Mal 1,14b–2,2b.8-10: Se apartaron del camino
Salmo 130: Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor
1Tes 2,7b-9.13: Deseábamos entregarles el Evangelio
Mt 23,1-12: No hacen lo que dicen
Nuestra sociedad acostumbra privilegiar a las personas con autoridad, incluyendo a las autoridades religiosas. Se considera legítimo que tengan más honores, privilegios y bienes materiales que los demás y hasta se toleran abusos de la autoridad. Malaquías fue un profeta de la época que siguió al destierro en Babilonia cuando el pueblo judío regresó a su tierra, a finales del siglo VI a. C. La mayor parte de los exiliados estaban más preocupados por hacer fortuna y ocupar la mayor parte de tierra posible, que por reedificar los fundamentos éticos, sociales y fraternos del nuevo Israel.
Los habitantes de la provincia de Judá, Galilea y Samaría se vieron muy afectados por la agresividad de los repatriados, que disponiendo de cuantiosos capitales, pretendían apoderarse de la tierra tratando a la gente del país como extranjeros. Lo peor de todo era que esta manera abusiva y violenta de proceder era liderada por un grupo de levitas que se consideraban los propietarios de la auténtica religión de Israel.
El profeta Malaquías denuncia fuertemente las arbitrariedades de la casta sacerdotal que se aprovecha de la ignorancia de la gente humilde de la provincia para cometer toda clase de atropellos.
Lo más grave es los que se presentan como baluartes de la Ley, no tengan ni el más mínimo sentido de justicia. No respetar el derecho de los pobres es violar la alianza del Señor, y ésta es una ofensa más grave que cualquier infracción ritual o disciplinaria.
Relacionando con el El evangelio de San Mateo: En el año 70 después de Cristo, la ciudad de Jerusalén fue destruida por los ejércitos romanos. Desaparecen los grupos religiosos que conocemos de la época de Jesús. Con la destrucción del templo desaparecieron los saduceos y la guerra acabó también con los zelotas y los esenios.
Termina así esa organización la religión judía que tenía como centro el sacrificio y el templo y era conducida por el liderazgo de los sacerdotes. Lo que quedó de la religión de Israel fueron los fariseos y las comunidades judías de la Diáspora organizadas en torno a las sinagogas. Hacia el año 85 estos grupos se reunieron en la ciudad de Jamnia para una especie de Concilio, con el fin de encontrar una nueva forma de organizar su religión. La conclusión de esta Asamblea fue que a partir de ese momento ellos centran su vida religiosa en el culto de las sinagogas y en la fiel observancia de la Ley. Consecuentemente el liderazgo se desplazó hacia los expertos en el conocimiento e interpretación de la Ley. En esta Asamblea se tomaron decisiones radicales que afectaron a todas las corrientes contrarias a las enseñanzas de los fariseos, que fueron declaradas fuera de la religión judía.
Entre estos grupos estaban los seguidores de Jesús de Nazaret, a los que ellos llamaban “La secta de los Nazarenos”. Esta comunidad, excluída de la religión judía redacta el Evangelio según San Mateo, garantizando que Jesús es realmente el Mesías, el Emmanuel (Dios con nosotros).
Cabe recordar que los evangelios no son un libro de historia sino testimonios que fundamentan nuestra fe; en el caso de la lectura de hoy los redactores hacen un traslape de la vida de las comunidades a la vida de Jesús. Históricamente los enfrentamientos de Jesús con los escribas y fariseos no llegaron a tener tanta rabia como muestra la lectura de hoy.
El texto que leemos hoy, pone en labios de Jesús el sentir de las comunidades oprimidas y excluídas por la corriente farisea emanada del Sínodo del Jamnia. En nombre de Jesús denuncian el hecho de que las autoridades fariseas enseñan pero no ponen en práctica lo que enseñan; que ponen obligaciones muy pesadas a la gente, pero que ellos ni tocan ese peso; que son ostentosos.
Jesús declara que la verdadera grandeza consiste en ser servidores de los demás.
Vivir el mensaje de las lecturas de Malaquías y de San Mateo implica para las personas que tenemos autoridad, hacer uso de la autoridad y de nuestra misma persona en el servicio de la comunidad.
Vivir el mensaje de las lecturas de Malaquías y de San Mateo compromete a las personas que tenemos autoridad, a poner en práctica lo que enseñamos, a cumplir primero las obligaciones que ponemos a los demás y a evitar la ostentación.
Cosme Carlos Ríos
Noviembre 04 2017
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