COSME CARLOS RÍOS·SÁBADO, 11 DE NOVIEMBRE DE 2017
Sab 6,12-16: Encuentran la sabiduría quiénes la buscan
Salmo 62: Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío
1Tes 4,13-17: A los que han muerto en Jesús, Dios los llevará con él
Mt 25, 1-13: Las vírgenes prudentes
Pocos cristianos tienen conciencia de que somos seguidores de Jesús al servicio de los demás y los que tienen conciencia de servir a los demás, prestan este servicio más con el discurso, las palabras, que con las obras
La primera lectura de hoy, que tomamos del Libro de la Sabiduría, es un himno que canta las maravillas de la Sabiduría. Ésta sale al encuentro de quienes la buscan, de quienes la aman, y ella misma se muestra.
La única condición para que este encuentro se llegue a dar, es, estar abierto a la sabiduría, buscarla como se busca a Dios: o sea que para ser sabios hay que buscar, saborear y hacer vida el proyecto de Dios
Para entender mejor el Evangelio de hoy, conviene tomar en cuenta que en los tiempos de Jesús, se celebraba la boda después de que la pareja llevara un año de noviazgo oficial.
La ceremonia se desarrollaba más o menos así: el novio, con sus amigos, con canto y con música de instrumentos, se dirigía a la casa de la novia, donde era recibido por las amigas de ésta, que llevaban lámparas encendidas.
Después de recoger a la novia, se dirigían juntos, entre cánticos y danzas, al lugar en el que se celebraba el banquete nupcial, con el que se iniciaba la fiesta de bodas, que podía durar varios días.
Muchas veces en la Biblia, la boda, el banquete o la fiesta de bodas se usa para referirse a quienes, viven junto a Dios. Es un modo de describir la cercanía de Dios como una situación en la que reinan el amor y la alegría.
En la parábola que comentamos hoy, la llegada del novio representa el momento del encuentro definitivo de los creyentes con el Padre, momento de alegría y de amor profundo.
En la parábola del evangelio, entre las muchachas que esperaban al novio, se presentan dos tipos: uno lo constituyen las muchachas necias, el otro las sensatas.
En el evangelio de Mateo se considera sabia o sensata aquella persona que escucha el mensaje de Jesús y lo pone por obra; necia, la que conoce el mensaje de Jesús, pero no lo practica. (La casa construída sobre roca)
La parábola nos enseña que el final de cada persona depende del camino que se escoja, que de alguna manera, la muerte es consecuencia de la vida –prudente o necia- que se ha llevado.
Muchachas necias son las que han escuchado el mensaje de Jesús pero no lo han llevado a la práctica. Muchachas sabias o prudentes son las que lo han traducido en su vida, por eso entran al banquete del Reino. El aceite que las necias habían olvidado, no es sino la práctica del mensaje de Jesús.
Como a las chicas de la parábola, a los creyentes nos toca la comisión de alumbrado. El evangelio de Lucas y Concilio Vaticano II nos presentan a Jesús como luz de las naciones.
En la ceremonia de nuestro bautismo se entregó a nuestros papás y padrinos una vela en señal de que también nosotros hemos de ser luz de Cristo para iluminar a nuestro mundo con nuestra palabra y sobre todo con nuestro servicio misericordioso.
Para cumplir nuestra comisión de ser, con Jesús, luz para el mundo, nuestras lámparas tienen que estar cargadas de aceite del conocimiento y amor de Dios y de la práctica del amor misericordioso hacia los hermanos.
Ser sabios hoy, implica para nosotros una doble actitud: Hacer oración, leer el Evangelio para sintonizar con Jesús y el Padre, y la práctica de las obras del Reino, en particular la misericordia para con los más débiles
La oración y meditación de la Palabra, alimentan nuestras lámparas para que estemos en condiciones de servir al mundo iluminándolos con nuestra práctica de la misericordia.
Cosme Carlos Ríos
Noviembre 11 del 2017
La primera lectura de hoy, que tomamos del Libro de la Sabiduría, es un himno que canta las maravillas de la Sabiduría. Ésta sale al encuentro de quienes la buscan, de quienes la aman, y ella misma se muestra.
La única condición para que este encuentro se llegue a dar, es, estar abierto a la sabiduría, buscarla como se busca a Dios: o sea que para ser sabios hay que buscar, saborear y hacer vida el proyecto de Dios
Para entender mejor el Evangelio de hoy, conviene tomar en cuenta que en los tiempos de Jesús, se celebraba la boda después de que la pareja llevara un año de noviazgo oficial.
La ceremonia se desarrollaba más o menos así: el novio, con sus amigos, con canto y con música de instrumentos, se dirigía a la casa de la novia, donde era recibido por las amigas de ésta, que llevaban lámparas encendidas.
Después de recoger a la novia, se dirigían juntos, entre cánticos y danzas, al lugar en el que se celebraba el banquete nupcial, con el que se iniciaba la fiesta de bodas, que podía durar varios días.
Muchas veces en la Biblia, la boda, el banquete o la fiesta de bodas se usa para referirse a quienes, viven junto a Dios. Es un modo de describir la cercanía de Dios como una situación en la que reinan el amor y la alegría.
En la parábola que comentamos hoy, la llegada del novio representa el momento del encuentro definitivo de los creyentes con el Padre, momento de alegría y de amor profundo.
En la parábola del evangelio, entre las muchachas que esperaban al novio, se presentan dos tipos: uno lo constituyen las muchachas necias, el otro las sensatas.
En el evangelio de Mateo se considera sabia o sensata aquella persona que escucha el mensaje de Jesús y lo pone por obra; necia, la que conoce el mensaje de Jesús, pero no lo practica. (La casa construída sobre roca)
La parábola nos enseña que el final de cada persona depende del camino que se escoja, que de alguna manera, la muerte es consecuencia de la vida –prudente o necia- que se ha llevado.
Muchachas necias son las que han escuchado el mensaje de Jesús pero no lo han llevado a la práctica. Muchachas sabias o prudentes son las que lo han traducido en su vida, por eso entran al banquete del Reino. El aceite que las necias habían olvidado, no es sino la práctica del mensaje de Jesús.
Como a las chicas de la parábola, a los creyentes nos toca la comisión de alumbrado. El evangelio de Lucas y Concilio Vaticano II nos presentan a Jesús como luz de las naciones.
En la ceremonia de nuestro bautismo se entregó a nuestros papás y padrinos una vela en señal de que también nosotros hemos de ser luz de Cristo para iluminar a nuestro mundo con nuestra palabra y sobre todo con nuestro servicio misericordioso.
Para cumplir nuestra comisión de ser, con Jesús, luz para el mundo, nuestras lámparas tienen que estar cargadas de aceite del conocimiento y amor de Dios y de la práctica del amor misericordioso hacia los hermanos.
Ser sabios hoy, implica para nosotros una doble actitud: Hacer oración, leer el Evangelio para sintonizar con Jesús y el Padre, y la práctica de las obras del Reino, en particular la misericordia para con los más débiles
La oración y meditación de la Palabra, alimentan nuestras lámparas para que estemos en condiciones de servir al mundo iluminándolos con nuestra práctica de la misericordia.
Cosme Carlos Ríos
Noviembre 11 del 2017
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