Bcua2, SUBIR A LA MONTAÑA BAJAR DE LA MONTAÑA Y PROSEGUIR LA MISIÓN
Cosme Carlos Ríos:
SÁBADO, 24 DE FEBRERO DE 2018
Gn 22,1-2.9a.10-13.15-18: El sacrificio de nuestro padre Abrahán
Salmo 115: Caminaré en presencia del Señor, en el país de la vida
Rom 8,31b-34: Dios no perdonó a su propio Hijo
Mc 9,2-10: Este es mi Hijo muy amado
Algunos cristianos acostumbramos leer la Biblia, buscando tener mayores conocimientos y con frecuencia utilizamos la biblia para rebatir a los que piensan de una manera diferente. En nuestros momentos de miedo y de crisis en la misión, nuestra reacción suele ser de huída o de abandono. Nos falta aprender a realizar una lectura de la Biblia que nos ayude a conocer quién es Dios y qué quiere de nosotros.
Como primera lectura de hoy se nos presenta el sacrificio de Isaac. Conviene notar el proceso de elaboración de algunos relatos antiguos que aparecen en nuestras biblias.
La descripción del sacrificio de Isaac viene de una antigua tradición de la época de los Patriarcas, actualizada en la época del Rey Manasés, para defender la vida de los niños contra los desmanes de los reyes. Fue incluída en el libro del Génesis, durante el cautiverio en Babilonia para animar al pueblo, amenazado de muerte: Dios defiende la vida amenazada.
Era costumbre en tiempos antiguos sacrificar a los niños como ofrenda a Dios, y Abraham, en principio, considera su deber hacer también su ofrenda, pero escucha la voz de Dios que se alza en defensa de la vida del niño.
No hay que confundir lo que Dios quiere con lo que nosotros creemos que Dios quiere; hay que tomar en cuenta que nuestro Dios es el Dios de la vida.
El relato de la Transfiguración que leemos hoy, está ubicado estratégicamente: Jesús ha preguntado a los discípulos sobre lo que piensan la gente y ellos mismos sobre su persona. Corrige la opinión triunfalista de Pedro. Y para aclararles cómo entiende su mesianismo comunica a los suyos que lo van a matar, e indica y además que todo el que quiera ser su discípulo tiene que “cargar la cruz”.
El estado de ánimo de los discípulos es de angustia, de miedo y de profunda crisis; esto se refleja en el texto en el hecho de que tienen miedo.
El texto está impregnado de imágenes del primer Testamento: La Montaña, Moisés y Elías, las chozas y la nube. En la Biblia la montaña es un lugar simbólico y teológico. Es una forma de hablar del lugar sagrado donde Dios se manifiesta.
Moisés y Elías, al ser mencionados juntos, representan la tradición religiosa del pueblo expresada en la Ley y los Profetas. Asimismo, Elías y Moisés tuvieron un encuentro con Dios en la montaña: Elías en el Carmelo y Moisés en el Horeb.
Las chozas representan la forma en que habitaban los israelitas durante la peregrinación por el desierto hacia la tierra prometida o sea lo provisional. La nube indica la protección de Dios que cubre con su sombra al pueblo.
Podemos entender que en un momento de miedo y de angustia de los discípulos, Jesús los lleva a una experiencia con Dios, a meditar sobre la forma en que Dios ve el acontecimiento de la persecución y muerte de Jesús. Para ello, Jesús contempla a Moisés y Elías, en su experiencia de Dios, y con ello se le ilumina el rostro y ve con mayor claridad su camino, mientras que los discípulos pretenden quedarse en aquella contemplación.
La voz del Padre, venida de la nube protectora, confirma que Jesús es el Hijo amado a quien hay que escuchar, y Jesús invita a los discípulos a bajar de la contemplación para continuar la misión.
* Seguir a Jesús que en los momentos de crisis y desaliento busca escuchar la voz del Padre en la Escritura, nos impulsa a tomar conciencia de nuestros miedos, crisis y angustias, y buscar en la Escritura la luz para seguir caminando.
* Seguir a Jesús que baja de la montaña nos invita a esforzarnos para que nuestro encuentro con Dios en la oración y meditación de la Palabra, nos dé nuevos bríos para continuar en la construcción del Reino de Dios.
Cosme Carlos Ríos
Febrero 24 del 2018
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