados, pecadores, enfermos, niños, paganos y mujeres. Precisamente
aquellos que estaba considerados impuros y, por tanto, excluidos del círculo de
santidad. Pero en el contexto de la comunidad mateana se percibe el conflicto
producido entre los judeocristianos y paganos cristianos que confluyen en la
misma comunidad. Era inaceptable que los recién conversos tuvieran el mismo
trato de los que han pertenecido desde tiempos antiguos al pueblo elegido. Es
claro que el encuentro entre judaísmo y cristianismo en el seno de una misma
comunidad resultó bastante complicado. Así lo manifiestan otros escritos del
nuevo testamento como la carta a los gálatas.
La parábola, narrada por Jesús, parte de un hecho real. El propietario
representa a los terratenientes que a base de aranceles habían quitado las
tierras a los campesinos. Así mismo, los desocupados eran los que lo habían
perdido todo y se alquilaban por cualquier cosa para poder vivir. Por supuesto
que había quienes siempre eran clientes fijos del propietario, es decir,
aquellos a quienes siempre se les contrataba, y estaban los que iban
apareciendo a última hora. La clave de la parábola no está en la actitud equitativa
del patrón, pues el podría pagar como quisiera. Lo que llamó la atención a los
oyentes es que haya preferido a los que no eran sus trabajadores (los de la
última hora) sobre los que si lo eran (los de la primera hora). Situación
incomprensible desde todo punto de vista.
El sistema religioso del tiempo de Jesús y de las primeras comunidades
centraba la práctica religiosa en el mérito y la paga. La salvación se había
convertido en un mercado de compra y venta. Jesús cuestiona a fondo esta
mentalidad que tanto mal le ha hecho al pueblo. La salvación es don gratuito de
Dios. Y la gracia tiene que ver con el amor misericordioso. Dios no maneja
nuestros esquemas contables interesados y lucrativos. Para Dios, tanto los
primeros como los últimos son objeto de su inmenso amor y misericordia.
Hoy tenemos que superar todo espíritu de competencia y codicia.
Tenemos que superar sobre todo el «exclusivismo» que todavía late en el
subconsciente cristiano: ya no lo decimos ni lo sostenemos, pero muchos lo
siguen pensando: nosotros, nuestra religión, sería la única verdadera, y por
tanto la superior, la definitiva, la insuperable, aquella a la que las demás
religiones (¡y culturas!) deberán confluir... Si ya muchos han abandonado
aquella visión veterotestamentaria de que «las naciones y los pueblos vendrán a
adorar a Dios en Sión» -porque sociológicamente ya no parece previsible ni
viable que el mundo vaya un día a ser todo él cristiano-, no dejamos de tener
esa conciencia de «exclusivismo» cuando nuestras autoridades y jerarquías
condenan autoritariamente y sin diálogo alguno opiniones sociales, criterios
éticos, que se dan en distintas sociedades, apoyados en el convencimiento de
que nuestra verdad es incuestionablemente superior a la de los demás, por
principio, y que tendríamos derecho a imponerla en la sociedad (laica,
aconfesional) sin necesidad siquiera de dialogar y convencer a la población...
Es una actitud de complejo de superioridad que no tiene ninguna justificación.
La apertura a todos, el reconocimiento sincero de que no tenemos un
«gratuito e inmerecido derecho de primogenitura», que no somos «los (únicos)
elegidos», que los que hemos considerado tradicionalmente «últimos» (o en todo
caso, posteriores a nosotros) no lo son, que Dios es «gratuito» y sin favoritismos...
son asignaturas pendientes todavía para las Iglesias cristianas...
No cabe duda de que aceptar en profundidad el mensaje evangélico de
hoy de que «los primeros serán los últimos», nos exige un cambio de mentalidad
a fondo. También el pluralismo religioso y el diálogo intercultural hay que
elencarlos entre esos grandes desafíos generados por el descubrimiento más
profundo de la «gratuidad de Dios» que la parábola del evangelio de hoy vuelve
a poner ante nuestros ojos.
El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 61 de la serie «Un
tal Jesús», de los hermanos LÓPEZ VIGIL, titulado «Un denario para cada uno».
El guión y su comentario pueden ser tomados de aquí: http://untaljesus.net/texesp.php?id=1300061
Puede ser escuchado aquí: http://untaljesus.net/audios/cap61b.mp3
Para
la revisión de vida
¿Pienso
que “tengo méritos” ante Dios? ¿Pienso que formo parte de «el pueblo elegido»?
¿O pienso en el fondo de mi corazón que tengo la ventaja de estar en una
religión mejor (y que tengo a Dios «más de mi parte») que esos otros pueblos y
civilizaciones no cristianos?
¿Me
alegro de la santidad de los demás? ¿Puedo rezar aquella oración del cardenal
Mercier, que venía a decir: “Señor, haz a los demás más santos que yo, con tal
de que yo sea todo lo santo que Tú quieres que sea”?
¿Soy
de las personas que tienen una vida sometida a la omni–mercantilización actual?
¿Qué proporción de mi vida es actividad gratuita?
Para
la reunión de grupo
-
Hubo clásicamente una espiritualidad –que subsistió hasta no hace
mucho tiempo- muy centrada en los “méritos”: hacer méritos para conseguir la
salvación, “aplicar los infinitos méritos de la misa”, rezar las oraciones con
más “días de indulgencia”… ¿Qué pensamos hoy de los “méritos? ¿Existen los
méritos? ¿Podrían ser cuantificables? ¿”Merecemos” ante Dios? ¿Sería “amor
puro” aquél que trata de conseguir “méritos” y lleva cuenta contable de los
mismos?
-
El viejo catecismo distinguía entre dos formas de arrepentimiento o
dolor de los pecados: la de “contrición” (motivada por el amor a Dios) y la de
“atrición” (motivada por el temor al castigo merecido). ¿Se podría decir que,
paralelamente, hay dos formas de amor, uno que ama a Dios por “puro amor” y
otra que ama a Dios con la vista puesta en los “méritos para la salvación”?
(Ejemplo del primer tipo de amor sería el del famoso soneto atribuido a Santa
Teresa, “No me mueve, mi Dios, para quererte…”). Comentar
-
El influjo neoliberal, la mercantilización de todo, con la
consiguiente exigencia de “competitividad”, hace que todo se calcule y se tase,
que a todo se le ponga precio y costo. Ya no hay lugar para la colaboración
gratuita, desinteresada, “por amor al arte”… ˝por amor al Evangelio˝ en nuestro
caso. ¿En qué observamos esto?
-
“Para mí, la vida es Cristo”. ¿Es correcta cualquier lectura,
cualquier interpretación de esta frase de san Pablo? ¿Puede haber formas de
poner a Jesús en el centro que sean inadecuadas? ¿Qué es lo que Jon Sobrino
llama la “absolutización personalista del cristianismo”, como una forma de
reducir el cristianismo a la relación del fiel con la persona de Jesús,
eliminando de esa relación la referencia al Reino predicado por Jesús? (Cfr por
ejemplo, J. SOBRINO, Jesucristo liberador, UCA, San Salvador, cap. 1, apartado
2.3).
Para
la oración de los fieles
-
Por la Iglesia, para que trabaje siempre con toda su ilusión, con
alegría y con todas sus fuerzas en la viña del Señor. Roguemos al Señor.
-
Por los que nos proclamamos cristianos, para que tengamos presente que
lo que nos debe caracterizar es el llegar a superar incluso la justicia, con el
amor. Roguemos...
-
Por todas las personas, para que el amor abra los corazones de los que
viven ciegos por el egoísmo. Roguemos…
-
Por los que sufren a causa de
la constante violación de los derechos humanos, para que sean respetados,
recuperen su dignidad y sus vidas se vean llenas de justicia y de amor.
Roguemos…
-
Por todos nuestros seres queridos difuntos, para que gocen ya de la
plenitud de la vida junto a Dios nuestro Padre. Roguemos…
-
Por todos nosotros, para manifestemos el misterio del amor de Dios en
nuestro amor al prójimo. Roguemos...
Oración
comunitaria
Dios,
Padre nuestro, Madre nuestra, que has puesto la plenitud de la Ley en el Amor a
Ti y al prójimo; concédenos conocer, amar y cumplir tu voluntad para que tu
Reino esté cada día más presente y palpable en medio de nuestro mundo. Por
Jesucristo.
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