Servicio Bíblico Latinoamericano
Domingo 1 de mayo de 2016
6º Domingo de Pascua
José Obrero (s. I)
Hch 15,1-2.22-29: Hemos decidido no imponerles más
cargas que las indispensables
Salmo 66: ¡Oh Dios, que todos los pueblos te
alaben!
Ap 21,10-14.22-23: Me enseñó la ciudad santa, que
bajaba del cielo
Jn 14,23-29: El Espíritu Santo les recordará lo
que les he dicho
El libro de
los Hechos nos presenta la
controversia de los apóstoles con algunas personas del pueblo que decían que
los no circuncidados no podían entrar en el reino de Dios. Los apóstoles
descartaban el planteamiento judío de la circuncisión. Ésta se realizaba a los
ocho días del nacimiento al niño varón, a quien sólo así se le aseguraban todas
las bendiciones prometidas por ser un miembro en potencia del pueblo elegido y
por participar de la Alianza con Dios. Todo varón no circuncidado según esta
tradición debía ser expulsado del pueblo, de la tierra judía, por no haber sido
fiel a la promesa de Dios (cf. Gn 17,9-12). El acto ritual de la circuncisión
estaba cargado -y aún lo está- de significado cultural y religioso para el pueblo
judío. Estaba ligado también al peso histórico-cultural de exclusión de las
mujeres, las cuales no participaban de rito alguno para iniciarse en la vida
del pueblo: a ellas no se les concebía como ciudadanas.
Es bien importante este
episodio dentro de la elaboración literaria que Lucas hace del nacimiento de la
primitiva Iglesia. Ésta fue capaz de intuir genialmente que aquel rito de la
circuncisión discriminaba inevitablemente entre hombres y mujeres, y entre
judíos y paganos. Los dirigentes principales de la Iglesia central (por así
decir) ratificaron la intuición que los misioneros de vanguardia pusieron en
marcha al evangelizar en la frontera con el mundo pagano. En aquel contexto
cultural diferente, el signo de la circuncisión no sólo no era significativo,
sino que implicaba una marginación de la mujer, y una imposición incomprensible
para quienes se convertían desde el paganismo. Fue una lección de sentido
histórico, de comprensión de la relatividad cultural, y de aceptación de los
signos de los tiempos.
No deberíamos reflexionar hoy sobre este tema de un modo meramente
arcaizante: «cómo hicieron ellos», sino preguntándonos qué otros signos,
elementos, dimensiones... del cristianismo están hoy necesitados de una
reformulación o reconversión, en esta la nueva frontera cultural que hoy
atravesamos, probablemente mucho más profunda que la que se vivía en aquel
momento que los Hechos de los Apóstolos nos relatan. Muchas cosas que hasta
ahora significaban, se han vaciado de valor evocativo. En muchos casos, no sólo
se han vaciado, sino que se han cargado de sentido contrario. Acabamos haciendo
gestos que se quedan en simples ritos sin significado vivo, o repitiendo
fórmulas que dicen cosas en las que ya no creemos –o en las que ya no podemos
creer–.
Permítasenos evocar la publicación que el movimiento judío conservador
de EEUU ha realizado el pasado mes de febrero (http://internacional.elpais.com/internacional/2016/03/02/actualidad/1456932458_958209.html)
de una nueva edición del manual de oraciones, Sidur en hebreo, edición que ha puesto todas las oraciones en un
lenguaje que no distingue entre hombres y mujeres, entre personas y/o parejas
hetero y homosexuales. Hay que recordar que el idioma hebreo –y otros– tiene
formas verbales diferentes para el hombre y la mujer. «Yo rezo», por ejemplo,
no utiliza la misma palabra igual cuando lo dice un hombre o cuando lo dice una
mujer. Lo cual quiere decir que cuando se reza juntos, normalmente la mujer ha
tenido que quedar supeditada a rezar con expresiones masculinas. Este nuevo Sidur es un esfuerzo para acomodar
símbolos religiosos tan importantes como los de un oracional, a la sensibilidad
actual. Lo que en siglos y milenios anteriores parecía intocable, hoy ya no nos
lo parece a muchas personas y comunidades; las más intuitivas y clarividentes
están reivindicando la necesidad de dar pasos adelante, y deberíamos apoyarles.
También en otros idiomas persisten las diferencias discriminatorias de
género, pero no tanto ya por las diferencias de las formas verbales y otras,
cuanto por las desactualizaciones en términos culturales y epistemológicos: se
trata de conjuntos completos de símbolos que ya no están culturalmente
vigentes, fórmulas de fe que dicen cosas hoy realmente no creemos, creencias
que ya todos sabemos que son mitos, pero que son repetidas ritualmente con toda
seriedad como si de descripciones históricas se tratara, esperando que
aparezcan por alguna parte los niños del cuento de Andersen que nos hagan caer
en la cuenta a todos de que «el rey está desnudo». Por eso, es de profunda
actualidad la lucidez de que hizo gala la Iglesia primitiva en torno a la
práctica de la circuncisión.
El Apocalipsis nos presenta
también una crítica a la tradición judía excluyente. Juan vio en sus
revelaciones la nueva Jerusalén que bajaba del cielo y que era engalanada para
su esposo, Cristo resucitado. Esta nueva Jerusalén es la Iglesia, triunfante e
inmaculada, que ha sido fiel al Cordero y no se ha dejado llevar por las
estructuras que muchas veces generan la muerte. Aquí yace la crítica del
cristianismo al judaísmo que se dejó acaparar por el Templo, en el cual los
varones, y entre éstos especialmente los cobijados por la Ley, eran los únicos
que podían relacionarse con Dios; un Templo que era señal de exclusión hacia los
sencillos del pueblo y los no judíos.
La Nueva Jerusalén que Juan describe en su libro no necesita templo,
porque Dios mismo estará allí, manifestando su gloria y su poder en medio de
los que han lavado sus ropas en la sangre del Cordero. Ya no habrá exclusión
-ni puros ni impuros-, porque Dios lo será todo en todos, sin distinción
alguna.
En el evangelio de Juan, Jesús, dentro del contexto de la
Ultima Cena y del gran discurso de despedida, insiste en el vínculo fundamental
que debe prevalecer siempre entre los discípulos y él: el amor. Judas Tadeo ha
hecho una pregunta a Jesús: “¿por qué vas a mostrarte a nosotros y no a la
gente del mundo”? Obviamente, Jesús, su mensaje, su proyecto del reino, son
para el mundo; pero no olvidemos que para Juan la categoría “mundo” es todo aquello que se opone al
plan o querer de Dios y, por tanto, rechaza abiertamente a Jesús; luego, el
sentido que da Juan a la manifestación de Jesús es una experiencia exclusiva de
un reducido número de personas que deben ir adquiriendo una formación tal que
lleguen a asimilar a su Maestro y su propuesta, pero con el fin de ser luz para
el “mundo”; y el primer medio que
garantiza la continuidad de la persona y de la obra de Jesús encarnado en una
comunidad al servicio del mundo, es el amor. Amor a Jesús y a su proyecto,
porque aquí se habla necesariamente de Jesús y del reino como una realidad
inseparable.
Ahora bien, Jesús sabe
que no podrá estar por mucho tiempo acompañando a sus discípulos; pero también
sabe que hay otra forma no necesariamente física de estar con ellos. Por eso
los prepara para que aprendan a experimentarlo no ya como una realidad
material, sino en otra dimensión en la cual podrán contar con la fuerza, la
luz, el consuelo y la guía necesaria para mantenerse firmes y afrontar el
diario caminar en fidelidad. Les promete pues, el Espíritu Santo, el alma y
motor de la vida y de su propio proyecto, para que acompañe al discípulo y a la
comunidad.
Finalmente, Jesús
entrega a sus discípulos el don de la paz: “mi paz les dejo, les doy mi paz” (v. 27);
testamento espiritual que el discípulo habrá de buscar y cultivar como un
proyecto que permite hacer presente en el mundo la voluntad del Padre
manifestada en Jesús. Es que en la Sagrada Escritura y en el proyecto de vida cristiana
la paz no se reduce a una mera ausencia de armas y de violencia; la paz
involucra a todas las dimensiones de la vida humana y se convierte en un
compromiso permanente para los seguidores de Jesús.
Añadimos varios elementos complementarios sobre san José Obrero y el
día del Trabajo:
• En este «Primero de mayo» recordemos que en la biblioteca de los
Servicios Koinonía (http://www.servicioskoinonia.org/biblioteca/teologica/GIRARDIAmorCristiano.zip)
está disponible el libro de Giulio GIRARDI titulado «Amor cristiano y lucha de
clases», una lúcida reflexión (muy breve) sobre la implicación social concreta
del amor cristiano.
• Será bueno recordar también los versos del poeta:
Y EL VERBO SE HIZO CARNE
En el vientre de María
Dios se hizo hombre.
Y en el taller de José
Dios se hizo también clase.
(Pedro Casaldáliga,
"Fuego y ceniza al viento. Antología espiritual", Sal Terrae, 1984,
pág. 11; también en "Al acecho del Reino. Antología 1968-1988", Nueva
Utopía, Madrid 1989, pág. 293. En la biblioteca de Koinonía:
servicioskoinonia.org/biblioteca).
• El evangelio de hoy no es tratado en la serie Un tal Jesús. Pero
para profundizar en la figura de José, recomendamos comentar y escuchar el
episodio 141, y debatir sobre el tratamiento que los autores han dado a la
figura de José. El audio, el guión y su comentario pueden ser tomados de aquí:
http://www.radialistas.net/category/un-tal-jesus/
Se puede contraponer esta imagen de José con la que presenta un libro
clásico digno de ser revisitado: «Teología de san José», de Bonifacio Llamera,
BAC, Madrid 1953. Y se puede comparar también con el libro de Leonardo BOFF
«São José, a personificação do Pai» (Verus, Campinas, São Paulo, 2005, 214 pp).
La serie «Otro Dios es posible» ofrece una entrevista titulada «¿José,
esposo de María?» (capítulo 13), que cuyo texto y audio puede ser
leído/escuchado aquí: http://www.radialistas.net/article/13-jose-esposo-de-maria
Para la revisión de vida
¿Qué sería para mí la circuncisión del
corazón?
-La
Paz os dejo, la Paz les doy...: ¿Vivo en la Paz?
Para la reunión de grupo
-
Los apóstoles, presbíteros y
hermanos... hemos decidido por unanimidad...: ¿Qué características revelan
estas palabras -y todo el libro de los Hechos de los Apóstoles- acerca del
régimen de gobierno que tenía la Iglesia primitiva?
-
Hemos decidido no imponeros más cargas que las necesarias...: ¿Qué
características revelan estas palabras -y todo el libro de los Hechos de los
Apóstoles- acerca de la actitud que tenía la Iglesia primitiva hacia los
hermanos procedentes de distintas culturas?
-
Qué símbolos, gestos,
expresiones, «dogmas»... están hay día en una situación semejante a la que
estaba la circuncisión en la frontera cultural del mundo hebreo al mundo pagano
helenístico?
-
Si para que un creyente en otra religión se haga cristiano no hace
falta que se circuncide ni que abandone la propia cultura, ¿hace falta sin
embargo que abandone su religión? (cfr. supra).
-
En algún país del Medio Oriente los fundamentalistas han tomado la
decisión de eliminar todos los monumentos budistas anteriores a la llegada de
la religión de ellos. ¿Tiene algo en común esta actitud con la opinión
teológica de los que dicen que “fuera de la Iglesia no hay salvación”?
Para la oración de los fieles
-
Por la Iglesia entera, para que distinga siempre lo que es esencial al
evangelio y lo que es simplemente cultural, occidental y accidental, roguemos
al Señor...
-
Para que fomente la participación de todos en las decisiones que
afectan a todos, y aceptemos todos el espíritu participativo que el Concilio Vaticano
II desató en la Iglesia...
-
Para que la Iglesia actual, iluminada por el ejemplo de la iglesia
primitiva, siga caminando –con prisa y sin pausa- en la marcha indetenible
hacia una igualdad efectiva de derechos entre el hombre y la mujer...
-
Para que los cristianos circuncidemos nuestro corazón de todo egoísmo
y de todo pecado...
-
Por la paz del mundo, para que sea una paz como la que da Jesús...
-
Para que el Espíritu siga conduciendo a la Iglesia y recordándole todo
lo que Jesús dijo y llevándola hacia la Verdad completa...
Oración comunitaria
Dios Padre y Madre: envía sobre nosotros tu
Espíritu de sabiduría, para que, conforme prometió Jesús, nos vaya recordando
todo lo que tu Hijo nos enseñó, y nos vaya haciendo descubrir otras muchas posibilidades
que aquellas mismas enseñanzas comportan para vivir la fe de un modo nuevo, con
fidelidad creativa, en este mundo también nuevo en que nos ha tocado vivir. Por
J.N.S.
O
también:
Oh
Dios, Padre y Madre de todos los seres humanos de todos los tiempos, que a
todos amas igualmente y a todos te revelas con amor pleno. Ayúdanos a descubrir
que “sólo el amor es digno de fe”, y a distinguir todo lo que en cada religión
es cultural y accidental, para que firmes en la adoración de tu misterio
inexpresable, nos abramos a la universalidad de tu amor y de la fraternidad
humana, por encima de toda frontera de raza, cultura o religión. Tú que vives y
reinas y caminas con todo el gran Pueblo de Dios, por los siglos de los siglos.
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