Servicio Bíblico Latinoamericano
Domingo
9 de noviembre de 2014
32º
domingo de tiempo ordinario - Ciclo A
Dedicación
de la Basílica de Letrán
- Sab 6,12-16: Encuentran la Sabiduría los que la buscan
- Salmo responsorial 62: Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío
- 1Tes 4,13-18: A los que han muerto, Dios, por medio de Jesús. Los llevará con él
- Mt 25,1-13: ¡Que llega el esposo, salgan a recibirlo!
En estos
domingos «finales» del año litúrgico, los textos nos dirigen una invitación a
reflexionar sobre el «fin» de toda existencia. Éste fin es considerado no sólo
como la meta en que la vida adquiere realización o acabamiento, sino también
como la meta del caminar histórico colectivo del ser humano y de la realidad
toda. Semanas para contemplar este aspecto ineludible de nuestras vidas.
La primera lectura, del Libro de la Sabiduría, es un himno que
canta los maravillas de la Sabiduría. Ésta sale al encuentro de quienes la
buscan, de quienes la aman, y ella misma se muestra. La sabiduría es una
cualidad, una manera en que Dios se manifiesta a quienes realmente le buscan.
La única condición para que este encuentro se llegue a dar, es estar abierto a
la sabiduría, buscarla; como se busca a Dios. (Importante darse cuenta de que
la Sabiduría es presentada en este libro como «personificada», pero no
«hipostasiada»: la personificación es simplemente una figura literaria, una
forma de hablar).
Por su parte Pablo, en la carta a los Tesalonicenses, intenta
responder las dudas de algunos hermanos que han ingresado hace poco a la
comunidad. Estos hermanos consideran desfavorecidos a los difuntos porque iban
a estar ausentes de la cercana venida del Señor. Pablo reafirma la enseñanza
que él recibió. Los que murieron en Jesús estarán presentes con él en el último
día. Ellos resucitarán en primer lugar y los que quedemos seremos llevados al
Señor. Por que si creemos que Jesús murió y resucitó, Dios llevará consigo a
quienes murieron en Jesús, pues para Pablo en el bautismo, expresión de
conversión, nos sumergimos en la muerte del Señor para resucitar con él; así
mismo quienes murieron con Cristo resucitan con él porque han participado del
camino, del seguimiento, y la alegría por continuar anunciando la Utopía de
Dios, que llamamos Reino. Terreno difícil para distinguir lo que es sustancia
de nuestra fe –o de nuestra esperanza- sin confundirla con una cosmología o
mitología del tiempo y de la cultura helenista que no era la de Jesús...
teniendo en cuenta que la cosmología o representación de la vida y la muerte en
la cultura de la sociedad en que vivió Jesús tampoco son para nosotros «Palabra
de Dios»...
El evangelio del día de hoy nos trae la parábola de las diez
vírgenes, prudentes y necias, que estaban esperando al novio. No dice a sus
novios o a los novios. «El novio» designa a Jesús mismo (Mateo 9, 15). Y
recordemos que el reino de Dios también es simbolizado con un banquete de bodas...
La parábola nos enseña que el final de cada persona depende del camino
que se escoja, que de alguna manera, la muerte es consecuencia de la vida
–prudente o necia- que se ha llevado. Muchachas necias son las que han
escuchado el mensaje de Jesús pero no lo han llevado a la práctica. Muchachas
prudentes son las que lo han traducido en su vida, por eso entran al banquete
del Reino. De esta manera, la lectura del evangelio se enmarca en la
preocupación de los cristianos recién convertidos de la comunidad de
Tesalónica, Grecia, (los Tesalonicenses), la preocupación por el final de los
tiempos.
La parábola es una seria llamada de atención para nosotros. "ustedes
velen, porque no saben el día ni la hora". No dejen que en ningún
momento se apague la lámpara de la fe, porque cualquier momento puede ser el
último. Estén atentos, porque la fiesta de la vida está teniendo lugar ya,
ahora mismo. El Reino está ya aquí. Enciendan las lámparas con el aceite de la
fe, con el aceite de la fraternidad, de la caridad mutua. Nuestros corazones
llenos así de luz nos permitirán vivir la auténtica alegría aquí y ahora. Los
demás, los que viven a nuestro alrededor se verán también iluminados, conocerán
también el gozo de la presencia del Novio esperado. Jesús nos pide que nunca
nos falte ese aceite en nuestras lámparas.
Ciertamente tenemos que aprovechar el momento presente, pero para
construir fraternidad, no para buscar de manera egoísta nuestro propio
bienestar. Las vírgenes necias pusieron otro aceite en sus lámparas: el que
sólo sirve para alumbrar egoístamente nuestro camino. No pudieron entrar en la
fiesta de la boda. Y si hubiesen entrado no hubiesen entendido absolutamente
nada. En la fiesta de la hermandad los que sólo miran por su propio interés se
aburren.
Sería bueno preguntarnos de qué tipo es el aceite que alimenta
nuestras lámparas. Sería bueno examinar cómo trabajamos día a día para aumentar
la intensidad de nuestro fuego, y de nuestras reservas. ¿O acaso desperdiciamos
las ocasiones de crear fraternidad, de amar y servir a los hermanos?
El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 70 de la serie «Un
tal Jesús», de los hermanos LÓPEZ VIGIL, titulado «Con las lámparas
encendidas». El guión y su comentario pueden ser tomados de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1300069
Puede ser escuchado
aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap69b.mp3
Para la revisión de vida
Mi vida: ¿es una vida de futuro, de
esperanza...? ¿Pienso en el futuro decisivo? ¿Me lo planteo suficientemente, a
pesar de su misteriosidad?
¿Está
nuestra vida demasiado absorbida por los detalles pequeños y diarios, sin
previsión de futuro, sin la prudencia de poner en el centro la búsqueda de la
Utopía del Reino?
Para la reunión de grupo
-
Estos domingos últimos los temas de los evangelios son la esperanza,
el futuro, el final... y sus evangelios están tomados del capítulo 25 de Mateo.
Repasemos las características de la parte apocalíptica que está al final de los
evangelios sinópticos...
-
Sabiduría no es erudición, sino saber entender y vivir la vida, saber
analizar las cosas, las situaciones y experiencias... con los ojos de Dios.
Digamos qué es la sabiduría con palabras y referencias de hoy. ¿Dónde está la
sabiduría en nuestra civilización actual?
-
La carta a los tesalonicenses dice: «No queremos que vivan ustedes
como personas que no tienen esperanza»... Preguntémonos: la esperanza... ¿es
sólo de los cristianos? ¿Pueden tener esperanza los ateos? ¿Se puede tener
esperanza si no se cree en la resurrección?
-
Comentar, si se recuerda, aquella imagen del «mártir ateo», de Ernst
Bloch. O la expresión de Enrique Tierno Galván: ser agnóstico implica «saberse
establecer cómodamente en la finitud»...
-
El llamado a la «vigilancia» es un mensaje recurrente en el evangelio.
En la parábola de hoy es claro. En un contexto cultural en el que el «gran
relato» religioso establecía que esta vida era sólo una «prueba» que Dios nos
pone para enviarnos tras la muerte a la «vida definitiva del cielo o del
infierno» la «vigilancia» tenía un sentido obvio y capital, central incluso.
¿Mantiene hoy el mismo sentido? ¿Por qué? ¿Cómo expresaríamos hoy el
«megarrelato» religioso? ¿Qué sentido puede tener hoy la invitación a la
«vigilancia»?
Para la oración de los fieles
-
Por la Iglesia, para que renueve su esperanza y sepa ofrecerla con
humildad a la humanidad. Oremos.
-
Por todos aquellos que buscan conocer la vida en profundidad, para que
se encuentren con el Dios Padre que cuida de todos nosotros y nos llama a vivir
como hermanos. Oremos.
-
Por todas las personas, para que encuentren en su vida la luz que les
lleve a discernir y dejar los ídolos que alienan y no salvan. Oremos.
-
Por todos aquellos que viven afligidos al ver la muerte como un
callejón sin salida, para que la Buena Noticia los abra a la esperanza y dé
sentido a sus vidas. Oremos.
-
Por todos los que viven instalados en lo superfluo de la vida, para
que descubran la hermosa tarea que tenemos todos de transformar el mundo en una
sociedad solidaria. Oremos.
-
Por todos los difuntos, para que gocen ya de a deseada plenitud de la
vida, junto al Padre. Oremos.
Oración comunitaria
Dios, Padre nuestro, ayúdanos para que
sepamos vivir con toda responsabilidad y esperanza, como nos enseñó Jesús, de
manera que se alejen de nosotros el desánimo, la tristeza y la desesperanza y
podamos trabajar libremente en la construcción de tu Reino. Por Jesucristo.
Dios
Padre y Madre de toda la Humanidad, que nos invitas a vivir con intensidad
nuestra corta vida, cuidando siempre de que el aceite arda en las lámparas de
nuestros corazones: ayúdanos a amar a fondo a todo lo que vive y existe, y a
ser dadores de vida y de esperanza. Esto nosotros te lo pedimos apoyados en
Jesús, tu hijo, hermano nuestro. Amén.
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