Servicio Bíblico Latinoamericano
Domingo 14 de diciembre de 2014 - Ciclo B
Domingo 3º de Adviento
Juan de la Cruz, presbítero y doctor de la
Iglesia (1591)
Is61,1-2a.10-11: Desbordo de gozo con el Señor
Interleccional Lc 1,46-54: Me alegro con mi Dios
1Tes 5,16-24: Que su espíritu, alma y cuerpo, sea
custodiado hasta la venida del Señor
Jn 1,6-8.19-28: Juan bautista, enviado a dar
testimonio de la luz
El profeta Isaías
invita a todo el pueblo que retorna del destierro, y que ha visto que las
promesas con que esperaban encontrar su tierra no son tan ciertas; lo invita a
la esperanza. La acción de Dios es efectiva y eficaz. La Jerusalén que ahora
ven arruinada, será en un futuro centro de peregrinaciones y a la que acudirán
todas las naciones de la tierra. Es una realidad muy dura de pobreza, de
tristeza y de cautiverio. Por eso, la vocación del profeta esta dirigida hacia
esas personas. Se siente capacitado por Dios para el anuncio de «buenas
noticias» de esperanza a los marginados del país. Las cosas están difíciles
pero podemos salir adelante, Dios no nos abandona, parece decir el profeta.
Aunque haya dificultades al regreso el Señor ha revestido al pueblo de ropas de
salvación, le ha retornado el don de la tierra, y así como está hace germinar
los frutos, quien hace germinar la justicia y la alabanza es el Señor.
El salmo recoge hoy la oración de María cuando visita a Isabel,
que la tradición llama Magnificat. La oración esta basada en el cántico
de Ana que encontramos en el 1Sam 2, 1-10. Se centra en dos grandes temas, por
una parte los pobres y humildes son socorridos en detrimento de los poderosos,
y por otra, el hecho de que Israel es objeto del favor de Dios desde la promesa
hecha a Abraham (Gn 15,1; 17,1). María canta la grandeza de Dios salvador que
se ha fijado en los humildes, especialmente en la pequeñez de María, y nos
muestra que la lógica de Dios no siempre coincide con la lógica e los
poderosos. Precisamente ha hecho una promesa con un pueblo pequeño cumpliendo
la promesa de Abraham, se ha fijado en la humildad y pequeñez de María, ha
derribado del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. La lógica de
Dios pasa por el reconocimiento de los más pequeños como sujetos preferenciales
de su acción. En eso consiste ser creyente. Esta es la palabra profética que la
tradición pone en boca de María.
En la segunda lectura vemos como el apóstol Pablo invita a la
comunidad de Tesalónica a la fidelidad. La vida de la comunidad tenía algunas
dificultades: problemas con los animadores de la comunidad, peleas, desánimo,
falta de fe, fornicación. Es una comunidad que se ha convertido del paganismo
al cristianismo (1,9) y que ha dejado los ídolos, sus dioses, para seguir al
Dios verdadero, pero que le cuesta desprenderse del todo de sus tradiciones
antiguas, de su legado cultural. Parece que la exigencia de la vida de
comunidad no le era satisfactoria a muchos que se sentían desilusionados. Es
por esto que Pablo les llama la atención; reconoce que ha sido una comunidad
que se ha esforzado por seguir a Jesús, que posee el Espíritu del Resucitado,
pero que aún puede dar más. Les llama a estar alegres, a orar constantemente, a
no dejarse desanimar. No se trata de rechazar todo lo que les viene de fuera y
que les impide la vida de comunidad, se trata de examinar todo y quedarse con
lo bueno. Les llama a fidelidad y a continuar en el camino que han emprendido.
No hay que dejarse desanimar por los problemas, que siempre habrán, se trata de
ser fieles al camino emprendido y vivirlo con alegría pues estamos convencidos
que es el mejor camino a la felicidad.
El evangelio de Juan no presenta el testimonio de Juan el
Bautista que ahondaremos a lo largo de esta semana litúrgica. La lectura nos
introduce diciendo que este es el testimonio de Juan y luego nos cuenta que de
Jerusalén los dirigentes judíos enviaron delegados para preguntarle si era el
Mesías o Elías que precedería a la llegada del Mesías. La respuesta de Juan es
ambigua. Si bien no se reconoce como Mesías tampoco se reconoce como Elías que
ha de venir; sin embargo, sí se reconoce como la voz que clama en el desierto,
que prepara la venida del Mesías. La respuesta genera una pregunta lógica en
los emisarios judíos: si no eres, entonces ¿por qué bautizas? Su respuesta es
parecida a la primera, el bautismo de agua es un bautismo purificador, si se
quiere externo, pero quien vendrá traerá un bautismo que purificará a todo el
ser humano y ante el cual el bautismo de Juan es solo anticipo. Es claro que la
figura de Juan el Bautista tiene gran importancia para las primeras
generaciones cristianas. Además de homologarlo con el profeta Elías, muchos de
los seguidores de Juan pertenecieron a las primeras comunidades cristianas. Por
otro lado, fue crítico ante el poder dominante de los romanos y de Herodes, lo
que le llevó a la muerte. Fue un hombre que supo entregarse a su misión y que
supo ver en el futuro que se avecinaba, los tiempos esperados.
El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 6 de la serie «Un
tal Jesús», de los hermanos LÓPEZ VIGIL, titulado «El hacha en la raíz». El
guión y su comentario pueden ser tomados de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1100006 Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap06b.mp3
Para la revisión de vida
La misión de Juan Bautista puede tomarse como
símbolo de la misión de toda persona cristiana: no suplantar a Jesús, sino
gastar la vida en abrirle camino, abriendo camino a su causa, ¡el Reino! ¿Estoy
siendo un buen precursor del Reino que Jesús anunció? ¿Allano montes, relleno
hondonadas, abro caminos?
Para la reunión de grupo
-
El texto de Is 61,1-2 es muy importante. Expresa la misión del Mesías
tal como fue ya entrevista con siglos de anticipación por los profetas. Si el
Mesías iba a tener una misión, ésa sería la de ser «buena noticia» para los
pobres... Jesús tuvo que leer y meditar este texto muchas veces, tanto que lo
hizo propio y sintió que se «cumplía» en su vida, que llegaba a su máximo
cumplimiento en su vida (Lc 4, 16). Lucas, por eso, puso la narración de un
comentario que Jesús tal vez hizo del texto en la sinagoga de su pueblo, como
un texto inicial que daría el sentido a la vida toda de Jesús y a su misión. Y
dice (en Lc 7, 18ss) que Jesús mismo apeló a este texto como prueba de su
mesianidad ante la comisión oficial que vino a preguntarle si era él el Mesías.
Preguntémonos:
-
Realmente, ¿hemos solido pensar que el signo principal de la
mesianidad de Jesús es el ser «buena noticia para los pobres»? ¿A qué otras
cosas les hemos dado clásicamente más importancia en la vida de Jesús?
-
¿Qué es una buena noticia para los pobres? ¿En sentido real o
figurado? El catecismo, la doctrina cristiana, el mensaje que lleva la iglesia,
¿es buena noticia?
-
¿Será que también para la Iglesia la principal señal de su
«mesianidad» sería el ser buena noticia para los pobres?
-
¿Cómo desglosar y explicar el significado de la buena noticia que
Jesús puede significar hoy para los pobres y para la Humanidad en el mundo
globalizado actual?
Para la oración de los fieles
-
Para que en este adviento sigamos alimentando nuestra esperanza,
profundizándola y compartiéndola, roguemos al Señor
-
Por todos los que en estos días cercanos a la navidad se sienten
tristes o nostálgicos, lejos de sus familias, en soledad... para que la
potencia de su amor supere todas esas distancias y les haga sentirse en
comunión universal...
-
Para que nos preparemos a la celebración de la navidad con realismo
tratando de hacer que "efectivamente nazca Jesús" a nuestro
alrededor...
-
Para que la lejanía en que hoy día se ubica la utopía que todos los
soñadores buscamos, no nos conduzca a la resignación o al fatalismo, sino que
quede superada en la constancia, en la fe sin claudicaciones, en la resistencia
y el esfuerzo por acercar una y otra vez la utopía del Reino...
-
Para que en estas vísperas de navidad la austeridad de Juan Bautista,
el precursor, nos recuerde que la sobriedad en el gasto motivada por el deseo
de compartir con los más necesitados...
-
Para que en Navidad y en todos los tiempos la Iglesia sea, como Jesús,
Buena Noticia para los pobres, para todos los hombres y mujeres necesitados de
amor y de justicia...
Oración comunitaria
Oh Dios y Padre-Madre de nuestro Señor
Jesucristo: al acercarse las entrañables fiestas de la navidad te pedimos que
hagas aflorar en nuestras vidas lo mejor de nuestro propio corazón, para que
podamos compartir con los hermanos que nos rodean tu ternura, tu mismo amor,
del que nos has hecho partícipes. Haz que lo vivamos como lo vivió Jesús,
nuestro hermano, que contigo vive y reina, y con nosotros vive y camina, por los
siglos de los siglos. Amén.
Dios
nuestro, tú que quieres que trabajemos de tal modo que, cooperando unos con
otros, realicemos en esta tierra tu Reino, ayúdanos a asumir, en medio de
nuestros trabajos diarios, nuestra condición de hijos tuyos y hermanos de todos
las personas. Por Jesucristo, nuestro Hermano y Señor. Así sea.
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